Situación de un texto: ¿Qué es la Psicología?
Elisabeth Roudinesco
A la memoria de Michel Pêcheux.
Georges Canguilhem siempre negó con vigor haber querido dar muerte a la psicología. Y sin embargo en su famosa conferencia del 18 de diciembre de 1956, pronunciada en el College Philosophique y que se publicó dos años más tarde en la Revue de Métaphysique et de Morale,(1) se trata realmente de un asesinato desde el primer al último renglón. Aunque más no sea por el modo de hacer la pregunta: "¿qué es la psicología?". El hecho mismo de interrogarla sobre su legitimidad lleva a sospechar que es una impostura. Literalmente torturada se la conmina a responder a la pregunta de su inencontrable identidad.
Canguilhem da una definición negativa de la psicología, antes de negarle cualquier lugar en el campo del pensamiento. Ya que ella no es, sólo es una mezcla. Y la mezcla no es digna de ser una combinatoria donde llegarían a encontrarse varios campos de la ciencia. La mezcla en la que se complace la psicología es una mezcla de calidad inferior. No existe más que bajo el signo de la humillación: unafilosofía sin rigor porque es ecléctica con el pretexto de ser objetiva, una ética sin exigenciaporque asocia experiencias sin juicio crítico, y por último, una medicina sin control ya que funda sus hipótesis en la observación de enfermedades que nunca llegan a ser inteligibles, las enfermedades nerviosas.
Después de esta asombrosa carga de caballería, Canguilhem demuestra que a la ausencia de identidad corresponde una ausencia de objeto. Y la prueba de esta segunda debilidad reside en el hecho de que la psicología siempre está en búsqueda de su imposible unidad, es decir, de una síntesis inhallable entre sus pretendidos campos de exploración: la psicología experimental, el psicoanálisis, la psicología clínica, la psicología social y la etnología. En el lugar de esa unidad siempre huidiza, se encuentra un pacto de coexistencia pacífica entre profesionales. "Cosa" sin esencia y sin objeto, la psicología se reduce entonces a ser sólo una tecnología al servicio de una corporación, ella misma sujeta al poder de jueces, censores y educadores que ejercen funciones de instrumentalización del hombre por el hombre.
Pero Canguilhem no se conforma con ese conjunto de definiciones negativas. Para dar un fundamento a su razonamiento recurre a la historia. Con lo que vuelve a dar muerte a la psicología. En efecto, cualquiera sea el sistema de pensamiento sobre el que se apoya para asegurarse la supervivencia, ella siempre es o carente de independencia, oimitativa, o suplantada por otro modelo de inteligibilidad, o bien se ahoga en su propio pantano utilitarista.
Cuando ella pretende ser ciencia natural sigue dependiendo, desde la Antigüedad, por un lado, de la fisiología, y por otro, de la medicina. Como fisiología, está incluida en el sistema aristotélico, donde se trata al alma como forma del cuerpo viviente y no como sustancia separada de la materia. Del lado de la medicina, es aniquilada por la doctrina de Galeno que hace del cerebro la residencia del alma. Aquí no hay lugar, entonces, para una psicología que quisiera ser la ciencia de dos objetos en fuga permanente.
Pero cuando pretende ser ciencia de la subjetividad, después del ocaso de la física aristotélica. corre a un nuevo callejón sin salida, estructurado en tres etapas. O bien se vuelve una física del sentido externo en busca de una descripción experimental de las sensaciones, y no hace sino imitar la física mecanicista. O bien se erige en ciencia del sentido interno, y entonces no es más que un aprendizaje de la sabiduría espiritualista, empírica o antropológica - una suerte de pedagogía. O bien se elabora como ciencia del sentido íntimo y se ve suplantada por la psiquiatría vinculada a la medicina, por un lado, y, por otro, por el psicoanálisis que, al afirmar el carácter inconsciente del psiquismo, subvierte la noción misma de sentido íntimo al dejar de lado la correlación entre el psiquismo y la conciencia. .
Le queda entonces a la psicología la posibilidad de convertirse en una ciencia del comportamiento y las reacciones. El callejón sin salida no por eso deja de ser temible ya que, apoyándose en la biología, se hace en ese caso "instrumento de una ambición de tratar al hombre como instrumento", lo que la lleva a ahogarse en el test, el peritaje y los procedimientos de orientación y selección. Después de este feroz asesinato, Canguilhem asesta a la psicología un último golpe, al pronunciar una frase que se hará célebre por su ambigüedad misma: "Cuando uno sale de la Sorbona por la rue Saint Jacques puede subir o bajar. Si uno va subiendo se acerca al Panteón, que es el conservatorio de algunos grandes hombres, si uno va bajando, con seguridad se dirige al Departamento de Policía." En ésta ocurrencia, el autor parece dejarle un callejón sin salida a la psicología: debe elegir entre subir al Panteón de los Grandes Hombres - pero allí no hay ningún psicólogo enterrado - o deslizarse hacia una tecnología del peritaje - y allí está su verdadero lugar. (2) Esto equivale a hacerle a la psicología una propuesta de "venirse abajo" que no puede rechazar.
¿Pero por qué en 1956 Canguilhem se empeña en demoler esa falsa ciencia que no tiene ni objeto, ni identidad?. ¿Por qué tal violencia?. ¿Es tan amenazadora la psicología?. No cabe duda de que aquí Canguilhem ataca un edificio construido desde 1949 por su amigo Daniel Lagache, que fue condiscípulo suyo en la Ecole Normale Supérieure en la promoción de Sartre y de Nizan, y por quien siente una viva simpatía.
En efecto, tal como está construida, la conferencia de 1956 se presenta como una respuesta política y teórica al programa universitario que Lagache estableció a partir de su lección inaugural sobre "la unidad de la Psicología".(3) Después de haber sucedido a Paul Guillaume en la cátedra de psicología general, Lagache habla elegido resucitar la antigua psicología clínica inventada por Pierre Janet, en contra de la tradición de un psicoanálisis médico representado por Sacha Nacht y la Sociedad Psicoanalítica de París, y en contra del retorno a Freud preconizado por Lacan. Utilizado una sola vez por Freud en una carta a Fliess del 30 de enero de 1899, (4) el término había caído en total desuso a medida que se expandía el freudismo en Francia, es decir. a medida que la psicología como ciencia del sentido íntimo se encontraba suplantada por un saber freudiano introducido en el terreno de un janetismo dominante.
Desde el punto de vista teórico, el términopsicología clínica estalla en pedazos en cuanto el método psicoanalítico construye su clínica sobre la renuncia a la observación del enfermo, y sobre la interpretación de los síntomas en función de una escucha del discurso del inconsciente. Por esa razón, Freud no conceptualiza el término que pertenece al vocabulario de Janet.
En la perspectiva janetiana, el término es utilizado con el fin de retirar a la medicina el privilegio de la mirada ejercida junto a la cama del enfermo: se trata de dotar a la ciencia psicológica de una competencia clínica. Fundado en la investigación y la descripción de las conductas, ese enfoque recusa el inconsciente en beneficio del subconsciente y rechaza la estructura en beneficio de las funciones.
En el mismo momento en que el janetismo dejó de usarse, Lagache reactualizó las antiguas fórmulas para favorecer, por la vía universitaria, la expansión de la Laïenanalyse(análisis practicado por los médicos). En ese combate, obra del mismo modo que su ilustre ancestro, volviendo a verter la clínica en la psicología con el fin de dotarla de una "medicina" que no deba nada a la enseñanza médica. Pero mientras Janet era un antifreudiano convencido, Lagache es un estricto freudiano. No sólo porque es un profesional del psicoanálisis, sino porque es, desde 1953, uno de los fundadores del segundo grupo psicoanalítico francés. Por eso ocupa una posición imposible de mantener que consiste en querer integrar el freudismo al janetismo bajo la categoría de una cientificidad de la psicología cuyo principio seria el de su unidad. Según Lagache, se deben unificar la rama de la psicología denominada "naturalista", que comprende el behaviorismo y las teorías del aprendizaje (con la estadística y la experimentación) y la rama denominada "humana", que reúne la psicología y el psicoanálisis definido como "ultraclínico", estando las dos emparentadas con una fenomenología proveniente de Karl Jaspers.
Ese programa es el que Canguilhem hace pedazos en la medida en que, a través de él, se perfila el peligro de un despliegue abusivo del modelo psicológico en la enseñanza de las materias nobles. Ese modelo amenaza, por ejemplo, con imponer a la filosofía una falsa teoría del sujeto pensante, y sobre todo, con transformar a los profesores en psicopedagogos o animadores socioculturales. Sin duda, el combate canguilhemiano hoy merecería ser reactualizado ya que el modelo psicológico ha invadido victoriosamente el edificio escolar y universitario, a tal punto que la gestión de los fenómenos relacionales prima sobre la transmisión del saber.
Si en 1956 la conferencia de Canguilhem puede leerse como un asesinato teórico y político del gran proyecto unitario de Lagache, diez años más tarde se volverá el arma de un nuevo combate al que el autor no la destinaba. En 1966 Canguilhem da su autorización para reeditar el texto, cuando se lo pide el equipo de trabajo de los Cahiers pour l'analyse, publicados por el círculo de epistemología de la ENS. Enseguida se imprime un número especial de la revista, que lleva por titulo "¿Qué es la psicología?".
En esa época, bajo el impulso de Louis Althusser, los alumnos de la Rue d’ Ulm (ENS) proclaman a la vez una nueva lectura de Marx y un retorno a Freud a partir de la enseñanza de Lacan. A partir de entonces queda completamente superado el combate contra Lagache y contra la unidad de la psicología. De ahora en más se trata de constituir un frente teórico contra el espiritualismo y las ideologías supuestamente científicas y de oponerles una verdadera ciencia fundada en una triple alianza entre la lingüística saussuriana, el marxismo althusseriano y el freudismo lacaniano. En esta coyuntura, la psicología es vista como la falsa ciencia por excelencia, ya que es una tecnología al servicio del poder dominante. En esa perspectiva interviene Michel Pêcheux en losCahiers contra la psicología social.
Así como Althusser promovía el estudio de los textos de Canguilhem, así también Lacan bebía de otras fuentes. Sin duda alguna había leído y admirado la tesis sobre lo normal y lo patológico,(5) pero eran principalmente los trabajos de Alexandre Koyré sus referentes para el campo de la historia de las ciencias. Entre otras cosas toma de él una lectura de Descartes que le permite fundar, contra la psicología, una teoría del sujeto, allí donde Freud había dejado la cuestión en suspenso. Es entonces por el círculo de epistemología de la ENS que descubre la conferencia de 1956, que había ignorado al ser publicada, cuando no obstante habría podido utilizarla provechosamente contra Lagache.
Para rendir homenaje a Canguilhem, en la lección inaugural de su seminario sobre "el Objeto del psicoanálisis", adopta el tono de los alumnos y a su vez va a combatir contra la idea misma de una ciencia del hombre:
"Es conocida mi repugnancia de siempre - dice él - por la denominación ciencias humanas, que me parece ser la apelación misma de la servidumbre"
Y luego:
"Es que realmente el término es falso, salvo en lo referente a la psicología, que descubrió los medios de perpetuarse en los servicios que ofrece a la tecnocracia; incluso, como concluye un sensacional artículo de Canguilhem, de un humor realmente swiftiano: en un resbalón de tobogán del Panteón al Departamento de Policía. Por eso es en el nivel de la selección del creador en la ciencia del reclutamiento, de la investigación y de su mantenimiento, donde la psicología encontrará su fracaso." (6)
Observemos de paso que Lacan quita cualquier ambigüedad al texto de Canguilhem. En su comentario, la psicología ya no tiene ninguna oportunidad de subir hacia el Panteón, se la envía, sin opción posible, hacia el Departamento de Policía.
En un primer momento, Canguilhem construye él mismo la conferencia como una carga de caballería. Luego, en un segundo momento, dicha conferencia se lee con un suplemento de violencia: se vuelve un arma de combate al servicio de Marx, Saussure y Freud, contra las ciencias humanas en el interior de las cuales aparece la psicología como el modelo que hay que derribar. De 1956 a 1966, a pesar de las diferencias, el proyecto político es idéntico. Canguilhem luchaba por una concepción de la historia de las ciencias radicalmente antagónica a todo proyecto que apuntase a una concepción hegemónica de la psicología. Diez años más tarde, el combate es el mismo para aquellos que atacan la psicología.
Pero no debería reducirse el texto a su carga política. Si ha podido ser leído y utilizado con tal provecho por la generación althussero-lacaniana, es porque contiene algo más que un antipsicologismo radical. Y ese algo más es un homenaje constante al descubrimiento freudiano.
Georges Canguilhem es contemporáneo de la historia de la implantación del psicoanálisis en Francia. Por esa razón ha seguido todas las peripecias de la historia conjugada del freudismo y del antifreudismo a la francesa. Ya sea en los años treinta, cuando se descubría a Jaspers en la ENS, y se seguían los cursos de Georges Dumas en Sainte-Anne; ya sea por el contacto con Bachelard, en que se interrogaba al freudismo mediante el tamiz surrealista; ya sea también por el paso al hospital de Saint-Alban donde nació la psicoterapia institucional; ya sea, por último, en ocasión de la defensa de tesis de Michel Foucault sobre la historia de la locura en 1961. En cada una de estas etapas, Canguilhem no dejó de encontrar interrogantes ligados al descubrimiento freudiano, desde el estatuto de una subjetividad sin teoría del sujeto, hasta la cuestión de una identidad de la norma y la patología, pasando por la posición del sabio frente a un campo que no es objeto de su ciencia. Uno se imagina bastante bien a Sigmund Freud en sabio canguilhemiano, él que siempre demostró en qué medida el acceso a la verdad pasaba por el error. La posición de Freud en la historia de las ciencias es la que Canguilhem asigna al historiador de las ciencias, que debe ser a la vez racionalista y filósofo del error, y capaz de construir un método que no es una ciencia, para un objeto que no es científico.
La tesis actualmente clásica según la cual "los fenómenos patológicos son idénticos a los fenómenos normales salvo por las variaciones cuantitativas" es aquella misma que era enunciada por Lacan en su tesis de 1932 sobre la personalidad paranoica, y a través de esta tesis por toda una generación nutrida de freudismo.(7) Se trataba en efecto, contra el constitucionalismo que separaba la norma de la patología, de incluir en una misma ciencia, que definiera su discordancia, las afecciones denominadas normales y las afecciones denominadas patológicas. Según esta concepción. la psicosis ya no era una constitución de orden hereditario o genético, sino una reacción de la personalidad frente a una situación vital.
Para pensar esa problemática. Lacan se apoyaba en la filosofía de Spinoza mientras que Georges Canguilhem, diez años después, se inspiraba en los trabajos de Kurt Goldstein.(8) Pero la pregunta era la misma: había que pensar conjuntamente lo normal y lo patológico con el fin de restablecer la supremacía de una subjetividad (y no de un sujeto), es decir, de una existencia que reacciona con respecto a un medio.
Contemporáneo de la implantación del freudismo en Francia, Canguilhem es también un gran lector de la obra freudiana. Al respecto uno puede preguntarse por qué no dedicó ningún artículo específico ni al sabio vienés ni a su descubrimiento. ¿Quizás eligió hablar continuamente de Freud por alusión y avanzando con una máscara, con el fin de distinguirse del discurso de las escuelas psicoanalíticas, todas las tendencias confundidas? ¿Quizá pensó que el discurso freudiano en expansión había terminado por parecerse a la psicología, en su pretensión totalitaria de querer ser una ciencia y dictar su ley a las otras ciencias?
En una conferencia de 1980, pronunciada en el gran anfiteatro de la Sorbona y dedicada al cerebro y el pensamiento, (9) reactualiza su hostilidad hacia la psicología a través de una estrategia de defensa enmascarada del descubrimiento freudiano. Aquí, la psicología deja de ser sólo una filosofía sin rigor, una ética sin exigencia y una medicina sin control, es asimilada a una verdadera barbarie. En esa época, se ha vuelto mucho más temible porque pretende apoyarse en la biología para afirmar que el pensamiento no sería más que una secreción del cerebro. Sin pronunciar la palabra cognitivismo, que recién aparecerá en 1981, Canguilhem ataca la creencia que funda su ideal: la pretensión de querer crear una ciencia de la mente en que los estados mentales estarían en correlación con los estados cerebrales, en que el pensamiento se volvería un lugar vacío a fuerza de ser comprendido como un producto del cerebro. Está claramente planteada la referencia a los trabajos de Piaget y de Chomsky, y Canguilhem se burla con júbilo de aquellos que querrían hacer creer que una "máquina" seria capaz de redactar A la recherche du temps perdu:
"Deliberadamente - dice - no trataré una cuestión que lógicamente debería conducir a interrogarse sobre la posibilidad de ver un día en la vidriera de un librero La autobiografía de una computadora, a falta de su Autocrítica."(10)
Canguilhem no se molesta en diferenciar las corrientes de esa psicología de pretensión científica. Sin preocuparse por las querellas, contradicciones y conflictos internos, combate de lleno un conjunto donde se encuentran el conductismo, las ciencias cognitivas, la inteligencia artificial, etc.
Si bien el ataque es tan rudo como en el texto de 1956, es mucho, más político en la medida en que sólo retiene de la psicología su poder de opresión tecnológica. No cabe duda de que Canguilhem leyó con cuidado al Foucault deHistoria de la locura y de Vigilar y castigar.(11)Además, después de la muerte de éste, recalcará hasta qué punto Foucault buscaba del lado de los poderes la explicación de algunas prácticas por las que se habían desvelado buscando la garantía del lado de la ciencia.(12) Además, mientras que en 1956 atacaba una unidad de la psicología (la de Lagache) que pretendía retirar al médico el análisis del hecho mental privilegiando la psicogénesis, en 1980, hace pedazos una psicología que se apoya en un fundamento inverso, al pretender vincularse, por el intermediario de una ciencia de la mente, a una organogénesis. La ferocidad de Canguilhem no es menor en 1980 que en 1956, lo que demuestra que la psicología sigue siendo el enemigo a derrotar, cualquiera sea su fundamento teórico.
Y para defender a Freud, siempre indirectamente, el autor recurre a Janet cuya doctrina había demolido sin embargo en 1956. Cita un texto de éste sobre la necesidad de distinguir la psicología, como ciencia del hombre, de la ciencia del cerebro. Manera de recordar que la antipsiquiatría, a pesar de sus excesos, no se equivoca al evidenciar el fracaso de la psicofarmacología en vencer las enfermedades llamadas mentales actuando sobre el cerebro. Sólo Freud, dice él, supo abandonar el campo de las localizaciones y las tipologías por aquél, moderno, de los tópicos.
Dicho de otro modo, Canguilhem no da la razón ni a los partidarios de la organogénesis, ni a los de la psicogénesis (aunque prefiera a estos últimos) para mostrar que sólo Freud supo salir de la contradicción propia de la psicología.
Si bien esta conferencia debe situarse en la prolongación de la de 1956, es, no obstante, mucho más radical. Ahora el filósofo ya no se contenta con ridiculizar la psicología, comprueba que es triunfadora y pone en guardia a las generaciones siguientes contra esa peste que ha invadido el corazón de la ciudad:
"La filosofía no tiene nada que esperar de los servicios de la psicología, de una disciplina de la que Husserl pudo decir que la manera en que entró en escena, en la época de Aristóteles, hizo de ella "una calamidad permanente" para los espíritus filosóficos (Philosophie première, 1923 -1924; 1, p. 75). Entiéndase por ello una ciencia que pretende ser objetiva, que se sitúa entre las otras ciencias objetivas con la pretensión de instruirlas sobre las funciones intelectuales que les permiten ser las ciencias que son. A esta pretensión, propia de una parte, de dar cuenta del todo, la filosofía sólo puede resistir. Por eso debe dejar que la psicología siga proponiendo ella misma sus adquisiciones teóricas a la explotación que de ellas pueden hacer la pedagogía, la economía, y, en una última instancia, la política. En cuanto a la filosofía, su tarea propia no es la de aumentar el rendimiento del pensamiento, sino la de recordarle el sentido de su poder."(13)
Contra la "calamidad", Canguilhem convoca a Spinoza, recordando que éste, al mismo tiempo que rechazaba el cogito no dudó en salir de su reserva y su casa, después del asesinato de Jean de Witt, para fijar esta inscripción en los muros de la ciudad: Ultimi barbarorum, lo que quiere decir "los últimos bárbaros", en el sentido de los más recientes. La comparación es muy fuerte. Significa, en efecto, que el maestro Canguilhem llama a los filósofos de los años ochenta a luchar contra la "calamidad psicológica", símbolo de todas las opresiones. Eso es tanto como decir que, por Spinoza interpuesto, pide a la juventud filosófica de su país renovar el acto de resistencia del Canguilhem de 1940: negarse a servir al mariscal Pétain. En consecuencia, puede identificarse con Spinoza, fundador de una filosofía sin sujeto, para derrotar el llamado de una unidad de la filosofía en la que estarían incluidos los cartesianos contra lo que podría llamarse metafóricamente el "fascismo" de la psicología. Uno acá piensa en la frase de Foucault, en La Volonté de savoirque será saludada por él: Freud inventó un modelo que ha conferido al psicoanálisis "el honor político de haber estado en oposición con el fascismo."(14)
Pero uno piensa también en la formidable expansión de los psicotrópicos que, en el momento en que Canguilhem pronunciaba su conferencia, ya había cambiado el ejercicio de la psiquiatría y suprimido el asilo a costa de intervenir ya no en el alma o el pensamiento del hombre, como la hacía la tradición del tratamiento moral (psicoanálisis incluido), sino en su cerebro. Ese poder destructor de la farmacología es denunciado por el filósofo que se burla alegremente de la tesis según la que se podría curar la esquizofrenia tranquilizándola.
Y ya que aquí se trata de un homenaje a uno de los más grandes filósofos de nuestro tiempo, querría terminar subrayando cómo el combate de 1956, prolongado por el de 1980, está a la orden del día en un mundo donde la triple alianza de la ciencia de la mente, la tecnología y el organicismo biológico y genético ha triunfado en todos los campos del saber: hasta el punto de hacer emerger una nueva ilusión cientificista según la cual la intervención cada vez más activa de la ciencia en el cerebro humano permitiría conducir al hombre hacia la inmortalidad, es decir, hacia la cura de la condición humana. La creencia de semejante tontería es la que algunos años atrás hizo decir a un sabio tan renombrado como Jean Bernard una frase que no habría dejado de suscitar la hilaridad de Wittgenstein, a falta de los sarcasmos de Canguilhem: "Es seguro que los progresos de la farmacología en el tratamiento de las enfermedades mentales permitirán, en el año 2000, que el suicidio desaparezca de las sociedades civilizadas."
Notas:
1. G. Canguilhem, "Qu'est-ce que la psychologie?", in Revue de Métaphysique et de Morale, 1, 1958. Reeditado en Les Cahiers pour l’analyse, 2, marzo-abril 1956, con presentación de J.C.Milner y notas de Robert Pagès. Reeditado en Etudes d’Histoire et de Philosophie des sciences, Vrin, París, 1968. (Traducción castellana: "¿Qué es la psicología?", Fac. de Psicología, Depto de Publicaciones. También en: www.elseminario.com.ar).
2. Michel Plon había notado la ambigüedad de la última frase del texto de Canguilhem: "Un example d’ambiguité théorique, l'étude du rapport Mansholt" in Théorie, idéologie, pratique, 1979, vol.l, num.2, p.80-100.
3. Daniel Lagache, L’Unité de la psychologie, PUF, París, 1983. (Traducción castellana: La unidad de la psicología, Bs. As., Paidós, 1980).
4. S. Freud, La Naissance de la psychanalyse, PUF, París, 1969, p. 244. (Traducción castellana: S. Freud, "Fragmentos de la correspondencia con Fliess", O.C., Bs. As., Amorrortu, t.1).
5. G. Canguilhem, Le Normal et le Patholologique, PUF, París, 1966. (Traducción castellana: Lo normal y lo patológico, México, Siglo XXI). Citado por Lacan en el seminario sobre Le transfert, Seuil, París, 1991, p. 87.
6. Les Cahiers pour l’analyse, reeditado en Ecrits, Seuil, París, 1966, p. 859.
7. J. Lacan, De la psychose paranoique dans ses rapports avec la personnalité, Seuil, París, 1975. (Traducción castellana: De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad", México, Siglo XXI, 1976).
8. Kurt Goldstein, La structure de l’organisme, Gallimard, París, 1983.
9. G. Canguilhem, "Le cerveau et la pensée", texto escrito a máquina, curso público del MURS, de febrero de 1980, reeditado en Prospective et santé, 14, 1980. En VVAA,Georges Canguilhem. Actas du Colloque, Paris, Albin Michel, 1992.
10. Texto escrito a máquina, p.13 bis.
11. M. Foucault, Histoire de la folie, Gallimard, París, 1972. (Traducción castellana: Historia de la locura, México, FCE, 1976). Surveiller et punir, Gallimard, París, 1975. (Traducción castellana:Vigilar y castigar, México, Siglo XXI, 1976).
12. G. Canguilhem, "Sur l’histoire de la folie en tant qu’évènement", Le Débat, 41. 1986, Gallimard.
13. Op. cit., p.20.
14. Le Débat, op. cit., M. Foucault, La Volonté de savoir, Gallimard, París, 1976, p. 198. (Traducción castellana: Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber", México, Siglo XXI. 1977).
Fuente:
Roudinesco, Elisabeth: "Situation d’un texte: Qu’est-ce que la Psychologie?", en VVAA,Georges Canguilhem. Actas du Colloque, París, Albin Michel, 1992.
Traducción:
Maria Verónica Porta.
Tutor: Bernard Capdevielle
CONVENIO I.N.E.S. en Lenguas Vivas - U.B.A.
Elisabeth Roudinesco
A la memoria de Michel Pêcheux.
Georges Canguilhem siempre negó con vigor haber querido dar muerte a la psicología. Y sin embargo en su famosa conferencia del 18 de diciembre de 1956, pronunciada en el College Philosophique y que se publicó dos años más tarde en la Revue de Métaphysique et de Morale,(1) se trata realmente de un asesinato desde el primer al último renglón. Aunque más no sea por el modo de hacer la pregunta: "¿qué es la psicología?". El hecho mismo de interrogarla sobre su legitimidad lleva a sospechar que es una impostura. Literalmente torturada se la conmina a responder a la pregunta de su inencontrable identidad.
Canguilhem da una definición negativa de la psicología, antes de negarle cualquier lugar en el campo del pensamiento. Ya que ella no es, sólo es una mezcla. Y la mezcla no es digna de ser una combinatoria donde llegarían a encontrarse varios campos de la ciencia. La mezcla en la que se complace la psicología es una mezcla de calidad inferior. No existe más que bajo el signo de la humillación: unafilosofía sin rigor porque es ecléctica con el pretexto de ser objetiva, una ética sin exigenciaporque asocia experiencias sin juicio crítico, y por último, una medicina sin control ya que funda sus hipótesis en la observación de enfermedades que nunca llegan a ser inteligibles, las enfermedades nerviosas.
Después de esta asombrosa carga de caballería, Canguilhem demuestra que a la ausencia de identidad corresponde una ausencia de objeto. Y la prueba de esta segunda debilidad reside en el hecho de que la psicología siempre está en búsqueda de su imposible unidad, es decir, de una síntesis inhallable entre sus pretendidos campos de exploración: la psicología experimental, el psicoanálisis, la psicología clínica, la psicología social y la etnología. En el lugar de esa unidad siempre huidiza, se encuentra un pacto de coexistencia pacífica entre profesionales. "Cosa" sin esencia y sin objeto, la psicología se reduce entonces a ser sólo una tecnología al servicio de una corporación, ella misma sujeta al poder de jueces, censores y educadores que ejercen funciones de instrumentalización del hombre por el hombre.
Pero Canguilhem no se conforma con ese conjunto de definiciones negativas. Para dar un fundamento a su razonamiento recurre a la historia. Con lo que vuelve a dar muerte a la psicología. En efecto, cualquiera sea el sistema de pensamiento sobre el que se apoya para asegurarse la supervivencia, ella siempre es o carente de independencia, oimitativa, o suplantada por otro modelo de inteligibilidad, o bien se ahoga en su propio pantano utilitarista.
Cuando ella pretende ser ciencia natural sigue dependiendo, desde la Antigüedad, por un lado, de la fisiología, y por otro, de la medicina. Como fisiología, está incluida en el sistema aristotélico, donde se trata al alma como forma del cuerpo viviente y no como sustancia separada de la materia. Del lado de la medicina, es aniquilada por la doctrina de Galeno que hace del cerebro la residencia del alma. Aquí no hay lugar, entonces, para una psicología que quisiera ser la ciencia de dos objetos en fuga permanente.
Pero cuando pretende ser ciencia de la subjetividad, después del ocaso de la física aristotélica. corre a un nuevo callejón sin salida, estructurado en tres etapas. O bien se vuelve una física del sentido externo en busca de una descripción experimental de las sensaciones, y no hace sino imitar la física mecanicista. O bien se erige en ciencia del sentido interno, y entonces no es más que un aprendizaje de la sabiduría espiritualista, empírica o antropológica - una suerte de pedagogía. O bien se elabora como ciencia del sentido íntimo y se ve suplantada por la psiquiatría vinculada a la medicina, por un lado, y, por otro, por el psicoanálisis que, al afirmar el carácter inconsciente del psiquismo, subvierte la noción misma de sentido íntimo al dejar de lado la correlación entre el psiquismo y la conciencia. .
Le queda entonces a la psicología la posibilidad de convertirse en una ciencia del comportamiento y las reacciones. El callejón sin salida no por eso deja de ser temible ya que, apoyándose en la biología, se hace en ese caso "instrumento de una ambición de tratar al hombre como instrumento", lo que la lleva a ahogarse en el test, el peritaje y los procedimientos de orientación y selección. Después de este feroz asesinato, Canguilhem asesta a la psicología un último golpe, al pronunciar una frase que se hará célebre por su ambigüedad misma: "Cuando uno sale de la Sorbona por la rue Saint Jacques puede subir o bajar. Si uno va subiendo se acerca al Panteón, que es el conservatorio de algunos grandes hombres, si uno va bajando, con seguridad se dirige al Departamento de Policía." En ésta ocurrencia, el autor parece dejarle un callejón sin salida a la psicología: debe elegir entre subir al Panteón de los Grandes Hombres - pero allí no hay ningún psicólogo enterrado - o deslizarse hacia una tecnología del peritaje - y allí está su verdadero lugar. (2) Esto equivale a hacerle a la psicología una propuesta de "venirse abajo" que no puede rechazar.
¿Pero por qué en 1956 Canguilhem se empeña en demoler esa falsa ciencia que no tiene ni objeto, ni identidad?. ¿Por qué tal violencia?. ¿Es tan amenazadora la psicología?. No cabe duda de que aquí Canguilhem ataca un edificio construido desde 1949 por su amigo Daniel Lagache, que fue condiscípulo suyo en la Ecole Normale Supérieure en la promoción de Sartre y de Nizan, y por quien siente una viva simpatía.
En efecto, tal como está construida, la conferencia de 1956 se presenta como una respuesta política y teórica al programa universitario que Lagache estableció a partir de su lección inaugural sobre "la unidad de la Psicología".(3) Después de haber sucedido a Paul Guillaume en la cátedra de psicología general, Lagache habla elegido resucitar la antigua psicología clínica inventada por Pierre Janet, en contra de la tradición de un psicoanálisis médico representado por Sacha Nacht y la Sociedad Psicoanalítica de París, y en contra del retorno a Freud preconizado por Lacan. Utilizado una sola vez por Freud en una carta a Fliess del 30 de enero de 1899, (4) el término había caído en total desuso a medida que se expandía el freudismo en Francia, es decir. a medida que la psicología como ciencia del sentido íntimo se encontraba suplantada por un saber freudiano introducido en el terreno de un janetismo dominante.
Desde el punto de vista teórico, el términopsicología clínica estalla en pedazos en cuanto el método psicoanalítico construye su clínica sobre la renuncia a la observación del enfermo, y sobre la interpretación de los síntomas en función de una escucha del discurso del inconsciente. Por esa razón, Freud no conceptualiza el término que pertenece al vocabulario de Janet.
En la perspectiva janetiana, el término es utilizado con el fin de retirar a la medicina el privilegio de la mirada ejercida junto a la cama del enfermo: se trata de dotar a la ciencia psicológica de una competencia clínica. Fundado en la investigación y la descripción de las conductas, ese enfoque recusa el inconsciente en beneficio del subconsciente y rechaza la estructura en beneficio de las funciones.
En el mismo momento en que el janetismo dejó de usarse, Lagache reactualizó las antiguas fórmulas para favorecer, por la vía universitaria, la expansión de la Laïenanalyse(análisis practicado por los médicos). En ese combate, obra del mismo modo que su ilustre ancestro, volviendo a verter la clínica en la psicología con el fin de dotarla de una "medicina" que no deba nada a la enseñanza médica. Pero mientras Janet era un antifreudiano convencido, Lagache es un estricto freudiano. No sólo porque es un profesional del psicoanálisis, sino porque es, desde 1953, uno de los fundadores del segundo grupo psicoanalítico francés. Por eso ocupa una posición imposible de mantener que consiste en querer integrar el freudismo al janetismo bajo la categoría de una cientificidad de la psicología cuyo principio seria el de su unidad. Según Lagache, se deben unificar la rama de la psicología denominada "naturalista", que comprende el behaviorismo y las teorías del aprendizaje (con la estadística y la experimentación) y la rama denominada "humana", que reúne la psicología y el psicoanálisis definido como "ultraclínico", estando las dos emparentadas con una fenomenología proveniente de Karl Jaspers.
Ese programa es el que Canguilhem hace pedazos en la medida en que, a través de él, se perfila el peligro de un despliegue abusivo del modelo psicológico en la enseñanza de las materias nobles. Ese modelo amenaza, por ejemplo, con imponer a la filosofía una falsa teoría del sujeto pensante, y sobre todo, con transformar a los profesores en psicopedagogos o animadores socioculturales. Sin duda, el combate canguilhemiano hoy merecería ser reactualizado ya que el modelo psicológico ha invadido victoriosamente el edificio escolar y universitario, a tal punto que la gestión de los fenómenos relacionales prima sobre la transmisión del saber.
Si en 1956 la conferencia de Canguilhem puede leerse como un asesinato teórico y político del gran proyecto unitario de Lagache, diez años más tarde se volverá el arma de un nuevo combate al que el autor no la destinaba. En 1966 Canguilhem da su autorización para reeditar el texto, cuando se lo pide el equipo de trabajo de los Cahiers pour l'analyse, publicados por el círculo de epistemología de la ENS. Enseguida se imprime un número especial de la revista, que lleva por titulo "¿Qué es la psicología?".
En esa época, bajo el impulso de Louis Althusser, los alumnos de la Rue d’ Ulm (ENS) proclaman a la vez una nueva lectura de Marx y un retorno a Freud a partir de la enseñanza de Lacan. A partir de entonces queda completamente superado el combate contra Lagache y contra la unidad de la psicología. De ahora en más se trata de constituir un frente teórico contra el espiritualismo y las ideologías supuestamente científicas y de oponerles una verdadera ciencia fundada en una triple alianza entre la lingüística saussuriana, el marxismo althusseriano y el freudismo lacaniano. En esta coyuntura, la psicología es vista como la falsa ciencia por excelencia, ya que es una tecnología al servicio del poder dominante. En esa perspectiva interviene Michel Pêcheux en losCahiers contra la psicología social.
Así como Althusser promovía el estudio de los textos de Canguilhem, así también Lacan bebía de otras fuentes. Sin duda alguna había leído y admirado la tesis sobre lo normal y lo patológico,(5) pero eran principalmente los trabajos de Alexandre Koyré sus referentes para el campo de la historia de las ciencias. Entre otras cosas toma de él una lectura de Descartes que le permite fundar, contra la psicología, una teoría del sujeto, allí donde Freud había dejado la cuestión en suspenso. Es entonces por el círculo de epistemología de la ENS que descubre la conferencia de 1956, que había ignorado al ser publicada, cuando no obstante habría podido utilizarla provechosamente contra Lagache.
Para rendir homenaje a Canguilhem, en la lección inaugural de su seminario sobre "el Objeto del psicoanálisis", adopta el tono de los alumnos y a su vez va a combatir contra la idea misma de una ciencia del hombre:
"Es conocida mi repugnancia de siempre - dice él - por la denominación ciencias humanas, que me parece ser la apelación misma de la servidumbre"
Y luego:
"Es que realmente el término es falso, salvo en lo referente a la psicología, que descubrió los medios de perpetuarse en los servicios que ofrece a la tecnocracia; incluso, como concluye un sensacional artículo de Canguilhem, de un humor realmente swiftiano: en un resbalón de tobogán del Panteón al Departamento de Policía. Por eso es en el nivel de la selección del creador en la ciencia del reclutamiento, de la investigación y de su mantenimiento, donde la psicología encontrará su fracaso." (6)
Observemos de paso que Lacan quita cualquier ambigüedad al texto de Canguilhem. En su comentario, la psicología ya no tiene ninguna oportunidad de subir hacia el Panteón, se la envía, sin opción posible, hacia el Departamento de Policía.
En un primer momento, Canguilhem construye él mismo la conferencia como una carga de caballería. Luego, en un segundo momento, dicha conferencia se lee con un suplemento de violencia: se vuelve un arma de combate al servicio de Marx, Saussure y Freud, contra las ciencias humanas en el interior de las cuales aparece la psicología como el modelo que hay que derribar. De 1956 a 1966, a pesar de las diferencias, el proyecto político es idéntico. Canguilhem luchaba por una concepción de la historia de las ciencias radicalmente antagónica a todo proyecto que apuntase a una concepción hegemónica de la psicología. Diez años más tarde, el combate es el mismo para aquellos que atacan la psicología.
Pero no debería reducirse el texto a su carga política. Si ha podido ser leído y utilizado con tal provecho por la generación althussero-lacaniana, es porque contiene algo más que un antipsicologismo radical. Y ese algo más es un homenaje constante al descubrimiento freudiano.
Georges Canguilhem es contemporáneo de la historia de la implantación del psicoanálisis en Francia. Por esa razón ha seguido todas las peripecias de la historia conjugada del freudismo y del antifreudismo a la francesa. Ya sea en los años treinta, cuando se descubría a Jaspers en la ENS, y se seguían los cursos de Georges Dumas en Sainte-Anne; ya sea por el contacto con Bachelard, en que se interrogaba al freudismo mediante el tamiz surrealista; ya sea también por el paso al hospital de Saint-Alban donde nació la psicoterapia institucional; ya sea, por último, en ocasión de la defensa de tesis de Michel Foucault sobre la historia de la locura en 1961. En cada una de estas etapas, Canguilhem no dejó de encontrar interrogantes ligados al descubrimiento freudiano, desde el estatuto de una subjetividad sin teoría del sujeto, hasta la cuestión de una identidad de la norma y la patología, pasando por la posición del sabio frente a un campo que no es objeto de su ciencia. Uno se imagina bastante bien a Sigmund Freud en sabio canguilhemiano, él que siempre demostró en qué medida el acceso a la verdad pasaba por el error. La posición de Freud en la historia de las ciencias es la que Canguilhem asigna al historiador de las ciencias, que debe ser a la vez racionalista y filósofo del error, y capaz de construir un método que no es una ciencia, para un objeto que no es científico.
La tesis actualmente clásica según la cual "los fenómenos patológicos son idénticos a los fenómenos normales salvo por las variaciones cuantitativas" es aquella misma que era enunciada por Lacan en su tesis de 1932 sobre la personalidad paranoica, y a través de esta tesis por toda una generación nutrida de freudismo.(7) Se trataba en efecto, contra el constitucionalismo que separaba la norma de la patología, de incluir en una misma ciencia, que definiera su discordancia, las afecciones denominadas normales y las afecciones denominadas patológicas. Según esta concepción. la psicosis ya no era una constitución de orden hereditario o genético, sino una reacción de la personalidad frente a una situación vital.
Para pensar esa problemática. Lacan se apoyaba en la filosofía de Spinoza mientras que Georges Canguilhem, diez años después, se inspiraba en los trabajos de Kurt Goldstein.(8) Pero la pregunta era la misma: había que pensar conjuntamente lo normal y lo patológico con el fin de restablecer la supremacía de una subjetividad (y no de un sujeto), es decir, de una existencia que reacciona con respecto a un medio.
Contemporáneo de la implantación del freudismo en Francia, Canguilhem es también un gran lector de la obra freudiana. Al respecto uno puede preguntarse por qué no dedicó ningún artículo específico ni al sabio vienés ni a su descubrimiento. ¿Quizás eligió hablar continuamente de Freud por alusión y avanzando con una máscara, con el fin de distinguirse del discurso de las escuelas psicoanalíticas, todas las tendencias confundidas? ¿Quizá pensó que el discurso freudiano en expansión había terminado por parecerse a la psicología, en su pretensión totalitaria de querer ser una ciencia y dictar su ley a las otras ciencias?
En una conferencia de 1980, pronunciada en el gran anfiteatro de la Sorbona y dedicada al cerebro y el pensamiento, (9) reactualiza su hostilidad hacia la psicología a través de una estrategia de defensa enmascarada del descubrimiento freudiano. Aquí, la psicología deja de ser sólo una filosofía sin rigor, una ética sin exigencia y una medicina sin control, es asimilada a una verdadera barbarie. En esa época, se ha vuelto mucho más temible porque pretende apoyarse en la biología para afirmar que el pensamiento no sería más que una secreción del cerebro. Sin pronunciar la palabra cognitivismo, que recién aparecerá en 1981, Canguilhem ataca la creencia que funda su ideal: la pretensión de querer crear una ciencia de la mente en que los estados mentales estarían en correlación con los estados cerebrales, en que el pensamiento se volvería un lugar vacío a fuerza de ser comprendido como un producto del cerebro. Está claramente planteada la referencia a los trabajos de Piaget y de Chomsky, y Canguilhem se burla con júbilo de aquellos que querrían hacer creer que una "máquina" seria capaz de redactar A la recherche du temps perdu:
"Deliberadamente - dice - no trataré una cuestión que lógicamente debería conducir a interrogarse sobre la posibilidad de ver un día en la vidriera de un librero La autobiografía de una computadora, a falta de su Autocrítica."(10)
Canguilhem no se molesta en diferenciar las corrientes de esa psicología de pretensión científica. Sin preocuparse por las querellas, contradicciones y conflictos internos, combate de lleno un conjunto donde se encuentran el conductismo, las ciencias cognitivas, la inteligencia artificial, etc.
Si bien el ataque es tan rudo como en el texto de 1956, es mucho, más político en la medida en que sólo retiene de la psicología su poder de opresión tecnológica. No cabe duda de que Canguilhem leyó con cuidado al Foucault deHistoria de la locura y de Vigilar y castigar.(11)Además, después de la muerte de éste, recalcará hasta qué punto Foucault buscaba del lado de los poderes la explicación de algunas prácticas por las que se habían desvelado buscando la garantía del lado de la ciencia.(12) Además, mientras que en 1956 atacaba una unidad de la psicología (la de Lagache) que pretendía retirar al médico el análisis del hecho mental privilegiando la psicogénesis, en 1980, hace pedazos una psicología que se apoya en un fundamento inverso, al pretender vincularse, por el intermediario de una ciencia de la mente, a una organogénesis. La ferocidad de Canguilhem no es menor en 1980 que en 1956, lo que demuestra que la psicología sigue siendo el enemigo a derrotar, cualquiera sea su fundamento teórico.
Y para defender a Freud, siempre indirectamente, el autor recurre a Janet cuya doctrina había demolido sin embargo en 1956. Cita un texto de éste sobre la necesidad de distinguir la psicología, como ciencia del hombre, de la ciencia del cerebro. Manera de recordar que la antipsiquiatría, a pesar de sus excesos, no se equivoca al evidenciar el fracaso de la psicofarmacología en vencer las enfermedades llamadas mentales actuando sobre el cerebro. Sólo Freud, dice él, supo abandonar el campo de las localizaciones y las tipologías por aquél, moderno, de los tópicos.
Dicho de otro modo, Canguilhem no da la razón ni a los partidarios de la organogénesis, ni a los de la psicogénesis (aunque prefiera a estos últimos) para mostrar que sólo Freud supo salir de la contradicción propia de la psicología.
Si bien esta conferencia debe situarse en la prolongación de la de 1956, es, no obstante, mucho más radical. Ahora el filósofo ya no se contenta con ridiculizar la psicología, comprueba que es triunfadora y pone en guardia a las generaciones siguientes contra esa peste que ha invadido el corazón de la ciudad:
"La filosofía no tiene nada que esperar de los servicios de la psicología, de una disciplina de la que Husserl pudo decir que la manera en que entró en escena, en la época de Aristóteles, hizo de ella "una calamidad permanente" para los espíritus filosóficos (Philosophie première, 1923 -1924; 1, p. 75). Entiéndase por ello una ciencia que pretende ser objetiva, que se sitúa entre las otras ciencias objetivas con la pretensión de instruirlas sobre las funciones intelectuales que les permiten ser las ciencias que son. A esta pretensión, propia de una parte, de dar cuenta del todo, la filosofía sólo puede resistir. Por eso debe dejar que la psicología siga proponiendo ella misma sus adquisiciones teóricas a la explotación que de ellas pueden hacer la pedagogía, la economía, y, en una última instancia, la política. En cuanto a la filosofía, su tarea propia no es la de aumentar el rendimiento del pensamiento, sino la de recordarle el sentido de su poder."(13)
Contra la "calamidad", Canguilhem convoca a Spinoza, recordando que éste, al mismo tiempo que rechazaba el cogito no dudó en salir de su reserva y su casa, después del asesinato de Jean de Witt, para fijar esta inscripción en los muros de la ciudad: Ultimi barbarorum, lo que quiere decir "los últimos bárbaros", en el sentido de los más recientes. La comparación es muy fuerte. Significa, en efecto, que el maestro Canguilhem llama a los filósofos de los años ochenta a luchar contra la "calamidad psicológica", símbolo de todas las opresiones. Eso es tanto como decir que, por Spinoza interpuesto, pide a la juventud filosófica de su país renovar el acto de resistencia del Canguilhem de 1940: negarse a servir al mariscal Pétain. En consecuencia, puede identificarse con Spinoza, fundador de una filosofía sin sujeto, para derrotar el llamado de una unidad de la filosofía en la que estarían incluidos los cartesianos contra lo que podría llamarse metafóricamente el "fascismo" de la psicología. Uno acá piensa en la frase de Foucault, en La Volonté de savoirque será saludada por él: Freud inventó un modelo que ha conferido al psicoanálisis "el honor político de haber estado en oposición con el fascismo."(14)
Pero uno piensa también en la formidable expansión de los psicotrópicos que, en el momento en que Canguilhem pronunciaba su conferencia, ya había cambiado el ejercicio de la psiquiatría y suprimido el asilo a costa de intervenir ya no en el alma o el pensamiento del hombre, como la hacía la tradición del tratamiento moral (psicoanálisis incluido), sino en su cerebro. Ese poder destructor de la farmacología es denunciado por el filósofo que se burla alegremente de la tesis según la que se podría curar la esquizofrenia tranquilizándola.
Y ya que aquí se trata de un homenaje a uno de los más grandes filósofos de nuestro tiempo, querría terminar subrayando cómo el combate de 1956, prolongado por el de 1980, está a la orden del día en un mundo donde la triple alianza de la ciencia de la mente, la tecnología y el organicismo biológico y genético ha triunfado en todos los campos del saber: hasta el punto de hacer emerger una nueva ilusión cientificista según la cual la intervención cada vez más activa de la ciencia en el cerebro humano permitiría conducir al hombre hacia la inmortalidad, es decir, hacia la cura de la condición humana. La creencia de semejante tontería es la que algunos años atrás hizo decir a un sabio tan renombrado como Jean Bernard una frase que no habría dejado de suscitar la hilaridad de Wittgenstein, a falta de los sarcasmos de Canguilhem: "Es seguro que los progresos de la farmacología en el tratamiento de las enfermedades mentales permitirán, en el año 2000, que el suicidio desaparezca de las sociedades civilizadas."
Notas:
1. G. Canguilhem, "Qu'est-ce que la psychologie?", in Revue de Métaphysique et de Morale, 1, 1958. Reeditado en Les Cahiers pour l’analyse, 2, marzo-abril 1956, con presentación de J.C.Milner y notas de Robert Pagès. Reeditado en Etudes d’Histoire et de Philosophie des sciences, Vrin, París, 1968. (Traducción castellana: "¿Qué es la psicología?", Fac. de Psicología, Depto de Publicaciones. También en: www.elseminario.com.ar).
2. Michel Plon había notado la ambigüedad de la última frase del texto de Canguilhem: "Un example d’ambiguité théorique, l'étude du rapport Mansholt" in Théorie, idéologie, pratique, 1979, vol.l, num.2, p.80-100.
3. Daniel Lagache, L’Unité de la psychologie, PUF, París, 1983. (Traducción castellana: La unidad de la psicología, Bs. As., Paidós, 1980).
4. S. Freud, La Naissance de la psychanalyse, PUF, París, 1969, p. 244. (Traducción castellana: S. Freud, "Fragmentos de la correspondencia con Fliess", O.C., Bs. As., Amorrortu, t.1).
5. G. Canguilhem, Le Normal et le Patholologique, PUF, París, 1966. (Traducción castellana: Lo normal y lo patológico, México, Siglo XXI). Citado por Lacan en el seminario sobre Le transfert, Seuil, París, 1991, p. 87.
6. Les Cahiers pour l’analyse, reeditado en Ecrits, Seuil, París, 1966, p. 859.
7. J. Lacan, De la psychose paranoique dans ses rapports avec la personnalité, Seuil, París, 1975. (Traducción castellana: De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad", México, Siglo XXI, 1976).
8. Kurt Goldstein, La structure de l’organisme, Gallimard, París, 1983.
9. G. Canguilhem, "Le cerveau et la pensée", texto escrito a máquina, curso público del MURS, de febrero de 1980, reeditado en Prospective et santé, 14, 1980. En VVAA,Georges Canguilhem. Actas du Colloque, Paris, Albin Michel, 1992.
10. Texto escrito a máquina, p.13 bis.
11. M. Foucault, Histoire de la folie, Gallimard, París, 1972. (Traducción castellana: Historia de la locura, México, FCE, 1976). Surveiller et punir, Gallimard, París, 1975. (Traducción castellana:Vigilar y castigar, México, Siglo XXI, 1976).
12. G. Canguilhem, "Sur l’histoire de la folie en tant qu’évènement", Le Débat, 41. 1986, Gallimard.
13. Op. cit., p.20.
14. Le Débat, op. cit., M. Foucault, La Volonté de savoir, Gallimard, París, 1976, p. 198. (Traducción castellana: Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber", México, Siglo XXI. 1977).
Fuente:
Roudinesco, Elisabeth: "Situation d’un texte: Qu’est-ce que la Psychologie?", en VVAA,Georges Canguilhem. Actas du Colloque, París, Albin Michel, 1992.
Traducción:
Maria Verónica Porta.
Tutor: Bernard Capdevielle
CONVENIO I.N.E.S. en Lenguas Vivas - U.B.A.
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