Por Mauricio Castaño H
Historiador
colombiakritica.blogspot.com
La costumbre hace ley. Una norma se fija mediante procesos de Repetición, Memoria, educación y cultura. Sucede que en nuestra sociedad colombiana se ha tenido un despliegue bastante favorable del mundo del narcotráfico, de una cultura mafiosa. Su despunte se fecha desde los años de 1980. La sociedad entera entró en una enorme familiaridad de simpatía con el mundo del dinero fácil. Empresarios, políticos, religión, justicia y el ciudadano de a pie, se dejaron seducir por lo que de hecho se erigió como un renglón fuerte de la economía ilegal de Colombia. Esa relación con el sector de la ilegalidad, viene llamándose zonas grises, queriendo significar con ello cómo los sectores formales de la sociedad entran en relación con la ilegalidad para acceder a beneficios tanto de los negocios de narcotráfico como a la evasión de impuestos. Esto con respecto a los estamentos de gobierno.
Por otra parte, el ciudadano común y corriente, vio con buenos ojos a esos señores mafiosos que se presentaban ostentosos y bondadosos, que entraban a las comunidades a repartir grandes sumas de dinero o hacer obras sociales o de infraestructura, como lo hizo el capo Pablo Escobar construyendo un barrio entero para gente pobre. Fue una penetración que hizo el mundo del dinero fácil en los barrios y en las clases ricas, media y baja. Todo mundo quería aplicar la fórmula de obtener dinero rápido para proveerse lujos y confort. El mafioso a donde llegara hacía sentir sus abundancias y excentricidades, bien forrados en plata, en sus cuellos y muñecas colgaban gruesas y costosas cadenas de oro, en sus dedos anillos de alto kilaje del metal precioso. Siempre se los apreciaba con lujosos carros y fincas. En suma, eran una especie de prohombres a manos llenas, admirados, respetados, queridos y deseados por todos.
Esa fue la cultura que se instaló en nuestra sociedad y que vino para quedarse al parecer por buen rato. Estos prohombres con sus negocios de conseguir el fácil dinero y de poder comprarlo todo, ganó en esta sociedad que enseña que uno viene al mundo es a triunfar, a progresar, para ascender en la sociedad. Frente a ese modelo eficiente que hace el milagro de la noche a la mañana de llenar los bolsillos de fajos de billetes, la Escuela perdió. Pues sus principios solo se reducen a ese Tener en esa escala del progreso, relegando el SER y el HACER. La Institución educativa en general no fue capaz de plantear un proyecto que hiciera contrapeso a esa cultura de la destrucción. Hoy nuestros jóvenes han aprendido bien la lección, quieren el dinero bien pronto para enriquecerse y alcanzar el mundo de la ostentación y por supuesto las mujeres bellas, modelos vueltas mercancías.
Recién los medios de comunicación masivos han dado mucho despliegue a una de esas practicas de la mafia, de comprar mujeres bellas, pero ello es tan sólo una arista de la penetración del mundo del negocio del mundo criminal, en el que todos callan porque lo desean, gracias a esa cantera de la doble moral, que todo pasa ya como rutina, pero una peligrosa rutina.
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