Entrevista realizada por Marie-Françoise Leclère.  Le Point.  21-27 de marzo del 92.  Nº 1018.

Filósofo y académico francés, Michel Serres enseña desde hace veintidós años en los Estados Unidos.  "Exportador cultural", él se alarma al ver a los franceses olvidar su propia lengua.
Marie-Françoise Leclère: ¿Por qué se fue Ud. para Norteamérica?
Michel Serres: Porque tengo la convicción de que la investigación y la enseñanza se mundializan, porque me es imposible tener apenas una experiencia local o regional de mi oficio y porque en disciplinas como la mía (historia de las ciencias) viajar es como el mínimo de cortesía exigido.  Ello me ha llevado a Baltimore, a New York y, desde 1982, a Stanford, en California, a partir de un pequeño desvío por Montreal.  Pero también he enseñado en China, en América del Sur y en muchas ciudades de Europa.

M.-F. L.: ¿Enseña en francés?

M. S.: Lo más a menudo.  ¿Acaso no soy un exportador de saber francés?

M.-F. L.: ¿Le inquieta el lugar tan importante que tiene en Francia la cultura americana?

M. S.: Sobre todo lo que me inquieta es el comportamiento de los franceses o, al menos, de los mass-media y de la gente que gobierna el estado de cosas en Francia.  Cultivan y exaltan la imagen de una América que no tiene nada que ver con el país que yo conozco desde hace ya un cuarto de siglo.  Y este imagen les sirve de contra-ejemplo, de referencia paradisíaca para entregarse mejor a esa pasión tan extraña, tan devastadora y tan francesa: hablar mal de su país.  La Norteamérica real no está en juego en este proceso de admiración y de descrédito conjugados que entraña una reverencia absurda y un tipo de importación exasperada muy preocupante.  Añado que ese sistema autocrítico obstaculiza a los exportadores: soy como un jugador silbado por su público.

M.-F. L.: ¿Esta manía de autoflagelación nos hace más aptos para ser colonizados?

M. S.: Pero no es Norteamérica la que nos invade; somos nosotros los que la adoramos, los que adoptamos sus modas y sobre todo sus palabras, palabras que muy frecuentemente ni siquiera comprendemos.  De aquí en adelante la lengua inglesa tiene en nuestra sociedad el papel que tenía el latín de cocina en Molière.  Lo que es una verdadera lástima pues el inglés es una lengua muy bella.  La volvemos sosa, perdemos el sentido de las palabras, de su precisión, de su color, y al mismo tiempo, degeneramos la lengua francesa que es nuestro más magnífico tesoro.  Ahora bien, es muy importante que nuestros niñitos canten "Au clair de la lune" en francés, que aprendan sus tradiciones en francés, en esta lengua difícil, refinada, muy trabajada, que modele su ser más profundo.  Hemos perdido nuestra lengua francesa, estamos en vías de perder nuestra lengua comercial y la de nuestras canciones.  Si no ponemos cuidado perderemos pronto nuestra lengua filosófica e incluso nuestra lengua educativa.  Es intolerable.  Tengo 60 años y cuando veo todas esas palabras americanas sobre los muros de París me dan ganas de hacer resistencia.

M.-F. L.: Quien leyó "Le tiers instruit" [El tercero instruído, tr. Paláu] sabe, sin embargo que Ud. predica el mestizaje cultural…

M. S.: “Mestizaje” no significa “abdicación” sino “coexistencia”.  Lo he dicho, la experiencia de “el Otro” debe hacer arder el origen.  Gascón en París, francés en los Estado Unidos de América, me gusta América y creo que tenemos mucho que aprender de ella.  Pero no estoy dispuesto a dimitir de mi lengua, de mi estilo de vida, de mis gustos o de mi manera de vestirme.  Para volver a la lengua, creo que los franceses quieren mucho la propia.  La gente que la asesina a golpe de palabras extranjeras debería poner atención, pues no serán populares por mucho tiempo.

M.-F. L.: ¿Qué piensa Ud. del desembarco de Mickey Mouse en la Ile-de-France?

M. S.: Yo vivo en la línea a del RER [metro que va a las afueras de París] y me da miedo que este ratón me haga la vida difícil.  Por lo demás me es indiferente.  ¡Es a tal punto hurgón el pobre!

Entrevista realizada por Marie-Françoise Leclère.  Le Point.  21-27 de marzo del 92.  Nº 1018.

Traducido por Luis Alfonso Paláu para las lecturas de la obra de Michel Serres.  Digitalizada para el seminario: de los Libros de Fundaciones a los del Gran Relato.  Universidad de Antioquia, Instituto de filosofía.  Medellín, octubre 3 de 2007.
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