Por Mauricio Castaño H..
Historiador
Colombiakrítica
 

El Contagio

Primero se da el contagio, luego la propagación. La metáfora si bien está referida a la salubridad física de un cuerpo también explica fenómenos religiosos pero también sociales, unos solidarios de otros. Todos sabemos, a manera de ejemplo, de la capacidad de propagación del contagio. Recién se vivió con el coronavirus o el covid-19 que obligó a la cuarentena, al estricto distanciamiento social para evitar el contagio. Todo duró mientras hallaban el remedio, hasta que por fin encontraron las famosas vacunas y así, de cierta manera, poner fin a la pesadilla. Pero las muertes y secuelas están ahí, así como el miedo de una pandemia que amenazó con desolar a la sociedad. El contagio es una amenaza real.


El Contagio Religioso


La advertencia religiosa es clara, el contagio está a flor de piel, se precisa evitarlo. Cómo no recordar que sinónimo de religión es cohesión social, religare, religión quiere decir lazo, unión, es una forma de la unión social independiente del credo o demonio a quien se le rinda culto, en fin, es aquello que nos liga para mantenernos unidos, en el ser social que somos, pues el individuo en la soledad se pierde. “Por lo tanto, el profano, en interés propio, debe cuidarse una familiaridad  tanto más funesta cuanto que el contagio de lo sagrado no es menos fulminante por su rigidez que por sus efectos. La fuerza oculta en el hombre o en el objeto sagrado, está siempre pronta a propagarse fuera, a derramarse como un líquido o a descargarse como la electricidad.” (Robert Caillois El Hombre y lo Sagrado. Las citas son de allí).

O incluso, decimos nosotros, como un rayo en plena tormenta. Y por eso mismo se precisa de proteger lo religioso del roce de lo profano. Evitar profanar lugares santos se lo dice con frecuencia. Aunque el diablo no solo castiga al condenado sino que también ofrece tentaciones al santo, seduce al anacoreta con las dulzuras de los bienes terrenales. Al fin y al cabo el cielo es la residencia de los dioses donde la muerte no entra.



Tabú y Transgresión


El Tabú previene del Contagio


Es la transgresión, pasar los límites, lo limpio atrae fuerzas para ensuciarse. La transgresión pasa por alto el tabú. También es usual decir: pasar los límites de la ética para alertar alguna amenaza social. El tabú previene del contagio causantes de muerte y enfermedades que pueden asolar un país. Son estas mezclas que se tienen por peligrosas. “Toda concepción religiosa  del mundo implica la distinción entre lo sagrado y lo profano. Y opone al mundo donde el fiel se consagra libremente a sus ocupaciones, ejerciendo una actividad sin consecuencias para su salvación, un dominio donde el terror y la esperanza le paralizan alternativamente y donde, como al borde del abismo, el menor extravío en el menor gesto puede perderle de manera irremediable.” Hay allí una tensión perceptible, palpable, el peligro que está a un paso entre lo sagrado y el exceso que asegura las puertas giratorias para entrar al mundo desconocido de lo infernal gracias a la transgresión. Así mismo lo sano se opone a lo enfermo así como lo sagrado se opone a lo profano. Pero la línea divisoria puede cruzarse por alguna circunstancia, pasar los límites, extralimitarse, existen fuerzas interiores que le demandan, que jalonan.


Contagio Social y el Ser Mafioso


Esta misma metáfora de contagio sirve para explicar y comprender fenómenos sociales, de paso, recordemos en la actualidad la expresión seres tóxicos, en referencia a la capacidad que tienen de indisponer, de infestar el entorno social de un malestar, de sinsabores. Por el momento referiremos el contagio por cuenta del narcotráfico que desemboca en un ser mafioso, un estilo del bajo mundo que se irriga, que se contagia, los jóvenes, la muchachada quieren imitar al matón de barrio que presume con dinero a manos rotas y con mujeres a granel, cosa que no se logra durante años con título universitario. Pongamos al bobo por delante. Pablo Escobar. Empezó como vulgar ladrón de carros hasta convertirse en unos de los mayores narcotraficantes. Quiso arrodillar al Estado a punta de poner bombas explosivas que contaron por miles los muertos en una guerra declarada. Fue el terror de las ciudades, de los políticos que medían fuerzas de sus patrocinadores de carteles mafiosos: si el Cartel de Medellín, si el de Cali, si el Costero. 


Un trasfondo se dejaba ver, la reedición del fenómeno paramilitar no en el campo, sino en la ciudad, lo mafioso quiere, penetró al Estado, a la sociedad. La obediencia se compra no importa si es bajo la intimidación de la bayoneta. Los pies, las manos, los ojos de los súbditos, son los del monarca, del rey, sin ellos, esa suma del poder no existiría, esto es la servidumbre Voluntaria de La Botie. Así mismo los matones de barrio dan la vida por su patrón, por el mafioso de turno, y este a su vez por el avivato político representante a su vez de los poderosos económicos.


Contagio y Destrucción de la Cohesión Social


Para seguir con la metáfora, en gran parte de la sociedad, por no decir toda y así referir a la muy usual calificación de sociedad y Estado mafioso. Con ello se quiere decir la capacidad de este fenomeno del narcotrafico para contagiar, penetrar y debilitar la cohesión social existente, es un  contagio que alcanzó la sociedad entera desde el ciudadano de a pié hasta los altos funcionarios de Estado con mandatarios, con presidentes abordo.


Alborada y Demostración de Poder


En el año 2003 los paramilitares en cabeza de alias Don Berna, quemaron pólvora en toda la ciudad de Medellín, los famosos voladores, y así demostrar poderío, mostrar fuerza contra el Estado pese a su desmovilización. Esta quema de pólvora, esta plaga de ruido y de mal gusto se contagió, se propagó en toda la ciudad, incluso en otros territorios del país, en especial en aquello conocido como la alborada que festeja la llegada de diciembre en su primer día. Pero igual se repite el 24 y 31 del mismo mes.


Excesos, extralimitarse


Toda fiesta es exceso y francachela


El freno religioso existe con cierta flexibilidad sin comprometer sus principios, ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre, pero pasados los límites se entra en un mundo de ambivalencia que puede oscilar, balancearse hacia un abismo, hacia una zona oscura que puede ser revertida en un sistema que favorece los propósitos buscados. Pensemos en el malhechor, en los que se mueven en el mundo del hampa que rezan, pecan y empatan. Hasta qué punto lo religioso, que administra lo sagrado, comanda lo profano, y lo inverso también. Incluso puede preguntarse qué es utilitario lo uno de lo otro, en qué sentido funciona más la flexibilidad, qué polo gana más el pulso. 


Y resaltar los tiempos de lo sagrado religioso, lo dominical sí en el misal, pero más lo icónico, en nuestro entorno, es bien conocido la virgen de los sicarios, algo así como la patrona del mal en tanto auxilia a los bandidos: bendice la bala para no fallar en puntería, para matar a ese que se quiere mandar al otro lado. Pero también está la madre y abuela que rezan y encomiendan a la virgen protección a su hijo sicario, sustento del hogar. He allí lo sagrado que vivifica una experiencia religiosa que fortalece lo profano.


Lo religioso y lo profano oscilan en la existencia humana, pero a la vez estos valores se oponen al mundo en eso que es la vida cotidiana de cada persona, que tiene que salir a las calles en un ir y venir constantes que le exige el mundo laboral, la vida real que procura de exigencias para proveerse de las energías necesarias para la subsistencia. Pero estos movimientos no se hacen sin ningún trauma, la vida de por sí, la existencia humana, lleva incorporada en el fondo de su existencia la consciencia de la finitud del mundo, sabe por anticipado que la vida tiene término, tiene consciencia de la muerte, sabe que morirá y esto lo pone en aprietos según sea los valores que guíen su existencia.


Contagio


En lo que se quiere insistir es en el contagio que se derrama, en aquello que rompe, que pasa los límites.  No se discute que la vida es un gasto, uno vive de esta o aquella manera, eligiendo esto o aquello. Imposible detener el tiempo que pasa en nuestros cuerpos, es regla biológica nacer, crecer, envejecer y morir. Pero a lo que queremos llegar es a la elección que predomina en una sociedad de ciertas prácticas culturales, las maneras que tiene cada sociedad en particular de región, país de singularizarse, no es lo mismo un americano, un europeo, un asiático, un latinoamericano, todos y cada cultura tiene, forja sus singularidades. Caminar es tan distinto de una cultura a otra, ello para decir que el más mínimo gesto nos devela el ser individual y social o cultural. 


"Es imposible durar sin desgaste, sin desperdicio; imposible inmovilizar el Ser. Para eso sería preciso no vivir, como los durmientes de los cuentos, a quienes el sueño mágico  sustrae al curso del tiempo mientras envejece y se envejece lo que les rodea, y que se despiertan iguales a sí mismos en un universo que ya no reconocen. Y es imposible también ser únicamente metamorfosis, puro desgaste, actividad total. Esto no estaría exento de cansancio, de cicatrices, de esa nostalgia del aniquilamiento, ese gusto por la fatiga y la muerte que suelen dejar la victoria conseguida y aún  la exaltación del triunfo."


Lo sagrado y lo profano viven en una tensiion, en una gravedad que oscila entre la supervivencia y en una especie de experiencia mística desconectada de lo terrenal

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