El incesto y la violencia luego de F. Héritier

Françoise Héritier, antropóloga, directora de estudios en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, fue profesora honoraria del Collège de France, donde sucedió a Claude Lévi-Strauss en la cátedra de antropología y dirigió el Laboratoire d’anthropologie sociale.

Françoise Héritier.  Les Deux sœurs et leur mère. Anthropologie de l’inceste.  Paris: Odile Jacob, 1994.  Las Dos hermanas y su madre. Anthropología del incesto.

Una madre y su hija, o también dos hermanas, ¿pueden compartir el mismo hombre?  Al lado de las relaciones entre padre e hija, entre madre e hijo, entre hermanos y hermanas, existe un incesto de «segundo tipo» qui concierne en particuliar a los consanguineos del mismo sexo que comparten un mismo compañero(a).

¿Por qué este tipo de relaciones se va a considerar como tabú?  El análisis de las razones qui explican esta prohibición conduce a una nueva teoría del incesto en général. *


Del incesto. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión. 1995. ISBN 950-602-326-3.

Realizó dos seminario sobre la Violencia en los que participaron Jackie Assayag, Henri Atlan, Florence Burgat, Philippe Descola, Michael Houseman, David Le Breton, Pierre Pachet, Angela Procoli, Lucien Scubla, Jacques Semelin, Jean-Pierre Winter, Margarita Xanthakou.

Séminaire de Françoise Héritier. De la violence I, Odile Jacob, 1996. 

¿Cómo se pone la violencia al servicio de la religión?  ¿Qué uso político se puede hacer de la crueldad?  ¿Por cuales sesgos las lógicas de odio conducen a masacres de poblaciones enteras?  Tales fueron algunas de las preguntas que Françoise Héritier y sus inviteados se plantearon en 1995, en el curso del seminario que ella anima en el Collège de France.  A través de las reflexiones sobre la situación en Colombia, la depuración étnica en la ex-Yugoeslavia, el genocidio de los rwandeses tutsi, pero también la Biblia, el derecho musulmán, la medicina, el poder...  Este libro privilegia un enfoque pluridisciplinario para tratar de circunscribir y de comprender un fenómeno que a veces hace bascular sociedades en la locura destructora.

Séminaire de Françoise Héritier. De la violence II, Odile Jacob, 1999. 

¿Es el sacrificio un asesinato?  ¿Para qué sirve el dolor infligido?  ¿Cuáles son los límites del pacifismo y de la no-violencia?  Estas son algunas de las cuestiones que plantea este libro a través de las reflexiones sobre la tortura política, las ejecuciones públicas, pero también el estatus del animal, el sacrificio de sí o de los otros, la vendetta y el chivo expiatorio, el odio en bandas organizadas.  Es la génesis de la intolerancia violenta la que trata de describir, para servir de previo a una ética universal.

¿Cómo fue que en su vida privada o profesional terminó sensibilizada por la no violencia?

En 1995, organicé en el Collège de France un seminario público sobre la violencia.  Tomé consciencia que para ser eficiente la violencia debe dirigirse a un público.  Es lo que llamo «el teatro de la crueldad».  Ya se trate de la tortura o de la violencia insurreccional, ella se ejerce con la idea de que hay un público para verla y para darle un sentido.  Me propuse entonces que se podía utilizar ese mismo teatro de la crueldad, para voltear allí esa fuerza, para realizar la acción no-violenta.  Ante un amplio público, el más amplio posible, en aquella ágora donde se ejerce habitual y frecuentemente la crueldad, la no-violencia encontrará su sentido con una eficacia decuplicada.

¿Qué hay de la violencia ejercida en el dominio privado?

Desde un punto de vista personal y en mi trabajo, me intereso más particularmente en la violencia que se ejerce contra las mujeres.  En el marco de la guerra, la violencia se ejerce de la maniera más insidiosa a través de los cuerpos de las mujeres.  Se lo ha podido ver en numerosas ocasiones, en la guerra de España, en la ex-Yugoeslavia o en África: el cuerpo de la mujer es considerado como un territorio del enemigo, por conquistar.  En la India, se han visto ejemplos en los que incluso se ha vuelto un lugar de inscripción viviente, en sentido literal.

Ahora bien, la violencia contra las mujeres es subestimada.  He podido así notar en Masculino/Femenino que en España hay más mujeres asesinadas por sus maridos que los muertos debidos a la acción de ETA.  Los mass-media y la opinión pública sólo hablan o no se escucha hablar sino ¡de los segundos!  Esta violencia no es tratada o designada como un problema político pues se inscribe en un modelo arcaico de dominación, sellado en nuestros espíritus.

¿Cómo romper ese modelo?

Por supuesto que tiene que ser con la educación.  Y desarrollando para ello y poniendo en funcionamiento método de acción no-violentas.  El «boycott publicitario» contra la utilización sistemática del cuerpo de la mujer como objeto, es un ejemplo concreto.  En el dominio privado, la primera respuesta no-violenta que se impone a la violencia conyugal, es ante todo la huida.  En este dominio existen comisarías a las cuales presentarse a denunciar; y si ellas hacen un trabajo importante, no podemos olvidar que existe siempre una víctima y un victimario.  La no-violencia tiene por objetio sacar al individuo del estado de torpor, mezcla de sorpresa y de terror, en el que la violencia lo fija.

(...)

Preguntas formuladas por Anne-Isabelle Legeay.

Françoise Héritier.  Masculin/Féminin. La Pensée de la différence (Paris, ed. Odile Jacob, 1996).  Masculino, femenino I, el pensamiento de la diferencia.  Barcelona: Ariel, 1996.


Chicas y muchachos.  Mujeres y hombres.  Si la diferencia de los cuerpos es bien visible, ninguna sociedad ha organizado a partir de esta diferencia el sistema de las relaciones humanas.  Pero sin embargo existe una especie de constante puesto que es casi siempre la dominación masculian la que se ha instituido.  ¿Por qué, cómo?  ¿Explica la diferencia de los sexos su desigualdad?

A partir de la evidencia histórica de Occidente y de datos etnográficos provenientes de diversas sociedades alrededor del mundo, Héritier observa que en todas las sociedades las mujeres se encuentran sometidas a la dominación de los hombres.  Lo que Héritier se propone en Masculino/femenino es observar los “resquicios y fallos” de los sistemas de representación de la oposición simbólica de los sexos para, a partir de ellos, emprender una labor reflexiva que le lleve a comprender mejor las “razones profundas” de la relación asimétrica entre hombres y mujeres.

La oposición entre género femenino y masculino es una categoría binaria, y como tal, los términos que la componen cargan implícitamente una valoración negativa o positiva. La conclusión a la que llega Héritier en su libro es que la valoración negativa es asignada en todas las sociedades a las mujeres (2002: 291).  Por ello, aunque en Occidente a partir de la década de 1960 las mujeres han venido ganando poder —no sólo en la arena política sino sobre sus propios cuerpos—, Héritier (2002: 298) insiste en que también pueden producirse y se han producido cambios en el sentido contrario, es decir, la reconstrucción de los ámbitos reservados masculinos.

El texto de Héritier está compuesto por doce capítulos.  Contiene un pequeño prólogo en el que la autora encuadra el contexto contemporáneo de las relaciones entre los sexos.  Al final incluye un apartado de conclusiones donde analiza ese mismo momento histórico a partir de las cuestiones teóricas y etnográficas plasmadas en el libro.

Los dos primeros capítulos se dedican al enfoque teórico de la valencia diferencial de los sexos y las aplicaciones de esto en el campo de la antropología del parentesco.  Los capítulos del III al VI hablan sobre los elementos sobre los que se monta la relación jerárquica de los sexos.  Los capítulos VII al X retratan representaciones culturales de lo masculino y lo femenino.  Los dos últimos capítulos abordan imágenes concebidas en el contexto de la modernidad occidental.


 Héritier, Françoise.  Masculin/Féminin II, Dissoudre la Hiérarchie, Paris: Odile Jacob, 2002.  Masculino / Femenino II : Disolver la jerarquía.  México: Fondo de Cultura económica.

Masculino/femenino II: disolver la jerarquía es la traducción al español de Masculin / féminin: dissoudre la hiérarchie, obra de Françoise Héritier.  Esta obra aborda la diferencia entre los géneros masculino y femenino, poniendo particular énfasis en las representaciones sobre las que se encuentra construida la relación y la universal subordinación de lo femenino a lo masculino.  A decir de la autora, Masculino/femenino II nace de la «insatisfacción» que le producía el argumento de Masculino/femenino I, de acuerdo con el cual la relación jerárquica entre los géneros es producto de una condición fisiológica y en un contexto histórico que sería demasiado complicado subvertir.  Así, Masculino/femenino II constituye una contribución a la discusión sobre las relaciones entre los géneros y hacia el establecimiento de relaciones más equitativas entre hombres y mujeres.

La obra continúa el trabajo que la autora comenzó con El pensamiento de la diferencia y profundiza el análisis de la relación masculino/femenino y los violentos efectos que un modo de dominación masculino impuesto como única voz, posible y legítima, para definir representaciones y asignar lugares, ha tenido sobre los cuerpos de las mujeres.  Las preguntas que se proponen están dirigidas a una genealogía de un sistema de jerarquía estructurado en la diferencia de sexos y hacia la investigación de los aspectos centrales que posibilitarían una transformación de este estado de cosas.  La autora propone un estudio a lo largo de la historia y de las culturas, desde un enfoque antropológico y político de los problemas fundamentales que hacen a esta cuestión: el afán de los hombres por el control de la fecundidad de las mujeres, la prostitución y las actividades domésticas, en desmedro de otras posiciones que las mujeres pueden ocupar; la utilización de los cuerpos y representaciones en los mensajes publicitarios.

En la introducción, intitulada «Lo femenino vivo», Héritier da cuenta de las insatisfacciones que le dejó la lectura en retrospectiva de su obra Masculino/femenino (1996). Básicamente se trata de dos asuntos. En primer lugar, porque el argumento de su obra anterior conduce a que la base de la jerarquía entre los géneros se encuentra en que las mujeres pierden sangre sin tener control sobre ella —la sangre de la menstruación—, mientras que los hombres pueden perderla y hacerla perder a otros individuos a voluntad —básicamente mediante la guerra—. De acuerdo con Masculino/femenino, estos dos hechos se convierten en símbolos a los que se atribuyen significados, pero la relación jerárquica entre ambos no es natural sino construida socialmente. En segundo lugar, Héritier dice que el panorama histórico presentado en su libro anterior es tan agobiante que difícilmente se podrían encontrar alternativas que conduzcan progresivamente a una mayor igualdad entre ambos géneros.

Una vez planteadas las motivaciones que la autora tuvo para emprender la escritura de este libro, se plantea unas preguntas acerca de la jerarquía masculino/femenino:

«¿Por qué razones la humanidad en su conjunto ha desarrollado sistemas de pensamiento que valorizan lo masculino y desvalorizan lo femenino, y traduce estos sistemas de pensamiento en acciones y situaciones concretas?  ¿Por qué la situación de las mujeres está minimizada, desvalorizada y oprimida de manera que puede denominarse universal, si el sexo femenino es una de las dos formas que revisten la humanidad y el sexo, y si, de hecho, su "inferioridad social" no es un dato biológicamente fundado?»

Héritier considera que la base objetiva e incontrovertible de los sistemas de clasificación la constituye la oposición entre lo idéntico y lo diferente. Sin embargo, es muy explícita en señalar que las relaciones jerárquicas entre las categorías de un sistema de clasificaciones no es natural, sino producto de la historia y de los procesos culturales y sociales.  En esto, Héritier se encuentra completamente de acuerdo con otros antropólogos estructuralistas, entre cuyos intereses se encuentran las operaciones simbólicas que conducen al establecimiento de categorías.  Considera que las representaciones sobre las que se sustenta la organización jerárquica del género tienen un origen arcaico, transhistórico, pero no imposible de erradicar o modificar; en contraste, asume que en tanto que el equilibrio es una noción abstracta que no nace de la naturaleza, las oposiciones binarias —que constituyen la estructura de pensamiento común a todas las sociedades— como la de género tienen en su origen un carácter desigual.

La valencia diferencial de los sexos —que es el valor simbólico que se asocia a la diferencia fisológica entre el cuerpo del hombre y el cuerpo de la mujer— se haya instalada en los fundamentos de los sistemas de parentesco que constituyen, de acuerdo con la teoría de la alianza, la base de la sociedad. Estos elementos suponen una organización jerárquica articulada en torno a lo anterior y lo posterior, donde lo primero tiene un valor superior y lo segundo un valor inferior.  Los sistemas de parentesco se construyen sobre la prohibición del incesto, que motiva el intercambio de las mujeres y su poder reproductor; aunque no hay nada natural en que el intercambio sea de mujeres y no de hombres. Esto es así por una apropiación simbólica por parte de los hombres de la capacidad de las mujeres para reproducir lo idéntico y lo diferente —para dar a luz mujeres y hombres—,lo que obliga a los primeros a pasar por el cuerpo de las segundas si quieren reproducirse.

«Para reproducirse como idéntico, el hombre está "obligado a pasar por el cuerpo de una mujer". No puede hacerlo por sí mismo. Esta incapacidad es la que asegura el destino de la humanidad femenina. Se notará al pasar que la humillación femenina no está relacionada con la envidia del pene, sino con el escándalo que implica que las mujeres conciban a sus propias hijas, mientras que los hombres no pueden concebir a sus hijos.»

De esta manera, la dominación masculina se basa en una representación muy arcaica de la mujer como reproductora de los hombres, y no como una persona en todo el sentido de la palabra. A lo largo de todos los capítulos del libro, Héritier va a mostrar evidencia de ello, y de cómo esta representación trasciende en la historia de la humanidad y de una sociedad a otra, incluso en la sociedad occidental contemporánea donde el parentesco ha perdido su papel como organizador de la sociedad. En consecuencia con lo anterior, Héritier considera que el derecho a la anticoncepción es una «palanca» que puede contribuir a romper la jerarquía, al poner completamente en manos de las mujeres la voluntad de ejercer la maternidad o no.

En 2003 recibió el premio Irène Joliot-Curie, en reconocimiento a la investigación científica realizada por mujeres.

Hommes, femmes, la construction de la différence. Paris, Le Pommier. 2005. ISBN 978-274-650-244-4.

 Muere Françoise Heritier la antropóloga que demostró que la violencia machista no tiene nada de natural

 


 24 de noviembre de 2017

Pablo Francescutti (Agencia SINC) “La humanidad es la especie más estúpida: es la única donde los machos matan a sus hembras”, dijo Françoise Heritier. Esta semana ha muerto la etnóloga francesa, que probó que la violencia de género no responde a ninguna ferocidad natural, sino a un exceso de cultura patriarcal.

Una intuición fundamental del antropólogo Claude Lévi-Strauss le llevó a basar en el intercambio de mujeres la teoría del parentesco que explicaba la sociabilidad humana. Lo respaldaba la práctica milenaria de las bandas paleolíticas, los asentamientos neolíticos y las primeras sociedades históricas. ¿Razones? La prohibición del incesto, que obligaba a los hombres a conseguir esposas fuera del grupo de parientes consanguíneos, y el apremio por aliarse con los pueblos vecinos para evitar la guerra de todos contra todos.

Las mujeres servían de moneda de cambio entre padres y hermanos de distintas tribus, que se asociaban al convertirse en suegros y cuñados. En resumidas cuentas: las mujeres fueron sometidas en beneficio de la supervivencia grupal y la cohesión social.

En Burkina Fasso se sumergió en la vida de los Samo, una etnia mandinga, para estudiar las relaciones de género y el incesto

¿Y por qué no ocurre al revés y no son las mujeres las que intercambian hombres?

Tal fue la pregunta que movió a la francesa Françoise Heritier a buscar una respuesta que la alejaría del estricto estructuralismo de su maestro. Y la buscó guiada por la hipótesis de que, para que dicho intercambio fuera aceptado, tenía que existir previamente una convicción común a ambos sexos de que las cosas debían ser así y que sus parientes masculinos actuaban correctamente.

Su pesquisa la llevó lejos de su patria, hasta Burkina Fasso, a sumergirse en la vida de los Samo, una etnia mandinga cuyo sistema de filiación estudió, en especial las relaciones de género y el incesto de segundo tipo –entre una madre y una hija con un mismo amante–. De formación geógrafa, gustaba contar que las fascinantes clases de Lévi-Strauss la decidieron a apuntarse a una expedición a Gabón que requería un geógrafo y, a falta de candidatos varones, la aceptaron.

Apoderarse de sus vientres

Con esos conocimientos y otros que fue adquiriendo con el correr de los estudios tejió una explicación de la universalidad de la subordinación femenina. La respuesta la encontró en la capacidad reproductiva de las mujeres; ellas pueden “producir” niñas y, sobre todo, ¡niños!

Ese gran don siempre asombró a los hombres, que han tratado de controlarlo desde la noche de los tiempos. Para apoderarse de sus vientres y su poder generador se convencieron a sí mismos de que eran ellos quienes introducían el principio sexualizante en la mujer. Aristóteles teorizó esa fantasía al afirmar que todo dependía del esperma.

Como Heritier explicó, a Levi-Strauss no le preocupaba la sumisión femenina sino el intercambio, las reglas estables que gobiernan el aparente desorden social y cultural. Y por eso le enmendó la plana a su concepción del incesto, demostrando que este no obedecía únicamente a las exigencias del intercambio, pues el tabú se impone incluso a los parientes políticos. Al fin y al cabo, ¿qué necesidad de intercambio obliga a vetar las relaciones de un hombre con su cuñada o su nuera?.

Fiel, sin embargo, a la lógica binaria a la que era tan adepto su maestro, postuló que la singular biología de los dos sexos ha sido la inspiración de todo un intrincado complejo de creencias sobre las identidades de los géneros. Y enseguida aclaró que “los dos sexos son diferentes, pero la naturaleza no dice nada en términos de jerarquía”, valores establecidos por una estructura de poder, el patriarcado.

¿Por qué es universal la subordinación femenina? La respuesta está en la capacidad reproductiva de las mujeres

La dominación masculina continúa

Como se encargó de recalcar, los últimos descubrimientos de la neurología niegan las diferencias sexuales en el funcionamiento y organización cerebral. Es el aprendizaje discriminatorio –las niñas con las muñecas, los niños con los caballitos– lo que promueve el desarrollo de conexiones sinápticas divergentes.

Conjeturaba que, en algún momento del Paleolítico medio, nuestros ancestros inventaron la prohibición del incesto, una de las mayores innovaciones de la especie, para salir del refugio precario de sus familias extensas. Superaron así el brete mortífero que los empujaba a guerrear sin fin con los vecinos para robarles esposas cuando su grupo endogámico no se las podía proporcionar.

“Hoy los hombres ya no intercambian mujeres”, reflexionaba [excepto en la prostitución, donde las mujeres siguen circulando en las redes de proxenetas, puntualizamos nosotros]. “Pero la dominación masculina existe igualmente. Es por eso que desarrollé la idea de que la diferencia sexual era una invariante todavía más fundamental que la necesidad del intercambio”.

Pero que la subordinación femenina sea universal no significa que tenga nada de natural, como tampoco lo tiene la igualmente extendida violencia machista. No existe un comportamiento semejante en la fauna, afirmaba categóricamente. Y aunque se intenta explicar la agresividad masculina como un vestigio bestial, una recaída en el animalismo, se trata de una explicación sin fundamento.

Ningún animal agrede a sus hembras

“Algunos animales matan a las crías de las hembras, pero solo para interrumpir la lactancia y volverlas sexualmente receptivas. Y si es cierto que a menudo los machos pelean entre ellos por la supremacía en una manada, jamás combaten ni matan a las hembras de su grupo”, decía Heritier en un artículo publicado en Science et Avenir. En síntesis: la violencia de género no responde a ninguna ferocidad natural, sino más bien a un exceso de cultura, de cultura patriarcal.

Los demás machos pelean entre ellos por la supremacía en una manada, pero jamás combaten ni matan a las hembras de su grupo

Titular de la cátedra de antropología del Colegio de Francia, un templo del saber señalado por su misoginia, a la que accedió por sus méritos y gracias al apoyo de Levi-Strauss, se distinguió además como divulgadora de las grandes aportaciones de la antropología en materia de género.

Socialista moderada, se mojó en los crispados debates que han dividido a Francia en las últimas décadas: defensora del matrimonio gay, del control de la natalidad y del derecho al aborto, se opuso con todas sus fuerzas al velo en las escuelas y a la adopción por parejas homosexuales.

Al final de su vida se aproximó a Lévi-Strauss en el pesimismo acerca del cambio de estructuras socioculturales que se le antojaban inmutables, como el reparto sexual del trabajo, el tabú del incesto y la valencia diferencial de los sexos, la raíz de las desigualdades jerárquicas. No creía que en un plazo cercano se pudiera llegar a la deseada igualdad entre hombres y mujeres.

La antropóloga que feminizó el estructuralismo murió el pasado 15 de noviembre en París, el día de su 85º cumpleaños.

Frases de Heritier que remueven la conciencia colectiva

“Decir que las mujeres tienen el derecho de venderse es enmascarar que los hombres tienen el derecho de comprarlas”

“Se dice que un hombre no puede casarse con tal o cual mujer. Pero jamás se ha dicho que una mujer no puede casarse con tal o cual hombre. De hecho, las mujeres nunca han sido sujeto de derecho con voz en los textos históricos”.

“Seguimos moviéndonos con patrones de conducta y pensamiento forjados en el Paleolítico Superior”

“La humanidad es la especie más estúpida: es la única donde los machos matan a sus hembras”

“No me intriga saber lo que ocurrirá después de mi muerte. Después de todo, nadie se plantea la cuestión de qué era antes de nacer”

* https://books.google.com.co/books?id=hgS_Un4ZHZkC&pg=PA373&lpg=PA373&dq=table+de+matières+de+les+deux+soeurs++et+leur+mère+de+F.+Heritier&source=bl&ots=6lwXhUVG7I&sig=ACfU3U1tcgZPnQJFKArY0_P8iNTglU-x_A&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwiC3Iep1JjzAhUNZzABHaOtA3AQ6AF6BAgXEAM#v=onepage&q=table%20de%20matières%20de%20les%20deux%20soeurs%20%20et%20leur%20mère%20de%20F.%20Heritier&f=false 

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