Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica



El hombre produce mundos imaginarios. Si las percepciones dependen de los sentidos, ellas filtran y por tanto seleccionan la múltiple información emitida por el entorno. Y como se sabe, toda selección es exclusión: «Toda decisión se define en función de lo que se excluye.» (Deleuze). Si todos los vivientes tienen maneras diferentes de percibir, habrá tantas percepciones como especies haya. Por esta vía el lenguaje y lo simbólico son recursos privilegiados en el humano para procesar y emitir numerosa información. Aunque el concepto de Umwelt, que quiere decir medio asociado o entorno favorable, de cada especie, precisa que los sentidos ya son una percolación de la deriva evolutiva y no se pueden desvincular de las energías y operaciones que integran el organismo. Y el lenguaje y los símbolos son procesos de virtualización.


Por esto, en lo selectivo o excluyente, el lenguaje es poder y no comunicación, es muestra de dominio. Hablar es callar, es silenciar la multiplicidad de expresiones de los sentidos. «Hablar es callar, es silenciar la multiplicidad de expresiones de los sentidos…. Cuando se ilumina un pedazo del mundo, lo que hacemos es apagar todo aquello que no está iluminado. El lenguaje es filtración de información, y en lo que queda de rezago se va para el subconsciente.» El lenguaje es para administrar el excedente, para gestionar la sobredosis de información, para simular que se la capta. Es una primera idea de la imágen del mundo entregada por la filtración de los sentidos y producida por el lenguaje del viviente humano. Hablar es percolar en el caos del barullo, ciertamente es mandato pero porque organiza y facilita la convivencia y la supervivencia. Otro asunto es el parásito y las formas del poder mediante las cuales se impone.


Una segunda idea refiere a la realidad biológica que somos. La especie persiste, se perpetúa con la reproducción y supera obstáculos que se le van presentando, «la vida son las fuerzas que resisten a la muerte». La vida es lucha, si hay lucha hay resistencia. Vivir es vencer obstáculos, se contrarresta todo aquello que amenace la vida, la misma naturaleza enseña a matar para poder sobrevivir, esto es la depredación, se vive a costa de los otros, en la cacería el más fuerte engulle a la presa más débil. Son éstas ideas de Ollivier Dyens en su texto la condición inhumana. Aunque la palabra “depredación” debe entenderse como una condición de los ecosistemas organizados en torno a las cadenas tróficas. Otro asunto son las relaciones simbióticas agrupadas en mutualismo, comensalismo y parasitismo. Precisamente los formateos nos alejan de nuestro determinismo biológico, la exteriorización de la memoria es la que posibilita la innovación. La virtualidad es potencia creadora el problema es el parásito que se apropia de los medios, captura el flujo y lo monopoliza en su beneficio.


En esta empresa de vida de la especie humana, ha cumplido un papel diferenciado y ventajoso la posición bípeda. El hombre al ponerse de pié, resultó favorecido con una serie de liberaciones: patas delanteras vueltas manos que fabrican herramientas, boca que no sólo captura y tritura alimentos sino que se llenó de palabras, un cerebro favorecido con millones de interconexiones para la sobrevivencia, pero sobre todo el hombre libre e inventivo. En suma, es una referencia a la historia de la técnica, de la mecánica viviente del paleontólogo André Leroi-Gourhan. Aunque La boca ya no captura el alimento, esa función ha sido delegada a las manos, por eso ésta se pudo llenar de palabras. El cerebro que se inunda de neuronas motoras para operaciones enormemente complejas como producir herramientas y lenguaje articulado, se vuelve más apto para la confrontación configurando el lóbulo frontal.


Esto y la primera idea nos da una imagen de espejo donde el hombre mismo se refleja y da cuenta de su mundo percibido a través de sus sentidos, por lo demás, el hombre se exterioriza en lo que hace, entrega una imagen del mundo. Por su puesto que es su propio mundo filtrado por sus sentidos. El mundo de la técnica y de la informática son buenos ejemplos de una realidad creada por él, muy distante a otros mundos de otros seres y sus otros énfasis que le entregan sus sentidos. Estrictamente no son los sentido los que percolan, es la Umwelt que en el hombre es sinónimo de cultura étnica que podemos analizar a partir de la convergencia de tres grandes flujos: las cadenas operatorias desprendidas de las manos y de la técnica corporal, las palabras emanadas de la boca y las grafías desatadas por el encuentro de los dos polos mano-boca. Pero la economía, la cohesión y la coherencia a estos flujos, como cualquier relato, lo da la Razón Administrativa


Vale la comparación de los posmodernos con los esquizofrénicos (para enfatizar en la filtración, en la selección que entrega una interpretación del mundo percibido) ambos sólo perciben pedazos quebradizos de una realidad, incapaces de construir una secuencia, un relato cercano al mundo empírico, esto equivale a sustraerse de la realidad biológica para envolverse en meros signos, mera capa de lenguaje ajeno al mundo físico y biológico. El hombre se distrae del mundo mediante el lenguaje para hacerse una imagen virtual. Por eso también se dice que todo lenguaje es mera percepción del mundo, la que cada civilización construye, lo demás, las otras realidades, quedan por fuera.


Esta característica humana equivale a nuestra disposición y gusto por escuchar relatos, es otra tercera idea. El gusto por escuchar relatos que dan cuenta de un orden del mundo que es caos, desorden. Nos gustan las historias, escuchar relatos y todo por una razón simple: en el principio todo era caos y luego el hombre fue dando nombre y ordenando las cosas que estaban a su alrededor. La vida es caos y las civilizaciones van dando un orden según sus propias valoraciones. Por esto mismo se dice que los relatos son connaturales al hombre. Las manos que hacen construyen una imagen del mundo, el lenguaje es el propio relato de cada sociedad construido a su imagen y semejanza. El mundo es caos que se ordena a partir de los relatos míticos y científicos, ambos son explicaciones que satisfacen los interrogantes del momento, de una época determinada. 


El recurso de la filtración por los sentidos y la construcción de una imágen del mundo, autoriza a hablar de nuevos paradigmas acordes con el tiempo. El tiempo nuestro es robótico y virtual. Hoy, por ejemplo, se dice que nuestros dioses y mitos son anacrónicos por los avances tecnológicos que nos permiten acceder a otras realidades, como bien se dice, nacemos y crecemos en medio de máquinas, turbinas, nuestras expectativas de vida han crecido gracias a ellas. En sí, la civilización y la ciudad es un transcurrir de motores y de ruidos, todo es movimiento todo el tiempo y por todas partes. Serres lo ha enseñado, el tiempo percola por medio de los formateos, los motores han sido sobrepasados por lo digital y sus enormes cálculos numéricos. No hemos dejado de habitar el tiempo circular de los meteoros, ni el termodinámico de los formateos y por sobre todo nuestro tiempo es milagroso a tal punto que perdemos la capacidad del asombro ante el barullo de las novedades.



En suma, el hombre está hecho de materia y de intangibles, de lenguaje, de cuerpo y espíritu, corporales e incorporales. Hacemos parte del reino zoológico pero también del simbólico, por un lado materia y por otro inmaterial, mundo de los cuerpos y mundo de los incorporales, materia y espíritu: «lo que se llama la teoría del espíritu, nacida parece ser de la necesidad de vivir en grupo y de navegar a través siempre de un número cada vez más importante de rivalidades, de alianzas y de traiciones… La vida del grupo, forzando a los individuos a aprender cada vez de manera más sensible y compleja las reacciones de sus congéneres, desarrolla la capacidad de empatía y de simpatía y engendra así sorprendentes comportamientos tales como la manipulación, la mentira.» (Ollivier Dyens).


Finalmente, somos lo que somos gracias a la herramienta... Hoy los hogares dependen de turbinas y generadores que llevan energía y agua a las casas. Sin herramientas hubiéramos seguido siendo primates vadeando las inclemencias de la naturaleza. Somos un mundo imaginario, aislados del mundo real, todo se nos entrega por filtraje y simulación, acá nos gusta la definición de fantasma de Borges en su Antología de la literatura fantástica: “un hombre que se ha desvanecido hasta volverse impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres.”


La herramienta deviene motor pero también máquina digital, con ellas transformamos el mundo porque así escapamos a la adaptación, nuestra Umwelt es la de un animal inadaptado por eso podemos impactar la deriva geológica y generar nuestra huella estratigráfica.

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