Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/


Ir el primer día, ir por primera vez a la escuela significaba sentimientos de alegría para los primerizos niños. Era toda una fiesta que el día previo apenas sí se conciliaba el sueño. Era una sensación de frescura radiante de pies a cabeza. Bien dispuestos para abrirnos al aprendizaje. Un respeto reverencial hacia el maestro con el cual se daba una relación vertical, pues es la fuente de conocimiento de la cual hay que atender. Pero estaban también una gran cantidad de chicos que son los pares, con ellos la relación era y sigue siendo horizontal. Pues hemos de recordar que es la escuela el primer espacio por excelencia en el cual se socializa y se vive el ejercicio democrático entre pares, pues en la casa sólo se reciben órdenes de los adultos, de los padres.

Es la escuela un espacio de socialización, de Convivencia, y se recordará que las relaciones en sí mismas, por naturaleza son conflictivas, pues en cada viviente humano están intrínsecos intereses particulares, emociones, creencias religiosas, en fin, un cúmulo de fuerzas que se baten contra otras que le son diferentes. Se concibe que las diferencias generen puntos de vistas, acuerdos enriquecidos si se saben tramitar. El niño viene del hogar en donde vive el encierro y la represión. La escuela lo libera, los infantes están entre pares. El niño se libera del imperio de una madre sobreprotectora. Aquel vive la separación del primer entorno protector. Allí vive entre iguales sus diferencias. El niño está impregnado con un afuera violento y marginal (es lo común en nuestras sociedades de miles de excluidos). Por lo demás, esta interacción evita caer en el autismo o en el narcisismo. Es bien sabida la sentencia que tanto el aislamiento como la inmovilidad matan, somos seres sociales y dinámicos.

Aquí es bueno anotar que la escuela, por no decir la sociedad en general, nos ha inculcado que los conflictos son negativos, que deben evitarse, por eso ha hecho mucha carrera los dualismos amigo versus enemigo, estás conmigo o en mi contra, bueno versus malo, evitando los intermedios, las escalas de grises, las diferencias. Esta es una de las razones por lo que la escuela se ha convertido en el propio infierno en donde los maestros cargan con el tedio y los estudiantes con otra buena dosis de aburrimiento. Lo bioafectivo y socio espiritual es lo propio de la escuela, y es allí donde se da vía libre a sus pasiones, las cuales no dejan de querellarse. La escuela no es un universo tranquilo y armonioso.

Se aviva aún más la llama de la discordia con el hecho de que el maestro no aborda su conocimiento desde una enseñanza regional, específica, pues como se comprenderá, las maneras de entender son distintas de una latitud a otra. Para unos ir al espacio debe pasarse primero por la curvatura de la tierra, para otras vasta tan sólo lanzar el cohete hacia arriba. Si bien la función de la escuela es conservar y transmitir unos saberes que la cultura de una sociedad ha definido como propios. Por eso se reconoce que la Escuela es el lugar que tiene por función primordial conservar y repartir, ello es también base esencial para la Unidad de una Nación. Este que la escuela provee a sus aprendices debe garantizar el derecho a la Igualdad, no discriminar, no caer en los defectos de la mala Jungla, de la competencia en donde se rinde culto al más fuerte, en donde se fabrican héroes y una gran cantidad de masa de fracasados. Se aprende más desde la integración que con la segregación, el profesor no debe tener preferencia por los más adelantados y dejar al rezago a los más atrasados, por eso se habla de un sistema de evaluación de gradación abc…, que va por grados, que es gradual, que se aprende, que se alcanzan los logros en tiempos diferentes. Y por ello también se habla de que en la escuela es un lugar de conocimiento, de reposo, de pensamiento, que no se apresura con el absurdo de lo contemporáneo, de estar a la moda, al son, a la par con las estupideces de los noticieros de televisión. La coyuntura no es un terreno adecuado para la docencia, todo requiere del reposo para los buenos análisis.

Queremos insistir en evitar la discriminación. La escuela actual favorece la no mezcla y quien lleva la peor  parte son las clases más pobres que no están preparadas para la escolaridad de acuerdo a esos parámetros de pretendida universalidad como por ejemplo el llamado coeficiente intelectual. Constátese la escasez de vocabulario que ya los deja en desventaja. No están entrenados para observar, juzgar y discernir como sucede con los hijos de las familias pudientes quienes han sido criados con la preocupación por economizar, contar y administrar. Las virtudes del ahorro los caracterizan. Desde antes de nacer se prepara en la diferencia y distanciamiento con los estímulos prenatales. Niños festejados. Mientras que los otros, los marginales representan unas cargas para sus padres, es una maldición, un descuido en la planificación anticonceptiva. Son los estímulos los que hacen la diferencia.

En suma, abogamos por una escuela que desecha los contenidos abundantes y sobrecargados que asfixian. ¡El que mucho abarca poco aprieta! Una escuela para todos los que se quieren iniciar en los necesarios espacios de lo bioafectivo y lo  socio espiritual. Allí se aprende, se fijan las bases: leer, escribir, contar o calcular. Además, también se instaurara una socio terapia, pues la escuela es una microsociedad. El porvenir de los niños se juega allí. El gasto en la educación reduce los daños y los costos que le sobrepasan en los tratamientos siquiátricos y policivos para el excluido del mañana.
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