Por Mauricio Castaño H
colombiaKritica.blogspot.com
Historiador


En Rizoma, Deleuze nos invitaba a que nuestros amores fueran según el modelo de la conjunción de dos series heterogéneas que abren y se embarcan en una línea de fuga; amores como los de la abeja y la orquídea, que inauguran un devenir-abeja de la orquídea y un devenir-orquídea de la abeja, empujándose uno a otro en una circulación de intensidades que les llevan cada vez más lejos. (p. 17)

La represión y la ideología  no constituyen el combate de las fuerzas, sólo son el polvo levantado por el combate. Nietzsche

Michel Foucault es un acontecimiento en el pensamiento o mucho mejor en la forma muy diferente de experimentar el campo del saber. Un libro es una caja de herramientas para experimentar, no hay nada que interpretar, ni develar estructuras ni construir sistemas: “En un libro no hay nada que entender, pero hay mucho por utilizar. No hay nada que interpretar ni significar, sino mucho por experimentar. El libro debe formar máquina con alguna cosa, debe ser un pequeño útil sobre un exterior» (Introucción Morey, p.9). Foucault admiraba a Bichat por haber inventado un nuevo vitalismo al definir la vida por el conjunto de funciones que resisten a la muerte. (p.113) “De ahí la triple definición de escribir: escribir es luchar, resistir; escribir es devenir; escribir es cartografiar, «soy un cartógrafo” (p.64). Nos remitimos a Foucault a través de Deleuze en su bello libro titulado Foucault en la versión ePubLibre, de él nos valemos a través de notas tomadas, las cuales presentamos para compartir los énfasis y experimentación foucaultiana, y sobre todo incitar a sus lecturas. 

 “Hay, pues, que hendir, abrir las palabras, las frases o las proposiciones para extraer de ellas los enunciados, como hacía Raymond Roussel al inventar su «método». ( p. 71)”Hay que extraer de las palabras y de la lengua los enunciados correspondientes a cada estrato y a sus umbrales, pero también extraer de las cosas y de la vista las visibilidades, las «evidencias» propias de cada estrato.” (p.72)

Nombrar a Foucault es retrotraer expresiones bien conocidas como la muerte del cogito o del hombre bajo el puño de Nietzsche. Pero también es hablar de la muerte del autor y el surgimiento de un indeterminado que desplaza lo egolátrico, ese yo pienso, y en su lugar se instaura un se piensa que se extiende y se pliega en un plano en el tiempo y en el espacio: “Pero todas estas posiciones no son las figuras de un Yo primordial del que derivaría el enunciado: al contrario, derivan del enunciado, y por esa razón son los modos de una «no-persona», de un « ÉL » o de un « SE », «El habla», «Se habla», que se especifica según la familia de enunciados. Foucault coincide en esto con Blanchot, que denuncia toda personología lingüística y sitúa los emplazamientos de sujeto en el espesor de un murmullo anónimo. En ese murmullo sin comienzo ni final Foucault querría ocupar un sitio, justo donde los enunciados le asignan uno. (p. 26)

Otro tanto viene con los enunciados de un nuevo archivista que trae nuevas formas de investigar (enunciados es una categoría de foucault que luego se precisa) relacionados con saber y poder: El nuevo archivista sólo considera enunciados y a su vez varios de éstos conforman unidades de discursividades “Un enunciado siempre representa una emisión de singularidades, de puntos singulares que se distribuyen en un espacio correspondiente.” (p.22). “No hace falta ser alguien para producir un enunciado, y el enunciado no remite a ningún cogito ni sujeto transcendental que lo haría posible, ni Yo que lo pronunciaría por primera vez (o lo recomenzar…. Para cada enunciado existen «emplazamientos» de sujeto, muy variables por otro lado. Pero, precisamente porque diferentes individuos pueden ocuparlos en cada caso, el enunciado es el objeto específico de un cúmulo según el cual se conserva, se transmite o se repite.” (p. 23). También se hablará de arqueología del saber que remite a los saberes en planos o estratos que implican una exterioridad, un repliegue… Tal es el espacio asociado o adyacente: cada enunciado es inseparable de los enunciados heterogéneos a los que está ligado por reglas de transformación (vectores). Así, no sólo cada enunciado es inseparable de una multiplicidad «rara» y regular a un tiempo, sino que cada enunciado es una multiplicidad: una multiplicidad y no una estructura o un sistema… Nosotros pensamos que un enunciado, una familia de enunciados, una formación discursiva, según Foucault, se define por líneas de variación inherentes o por un campo de vectores que se distribuyen en el espacio asociado: es el espacio como función primitiva, o el primer sentido de «regularidad». (p. 24 - 25)

Miremos cómo funcionan los enunciados de una filosofía política: “Una institución implica enunciados, por ejemplo, una constitución, una carta, contratos, inscripciones y registros. Y a la inversa, los enunciados remiten a un medio institucional sin el cual no podrían formarse ni los objetos que surgen en tales localizaciones del enunciado, ni el sujeto que habla desde tal emplazamiento (por ejemplo, la posición del escritor en una sociedad, la posición del médico en el hospital o en su consulta, en tal época, y las nuevas emergencias de objetos).” (P. 28)

Pero ¿qué es lo que limita una familia, una formación discursiva? ¿Cómo concebir el corte? Éste es un problema totalmente distinto que el del umbral. Una vez más, el método adecuado no es un método axiomático, ni siquiera un método estructural propiamente dicho. Pues la sustitución de una formación por otra no se hace forzosamente a nivel de los enunciados más generales ni los más fácilmente formalizables. Sólo un método serial, como el que utilizan en la actualidad los historiadores, permite construir una serie en el entorno de un punto singular y buscar otras series que la prolonguen, en otras direcciones, a nivel de otros puntos.  (p.40)

“Hay que proseguir las series, atravesar los niveles, franquear los umbrales, no contentarse nunca con desplegar los fenómenos y los enunciados según la dimensión horizontal o vertical, sino formar una transversal, una diagonal móvil, en la que debe moverse el archivista-arqueólogo. Un juicio de Boulez sobre el universo rarificado de Webern podría aplicarse a Foucault (y a su estilo): «Ha creado una nueva dimensión, que podríamos llamar dimensión diagonal, algo así como una distribución de los puntos, de los bloques o de las figuras ya no en el plano, sino realmente en el espacio.» 41

El método arqueológico y lo poético

Es un método arqueológico del saber muy vecino de la poética, el mismo Foucault dirá que todo el tiempo no ha hecho más que ficcionar. «Es posible que Foucault, en esta arqueología, haga menos un discurso de su método que el poema de su obra precedente, y alcance el punto en el que la filosofía es necesariamente poesía, poesía fuerte de lo que es dicho, y que es tanto la del sinsentido como la de los sentidos más profundos». (p. 9). Las implicaciones de este trabajo foucualtiano es una buena nueva que produce sentidos, verdades específicas que se traducen en acontecimientos  al entrar en conexión con el exterior «Es agradable que resuene hoy la buena nueva: el sentido no es nunca principio ni origen, sino producto. No hay que descubrirlo, restaurarlo ni reemplearlo, sino que hay que producirlo, mediante una nueva maquinaria». (p.9) “Pues las formaciones discursivas son verdaderas prácticas, y sus lenguajes, en lugar de un universal logos, son lenguajes mortales, capaces de promover y en ocasiones de expresar mutaciones.” (P. 32)

“Cuando Gogol escribe su obra maestra relativa a la inscripción de almas muertas, explica que su novela es poema, y muestra cómo, en qué puntos, la novela debe ser necesariamente poema. Es muy posible que Foucault, en esta arqueología, no construya tanto un discurso de su método como el poema de su obra precedente, y alcance ese punto en el que la filosofía es necesariamente poesía, vigorosa poesía de lo que se dice, que es tanto la del no-sentido como la de los sentidos más profundos. De alguna manera, Foucault puede declarar que nunca ha escrito más que ficciones, pues, como hemos visto, los enunciados se parecen a sueños, y todo cambia, como en un caleidoscopio, según el corpus considerado y la diagonal trazada. Pero de otra, también puede decir que siempre ha escrito algo real, con algo real, pues todo es real en el enunciado, toda realidad es en él manifiesta.” (p. 37- 38)

“El saber no es ciencia ni siquiera conocimiento; tiene por objeto las multiplicidades precedentemente definidas, o más bien la multiplicidad precisa que él describe, con sus puntos singulares, sus emplazamientos y sus funciones. «La práctica discursiva no coincide con la elaboración científica a la que puede dar lugar; el saber que forma no es ni el esbozo rudimentario ni el subproducto cotidiano de una ciencia constituida…. Lo esencial es haber descubierto y recorrido esa tierra desconocida en la que una forma literaria, una proposición científica, una frase cotidiana, un no-sentido esquizofrénico, etc., son todos ellos enunciados, sin embargo, sin común medida, sin ninguna reducción ni equivalencia discursiva. Este punto nunca había sido alcanzado por los lógicos, los formalistas o los intérpretes. Ciencia y poesía, las dos son saber.” (p. 39)

La multiplicidad supera la binariedad

Lo binario ni el yo pienso egolátrico, funda u orienta la investigación, es más bien la multiplicidad que se devela en una topología, en un espacio: “La multiplicidad no es axiomática ni tipológica, sino topológica: "Riemann ha creado la noción de «multiplicidad», y de géneros de multiplicidades, en relación con la física y las matemáticas. La importancia filosófica de esta noción aparece después en Husserl en Lógica formal y Lógica transcendental, y en Bergson en el Ensayo.” (p. 32) “ El libro de Foucault representa el paso más decisivo en la teoría-práctica de las multiplicidades. Ésa es también, de otra manera, la vía de Maurice Blanchot en la lógica de la producción literaria que elabora: el vínculo más riguroso entre el singular, el plural, el neutro y la repetición, a fin de rechazar a la vez la forma de una conciencia o de un sujeto y el sin-fondo de un abismo indiferenciado. (p.33). “La arqueología se opone a las dos principales técnicas empleadas hasta ahora por los «archivistas»: la formalización y la interpretación. A menudo los archivistas han pasado de una de esas técnicas a la otra a lo efectivamente dicho; incluso las carencias y los blancos que aparecen en ellos no deben confundirse con significaciones ocultas pues tan sólo señalan su presencia en el espacio de dispersión que constituye la «familia». Y a la inversa, si es difícil llegar a esa inscripción del mismo nivel que lo que se dice, ello se debe a que el enunciado no es inmediatamente perceptible: siempre está recubierto por las frases y las proposiciones. Hay que descubrir el «zócalo», pulirlo, incluso elaborarlo, inventarlo. Hay que inventar, perfilar el triple espacio de ese zócalo; sólo en una multiplicidad a constituir puede crearse el enunciado como inscripción simple de lo que se dice.” (34-35). “Pero la originalidad de Foucault radica en su manera particular de determinar los corpus: no lo hace ni en función de frecuencias o de constantes lingüísticas, ni en virtud de cualidades personales de aquellos que hablan o escriben (grandes pensadores, hombres de Estado célebres, etc.). François Ewald tiene razón cuando dice que los corpus de Foucault son «discursos sin referencia», que el archivista evita casi siempre citar los grandes nombres. Pues el archivista no elige las palabras, las frases y las proposiciones de base ni según la estructura ni según un sujeto-autor del que emanarían, sino según la simple función que ejercen en un conjunto: por ejemplo, reglas de internamiento en el caso del manicomio, o bien en el de la prisión; reglamentos disciplinarios en el caso del ejército, de la escuela.” (p.36). Los enunciados no son palabras, frases ni proposiciones, sino formaciones que únicamente se liberan de su corpus cuando los sujetos de frase, los objetos de proposición, los significados de palabras cambian de naturaleza al tomar posición en el «Se». (p. 37)

El poder, Máquinas Abstractas, Agenciamientos

El poder carece de esencia, es operatorio. No es atributo, sino relación: la relación de poder es el conjunto de las relaciones de fuerzas, que pasa tanto por las fuerzas dominadas como por las dominantes: las dos constituyen singularidades. (46)

Foucault conoce perfectamente la represión y la ideología; pero, como ya Nietzsche había visto, éstas no constituyen el combate de las fuerzas, sólo son el polvo levantado por el combate… 48


“A qué llama Foucault una máquina, abstracta o concreta (Foucault hablará de la «máquina prisión», pero también de la máquina escuela, de la máquina hospital…)? Las máquinas concretas son los agenciamientos, los dispositivos biformes; la máquina abstracta es el diagrama informal. En resumen, las máquinas son sociales antes de ser técnicas. O más bien, existe una tecnología humana antes de que exista una tecnología material.” ( p.59)

“De la misma manera que los enunciados son inseparables de regímenes, las visibilidades son inseparables de máquinas. No es que toda máquina sea óptica, sino que toda máquina es un ensamblaje de órganos y de funciones que permite ver algo, que saca a la luz y pone en evidencia (la «máquina prisión», o bien las máquinas de Roussel). Raymond Roussel ya establecía la fórmula más general: una luz primordial que abre las cosas y hace surgir las visibilidades como relámpagos y centelleos, como «luz secundaria» (p.77)

“No se trata de una historia de las mentalidades, ni de los comportamientos. Hablar y ver, o más bien los enunciados y las visibilidades son Elementos puros, condiciones a priori bajo las cuales todas las ideas se formulan y los comportamientos se manifiestan en un momento determinado.” (p.79)

El uso de los placeres saca la conclusión de todos los libros precedentes cuando muestra que lo verdadero sólo se presenta al saber a través de las «problematizaciones», y que las problematizaciones sólo se hacen a partir de «prácticas», prácticas de ver y prácticas de decir. (p.83)

Topologías… Topología: «pensar de otro modo»

Los estratos son formaciones históricas, positividades o empiricidades. «Capas sedimentarias», hechas de cosas y de palabras, de ver y de hablar, de visible y de decible, de superficies de visibilidad y de campos de legibilidad, de contenidos y de expresiones. Estos últimos términos los tomamos prestados de Hjelmslev, pero para aplicarlos a Foucault en un sentido totalmente distinto, puesto que el contenido ya no se confunde con un significado, ni la expresión con un significante. Se trata de una nueva distribución, muy rigurosa. El contenido tiene una forma y una sustancia: por ejemplo, la prisión, y los que están encerrados en ella, los presos (¿quién?, ¿por qué?, ¿cómo?). (p. 66)

Ver, oír

Si a Foucault le gusta enunciar y descubrir los enunciados de los demás, es porque también tiene una pasión por ver: lo más característico de él es la voz, pero también los ojos. Los ojos, la voz. Foucault siempre ha sido un vidente, a la vez que introducía en la filosofía un nuevo estilo de enunciados, de acuerdo con un doble movimiento, con un doble ritmo. Por eso la arqueología se ocupa de los estratos, precisamente porque no remite obligatoriamente al pasado. Existe una arqueología del presente. Presente o pasado, lo visible es como lo enunciable: son el objeto, no de una fenomenología, sino de una epistemología. (p. 69) “Nada hay, pues, bajo el saber (aunque haya, ya lo veremos, cosas fuera del saber). Lo que equivale a decir que el saber sólo existe en función de «umbrales» muy variados, que señalan otras tantas láminas, separaciones y orientaciones en el estrato considerado.” (p.70)

Muerte del cogito y nacimiento del indeterminado espacio tiempo

Esta búsqueda de las condiciones constituye una especie de neokantismo característico de Foucault. Existen, sin embargo, diferencias esenciales con Kant: las condiciones son las de la experiencia real, y no las de toda experiencia posible (los enunciados, por ejemplo, suponen un corpus determinado); están del lado del «objeto», del lado de la formación histórica, y no del lado de un sujeto universal (el propio apriori es histórico); y tanto unas como otras son formas de exterioridad… apartir de ahí se explica fácilmente que exista una primacía del enunciado sobre lo visible: La arqueología del saber puede reivindicar un papel determinante de los enunciados como formaciones discursivas. Pero las visibilidades no son menos irreductibles, puesto que remiten a una forma de lo determinable que no se deja en absoluto reducir a la de la determinación. Ésa era la gran ruptura de Kant con Descartes: la forma de la determinación (yo pienso) no se basa en un indeterminado (yo soy), sino en la forma de un puro determinable (espacio-tiempo). El problema fundamental es el de la coadaptación de las dos formas, o de los dos tipos de condiciones, que tienen distinta naturaleza, Ese problema transformado lo volvemos a encontrar en Foucault: la relación entre los dos «existe», entre la luz y el lenguaje, entre las visibilidades determinables y los enunciados determinantes… (79-80)

Ejercicio del poder, microfísica del poder

¿Qué es el Poder? La definición de Foucault parece muy simple, el poder es una relación de fuerzas, o más bien toda relación de fuerzas es una «relación de poder». (p.89)

Por eso las grandes tesis de Foucault sobre el poder, tal y como las hemos visto precedentemente, se desarrollan en tres apartados el poder no es esencialmente represivo (puesto que «incita, suscita, produce»); se ejerce más que se posee (puesto que sólo se posee bajo una forma determinable, clase, y determinada, Estado); pasa por los dominados tanto como por los dominantes (puesto que pasa por todas las fuerzas en relación). Un profundo nietzscheísmo. Uno no pregunta, «¿qué es el poder, de dónde viene?» Uno pregunta, ¿cómo se ejerce? Foucault dirá que el poder remite a una «microfísica». A condición de que «micro» no se entienda como una miniaturización de las formas visibles o enunciables, sino como otro dominio, un nuevo tipo de relaciones, una dimensión de pensamiento irreductible al saber: conexiones móviles y no localizables. (p. 90,93)

Aparatos y Reglas

Saber y poder, reglamento y ejercer o ejercicio

“François Chátelet dice: «el poder como ejercicio, el saber como reglamento» El estudio de las relaciones estratificadas de saber culminaba en la arqueología. El de las relaciones estratégicas de poder comienza con Vigilar y castigar y culmina paradójicamente en La voluntad de saber. (p.93).” Foucault señala que toda institución tiene necesariamente dos polos o dos elementos: «aparatos» y «reglas» (p.95). “La institución es biforme, bifaz (el sexo, por ejemplo, es a la vez el sexo que habla y que hace ver, lenguaje y luz.” (p.96)

Ver, hablar es exteriorizar

Si ver y hablar son formas de exterioridad, pensar se dirige a un afuera que no tiene forma: “Pensar no depende de una bella interioridad que reuniría lo visible y lo enunciable, sino que se hace bajo la injerencia de un afuera que abre el intervalo y fuerza, desmembra el interior. «Cuando el afuera se abre y atrae la interioridad…». (p 107) “Bajo lo universal existen juegos de singularidades, emisiones de singularidades, y la universalidad o la eternidad del hombre sólo son la sombra de una combinación singular y transitoria contenida en un estrato histórico. (p.110)

Pliegues

Ahora bien, existen cuatro plegamientos, cuatro pliegues de subjetivación, como en el caso de los ríos del infierno.

El primero concierne a la parte material de nosotros mismos que va a ser envuelta, incluida en el pliegue: entre los griegos, era el cuerpo y sus placeres, los aphrodisia; pero, entre los cristianos, será la carne y sus deseos, el deseo, una modalidad sustancial totalmente distinta. 124 

El segundo es el pliegue de la relación de fuerzas, en sentido estricto; pues la relación de fuerzas siempre se pliega según una regla singular a fin de devenir relación consigo mismo; no es lo mismo cuando la regla eficiente es natural, o bien divina, o racional, o estética… El tercero es el pliegue del saber, o pliegue de verdad, en la medida en que constituye una relación de lo verdadero con nuestro ser, y de nuestro ser con la verdad, que servirá de condición formal a todo saber, a todo conocimiento: subjetivación del saber que no se realiza en modo alguno de la misma manera entre los griegos que entre los cristianos, en Platón, en Descartes o en Kant. El cuarto es …. La lucha por la subjetividad se presenta, pues, como derecho a la diferencia y derecho a la variación, a la metamorfosis (p.125-126).

Este es nuestro Foucault, el que busca en pliegues, en el yo exteriorizado todo lo que lo circunda, somos materia exteriorizada, somos devenir como lo sugiere el epígrafe en el que la flor deviene abeja y viceversa en la infinidad de líneas de fuga, de devenires.

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