La Historia más bella del amor *

Enigmático y esquivo es el amor, para saberlo hay que deslizarse por la alcoba, incluso por el confesionario, o por los rastros de los primeros hombres, por la huelga del mundo moderno y hasta por la plaza pública en donde los hippies de mayo del 68 quisieron imponer su teología dictatorial del orgasmo obligado. Pues la verdad sea dicha, Occidente ha pretendido encerrar el sexo para endosarlo a Dios y al poder que requieren de su energía, no gastarla en distracciones de la carne considerada pecaminosa. Toda Europa participó de esa cruzada, desde luego que incluye la Edad Media, El Renacimiento y la Época Moderna “Occidente de las reformas verdaderamente pretendió encerrar el sexo.“ p. 70. Se invade la vida privada, se la intercepta, se la captura. Y ante tanta represión la cultura la expresa, la recrea, entones se da rienda suelta a lo que se quiere ser, a lo reprimido como en la película de Calígula que muestra una pretendida libertad sexual pero no vivida en esa sociedad, el film proyecta una práctica que no fue, todo lo contrario, del mundo antiguo vienen esas coacciones al amor, al sexo, luego administradas y potenciadas por el catolicismo.

La Antigüedad


En suma, un tema, el amor. Un libro*, varios autores, el cual citaremos entrecomillas. ¿Existe desde siempre el amor? Todo depende y varía según sea la época, el lugar y sus actores, a cómo se le entienda. Instintual de seguro lo fue con sus primeros hombres acá en la tierra, gastaban mucha energía en cazar, en poder sobrevivir a las adversidades de su medio, entonces la reproducción para conservar la especie obraba por instinto de conservación, poca cosa refinada de flirteo tan propio de las sociedades más complejas en sus estructuras organizativas y ya sedentarizadas. Relacionamiento tosco llamaríamos en nuestros días, no muy distante de las otras especies animales que copulan sin mayores elaboraciones de coquetería. Claro que existía un sentimiento amoroso. A decir de los autores “La historia del amor se resume en tres palabras, en tres esferas: sentimiento, matrimonio, sexualidad. O si se prefiere: amor, procreación, placer.”  p.9.

Es de advertir que el ascetismo de la carne viene desde la antigüedad, no es propio del cristianismo, éste sólo lo toma, lo potencia y lo desarrolla: “Ya lo ha explicado Paul Veyne: los romanos inauguraron la condena de la sexualidad, instauraron una especie de puritanismo de la virilidad, limitaron la vida sexual al matrimonio y condenaron el aborto. El cristianismo generaliza esta moral y le añade un nuevo motivo: la exigencia de pureza, justificada por la inminencia del fin del mundo. San Pablo lo anuncia: «Os digo, hermanos, que el tiempo se hace breve. Los que ahora tenéis mujer vivid como si no la tuvierais.» ¡Y algunos extremistas de la pureza llegarán a castrarse! Es la gran novedad: ¡la carne es pecado! Y más todavía: el pecado original es un acto de la carne (mito de Adán y Eva).” p. 57. Entre el hombre y su mujer legítima no cabe el sentimiento (que debilita el alma) y aún menos el placer (que agota el cuerpo). Peor todavía: la carne se convierte en pecado. p.9

El Medioevo


Y ¿en la Edad Media? Ella es sinónimo de opresiones. Allí la Iglesia pone el acelerador a las doctrinas de la Antigua Roma y  Grecia para operar la economía del amor, para garantizar su monopolio, amor es tan sólo un verbo que se puede conjugar con los preceptos religiosos, el amor verdadero estará destinado tan sólo Dios, el cura prestará su oreja en el confesionario para encausar y arriar a las ovejas. El pecado es el gran dispositivo, el gran aparato regular a través del miedo. El infierno está destinado para los pecadores de la carne. Por eso el sexo es reprochado y con éste a la mujer que lo inspira según el mito cristiano de la creación. Lo ideal es estar sólo, si no se puede, entonces el matrimonio es aconsejable, pero cuidado, en casa el hombre debe comportarse como si la mujer no existiera, San Pablo lo anuncia: «Os digo, hermanos, que el tiempo se hace breve. Los que ahora tenéis mujer vivid como si no la tuvierais.» “¡Y algunos extremistas de la pureza llegarán a castrarse! Es la gran novedad: ¡la carne es pecado! Y más todavía: el pecado original es un acto de la carne.” p. 57  “Entre el hombre y su mujer legítima no cabe el sentimiento (que debilita el alma) y aún menos el placer (que agota el cuerpo)... la carne se convierte en pecado.” p.9 El ideal era la virginidad, certificado moral de buena de conducta. Anotemos de paso, un salvavidas fue lanzado a los pecadores para tratar de sacarlos del Infierno, y éste fue el Purgatorio, representó la posibilidad de purgar, de limpiar los pecados.


¿Y El amor Cortés es liberador de esa opresión de labmoral sexual? Para nada, por el contrario, el potencia esos ideales cristianos, no libera de sus ataduras a las que fue llevado el sentimiento amoroso, incluso la mujer sigue sometida, y peor aún es como un ejemplar de ganado que los señores feudales transan en plaza pública. El amor es peligro para los hombres que quieren ser señores de sí mismos “cualidad necesaria para poder mandar a otros.” “Este señorío en sí mismo militar obliga a no ceder a los sentimientos. Y en una institución noble como el matrimonio tampoco se trata de caer en una atmósfera sentimental.” p 44 Esta moral cristiana que reprime el sexo perdura incluso hasta en nuestros días, por ello ha de decirse para bien o para mal que todos somos de alguna manera medievalistas.


Un gran invento religioso vendrá: el sacramento del matrimonio dado en el siglo X pero celebrado propiamente dentro de la iglesia e impondrá su modelo: la indisolubilidad y la monogamia. p.53  “El año 1215 ha marcado profundamente la psicología y la cultura de Occidente. Ese año se decretó la obligación de los cristianos de ambos sexos, a partir de los catorce años, de confesarse por lo menos una vez al año, lo que culminará con la comunión pascual y el examen de conciencia, base de nuestra introspección y del psicoanálisis (pero el confesionario sólo será inventado en el siglo XVl y se generalizará en el xvu). También en 1215 el cuarto concilio de Letrán, que reúne a los obispos cristianos bajo autoridad del Papa, decreta obligatoria la publicación de las amonestaciones un mes antes del matrimonio.” p. 54


El Renacimiento


El Renacimiento es una extensión de esa cruzada contra el sexo, poco hay del renacer del hombre, continúa su encadenamiento, no es más que la expansión del oscurantismo. La carne es sinónimo de pecado, incluso en el matrimonio legítimo, el ideal deseado era vivir para amar al solterón de Cristo y a la casta María, pues el placer agota el cuerpo, distrae a la fe religiosa. Además desde los señores medievales se evitaban distracciones que los alejara de su poderío, el amor: un sentimiento peligroso.


Jacques Solé: ”Hay que desconfiar de la mitología liberal acerca del Renacimiento, muy excesiva. La sociedad del Antiguo Régimen también intentó hallar un compromiso entre la necesidad social de la reproducción y el control del placer y del sentimiento. Algunos aspectos del siglo xvi continúan siendo medievales: durante este período, sigue reinando el matrimonio cristiano de la Edad Media, fundado en el consentimiento mutuo de los cónyuges. Pero se producirá un movimiento contradictorio: por una parte, la Reforma y la Contrarreforma, con la ayuda del Estado absolutista, harán todo lo posible por reprimir el amor y la sexualidad; por otra parte, de manera espontánea, los individuos experimentarán una lenta transformación que desarrolla una nueva libertad sentimental.”

“El año 1215 ha marcado profundamente la psicología y la cultura de Occidente. Ese año se decretó la obligación de los cristianos de ambos sexos, a partir de los catorce años, deconfesarse por lo menos una vez al año, lo que culminará con la comunión pascual y el examen de conciencia, base de nuestra introspección y del psicoanálisis (pero el confesionario sólo será inventado en el siglo XVl y se generalizará en el xvu). También en 1215 el cuarto concilio de Letrán, que reúne a los obispos cristianos bajo autoridad del Papa, decreta obligatoria la publicación de las amonestaciones un mes antes del matrimonio.” p. 54

Paul Veyne: los romanos inauguraron la condena de la sexualidad, instauraron una especie de puritanismo de la virilidad, limitaron la vida sexual al matrimonio y condenaron el aborto. El cristianismo generaliza esta moral y le añade un nuevo motivo: la exigencia de pureza, justificada por la inminencia del fin del mundo. San Pablo lo anuncia: «Os digo, hermanos, que el tiempo se hace breve. Los que ahora tenéis mujer vivid como si no la tuvierais.» ¡Y algunos extremistas de la pureza llegarán a castrarse! Es la gran novedad: ¡la carne es pecado! Y más todavía: el pecado original es un acto de la carne. 57

“Pero debemos aceptar que en la historia pueden cohabitar cosas contradictorias. El amor ha producido libertades y  presiones en la Edad Media. Y la sexualidad no es uno de los campos más tolerantes e ilustrados de la Edad Media. Cuando se reflexiona, como yo, a largo plazo, se tiende a privilegiar el carácter liberador. Por ejemplo, el modelo literario del amor cortés se encuentra hasta en nuestros días en la galantería que se acostumbra ejercer con las mujeres…. La joven es como un ejemplar de ganado, vendida en el merado conyugal. El amor está excluido de la transacción.” 66


“Las que aprovechan el flirteo se sitúan a medio camino entre la inocente y la liberada. También las esposas disfrutan del flirteo: se entregan a juegos sensuales sin comprometerse verdaderamente. Este nuevo erotismo difunde más suavidad. La sexualidad conyugal cambia y comienza a nombrarse el placer femenino. Algunos médicos audaces aconsejan a los maridos que recurran más a la ternura. La pareja conyugal se erotiza. La influencia de las prostitutas también interviene, de manera indirecta: el joven introduce en el lecho conyugal refinamientos que ha aprendido con ellas. En todo caso es uno de los grandes temores de los moralistas: que la

alcoba se transforme en lupanar…” 108


“Creo que la cultura es en primer lugar una gran ilusión, como opinaba Freud de la religión... Una ilusión que nos da a Shakespeare y a Montaigne, lo que no es poco. La cultura suele ser la expresión de un deseo rechazado, sublimado, y hay que distinguirla de la realidad social.”


La Revolución Francesa


En la Revolución Francesa, “se proclama que la familia debe estar regida por las mismas leyes de la nación: libertad e igualdad. Se crea entonces el contrato civil del matrimonio, «gloria oculta de la revolución», como dice el jurista Jean Carbonnier. Ahora el matrimonio es laico, se apoya en el consentimiento libre de dos voluntades.


Pero creo que, en definitiva, ganaron entre 1789 y 1792 con la legislación revolucionaria del matrimonio, del divorcio, de los derechos sucesorios y con la idea de su papel fundamental en la educación ciudadana de los hijos, que apunta a una nueva sociabilidad mixta. Y, en última instancia, también progresó la relación amorosa: a pesar de todo, la Revolución dibujó el esbozo de un mundo donde las relaciones humanas pueden ser diferentes. Habrá que esperar más de un siglo, pero la idea ya estaba sembrada.” p. 93

“En las casas burguesas, la noche de bodas es toda una prueba. Es el duro momento de la iniciación femenina, que efectúa un marido que ha conocido la sexualidad venal. De allí proviene la costumbre creciente del viaje de bodas, para evitar un momento tan molesto al entorno familiar... La alcoba de los esposos, donde se refugia la sexualidad conyugal, es un santuario y el lecho un altar donde se realiza el acto sagrado de la reproducción. Por lo demás suele estar rematado por un crucifijo. El cuerpo está siempre cubierto de ropa. La desnudez completa sigue siendo algo excepcional hasta el siglo xx (la desnudez evocaría demasiado el burdel). Es lícito todo lo que facilita la concepción.”  p. 99

“... El divorcio, instaurado en 1792 por los revolucionarios y su primido en 1816, se restablece en 1884. Miles de mujeres lo reclaman. Pero el adulterio es el gran tema del momento.”


Consideraciones


“El amor no es democrático, no responde ni a la justicia ni al mérito. Sigue siendo del orden de las preferencias, es decir de la elección inducida por un ser en detrimento de otro. ¿Por qué enamorarse de x y no de y? Porque x te hace temblar y en cambio y te deja frío. Y es posible enamorarse de una basura que te volverá loco de dolor. En el 68 murió el angelismo del deseo y del sentimiento, la idea de que todo lo relacionado con el sexo es maravilloso. Hoy sabemos que el amor conlleva dependencia, abyección y servidumbre tanto como sacrificio y transfiguración. Tenemos que volver a descubrir esta complejidad del amor.” 145


Mona Ozouf ya lo ha observado: el reverso de la libertad es nada menos que la angustia de vivir, la dificultad de ser y la imposibilidad de hallar fuera de uno mismo la razón de un fracaso amoroso. Esta libertad nos pesa, puede desorientarnos…


Me gusta la idea de que el amor es una fuerza cósmica, como la gravedad: una atracción que nos empuja hacia el otro. Newton, por lo demás, buscaba una ley del amor, creía que los planetas, al igual que los seres humanos, se atraían, «se amaban» 150 - 152

... Construir una persona es un trabajo constante. Decía Michel Foucault: «Trabajar es mantenerseven la duda y la inquietud.»

* La Historia Más Bella Historia De Amor. Dominique Simonnet, Anagrama. 2004

Los eentrecomillado son de este libro con su respectiva pagina.

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