Por SAMUEL LACROIX


Vladimir Safatle. “Este nuevo régimen es post-traumático”

Mis en ligne le 28/11/2018 | Mis à jour le 28/11/2018

La elección de un presidente de extrema derecha, nostálgico de la dictadura, hunde al Brasil en lo desconocido.  Ahora bien, las causas de este voto son, según los análisis del filósofo brasileño Vladimir Safatle, más profundas de lo que se cree.

VLADIMIR SAFATLE

Profesor de filosofía de la Universidad de São Paulo, ha publicado numerosas obras en portugués y en francés, entre las cuales La Passion du négatif. Lacan et la dialectique (Vrin, 2010).  Tiene una crónica en al diarioa Folha de S.Paulo.

La victoria de un candidato como Jair Bolsonaro ¿es inédita en el mundo de hoy?

Vladimir Safatle: Complètement.  Brasil se vuelve así el laboratorio mundial donde se articulan el ultra-neoliberalismo y las tendencias autoritarias y fascistas.  Esto puede recordar la era Pinochet en Chile, pero la diferencia es que Bolsonaro ha sido elegido, contrariamente al dictador chileno.  Esto es algo completamente singular en América, y crea una presión nueva que vamos a descubrir. Por otra parte, en el mundo de hoy, son más bien los regímens antiliberales los que triunfan.  ¿Cómo fue que esta fórmula inédita llegó al poder? No por un proceso abierto y transparente, como es el caso en las democracias liberales, sino por una campaña oscura, cuyo despliegue nadie lo midió.  SE hizo principalmente por la mensajería WhatsApp con 50 millones de mensajes diarios enviados por el equipo de Bolsonaro. Muchos videos que fueron colgados fueron alterados, mezclaban por ejemplo manifestaciones feministas con imágenes de mujeres desnudas profanando objetos sagrados.  Estoy persuadido que este tipo de métodos, inaugurado en el Brasil, pronto será utilizado en otros países.



¿Por qué el recuerdo de la dictadura militar no fue un freno para el ascenso de Bolsonaro?

Al contrario de Argentina, del Uruguay o de Chile, no hubo trabajo de memoria en Brasil.  Ningún torturador fue llevado a prisión, nadie ha sido juzgado. Y esto es tanto más verdadero cuanto que Brasil conoció una forma muy específica de violencia, fundada en la desaparición de los opositores, de las tentativas de revuelta.  Pero también se ha hecho desaparecer la dictadura, se ha negado su existencia. Actores de la dictadura se han asociado con antiguos combatientes para gobernar. Se pensaba que era una manera hábil de superar el pasado. La sociedad brasileña estaba profundamente hendida.  Hubiera debido enfrentar esa división, haber tenido el coraje de pensar a partir de la division, con el fin de crear una nueva dinámica. El reconocimiento del trauma histórico puede ser un elemento importante y central. La posibilidad de elaborar la historia y el pasado, define el horizonte del futuro y del presente.  Y este no fue el caso.



¿Cuál es el motor profundo de sus electores?

Tres grupos distintos votaron por él.  El primero, más o menos el 20 %, era muy consciente de su elección histórica.  Son gentes que salen a la calle para reclamar una invervención militar y que justifican la dictadura, arguyendo que ella era menos violenta que el período actual, lo que es completamente falso, pues la violencia de Estado era completamente invisible.  El segundo grupo lo componen los anti-izquierdistas, que están dispuesto a aceptar cualquier cosa con tal de golpear a los «rojos». Se quedaron metidos en una mentalidad de guerra fría. No siempre se vive en el presente, dice Freud. El tercer grupo lo constituyen personas que querían una ruptura con respectoa la política precedente.  Y como no había alternativa a la izquierda, la derecha se lo absorbió todo. Sumando las voces de estos tres grupos se obtiene una mayoría. No olvidemos finalmente que el atentado contra Bolsonaro jugó un rol fundamental. De acá en adelante todo le está permitido puesto que es él la víctima de la violencia. Este nuevo régimen es post-traumático.  Hace cinco años se le prometía a los brasileños que iban a ser la primera economía mundial. Y lo que se tiene es un país con una economía en caída libre y cuyo expresidente está en prisión. En una tal situación, había dos posibilidades. Ya sea que la soberanía del Estado regrese al pueblo, que se vuelva entonces el agente de su propia transformación.  Ya sea que el pueblo entregue la soberanía a una figura de poder central un poco mágica, que se mezcla el desencanto y la rabia. Brasil optó por lo segundo.



Entrevista hecha por MICHEL ELTCHANINOFF

Jefe de redacción de Philosophie Magazine


Tr. Luis Alfonso Paláu, Envigado, diciembre 3 de 2018.

 nº 125 diciembre de 2018



Crise humanitaire/Yémen

La vergonzosa Guerra

Mis en ligne le 28/11/2018 | Mis à jour le 28/11/2018

Según la ONU, Yemen conoce hoy «la peor crisis humanitaria en el mundo».  Or elle ne date pas d’hier… Este silencio que irradia podría explicarse por el concepto de «desrealización» forjado por Judith Butler, que por su medio llega a interrogarse sobre quienes son los buenos muertos, y por tanto cuál es la buena guerra.


Como consecuencia del conflicto que arrasa Yémen desde 2015, las Naciones unidas consideran que 21 millones de personas (sobre una población total de alrededor de 28 millones) tienen hoy una necesidad urgente de ayuda humanitaria.  7 millones estarían al borde de la hambruna, y más de un millón estarían enfermos de cólera. Por su lado, la Unicef estima que un niño muere cada diez minutos de enfermedad.  Cifras alarmantes, aterradoras. Sin embargo, hasta la publicación por parte del New York Times, a finales de octubre, de un largo reportaje sobre el conflicto, con una fotografía en la primera página de una niñita esquelética muriendo de hambre, no se hablaba de Yémen.  ¿Cómo comprender el asunto?

Dos dificultades reaparecen a menudo en boca de los grandes reporteros y de los politólogos especialistas en la región; a) lo que se juega en la guerra de Yémen no es algo evidente de explicar, y b) es difícil entrar el país para reportar sus informaciones y sus imágenes.  Laurent Bonnefoy, investigador en el CNRS, en su libro Le Yémen. De l’Arabie heureuse à la guerre (Fayard, 2017), habla de la «tecnicidad» del conflicto que opone a los rebeldes houthistes chiitas del norte, sostenidos al margen por Irán, y el régimen yemenita apoyado por una coalición sunnita conducida por Arabia Saudita y los Emiratos árabes unidos.  Agnès Levallois, consultora especialista en el Medioriente evoca, a comienzos de noviembre en las ondas de France 24 un verdadero «hueco negro de la información», consecuencia directa del bloqueo aéreo y marítimo impuesto por Arabia Saudita y sus aliados en el lugar, que explica en gran medida la extrema precariedad que golpea a los civiles.  Los investigadores añaden que la molestia frente al hecho de que Francia le venda armas a Arabia Saudita constituye por lo demás otra razón para que ignoremos semi-voluntariamente el conflicto.

Con la constatación de esta ausencia de imágenes y de testimonios sobre los yemenitas, nos topamos con lo que Judith Butler, en Vida precaria, el Poder del Duelo y la Violencia (2005, Barcelona: Paidós, 2007), llama la «desrealización» del sujeto.  Encontrando su fuente en la manera cómo se habla del él y, sobre todo, como no se habla de él, «en las omisiones del discurso mismo», esta desrealización del «Otro», de lo desconocido, del que está completamente lejos de nosotros, que hace que su vida no pueda ser aprehendido como viviente.  Que por consiguiente el Otro «no esté ni muerto ni viviente sino interminablemente espectral».  En un sentido muerto pues no lo vemos, pero él nos atormenta después de todo.  Butler desarrolla este motivo colocando ante todo adelante el desajuste edificante entre la solemnidad y la potencia del duelo, del que se beneficiaron las víctimas del 11-Septiembre y el ocultamiento de los muertos afganos o irakíes.  «¿Qué vida se juzga digna de ser vivida, qué muerte de ser llorada?», se interroga ella, preguntando en otra parte a propósito de los millares de palestino matados al mismo tiempo por el ejército israelí: «¿Tienen ellos nombres y rostros, historias personales, una familia, pasatiempos favoritos, consignas que los hagan vivir?».

A este título, es notable que una de las razones por las que repentinamente nos hemos puesto a hablar de Yémen ha sido la viva emoción suscitada por el asesinato a comienzos de octubre del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudita en Estambul.  Él sí tenía claramente un nombre y un rostro; trabajaba para un periódico estadounidense e intervenía regularmente en los plató de tv. anglosajones. La posibilidad del duelo existe por una cierta configuración social que ha dotado a esta vida de valor. Ahora bien, subraya además la Butler, «sin la posibilidad del duelo, no hay vida o, más bien, hay algo que vive que es otra cosa que una vida».  El asesinato de este hombre que estaba bien vivo suscitó una atención renovada por las vicisitudes del régimen saudí, que comprende los crímenes de guerra en Yémen.  Fotografiar y nombrar a la pequeña Amal Hussein, fue en este sentido comenzar a darles vidas espectrales y a instaurar una posibilidad del duelo.

Traducción de Luis Alfonso Paláu, Envigado, diciembre 3 de 2018.

Tomado de: Philosophie Magazine  nº 125 diciembre de 2018 Brésil/Politique

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