Historiador
Colombiakrítica
Cada quien puede hacer de su vida privada lo que se le venga en gana… pero hasta cierto punto... Mis derechos van hasta donde empiezan los de los otros. Nadie discute de la necesidad de ser nosotros mismos, de buscar y vivir una identidad anhelada, todos soñamos con nuestra isla de intimidad para hacer nuestros retiros y descansar de un día ajetreado o simplemente enajenarse de la dura realidad, dar paz y solaz a nuestro espíritu, incluso tratar de encontrar, allá en el extremo, un reposo absoluto, buscar, incluso, nuestra propia muerte, el Derecho a Morir en nuestras propias manos, el suicidio, por ejemplo.
Todo eso es cierto. Pero no se puede olvidar que el Ser es social, somos lo que somos gracias a la sociedad, no existen islas de individuos, nuestra naturaleza se funda en el ser social. Y esto quiere decir que las acciones que realizo traen consecuencias para los otros, por tanto se está en la obligación de cuidar que mis acciones no perturben, no ocasionen daños a terceros. Vale a notar de paso las consecuencias registradas en la prensa de violencias de toda clase, incluso muertes ocasionadas por reclamos ante el ruido o el humo, es el pan de cada día, en especial fines de semana.
Todo esto a raíz de lo que puede llamarse la epidemia del ruido y del tabaquismo que perturban más allá de nuestras cuatro paredes, afectando a mis vecinos. Bien es cierto, reiteramos, que cada quien puede hacer de su propia vida lo que se le venga en gana, pero lo que si no puede permitirse es que sus decisiones y acciones afecten a otros. De un tiempo para acá y en especial con ciertos modos de vivir lith de eterna rumba y desfogue, de vida idílica emulando a ricos y famosos, cantantes, modelos. Esta perturbación de la vida privada se ha incrementado con los extranjeros que tienen a Colombia como un destino turístico de sexo, drogas y rumba ofertadas en las conocidas plataformas de Renta Corta para vivienda.
Reiteramos, el ruido y el humo salido de las cuatro paredes perturban la intimidad de los vecinos que no tienen porque someterse a una dictadura de un yo ególatra y enfermizo. No creo que la gente sea estúpida, más bien es la vanidad, una excentricidad pendeja, el deseo de exhibirse de una mala manera, darse a conocer, reafirmarse de una manera negativa. No hay razón para persistir en ser mal vecino, hoy existen soluciones variadas a la mano: cigarro electrónico, rumba silenciosa con diademas o audífonos fieles al sonido, espacios insonorizados sobre todo en discotecas que no quieren pasar los niveles de decibelios permitidos.
Las autoridades tienen mucho por hacer, por el momento se cuenta con Ley de Propiedad Horizontal 675 de 2001 en su artículo 74: establece en su artículo 74 la prohibición de olores, partículas u otros elementos que trasciendan al exterior y que afecten los niveles tolerables para la convivencia. “Las señales visuales, de ruido, olor, partículas y cualquier otro elemento que, generados en inmuebles privados o públicos, trascienden el exterior, no podrán superar los niveles tolerables para la convivencia y la funcionalidad requerida en las Unidades Inmobiliarias Cerradas. En este caso, el administrador está en la obligación de hacer cumplir la Ley Antitabaco en la propiedad.”
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