Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica 


Vivir de acuerdo a las necesidades, al impulso biológico que nos comanda y nos pone en movimiento, somos un eco vital particularizado con la identidad cultural. Un día a la vez. La prioridad en primer lugar, vivir la exigencia del momento. El flujo existencial atraviesa las decisiones. El calor de estar reunidos, estar juntos es el pretexto, dos soledades que se hacen compañía. Palabras necias. Un saludo, una sonrisa efímera. Todo tan monótono, quizá raya con la estupidez. 

Otros vivimos con las compañías ausentes del trino del pájaro que no llega, de las imágenes de los libros que aún nos esperan. Qué importa. Vivir es una fuerza incontrolable a la consciencia individual de cada persona, todo se vive en mí. Lo hermoso y tedioso se miden con la vara de lo relativo, mis gustos, tus gustos, todos tan variados y dispares. Juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida sin remedio.


Lo demás, lo diferente me golpea, siento dolor por todo el cuerpo, pronto pasará, tan sólo es el reflejo de los miedos que no se van, están ahí para recordar un no sé qué, son las imágenes de un espejo que no me pertenece. En últimas nos jugamos un sueño, la vida es movimiento, sentimos motivaciones por esto, aquello y lo de más allá. Las rutinas del día a día van envolviendo la vida, automatismos que se van incorporando en nuestros cuerpos. Pero todo movimiento no es más que un afianzamiento de nuestras raíces, cada alejamiento es anclaje a nuestro terruño.


Momentos de felicidad, esperanzas, sueños, pequeños triunfos. Soñar es una palabra importante, da fuerzas para vivir, proyectarse en nuestro deseos que nos impulsan a mantenernos de pie. Esto no quita que primero está el disfrute. Después del gusto que venga el susto. Hacceidad, devenir, vivir el momento, encarnar el acontecimiento, el eterno presente. Nuestra vida y lo que nos rodea, las cosas que valen las relaciones que tejemos con ellas. Nuestra media naranja que complementa, dos soledades que se hacen compañía, dos flujos a contracorriente, el nado los une, pero todo es tan diferente como el día y la noche, pero uno y otro se contienen, no hay cara sin sello.


La vida con sus órganos son las funciones que contrarrestan la muerte. Si hay vida hay lucha, y si hay lucha, hay resistencia. Todos vamos por esas travesías de flujos existenciales que nos viven. Un día a la vez.

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