Por: Juan Pablo Durán Ortiz *
Economista
Master en Finanzas" de la Universidad Eafit
Candidato a Master en Ciencias en Estudios Urbanos y Planeación del Massachusetts Institute of Technology en Estados Unidos
Economista
Master en Finanzas" de la Universidad Eafit
Candidato a Master en Ciencias en Estudios Urbanos y Planeación del Massachusetts Institute of Technology en Estados Unidos
Luego de la disputa entre los educadores y el ministerio de educación nacional de Colombia, y haciendo un análisis rápido de las declaraciones de la Ministra de Educación Nacional, la conclusión es que las operaciones básicas sobre el presupuesto de educación simplemente no dan.
La Ministra de Educación aseveró que “un maestro en promedio se gana $2.500.000”. En esta afirmación, incorrecta y penosa, la ministra de educación se equivocó en el cálculo del promedio, que es de las operaciones matemáticas más básicas.
Desafortunadamente, esta afirmación empañó las demás gestiones que la ministra Parody ha realizado en términos de evaluación docente, jornada única, y cobertura en el sector público. Esto no es tarea fácil en un país que baja los impuestos y se compromete con la privatización de acuerdo a los parámetros de la OCDE, tiene una porción relevante de la población que con sed de venganza presiona para aumentar el gasto militar, y con un sector docente más enfocado en su salario que en la calidad educativa. No deja de asombrar que los profesores critiquen a los dirigentes colombianos sin asumir responsabilidad alguna respecto a su “falta de educación.”
Lo más desafortunado de este impase aritmético es que la opinión pública se volcó a resaltar el detalle del error de la ministra, dejando de lado lo que es realmente importante en la discusión de la educación en Colombia.
La ministra Parody explicó que su promedio era el resultado de la suma de los salarios correspondientes a los 28 escalafones docentes con que cuenta Colombia dividido por el número de escalafones. Es decir que $2.500.000 no es el salario promedio de un docente en Colombia, sino más bien el salario promedio de la tabla de escalafones en Colombia, lo cual es un dato irrelevante para la discusión que se presentaba sobre el nivel de salario de los profesores públicos. (Ver Decreto sobre remuneración docente).
Realizando el cálculo correctamente, es decir, teniendo en cuenta la cantidad de profesores que se encuentran en cada nivel del escalafón, el salario promedio de un docente en Colombia es de $1.525.235. Este monto tampoco es un dato relevante, pues como en todos los promedios pone en el mismo costal a los pocos profesores universitarios con doctorado que están en el máximo del escalafón con un salario mensual de $5.334.216, con los miles de profesores normalistas que están en la base del escalafón con un salario de $1.121.819.
La discusión sobre qué tan apropiados son estos salarios, pasa por otro tipo de análisis que tiene que ver con la capacidad de poder adquisitivo en Colombia, el nivel de salarios de otros empleados públicos, los impactos de estos salarios en el resto del mercado laboral de profesores (privados), y temas de presupuesto nacional, de sostenibilidad, y de prioridades de política pública, entre otros temas que no son el objeto de este artículo.
Lo que no da lugar a dudas son las conclusiones aritméticas, porque como dicen los profesores: “las matemáticas no mienten”. En este sentido, la ministra en sus declaraciones a los medios de comunicación el 5 de Mayo de 2015 también afirmó: “la nómina en Colombia, en una nómina de $20 billones de pesos” (Ver declaraciones). Los periodistas entrevistadores afirmaron que si se multiplica el número de docentes por el salario promedio debería dar como resultado un número similar a la nómina docente. Esto es aritméticamente correcto, esa es una de las propiedades del promedio.
Sin embargo, existen unos costos de seguridad social, financieros y administrativos inherentes a la operación de pago a los docentes que deben tenerse en cuenta en esta ecuación. También deben sumarse los salarios a directivos docentes, el reconocimiento adicional para los rectores de instituciones con más de una jornada académica, y otros sobrecostos como el auxilio de alimentación, la prima de transporte, y las horas extras, entre otros. Esta es la verdadera razón por la cual la multiplicación entre el salario promedio y el número de docentes no es equivalente a la nómina pagada por el Ministerio de Educación Nacional.
Lo interesante es que sean cual fueren los costos financieros, administrativos, sobrecostos, y otros inherentes al pago de nómina, la suma tampoco da.
De acuerdo con los datos del escalafón, el ministerio de educación le paga mensualmente a los 330.000 docentes un total de $370.200 millones como salario base. Si la nómina de educación es de $20 billones, esto quiere decir que menos del 2% del total de la nómina se invierte realmente en la base de la planta docente de Colombia. Mejor dicho, más del 98% de la nómina del Ministerio de Educación (unos $19,6 billones) se invierten en temas administrativos, financieros, y sobrecostos. Las estimaciones más altas para la nómina básica docente colombiana son menores a un billón, quiere decir que los sobrecostos, en el mejor de los casos, ascenderían al 95% del costo total de la nómina ($19 billones). Un absurdo. Qué pasó con estos $19 billones o más de gastos de nómina que no llegan a los bolsillos de los docentes?
Existen dos posibilidades: La primera es que el dato de $20 billones de nómina sea incorrecto. En este caso la ministra Parody tiene una grave falencia en los asesores que preparan sus salidas en público, pues no solo envían datos errados a la opinión pública, sino que también han sido poco efectivos comunicando los avances en educación y las responsabilidades compartidas que existen en el actual modelo, como por ejemplo aquellas con las aseguradoras en salud, con el magisterio, o con los fondos de pensiones.
La segunda posibilidad es que la nómina sea cercana a los $20 billones. A pesar que la ministra no aclaró si este era un presupuesto anual o por los cuatro años, ni tampoco que incluían estos $20 billones, el Presupuesto General de la Nación ascendió a casi $200 billones para 2014, de los cuales el sector de educación contaba con más de $27 billones (Ver PGN). Es decir que la educación se encuentra en segundo lugar de prioridad después del Presupuesto de Defensa. En este contexto, los datos de la ministra pueden estar correctos. Si este es el caso, la gran porción de los recursos de nómina no van a los educadores.
Más aún, si los datos de la ministra son ciertos, la negociación del salario docente pasaría a ser secundaria. Buena parte de la solución de los problemas educativos del país se encuentra en buscar donde exactamente se invierten (o se pierden) estos recursos de los colombianos. Tal vez la opinión pública y la mayoría de los docentes no conoce en realidad quiénes son los verdaderos destinatarios de estos recursos.
En ambos casos y en promedio, la principal reforma que parece necesitar la educación de Colombia es la de sanear las cuentas internas del Ministerio de Educación.
* Actualmente miembro de la Junta Directiva del International Bureau of Social and Economic Research (IBSER). www.ibser.org. @juanduraneco. Las opiniones y cálculos expresadas por el autor son exclusivamente su responsabilidad, y no reflejan las opiniones de ninguna institución particular.
* Actualmente miembro de la Junta Directiva del International Bureau of Social and Economic Research (IBSER). www.ibser.org. @juanduraneco. Las opiniones y cálculos expresadas por el autor son exclusivamente su responsabilidad, y no reflejan las opiniones de ninguna institución particular.
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