Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/

De los gobiernos antipopulistas, Colombia sí que lo ha sido. Consiste en tan sólo desarrollar la economía y dejar por fuera lo social, ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres, esto es en esencia el antipopulosmo. La dirigencia no ha contemplado, no ha soportado considerar que la variable económica vaya a la par con el desarrollo social, concepción sui generis en el continente en tanto los demás países si han permitido un pensamiento, una doctrina liberal. Compartimos esta tesis del violentólogo francés Daniel Pecault.

Esto ha significado en palabras llanas exclusión de los sectores más vulnerables de la sociedad, y en esta fricción, en esta puja entre una mayoría carente del goce y disfrute de las riquezas de una nación y una clase dirigente egoísta que no quiere compartir los beneficios. La centenar contención tiene su manifestación más natural producida en la violencia descarnada en cualquier intento de reivindicación social. Jorge Eliécer Gaitán lo hizo con sus discursos engañosos disfrazados de populismo, o en su época, condujeron a la población a que se mataran a machete o a bala por credos políticos, guerra abierta entre liberales y conservadores, entre comunistas y puristas. 

También ejemplo del antipopulismo en Gaitán fue el no apoyo a la huelga sindical en la década del treinta y sus esfuerzos en esta materia por acaparar, para debilitar el sindicalismo y no dejarlo prosperar para las verdaderas luchas reivindicativas. Gaitán estaba en contra de la inmigracion extranjera, xenofobia puesta en operación en la categoría amigo/enemigo. En esta lógica, la Alianza Nacional Popular –Anapo- o el Movimiento Revolucionario Liberal, creaciones políticas de puras estrategias para  contener o acabar con el movimiento popular, con los comunistas decían ellos. Recuérdese que en la historia colombiana la izquierda no ha alcanzado más del cuatro por ciento, y cuando se avizora una posibilidad de alcanzar el poder, sus dirigentes han sido aniquilados, asesinados, fueron los casos de Pardo Leal, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo.

Sostén de esta ideología antipopulista ha sido el dualismo de amigo/enemigo, categorías usadas al interior del país con las luchas regionalistas, unos se creen mejor que otros, los bogotanos son las élites ilustradas, la Atenas suramericana, y las demás puras y simples provincias atrasadas y con gentes ignorantes. O los paisas son los mejores que los costeños, y así una infinidad de variantes que exacerban racismos que ponen a sus gentes a pelearse unos contra otros, distraídos de los problemas de toda una nación, de todo un país. Pero este dualismo no se agota en el territorio nacional, también es llevado en el plano internacional creando imaginarios enemigos externos, otros gobiernos que no nos quieren dejar gobernar, nos quieren invadir.

Fue en el marco del antipopulismo donde se desarrollaron y desarrollan esas prácticas excluyentes y violentas. Donde se enquistó como parte de la cultura un miedo a un enemigo imaginario que puede estar dentro o fuera, de asustar con la delincuencia que roba y asesinan, haciendo creer que es de ahora y no de mucho tiempo atrás. Los pánicos más modernos creados en la población colombiana son hacia la guerrilla y hacia el chavismo. Es allí donde se nutre la demagogia electorera para asegurar sus votos. Además el más reciente discurso ha explotado la mentirosa seguridad democrática fustigando aún más a la población en acabar con el enemigo, ocultando el verdadero problema de cien años de antipopulismo, de no permitir las reivindicaciones propias del pensamiento liberal, que emerja el pueblo en sus sentidas luchas sociales, en la diversidad que somos. 

Esto ha sido nefasto, pues las estrategias de muerte como el narcotráfico, paramitarismo, los poderes mafiosos han pasado de agache, no han suscitado el menor repudio de la población, más bien en su oscurantismo, hacen del mal, virtud. Contener la población con antipopulismo disfrazado de discursos sociales ha dado sus resultados, el miedo bien instalado está, muchos avivan la guerra que acabará con los males, cuando el enemigo lo tenemos al frente, es el demagogo que nos hace creer que lucha por nosotros, que se hace pasar por una especie de mesías. En esta lógica el conflicto armado posibilita seguir conteniendo la movilización social. El antipopulismo nos tiene en mora de saldar la histórica deuda social. Por eso la solución del conflicto es en clave de paz, para que la democracia vibre en sus divergencias. 

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