El libro nació con el hombre, es el signo, es el gesto que hace la mano para trazar el reflejo del mundo percibido. Los grabados en piedras o papiros son muestra de esa necesidad de expresar el mundo y las cosas, expresar fantasmas que nos atormentan y no nos dejan dormir. Un libro es lo más filtrado que puede entregar un autor, un libro es una caja de herramientas, una máquina de guerra, permite usos a quien lo tiene en sus manos, enriquece acciones transformadoras. Un libro es siempre una invitación, una seducción que está allí, está ahí a la vista de todos, incluso de los distraídos. Hay libros de libros, los hay para todos los gustos, pero los hay íntimos y muy depurados de lo mejor del pensamiento, desgarradores, bellos. A estos nos queremos referir.
Ideas grandes, de frontera, es decir pertinentes para este mundo que vivimos, que nos ha tocado vivir, por ejemplo, el mundo actual necesita ser intervenido, reinventar otras formas de relación si se quiere perdurar en la existencia, en la generosidad más allá del egoísmo; reinventar el mundo del trabajo como condición ontológica, necesario para la vida (otros dirán mundos colaborativos, creativos); asumir la vida como obra de arte, la idea es de Foucault. Lo local nutre lo global, lo mejora, por eso las fronteras son superadas, nos perdemos en los laberintos para mezclarnos, no peleamos por límites. Meros ejemplos de ideas fuerza que nos vienen de fuera, justifican un esfuerzo para replicarlas. Los pensamientos locales requieren traducción.
Líneas arriba anotamos que hay libros de libros que nos entregan lo mejor, lo más hermoso. Allí ubicamos ese trabajo local que enriquece lo universal, ese pensamiento, ese acontecimiento laberíntico que supera fronteras y persiste en lo quijotesco en tierras que se creen poco fértiles o desérticas, es la persistencia ante el fracaso que tanto enseña. Entre paréntesis las ideas nuevas vienen del desierto, de los anacoretas, de los solitarios, de los que están retirados y no sumergidos en el ruido y el furor de la discusión y el debate repetitivo que no inventa, cierra paréntesis y la idea es de Serres. Quizá sería mejor haber dicho de una vez por todas que el poder editorial establecido obliga al pensamiento nómada. Del mal se hace virtud, énfasis en lo ganado y no en lo que se ha perdido.
Bienvenidos. Es lugar para la buena nueva. Nace "Piedra Rosetta." Se acabó el tiempo del miedo y la desilusión. Unos tercos, empecinados decidieron ellos hacer posible publicar más pronto que tarde, ese pensamiento marginal que por alguna razón, no acogió la industria editorial privada y universitaria en sus parcelas de poder.
El saber es sabor nos enseñó Michel Serres y Platón, todo sucede alrededor de la buena mesa, de un banquete con buenos amigos. Para el próximo año esta buena nueva se concretará, es el anuncio del traductor Luis Alfonso Paláu. Estar atentos, creed, será un paso local en lo global para lo mejor. ¡La vida entera por una experiencia!
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