Historiador
Colombiakrítica
Arlequín es variopinto, inquieto, divertido, transgresor, saltarín. Toma de aquí y de allí, mezcla todo lo necesario para el pensamiento y sobre todo para la invención. Está de partida, salir a todas partes, siempre de salida. Experimenta, se expone, lo suyo es viajar para ganar experiencias: "No existe nada humano sin experimento." Nada tan humano como la errancia, en el afuera está el mundo, se aprende en el ensayo y error. Cualidades todas éstas que definen bien la propuesta pedagógica de Michel Serres en su libro El Tercero Instruido.
Viajar para conocer. En la quietud, el pensamiento se estanca. Arlequín es el nuevo hombre, el nuevo sujeto libre para partir. Partir equivale a estar en todas partes, visitar las particiones, las divisiones que nos separan pero que él sabe integrar, las mezcla para sacar lo mejor. Él visita el mundo de las ciencias duras y blandas, ciencias exactas y ciencias humanas. Arlequín mezcla esos dos mundos, resuelve la odiosa división de científicos incultos versus sabios ignorantes.
Para conocer es necesario desplazarse, viajar, dejar los apegos, desgarrarse para abrir campo a lo nuevo por venir. Salir implica riesgos como cuando salimos del vientre materno, el paso estrecho hacia el afuera amenazaba con el ahogamiento. "Partir exige un desgarramiento que arranca una parte del cuerpo a la parte que permanece adherida a la orilla del nacimiento, en la casa de la parentela, en la casa y en el pueblo de los usuarios, en la cultura de la lengua y en la rigidez de los hábitos. Quien no se mueve no aprende nada. Sí, parte. Divídite en partes…. Partir. Salir. Dejarse seducir un día. Volverse muchos, afrontar lo exterior, bifurcarse más allá… tres primeras maneras de exponerse." (p.35s).
Conocer el mundo con nuestras propias manos, de manera directa, ir a las fuentes, sin intermediarios para la buena nueva, para la invención y no la repetición: "Para que exista un después, quiero decir algún porvenir que rebase la copia, salid de la biblioteca para correr al aire libre; si permanecéis adentro, siempre escribiréis libros hechos de libros." (p105). "Dicho de otra manera, el arqueólogo, el historiador, el latinista erudito, el cartógrafo, el filólogo… muy normalmente buscan las fuentes… ¡Me gusta decir que las fuentes atraen a los científicos porque ellas están libres de científicos." (p.106) "... no se aprende sin las culturas, los mitos, las artes, las religiones, la literatura y los contratos." (p.122) "El escritor no accede al estilo sino después de sus travesías probatorias, de la misma manera que un filósofo alcanza el pensamiento después de largos periplos en el país de la enciclopedia." (p.123)
Primero está el hacer, después el hablar. Después vendrán muchos comentarios, muchos discursos sobre lo que se ha hecho, por sus obras los conoceréis. Pero nada mejor como la obra realizada, los comentaristas están por añadidura, vienen sólo a comentar, cuando no a destrozar: "El filósofo escritor experimenta sobre la lengua construyéndola, como el gesto del artesano continúa, prolonga el linaje de su arte, alcance musical o línea de sentido, y en tanto puede, avanza. El analista se detiene, quiebra, teoriza; el escritor prosigue, guarda los vínculos, fabrica, porque cree que no se conoce nada que no se haya practicado profesionalmente. Una utilización individual del lenguaje da un conocimiento estéril de cosas muertas. Saber la lengua exige también que se la haga, que se la pruebe o se la ensaye."(p.132) "Uno se expone cuando hace, uno se impone cuando deshace. En efecto, cuando se deshace uno nunca se equivoca. No conozco mejor medio para tener siempre la razón. En desquite, no creo conocer mejor definición del hombre que el viejo adagio errare humanum est, al que le hago decir: es humano el que se equivoca. Al menos ha ensayado." (p.133).
"Frágil, desnudo, en vano, el escritor sólo se guía de un talento que nunca tiene la solidez de un método; sin escuela que lo proteja con el diálogo y la posición señalada en el grupo, sin imitador ni maestro, explora solo. Puede pues fracasar, equivocarse o perderse. Lleva este error posible y está caída eventual como heridas en el flaco de su obra. Dolor, valentía del vagabundeo para pagar la novedad. Pues se presenta todas las mañanas, extrañas maneras, imprevisibles, tan atractivas y bellas que él se levanta, de prisa, a la aurora, entusiasta de los paisajes por atravesar, apresurado por retomar el viaje rara vez familiar, frecuentemente extraordinario. Nunca sabe qué va entrar en la próxima página. Tanto peor por la caída ¡El prueba! Si pierde, no le habrá hecho mal a nadie. Y si gana, se regocijará. Al diablo las faltas. Ensaya." (p.133)
El afuera y el trabajo nos realiza, nos enseña el desarraigo, el olvido para aprehender el mundo nuevo por conocer. El saber es sabor, y para saborear, experimentar se precisa del viaje, de la errancia. El mayor error es la quietud y la repetición que inmovilizan, que niegan el conocimiento. Y mucho más dañino la repetición una y otra vez, sin parar. Los mass media retrasan generaciones enteras. Humano viene de humus, es tierra pero también humildad. La generosidad permite compartir el conocimiento y así se agrandará una y otra vez. Y todo lo que debilita esteriliza. Arlequín festivo, alegre, Arlequín viajero, inquieto, es el nuevo sabio invitado. El libro El Tercero Instruido, da fuerzas para emprender viajes, para renovarse, rejuvenecerse.
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