Historiador
Colombiakrítica
Disrupción viene a bien cuando se piensa en Nietzsche. También es coherente el filosofar a martillazos, pensar a partir del mundo concreto, sin dejar que la mera abstracción nos embriague hasta perdernos por pantanos no propios, nos aleje del mundo real para caer en puras tinieblas fantasmagóricas. Uno también puede preguntarse porqué fue posible la emergencia del filósofo que sacudió los cimientos del pensamiento oficial, de la cultura y el arte, yo no soy un hombre, soy Dinamita y de seguro lo fue en todo su mundo interior revolcado, su cuerpo y sus órganos fueron su lenguaje prioritario a escuchar antes que el lenguaje convencional. Es cierto que la locura fue la isla de su intimidad para escucharse así mismo, a otros mundos posibles, a otras razones existentes.
Veo un astro reluciente que brilla con luz propia, ese astro se llama Friedrich Nietzsche. Leo su libro Mi hermana y yo en la edición de ePubLibre y aparece de forma clara el nombre que hace filosofía a martillazos, que tiene el mundo en sus manos y lo aprehende con sus sentidos, con un nuevo empirismo transcendental, el mismo que tiene el mundo en sus manos y lo amasa con todos sus sentidos hasta su misma inconsciencia, las pesadillas son materia de trabajo para la propia consciencia.
Su vida misma es toda una experiencia filosófica lejos de los moldes repetitivos o de los acantonamientos. El pensamiento de Nietzsche es la tonalidad del alma. «El hecho de que ese mismo pensamiento gira sobre el delirio como si fuese su propio eje. Ahora bien, desde sus comienzos, Nietzsche aprende de esa propensión, pone todo su empeño en combatir la atracción irresistible que ejerce el caos sobre él, más precisamente, el abismo: hiato que desde la infancia busca… En Nietzsche, el pensamiento lúcido, el delirio y el complot forman un todo indisoluble: indisolubilidad, en lo sucesivo, criterio para todo aquello de lo que se van a sacar o no consecuencias. El hecho de que ese pensamiento implique el delirio no lo hace “patológico”, sino que, de tan lúcido, llega a la altura de la interpretación delirante, como lo exige la iniciativa experimental en el mundo moderno.» Klossowski en su libro biografico Nietzshe y el circulo vicioso. Otro libro infaltable el de Gilles Deleuze Nietzsche y la filosofía.
Nietzsche revuelca los cimientos del estrato cultural imperante que todos toman a pie juntillas y convertida en la voz cantante del pensamiento oficial. Su primer labor fue liberarse de ese pecado originario de la doma de la cultura, de la civilización occidental. Toda decisión procede por exclusión y la cultura viva no es la excepción al pensamiento dominante. Toda moneda de cambio debe acuñarse de nuevo, y lo mismo vale para los valores sociales, morales o religiosos. Toda vida es en primer término experimentación y por tanto decisión de unos valores de verdad. Es el combate contra la cultura. Nietzsche le da curso libre a sus emociones de su organismo toda vez que sale de sus crisis y se equipa con su vocabulario y conceptos para definir sus percepciones, sus afectos y sus funtores o funciones como lo definió Deleuze.
El sólo título es ya toda una revelación de una vida sin máscaras o al menos una develación de todo lo que afecta, lo que configura una existencia: la familia, el trabajo, los pocos amigos pero sobre todo el refugio de la soledad y hasta el mismo manicomio para habitar lo diferente y excluido del pensamiento. Está claro que interviene la realidad sin abstraerse de ella, ve rostros, dobles caras, cristo y el anticristo a la vez, uno es el revés del otro.
El mundo, al igual que la humanidad giran. Disrupción, soledad, ritmo, musicalidad es el espíritu Nietzscheano. Disruptivo para su época tan acostumbrada a una narrativa oficial y nada inventiva: «en mi filosofía, me he atrevido a rasgar todas las máscaras»… recuerda en Macbeth que «la vida es un cuento narrado por un idiota.»
El mostrará el camino del espíritu rebelde que se eleva sin perder nunca el polo a tierra, como los árboles que se elevan por los aires pero con raíces bastante profundas. Disruptivo en el conocer, no era el profesor de Estado sino él mismo con su voluntad de poder, con su ser intempestivo, todo aquello que se la juega en el presente con la cópula del pasado y futuro. Disruptivo también con la rigidez de la época y de su entorno familiar. Una disrupción desde una prosa musical, llena de ritmo y encarnada en sus personajes filosóficos, todos ellos llenos de vida como Zaratustra.
Nietzsche es amigo del movimiento, sube riscos y montañas, lo importante no es la altura sino la pendiente. La vida es metamorfosis y los cementerios son grandiosos monumentos sin techo donde todos reposaremos y sólo una cosa nos llevaremos: Una tenue mortaja es, finalmente, todo lo que nos llevamos a la tumba. Todo es caos, todo tiene que ser nada. «Pero el peso de la conciencia, unido al peso muerto de la edad y a mis crujientes huesos, me aplastaron finalmente y paralizaron el «valor» que ya no me asalta más. Soy un miserable gusano. Ningún acontecimiento me interesa, excepto el de mi muerte próxima.» (p.17)
Nietzsche es ejemplo de lo que puede un cuerpo, mientras más lo escucha, más desconfía de su pensamiento que lo traiciona por su inmersión cultural de la época que le ha tocado Vivir, el cuerpo es la materia prima, es el barro o el lienzo sobre el cual se imprime el espíritu del tiempo, «el sí mismo en el cuerpo no es sino una extremidad prolongada del Caos», El cuerpo y el espacio es la configuración material y espiritual, es el registro híbrido del tiempo que nos vive: «más inmediatas como a las más remotas por su origen, todo lo que el cuerpo dice —su bienestar y sus indisposiciones— es lo que mejor nos informa sobre nuestro destino. Así es como Nietzsche quiere remontarse hacia lo más lejano de sí mismo para comprender lo inmediato. Antes de describir “cómo se llega a ser lo que uno es” vuelve a poner en tela de juicio la cuestión de quién es él mismo. Nunca deja de señalar que tal o cual de sus obras fue escrita en tal o cual momento de salud, por ejemplo, en el momento que experimenta como el más bajo….
La migraña torturante que sufre periódicamente, como una agresión que suspende su pensamiento , no es una agresión exterior; la raíz del mal está en él, en su organismo: es su propio yo físico que ataca para defenderse de una disolución: ¿pero quién busca disolver? El propio cerebro de Nietzsche» Klossowski.
Nietzsche es intempestivo, refrescante en estos tiempos de proclamas de verdades y razones absolutas, nos enseña a escuchar el propio cuerpo, a sus órganos, a encontrar oposición hacia una servidumbre voluntaria llamada cultura oficial.
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