Historiador
Colombiakrítica
Es curiosa la vida, transcurre en un mar de sensaciones, todas las que se puedan ocurrir, poco importa si son unas u otras, todas son inéditas, nuestras vidas van y vienen por el río del tiempo, los momentos son siempre distintos, por más que se puedan parecer no son las mismos. Se recordará que la vida se repite en las especies pero en cuerpos diferentes, es la diferencia y repetición, es el eterno retorno en su devenir diverso, es la persitencia de la vida, es el designio biológico pero también nuestro entorno, nuestro medio favorable que nos determina y se afianza en la cultura que profesamos. Todos estamos abrigados con un ropaje cultural, que nos identifica, que nos restringe, porque toda cultura es dominación, selección de valores y como tal favorece unos y excluye otros, los que son considerados no convenientes. Así, toda decisión procede por exclusión.
Nada mejor para dar cuenta de lo diferente, de lo disruptivo, de lo que ha quedado y ronda en el afuera y que golpea con fuerza en el interior de nuestros cuerpos, nada mejor, decíamos, para dar cuenta que la vida de literatos y filósofos. Nietzsche es buen ejemplo para dar cuenta de esos mundos, de esas otras realidades que nos circundan, que nos golpean con la fuerza del caos: «Ese giro de Nietzsche se debe en gran medida al descubrimiento de Dostoievski: porque si ambos se oponen en las consecuencias que extraen de una visión análoga del alma humana, Nietzsche experimentó una fascinación infinita, incesante, por los “demonios” y lo “subterráneo” como aparecen en Dostoievski, y así se reconoce en mucho de los propósitos que el novelista ruso confiere a sus personajes… Las investigaciones de orden fisiológico y biológico de Nietzsche responden a una doble preocupación: encontrar un comportamiento análogo al mundo orgánico e inorgánico, el sí mismo en el cuerpo no es sino una extremidad prolongada del Caos… Que un pensamiento no ascienda sino descendiendo, que no progrese sino retrocediendo… la vida es un concurso de azares».
La verdad es que todo habla en nosotros, incluso cuando callamos hablamos hasta con la punta de los dedos. A decir verdad, todo nuestro cuerpo habla, mucho más allá del imperialismo de la cultura y su lenguaje que nos quiere hacer creer en una última Palabra, en una única y absoluta Verdad, en un universal abstracto. Y nada mejor para ejemplificar que el personaje nietzscheano de Zaratustra, él adviene para crear situaciones difíciles, no para dilucidarlas, sino para vivirlas, la vida como experimentación, como transformación, como metamorfosis, como caos.
Zaratustra nació, se levantó, aprendió a caminar para dejar hablar su cuerpo, sus órganos, su química y sus sensaciones. Allí emerge toda esa multiplicidad de yoes que conforman la unidad de una persona, todo eso diferente y contradictorio que somos pero que se van develando ante los ojos atentos, no es la duda la que nos vuelve locos, sino la certidumbre. Muchas de esas cosas de la vida suceden sin que ni siquiera lo notemos, todas ellas pueden resultar extrañas, como ese otro que sale en mí y que desconozco por completo, como cuando quiero morir matando, como cuando el amado mata y quiere comer del muerto porque entró ira de intensa pasión, su razón se nubló para dar paso a la bestia que estaba oculta.
Decíamos que Nietzsche es un buen ejemplo para mostrar el caos del mundo interior que toda vida es. Él supo mostrar su Yo y sus fantasmas que salen en escena como un juego de sombras. Es un juego combinatorio e indistinto entre lo consciente e inconsistente, entre lo real y lo imaginario, todo esto ambiguo constituye la unidad del Yo. Estas experiencias alucinatorias nietzscheanas, ocurren por fuera de la cultura oficial y gracias a ello le permitió sus análisis no sin ironía y con fantasía consciente.
Bien se ha dicho que la locura es exceso de imaginación, ayuda para evacuar realidades que atrapan, porque la cultura es selección, es imposición. Por eso el filósofo rebelde, despojado, renovado al precio de pagar con la enfermedad: «mi existencia es una carga espantosa», «Cualquier ser humano puede acostarse, pero cada uno se acuesta sólo porque tiene la certidumbre de que va a poder erguirse y cambiar de posición. Así sigue confiando en su propio cuerpo. Pero ese cuerpo propio no es más que un encuentro fortuito de impulsos contradictorios, reconciliados temporariamente», pero Nietzsche es una fuente inagotable que se permite gastos sin empobrecerse: «Es lo suficientemente rico: puede derrochar sin empobrecerse». En él abunda la emoción y no lo conceptual.» Nietzsche citado por Klossokwi en el Círculo vicioso, todas las citas provienen de allí.
Gracias a la introspección, a la soledad, a la sustracción de lo dominante en la cultura que nos aplasta y nos agobia, puede encontrarse vías diversas y más ágiles para una vida floreciente. Y ahora más que nunca con las denominadas redes sociales o similares, la exposición a ellas llega al término de la exageración, por allí sólo se consume, poco se producen contenidos. Hay que tener cuidado con no resbalar en la idiotez.
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