Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/
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El caos organizado nos define más que un orden total. Diferentes son las formas en que la sociedad se organiza, su diversidad es más común de lo que se le parece. Piénsese en las más de doscientas culturas existentes en el mundo con sus variedades étnicas en cada país, es toda una torre de babel, sin contar la heterogeneidad de formas de pensar que asiste a cada persona y a su vez a cada grupo al que pertenece, cada quien es un mundo diferente como suele decirse.
Pero esa diversa vida no se refleja en las culturas predominantes ni mucho menos es materia de enseñanza, todo lo contrario, todo el tiempo se nos repite en la escuela y en el trabajo esas concepciones duales de sociedades salvajes y sociedades civilizadas, desconociendo lo diverso y undívagos que somos. Siempre se nos ha dicho, por ejemplo, que las sociedades nómadas pertenecen a un estadio primario y salvaje, oponibles a las llamadas sociedades sedentes o civilizadas. Hoy sabemos gracias a investigadores como Arnold J. Toynbee, Georges Dumezil, Gilles Deleuze, que ello no era tal, que los nómadas eran y lo siguen siendo sociedades con estructura y organización propias, nada que envidiar a las sociedades sedentarias, más bien todo lo contrario, mucho que aprender de ellas en tanto que viven esa diversidad y su existencia ha sido toda una lucha paralela y en contra de la forma Estado convencional y moderna que uniformiza.
Rezagos de esta predominancia dual son la voces quejumbrosas que se escuchan con lo que denominan crisis de moral en los partidos políticos, aducen los quiebres y plasticidad en sus dogmas, en sus doctrinas de partido, denuncian a sus líderes de pasar por encima de sus normas estatutarias. Pero se pasa por alto los cambios que sufre una sociedad en sus múltiples inventos que modifican las prácticas y costumbres cotidianas en las personas. Piénsese en la revolución digital, entre muchas transformaciones, tenemos la que viene dándose en las formas de organización social, el formato tradicional de partidos políticos o de asociaciones ha venido cambiando con las denominadas redes sociales como el Facebook, por la cual pasan grandes conglomerados humanos movilizándose en causas e intereses comunes hasta el punto de poner en jaque a un gobierno, recuerde la primavera árabe o las revueltas en Grecia o España, cuyos motores esenciales han sido estas técnicas de la información y computación.
Por ello vemos en las contradicciones más unos cambios obligados por estas revoluciones sociales que unos simples berrinches de dirigentes díscolos. Un ejemplo en Colombia es lo que se ha denominado Unidad Nacional que no es otra cosa que una confluencia de voluntades de diferentes vertientes partidarias, de diferentes plataformas políticas que se unen para asegurar el poder en las contiendas electorales. Esto era impensable en décadas atrás cuando incitaban a bandos de partidos contrarios a batirse a muerte, referimos la época de la violencia en la que se mataban los liberales y los conservadores. Hoy, repetimos, estas diferencias son delgadas, y se va más bien al ritmo de los vientos renovadores emanados de la vida misma, de la fuerza de los jóvenes, de las tendencias que llaman de los grupos de opinión que se comportan a lo dictado por sus propios criterios.
Un ejemplo de los cambios que obliga los grupos humanos, a esas estructuras paquidérmicas nos viene de la llamada plataforma Uber que relaciona a conductores y clientes de manera distinta a como lo han hecho los monopolios de taxistas, son formas que se alejan de las regulaciones centralizadas y lo hacen con autonomía que da ventajas al usuario y al propietario del vehículo. Esta forma de organización autónoma es vista por algunos como una utopía de Marx: “En la sociedad comunista, nadie está encerrado en un círculo exclusivo de actividades y cada uno puede formarse en cualquier rama de su elección; es la sociedad la que regula la producción general y que me permite así hacer hoy tal cosa, mañana aquella otra, cazar por la mañana, pescar al mediodía, ocuparme del ganado en la tarde, y entregarme a la crítica luego de la comida, según lo que yo quiera, sin nunca volverme cazador, pescador, ganadero o crítico.” Estas sociedades cada vez reflejan más la variedad humana que nos constituye, alejándose cada vez más de las estructuras rígidas y semejantes más al modelo de un caos organizado.
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