Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/

La participación efectiva involucra decisiones e incidencias sobre proyectos y presupuesto. En Colombia mucho se habla de descentralización, pero la verdad no se ha podido llevar acabo, el centralismo sobre todo cuando compete al dinero y a quienes hacen de ello su negocio, a quienes viven de la teta pública no les interesa mucho que muchas manos, que la participación ciudadana se involucre en estos asuntos pese a que hoy en día la cultura de los datos abiertos, del gobierno electrónico implique transparencia y control constante.

Se ha dicho también que la participación, el control político, la protesta social han sido domadas a punta de bala, de masacres y asesinatos selectivos, recuérdese que Colombia ha sido uno de los pocos, sino el único país del hemisferio que no ha acudido a los golpes militares, el ejercicio de la violencia ha sido suficiente para controlar los brotes de protesta social a través de figuras jurídicas como estatuto antiterrorista, Estado de Excepción, doctrina de seguridad nacional, etc.

Pese al fusil el movimiento social aunque diezmado y tímido vuelve a surgir como es natural en esa ley biológica que dice que si hay vida, hay lucha, el viviente se aferra y se abre paso para mantenerse en la existencia. Hoy toma cada vez más fuerza que la verdadera democracia se da en la descentralización, no la gran relación Uno – Múltiple, el gobernante y los millones de habitantes, relaciones que de hecho son inexistentes, pues nunca el uno tiene posibilidades de la relación real con la población, existen son los mediadores, en concreto es el falseamiento de la democracia, pues a decir verdad, lo que existe es una relación económica entre unas cuantas familias que se apiñan el presupuesto público, deciden grandes obras que serán ejecutadas por sus empresas, cada contienda electoral es más bien una lucha por la joya de la corona como estila decirse, mientras que al pueblo se le da pan y circo.

Los grandes intentos por frenar esta voracidad de los recursos públicos propenden por implementar la descentralización, que las finanzas también lleguen a los territorios y a sus pobladores y sobre los mismos se tomen decisiones en la procura de la equidad, de aliviar la miseria en que se sumen la mayoría de sus pobladores, la inasistencia en los principales derechos fundamentales como son el acceso a los servicios públicos, a la educación, salud, vivienda digna…

Pongamos un ejemplo del centralismo económico. La nación tiene alrededor de 500 billones de pesos, su ejercicio de gobierno se asienta en Bogotá, todos sus ministerios se encuentran en esta ciudad, la burocracia descansa es esa ciudad de más de ocho millones de habitantes. A su vez esta ciudad capitalina tiene un presupuesto cuatrienal de alrededor de 64 billones de pesos. Medellín cuenta sólo con 16 billones y tiene casi 3 millones de habitantes, es decir Bogotá tiene cuatro veces el presupuesto de Medellín y en población tan sólo la supera en dos partes. La desigualdad es enorme, y aumenta si se hacen comparaciones con otras ciudades menores y por supuesto la miseria aumenta. A esto nos referimos cuando hablamos de descentralización, en río revuelto todo el mundo pesca, la concentración de poder favorece la apropiación vía corrupta del presupuesto público de unas cuantas familias colombianas

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