Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

No es la discusión de ideas hasta agotar lo mejor. La discusión política cambió, se transformó por la evacuación de odios. El escenario ya no es la plaza pública para discutir los asuntos públicos que convengan a la mayoría, al bienestar general. Hoy la discusión que ponía orden y prioridad para el bienestar de la mayoría fue sustituida. Ya no hay deliberaciones sino segregación de odios, ya no hay plaza pública sino redes sociales por donde fluyen y se evacúan odios y mentiras. La comunidad fue acabada por el culto al individualismo, todos quieren ser youtuber, famosos, ricos y extravagantes. Divide y reinarás: ¡He allí el triunfo del capitalismo mundial! En el mundo sólo hay un único culpable de lo que te pueda pasar: ese es tú mismo. Y si hay alguien más allá de ti mismo a quien culpar, ese es tu más próximo, el de más abajo, tu vecino... el más próximo puede ser tu peor enemigo.

Pero ¿en qué momento y cómo fue que pasó todo esto sin que siquiera se notara? El gran invento del capitalismo fue acabar con la economía política, quitar de la boca de la ciudadanía la discusión de los asuntos públicos, la vida individual no tiene nada que ver con ello. Se quitó de la boca ciudadana los grandes asuntos públicos y se cambiaron por odios y banalidades de nada que ver con la economía política, con el bienestar de todos, con la distribución de la riqueza de una nación. En la educación pública, y mayor aún en la privada, sucede otro tanto, las cátedras de historia o sus similares que brinden comprensión de la complejidad social, todas ellas son acabadas o banalizadas. Así entonces, se entra en una anestesia total que aísla de los asuntos que son comunes.


Por ello no es extraño que cada vez tengamos una ciudadanía acrítica centrada sólo en el culto al individuo y no  en el bienestar social o ciudadano. El horizonte es el triunfo personal, querer imitar a los triunfadores, llegar primero al pódium no importa que se tenga que pasar por encima de mis congéneres, sólo importa el triunfo personal. De nuevo, reiteramos, es el gran triunfo del capitalismo mundial. 


De allí también que la identidad encontrada es con el gran triunfador, el gran capitalista, y hacia los otros de la misma condición sólo queda odio y desprecio, eso de solidaridad de clase es puro cuento, allí también está el gran triunfo del capitalismo: invisibilizar las clases sociales, sólo existe es el triunfo personal, quien no sobresalga es un perdedor, la meritocracia enseña a mirar al de arriba y a despreciar al de abajo. Por ello mismo el odio a los de la misma clase, el pobre odia a quién está más bajo, a otro más pobre que él, el que está arriba, el rico, se le admira, venera, incluso se le adora. Amamos a nuestros propios verdugos, cada quien lleva a su propio fascista en lo más adentro de su ser. Por eso el pobre vota a la derecha.


Quizá el gran problema de los gobiernos democráticos es luchar contra las redes sociales que propagan falsas noticias a la velocidad de la luz buscando socavarlos, destruirlos para beneficio de los más ricos y poderosos. En política cada vez se gira más a la derecha, incluso la extrema, los pobres votan a los más ricos. Cosa que puede parecer extraña de entender si los pobres son más, según la estadística son el 99 por ciento, ¿cómo explicar que una minoría del 1% haga con ellos lo peor que se les venga en gana? Si esto es así, ¿cómo se explica la correlación de fuerzas de una mayoría que vota a sus verdugos? 


Las pasiones de odio, racista, y mejor aún, que prometan destrucción para que emerja un supuesto mundo mejor, son las que catapulta a los locos de atar, entre más fanático, más histriónico mejor, con tal que sueñe con repotenciar el reino indidivual pero esto no es más que un harakiri en una asegurada muerte de todos contra todos. El reino individual lejos de la conjugación del pronombre nosotros, de soñar con una comunidad solidaria y respetuosa del otro. Es el valor moral de la humillación y no el principio de riqueza el que hace que los pobres voten por la Derecha y no por opciones de centro o de izquierda. Divide y reinarás.

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