La Plutocracia de Medellín y su nuevo disfraz de Democracia.
Por: Alejandro Durán López
Un pequeño estudio de los principales contratistas de la alcaldía de Medellín en las últimas tres administraciones da como resultado inequívoco que un pequeño puñado de grandes empresas han absorbido casi el 70% de la contratación. De esta manera es bastante obvio la razón por la cual Medellín permanece como una de las ciudades más inequitativas del mundo. Una de las tareas básicas del Estado es la función redistributiva del ingreso. En contraste las últimas administraciones han hecho sistemáticamente lo contrario: han exacerbado la acumulación de recursos en muy pocas manos. Esas manos no solo se lucran de los recursos públicos, sino que controlan los hilos del poder en Medellín.
Se le llama Plutocracia al poder de lo público en manos de una pequeña élite económica. No existe un término más congruente con lo que pasa en Medellín. Los miembros de esta Plutocracia deciden de antemano quién será el alcalde y definen una estrategia electoral a través de las cabezas de los partidos y movimientos políticos para que esta decisión se convierta en votos.
La estrategia de disfrazar la democracia de Medellín con meritocracia e inversiones en “educación” se les agotó luego de las administraciones de Sergio Fajardo y Alonso Salazar. Para la última alcaldía decidieron entonces coordinar una alianza electorera entre el movimiento Fajardista y el partido liberal, la alianza AMA, que exitosamente logró gobernar el departamento de Antioquia y la ciudad de Medellín.
Hoy el disfraz demócrata de la Plutocracia es totalmente nuevo. Ya que Álvaro Uribe Vélez puede estar de nuevo en el juego local, quieren hacerlo administrador de los recursos de Medellín por interpuesta persona. Para lograrlo, La estrategia es inequívoca: Dividir las dos fuerzas políticas ganadoras en las elecciones pasadas y fortalecer el caudal electoral que tiene Álvaro Uribe en Medellín.
Así que la fuerza electoral Fajardista fue dividida en las candidaturas de Federico Restrepo y Alonso Salazar, y la fuerza liberal fue dividida en las candidaturas de Eugenio Prieto y Gabriel Jaime Rico. Con el caudal electoral dividido de esta manera, ninguna de las cuatro candidaturas queda con opción real de poder y se erigirá como nuevo alcalde de Medellín el nuevo representante de la plutocracia gobernante: Vélez Uribe (o al revés).
Un buen disfraz de democracia, sin embargo, necesita de algunas otras estructuras. Así que la Plutocracia paisa tiene el control editorial de los principales medios de comunicación (el periódico EL Colombiano y Teleantioquia); y controla el principal mecanismo de veeduría “ciudadana” (Medellín Cómo Vamos) a través de organizaciones bajo su control: Proantioquia, Fundación Corona, El Colombiano, y la Universidad Eafit, entre otros.
De esta manera, medios de comunicación local utilizan las formas más encarnadas de propaganda en época electoral manipulando las decisiones, acciones, y discursos de la población en el mejor sentido de Edward Bernays. Entre tanto, los mismos ciudadanos se disponen ávidamente a opinar sobre las “prioridades” de la ciudad dictadas por los expertos contratados por Medellín Cómo Vamos.
En realidad, los ciudadanos son manipulados por un pequeño puñado de empresarios. Un ejemplo ilustrativo es la empresa constructora Arquitectura y Concreto. Han sido grandes contratistas de costosas obras de ciudad incluyendo parques bibliotecas y Colegios de Calidad, al mismo tiempo sus dueños son financiadores de campañas y accionistas del Periódico El Colombiano que a su vez financia Medellín Cómo Vamos. Otros ejemplos se pueden encontrar con una mirada rápida de los bancos y aseguradoras que manejan las cuentas de la ciudad de Medellín, las empresas que ejecutan las grandes contrataciones de infraestructura de EPM, y los dueños de los medios masivos de comunicación que han recibido las grandes inversiones de “promoción de la ciudad” en las últimas tres administraciones.
La Plutocracia paisa también coopta los apellidos de quiénes fueran en el pasado personas progresistas para manipular el ideario de cambio y democracia entre los votantes. El salubrista Héctor Abad Gómez fue asesinado siendo candidato a la alcaldía de Medellín con una plataforma ideológica eminentemente humanista, balanceada y social para representar precisamente los intereses del ciudadano de a pie. Hoy su hijo Héctor Abad Faciolince se ha especializado de servir de megáfono de opinión a favor de las manipulaciones de la Plutocracia paisa que su padre nunca representó. Del mismo modo Aníbal Gaviria Correa recogió la fuerza electoral de dos apóstoles de la no violencia y el Desarrollo Endógeno: Guillermo Gaviria Correa y Gilberto Echeverri Mejía en el partido liberal. En la práctica hoy los principales alfiles políticos del alcalde trabajan en la campaña política de Álvaro Uribe Vélez, quien impulsa idearios totalmente contrarios y quién en su momento ordenó el “rescate” que terminó en la muerte de ambos.
La subordinación del expresidente Uribe a esta Plutocracia no tiene medida, condicionamientos, ni interrogaciones éticas. Esto fue demostrado últimamente por el propio expresidente cuando siguiendo órdenes de sus jefes le quitó el apoyo a la candidata Liliana Rendón contraviniendo todas las normas de su partido político. Sin embargo, esta subordinación pudiera venir de mucho tiempo atrás. De manera interesante, los empresarios que hoy apoyan irrestrictamente la campaña de Vélez Uribe a la alcaldía de Medellín fueron accionistas mayoritarios de las empresas que financiaron la expansión paramilitar en los noventas según los procesos judiciales inconclusos del parqueadero Padilla (IPC, 2010, páginas 126 - 138).
Así las cosas, el circo de la democracia en Medellín se configura en un engaño donde casi todos los líderes políticos y de opinión cumplen, consciente o inconscientemente, su papel para manipular la votación de la ciudadanía. Los únicos candidatos insubordinados son Héctor Hoyos del Polo Democrático sin alguna posibilidad real de poder, y Gabriel Jaime Rico que sin despotricar del sistema Plutocrático de Medellín se ha unido con todos los partidos y líderes sociales que no quieren seguir bajo la dictadura política y “militar” del expresidente Uribe.
Irónicamente, una de las maneras de suavizar el sistema Plutocrático de Medellín es, precisamente, participar de la democracia. Si votaran las personas que históricamente se han abstenido de votar, la manipulación por parte de ese grupo de empresarios se vuelve más difícil. Otra de las tareas importantes es que los votantes basen sus decisiones en fuentes alternativas de información. Las fuentes de información menos acaudaladas y vistosas son precisamente las más independientes y veraces. Por último, hay que dar la vuelta a la forma como los líderes comunales en los barrios deciden adherirse a los candidatos. Las maquinarias políticas permiten a los líderes de la Plutocracia manipular cómodamente las votaciones. Se deben cambiar las “disciplinas de partido” por disciplinas programáticas dónde los líderes barriales decidan a quien apoyar únicamente teniendo como base lo que más le conviene a la base de ciudadanos que representan.
Sin embargo, el cambio real del sistema político de la ciudad hacia una democracia menos plutocrática requiere de acciones mucho más sistémicas y estructurales. Las disidencias desconectadas son importantes, pero no dejan de ser violines individuales para muy pocos espectadores. La unión de los instrumentos en una orquesta sinfónica siempre será más potente y más efectiva que las disidencias.
Por: Alejandro Durán López
Un pequeño estudio de los principales contratistas de la alcaldía de Medellín en las últimas tres administraciones da como resultado inequívoco que un pequeño puñado de grandes empresas han absorbido casi el 70% de la contratación. De esta manera es bastante obvio la razón por la cual Medellín permanece como una de las ciudades más inequitativas del mundo. Una de las tareas básicas del Estado es la función redistributiva del ingreso. En contraste las últimas administraciones han hecho sistemáticamente lo contrario: han exacerbado la acumulación de recursos en muy pocas manos. Esas manos no solo se lucran de los recursos públicos, sino que controlan los hilos del poder en Medellín.
Se le llama Plutocracia al poder de lo público en manos de una pequeña élite económica. No existe un término más congruente con lo que pasa en Medellín. Los miembros de esta Plutocracia deciden de antemano quién será el alcalde y definen una estrategia electoral a través de las cabezas de los partidos y movimientos políticos para que esta decisión se convierta en votos.
La estrategia de disfrazar la democracia de Medellín con meritocracia e inversiones en “educación” se les agotó luego de las administraciones de Sergio Fajardo y Alonso Salazar. Para la última alcaldía decidieron entonces coordinar una alianza electorera entre el movimiento Fajardista y el partido liberal, la alianza AMA, que exitosamente logró gobernar el departamento de Antioquia y la ciudad de Medellín.
Hoy el disfraz demócrata de la Plutocracia es totalmente nuevo. Ya que Álvaro Uribe Vélez puede estar de nuevo en el juego local, quieren hacerlo administrador de los recursos de Medellín por interpuesta persona. Para lograrlo, La estrategia es inequívoca: Dividir las dos fuerzas políticas ganadoras en las elecciones pasadas y fortalecer el caudal electoral que tiene Álvaro Uribe en Medellín.
Así que la fuerza electoral Fajardista fue dividida en las candidaturas de Federico Restrepo y Alonso Salazar, y la fuerza liberal fue dividida en las candidaturas de Eugenio Prieto y Gabriel Jaime Rico. Con el caudal electoral dividido de esta manera, ninguna de las cuatro candidaturas queda con opción real de poder y se erigirá como nuevo alcalde de Medellín el nuevo representante de la plutocracia gobernante: Vélez Uribe (o al revés).
Un buen disfraz de democracia, sin embargo, necesita de algunas otras estructuras. Así que la Plutocracia paisa tiene el control editorial de los principales medios de comunicación (el periódico EL Colombiano y Teleantioquia); y controla el principal mecanismo de veeduría “ciudadana” (Medellín Cómo Vamos) a través de organizaciones bajo su control: Proantioquia, Fundación Corona, El Colombiano, y la Universidad Eafit, entre otros.
De esta manera, medios de comunicación local utilizan las formas más encarnadas de propaganda en época electoral manipulando las decisiones, acciones, y discursos de la población en el mejor sentido de Edward Bernays. Entre tanto, los mismos ciudadanos se disponen ávidamente a opinar sobre las “prioridades” de la ciudad dictadas por los expertos contratados por Medellín Cómo Vamos.
En realidad, los ciudadanos son manipulados por un pequeño puñado de empresarios. Un ejemplo ilustrativo es la empresa constructora Arquitectura y Concreto. Han sido grandes contratistas de costosas obras de ciudad incluyendo parques bibliotecas y Colegios de Calidad, al mismo tiempo sus dueños son financiadores de campañas y accionistas del Periódico El Colombiano que a su vez financia Medellín Cómo Vamos. Otros ejemplos se pueden encontrar con una mirada rápida de los bancos y aseguradoras que manejan las cuentas de la ciudad de Medellín, las empresas que ejecutan las grandes contrataciones de infraestructura de EPM, y los dueños de los medios masivos de comunicación que han recibido las grandes inversiones de “promoción de la ciudad” en las últimas tres administraciones.
La Plutocracia paisa también coopta los apellidos de quiénes fueran en el pasado personas progresistas para manipular el ideario de cambio y democracia entre los votantes. El salubrista Héctor Abad Gómez fue asesinado siendo candidato a la alcaldía de Medellín con una plataforma ideológica eminentemente humanista, balanceada y social para representar precisamente los intereses del ciudadano de a pie. Hoy su hijo Héctor Abad Faciolince se ha especializado de servir de megáfono de opinión a favor de las manipulaciones de la Plutocracia paisa que su padre nunca representó. Del mismo modo Aníbal Gaviria Correa recogió la fuerza electoral de dos apóstoles de la no violencia y el Desarrollo Endógeno: Guillermo Gaviria Correa y Gilberto Echeverri Mejía en el partido liberal. En la práctica hoy los principales alfiles políticos del alcalde trabajan en la campaña política de Álvaro Uribe Vélez, quien impulsa idearios totalmente contrarios y quién en su momento ordenó el “rescate” que terminó en la muerte de ambos.
La subordinación del expresidente Uribe a esta Plutocracia no tiene medida, condicionamientos, ni interrogaciones éticas. Esto fue demostrado últimamente por el propio expresidente cuando siguiendo órdenes de sus jefes le quitó el apoyo a la candidata Liliana Rendón contraviniendo todas las normas de su partido político. Sin embargo, esta subordinación pudiera venir de mucho tiempo atrás. De manera interesante, los empresarios que hoy apoyan irrestrictamente la campaña de Vélez Uribe a la alcaldía de Medellín fueron accionistas mayoritarios de las empresas que financiaron la expansión paramilitar en los noventas según los procesos judiciales inconclusos del parqueadero Padilla (IPC, 2010, páginas 126 - 138).
Así las cosas, el circo de la democracia en Medellín se configura en un engaño donde casi todos los líderes políticos y de opinión cumplen, consciente o inconscientemente, su papel para manipular la votación de la ciudadanía. Los únicos candidatos insubordinados son Héctor Hoyos del Polo Democrático sin alguna posibilidad real de poder, y Gabriel Jaime Rico que sin despotricar del sistema Plutocrático de Medellín se ha unido con todos los partidos y líderes sociales que no quieren seguir bajo la dictadura política y “militar” del expresidente Uribe.
Irónicamente, una de las maneras de suavizar el sistema Plutocrático de Medellín es, precisamente, participar de la democracia. Si votaran las personas que históricamente se han abstenido de votar, la manipulación por parte de ese grupo de empresarios se vuelve más difícil. Otra de las tareas importantes es que los votantes basen sus decisiones en fuentes alternativas de información. Las fuentes de información menos acaudaladas y vistosas son precisamente las más independientes y veraces. Por último, hay que dar la vuelta a la forma como los líderes comunales en los barrios deciden adherirse a los candidatos. Las maquinarias políticas permiten a los líderes de la Plutocracia manipular cómodamente las votaciones. Se deben cambiar las “disciplinas de partido” por disciplinas programáticas dónde los líderes barriales decidan a quien apoyar únicamente teniendo como base lo que más le conviene a la base de ciudadanos que representan.
Sin embargo, el cambio real del sistema político de la ciudad hacia una democracia menos plutocrática requiere de acciones mucho más sistémicas y estructurales. Las disidencias desconectadas son importantes, pero no dejan de ser violines individuales para muy pocos espectadores. La unión de los instrumentos en una orquesta sinfónica siempre será más potente y más efectiva que las disidencias.
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