Historiador
Colombiakrítica
Una idea se soporta sobre un real concreto, la palabra enuncia la cosa. Las palabras hacen posible retrotraer las cosas sin necesidad de que se las tenga a la mano, sería muy engorroso que para expresarse, se tuviera que tener a la mano cada una de las cosas referidas. Y en el otro extremo estaría tomar la mera idea por la cosa enunciada como sucede con la idolatría, la efigie termina absorbiendo el todo por la parte, se venera la parte por el todo, con razón y en su rechazo se acostumbra decir que obras son amores, a Dios rogando y con el mazo dando, con ello se quiere reivindicar la cosa real, la cosa en sí, los hechos.
Si bien ídolo quiere decir imagen -eidilon- es una representación de un real, es la trascendencia. Pero la imagen termina sustituyendo al real mismo, la parte es tomada por el todo, la idolatría es todo un culto, la adoración por la imagen y no por las cosas, en contraposición se dice por sus obras los conoceréis, hace referencia a los hechos y no a lo sólo abstracto. En sí, lo real termina invisibilizado, ejemplo es el amuleto que termina siendo fetiche que me recrea al real evocado. Otro ejemplo es del predicador religioso que sumerge a sus fieles en un éxtasis colectivo, la lengua que anestesia.
Si bien las solas ideas trascienden a las cosas porque nos entregan un pensamiento complejo y elaborado, no se puede caer en el menosprecio de la realidad, de lo concreto, del mundo real, tal y cual lo conocemos, lo sentimos, lo captamos a través de nuestros sentidos. Ese mundo real, ese empirismo trae sus propias contingencias que se nos presentan para vivirlas, cada amanecer nos despertamos para vivir, para encarnar lo que se nos presenta, cada día trae sus propios afanes, estos márgenes de un cierto azar no anula los planes concebidos, ambos hay que tenerlos en cuenta.
El mundo existe, es real pero es reportado en mí a través de mis sentidos, es la representación individual que me hago de él, cada quién habla de las cosas según sea lo lentes con que se mire, el espíritu habita la carne, encarna mi cuerpo. Es la relación del hombre con el mundo, con el universo, en cada momento asistimos a realidades inéditas, renovadas, por eso todo saber es provisional, todo depende de las contingencias y sus relaciones. Es verdad que las palabras se las lleva el viento, pero unas tienen el poder de cincelar nuestro cuerpo, nuestro espíritu, son los afectos que tienen el peso de un elefante sobre mis espaldas. Es la presencia real con sus eficaces cargas afectivas.
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