Por Mauricio Castaño H
Historiador
http://colombiakritica.blogspot.com/

Estas líneas las motiva el desagrado por la supersticiosa democracia. Los hechos a referir constan de seis años, cuatro meses y seis días con sus horas, minutos y segundos; en tiempo psicológico es una eternidad y en logros humanos es la estampa de la impotencia que se siente por las batallas perdidas. Los personajes son los mismos y se dividen por los intereses que representan. Los habitantes que tienen por origen la ciudad de Medellín y el lugar es el sector de la Frontera, barrio El Poblado. Allí se pagan los impuestos más altos y se reciben servicios estatales de tercera categoría, con ello se denota el desbarajuste social en que se vive, característica que hace más patética esta historia. Los otros personajes son los burócratas de gobierno, enquistados en el tiempo de nunca acabar y su un arte es la dilación: en sus labios siempre se dibuja la palabra NO. Su poder consiste en llevarse el punto, no permitir el mundo de lo posible, éste, es el mismo personaje kafkiano que obstruye y que se pasea en el Castillo. Su función existencial es precisamente hacer que las cosas no sucedan, obstruir las soluciones sencillas a problemas complejos que se demandan en el afuera. He allí su poder.

El año corriente es dos mil diez y seis del mes de mayo. Los personajes en escena es Oscar Hoyos, secretario del Medio Ambiente de la Ciudad de Medellín, y un otro patético que lleva por nombre Fabio Saldarriaga y es de los tiempos de la eternidad, toda una vida en la burocracia y su arte es el NO, hacer lo posible para que las cosas no sucedan, siempre desoye. El reclamo de los ciudadanos tiene que ver con la inseguridad en su sector, con el puñal asesino amigo de lo ajeno; con la invasión del espacio público de los venteros ambulantes que privan del placer de caminar. El hampa está allí para recaudar sus ganancias astronómicas que ningún trabajo honrado puede permitirse en ninguna vida.

Un escenario emblemático es el Bosque Ambiental de la Frontera.  Es todo, menos lo que su nombre denota, ante la mirada institucional el crimen allí se desarrolla y aprovecha la infraestructura para captar sus rentas criminales. El bosque es casi residencia con sus habituales cambuches en donde hacen sus fiestones de drogas y licor. Allí todo conspira en contra. Esos sueños idílicos de naturaleza parecen ya idos. Lo boscoso hermoso es el terror del hampa que atemoriza a los vecinos. El aire puro y los microclimas bondadosos pasan a un segundo plano. Todo parece dar crédito a la sentencia de que la vida es un proceso en demolición. El burócrata es su propiciador.

Este hecho particular es parte del todo. La supersticiosa democracia se malogra en un Estado insuficiente, inacabado, pues es defectuoso y anula lo hermoso y constructivo, su inercia  es inoperante y mata lo bueno que le ronda. Hasta donde vale la pregunta por los malos diseños provocan prácticas no deseadas. ¿la zona de parqueo desestimula el uso vehicular? ¿llama a generar aire sano? indecisiones del alcalde, hoy dice una cosa, mañana otra, que la cabalgata sí, luego que no, que restringir la ingesta de licor en sitios públicos pero entonces pensándolo bien no, ese vaivén pareciera proyectarse en todos sus funcionarios, si la cabeza principal duda, las otras remedan. Bien vale la pena revaluar estas formas de gobierno que amenazan con destruir lo bello que podamos tener. Bien vale ahuyentar el desgano que nos transfiere el mal burócrata.
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