Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

Todos experimentamos  múltiples inquietudes de la existencia, tantas como culturas haya. Por el momento, a manera ilustrativa, se me ocurren las más comunes como son: creer que las vidas tienen un destino, que todo ser nace con un plan determinado, ejemplo muy ilustrativo es la creencia en el karma, en la reencarnación, creer que el ser es tan sólo un medio  que se sirve de un cuerpo y por tanto es comandado por otro ser y éste a su vez regido por un ser superior, por otra existencia para purgar responsabilidades vividas de otro ser en otras vidas pasadas. Es el sufrimiento que se encarna y se debe purgar en vida, por eso los hindúes son renuentes a los hospitales porque impiden, no permiten vivir el karma, pagar las penas que deben purgarse. 


Otras matrices más comunes, más populares que suponen un cierto determinismo al cual todos estamos sometidos, están referidas a los designios divinos del cristianismo, la vida que nos ha tocado vivir es tinglada por las manos de Dios que pone las notas, traza el derrotero por dónde debe conducirse la vida que nos ha tocado vivir. En fin, cualquiera sea la matriz cultural de creencias y costumbres, el vivir transcurre según los trazos designados por un ser o una fuerza superior.


Son estas creencias culturales o matrices más populares, más comunes que explican y vinculan la existencia con designios o vidas superiores como suele decirse de los dioses. Pero quiero resaltar otras formas ya filosóficas de leer esta aventura llamada vida. En particular quiero evocar la concepción filosófica de Deleuze en su libro Mil Mesetas en el capítulo Devenir. Allí se libera la vida de cualquier tipo de determinismo filosófico, religioso, mítico o biológico, en fin, se presenta la vida misma que se vive y actúa en un medio específico, es decir, el individuo tiene una participación en la vida, interactúa con otras realidades, otras fuerzas, seres, incluso ondas y micro partículas que satelitan en el entorno, en nuestro medio se dice los astros que confabulan a nuestro favor.


Un primer concepto es el devenir. El concepto devenir sugiere un algo que se va dando en el ser y en el medio, en el entorno liberado de cualquier determinismo biológico o fuerza superior, es en el medio favorable donde un ser desarrolla su vida. Dice Deleuze que «un devenir no es una correspondencia de relaciones como los órganos en un cuerpo. Pero tampoco es una semejanza, una imitación y, en última instancia, una identificación… El problema no es en modo alguno el de los órganos y las funciones, y un Plan transcendente que sólo podría dirigir su organización bajo relaciones analógicas y tipos de desarrollo divergentes. El problema no es el de la organización, sino el de la composición; no es el del desarrollo o de la diferenciación, sino el del movimiento y el reposo, la velocidad y la lentitud….»


Nos hacemos mediante las pasiones, los afectos, las fuerzas que fluyen «…. Nada sabemos de un cuerpo mientras no sepamos lo que puede, es decir, cuáles son sus afectos, cómo pueden o no componerse con otros afectos, con los afectos de otro cuerpo, ya sea para destruirlo o ser destruido por él, ya sea para intercambiar con él acciones y pasiones, ya sea para componer con él un cuerpo más potente.»


Otro concepto clave es haecceidad y plano de consistencia. Recuerdos de una haecceidad. «Un cuerpo no se define por la forma que lo determina, ni como una sustancia o un sujeto determinados, ni por los órganos que posee o las funciones que ejerce. En el plan de consistencia, un cuerpo sólo se define por una longitud y una latitud: es decir, el conjunto de los elementos materiales que le pertenecen bajo tales relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud (longitud); el conjunto de los afectos intensivos de los que es capaz, bajo tal poder o grado de potencia (latitud). Tan sólo afectos y movimientos locales, velocidades diferenciales.»


Así las cosas todo determismo y todo plan está llamado al fracaso, todos nos vamos haciendo con todo, sabemos lo que vivimos en el momento pero desconocemos lo venidero, que fuerzas y que movimientos nos acechan, haecceidades.

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