Por Andrea Aldana
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El presente escrito describe hechos de violencia paramilitar en convivencia con la institucionalidad, en concreto con La Fiscalía General de la Nación colombiana. Los hechos son: asesinatos, asilados, amenazas de muerte a funcionarios incorruptibles. Este binomio institucional con la Ilegalidad del Paramilirismo da lo que el mismo presidente Gustavo Petro ha llamado Sociedad Mafiosa. Más allá lo que se ve a contraluz es una clase dirigente renuente a encarnar un Estado Nación Moderno pero sí insistente en permanecer anclado en una sociedad feudal.

Dos aspectos finales a resaltar. Nos parece interesante eso minoritario de gentes que no se doblegan ante el monstruo de muerte, uno se siente bien en saber que hay voluntades humanas que no se doblegan, resistentes, no se doblegan ante sobornos o amenazas. Es una ética que edifica la existencia, es lo primero. Lo segundo es cosa que no se explica desde el nazismo, y tiene que ver con gentes humildes, de bien , de alta sociedad y de todo tipo que siguen su vida cotidiana aceitando la máquina de muerte, la carnicería humana: el maquinista del tren que todos los días iba cargado de amor de esposa e hijos a llevar gente al matadero. Igual símil puede hacerse en Colombia con más de un millón de muertes de campesinos, líderes sociales, demócratas, activistas políticos asesinados. Recordemos que las manos, los ojos, los pies del poderoso son de todos los que le obedecen, sin ellos el no sería capaz de cometer barbarie alguna. En fin, acá el contexto que nos parece sugerente que permite dar puntadas de una historia general de la una Sociedad Famfiosa. Y los pormenores es la polémica en relación con la tardanza del nombramiento del nuevo fiscal. Y la discusión que la gran prensa empieza a cuestionar a la más opcionada a través de las opiniones legítimas de su esposo en redes sociales.


Lo importante de Gregorio Oviedo no son sus tuits sino su historia. Gregorio Oviedo era el director del CTI que, junto a Sergio Parra (investigador del CTI) y otros funcionarios, allanaron el Parqueadero Padilla el 30 de abril de 1998. En el allanamiento descubrieron todo el sistema financiero del paramilitarismo y su estructura militar.

Si luego de esto, Parqueadero Padilla lo hubiera investigado la Fiscalía, Colombia se hubieran evitado masacres, sangre campesina derramada y despojo de tierras, pero el proceso se diluyó en los anaqueles y lo fueron desmembrando hasta casi desaparecerlo en Fiscalía. Quienes sí actuaron fueron los paras: Gregorio Oviedo fue el único sobreviviente de este operativo, a 14 de sus funcionarios del CTI los asesinaron, ¡a 14!, incluido a Sergio Parra.

La orden la dio Carlos Castaño y la banda la terraza, bajo el mando del jefe paramilitar “Don Berna”, ejecutó casi todos los homicidios. Él equipo del CTI que estaba investigando a los paramilitares y sus vínculos políticos y empresariales fue exterminado y absolutamente todo sigue en la impunidad. Desde entonces, es decir, después de esa persecución y exterminio de los investigadores del CTI, se supo oficialmente que la Fiscalía de Medellín estaba infiltrada por los paras.

Y ya en 2001 llegó Luis Camilo Osorio a la Fiscalía General de la nación. Para quien no lo sepa, Osorio fue el fiscal que archivó las investigaciones contra Rito Alejo del Río y Salvador Arana, gente hoy condenada por sus vínculos con los paras, y sufría una severa ceguera voluntaria con todo proceso que le oliera a paramilitarismo. Con Osorio como FGN, muchos fiscales que investigaban los crímenes paramilitares tuvieron que irse al exilio, para salvar la vida, entre ellos Amelia Pérez. Gregorio Oviedo también salvó la suya exiliándose.

La época de Osorio fue la más oscura de la Fiscalía, tanto, que en 2012 le abrieron investigación por nexos con los paramilitares. Además, muchos de sus fiscales de bolsillo, como la exdirectora de Fiscalías de Cúcuta, Ana María Flórez (íntima de Osorio y quien le facilitó todo a Mancuso en la frontera y el Catatumbo), fueron condenados por estos nexos. En resumen, fue la época del terror judicial que permitió al paramilitarismo “refundar la patria” y hacerse al 30% del Congreso como entonces lo advirtió Mancuso. Hoy, buena parte de este proyecto político paramilitar sigue gobernando en las regiones en cuerpo ajeno, los clanes se mantienen. Y quienes quisieron investigar y parar esto, fueron asesinados.

¿Que Gregorio Oviedo parece “fanático petrista” y “bodeguero”? Eh Ave María, ese hombre tiene la historia encima y 14 de sus colegas muertos para tuitear con rabia si así lo quiere. Vio cómo a la Fiscalía se la tomaban los paras y cómo sus amigos caían por intentar detener esto. Los tuits de Gregorio Oviedo yo sí soy capaz de entenderlos, porque periodista sin contexto, no es periodista. Y todo lo anterior lo escribo solo para señalar esto: los tuits son la opinión de Oviedo, no la de Amelia Pérez. Ahora bien, si Vicky Dávila va a abrir la puerta de exigirle a Pérez que “responda” por lo que hace y piensa su familia, pues nada mal estaría que Dávila arranque con el ejemplo y nos responda a todos por lo que hace el Clan Gnecco, ¿no? Al fin y al cabo, Dávila no hace periodismo sino política tras un micrófono y la plata de un banquero.

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