Cada día trae su propio afán. Para muestra un botón, muy evidente para quien vive en zona costera, se levanta tarde sin ninguna prisa, reposado de espíritu, canturrea canciones de ritmo alegre, desayuna sin prisa, luego se va a la orilla del mar a conseguir algo de pesca para el próximo bocado del almuerzo. Y así cada día, cada levantarse cada mañana es un nuevo amanecer en el que la vida transcurre, es el instante tras instante el que se vive, el que va tejiendo ese acontecer, ese acontecimiento que es el hoy pero que es ayer y es mañana. Un día es la mañana y la noche.
El hoy es esa intensidad de tiempos pasados y futuros pero que se cuecen en el presente, en un instante. Allí la persona es actividad movida por una pasión, es proceso que va pasando, que va deviniendo, cada experiencia, todas las experiencias constituyen a la persona, constituyen al sujeto. El sujeto se constituye con lo dado, con el empirismo, con la experiencia del instante, del momento. Pero también pensamos con imágenes, con imaginaciones, como en una película que pasa y pasa imágenes en movimiento. Pensamos con imágenes.** La sociedad es un conjunto de convenciones, hábitos, costumbres fundadas en la utilidad. Cada acción, cada práctica nos determina, modela nuestro pensamiento en el aquí y en el ahora. De allí que se tenga que un cuerpo entrenado, es un cuerpo capaz de todo.
Se vive en cada momento, cada experiencia es diferente una de otra. Es cierto que una vivencia pueda mostrar o evitar rutas, pero no sólo no se experimenta por cabeza ajena, sino que toda vida precisa de caminos inéditos, nadie puede vivir en cuerpo ajeno. Uno vive dándose contra las paredes, caminando por aquí, ensayando por allá, uno se la pasa mediante ensayo y error, no hay vidas rectas, todas van como en zigzag, son un pliegue como diría Deleuze,* subidas, bajadas, diagonales, planicies, todo una multiplicidad de devenires, nunca nada estático, todo está en movimiento y en relacionamientos con otros cuerpos y cosas, la vida es movimiento y relaciones, en la quietud y en aislamiento morimos.
No hay ni centros ni límites. Sólo captar la totalidad de un instante fugaz. Un paso por la vida, un paso por el pensamiento, así se va por la vida encarnando la gran grieta que es toda existencia. Pensar la vida en sus diversos repliegues, esto es filosofía del acontecimiento. Pensar la repetición para producir lo diferente. La vida es multiplicidad y su unidad se forma sólo por procesos de diferenciación. El acontecimiento es siempre singular y no conoce ninguna figura transcendental, toda ex-periencia es diferente, cada sentir es producto del aquí y el ahora, del tiempo que me vive y del territorio que me propone sus condiciones, de clima, por ejemplo, o de lo que me puede ofrecer en la producción para alimentos y demás.
Todo pensar es producto de los órganos que transmiten sensaciones en un momento dado. Es una filosofía de sistema abierto, es decir, apto para configurarse en un nuevo encuentro. Pensar la vida inmediata y múltiple para sólo afirmar su goce soberano en sus intensidades vitales. Es este un largo y difícil aprendizaje, es un trasegar ético, ethos de la vida. No es hacer la vida fácil y la muerte sin importancia, es vivir el acontecimiento.
Es una etica de la diferencia. La diferencia es objetivar las particularidades. Es una ética de la experiencia, de las diferencias. Se expresa lo diferente y no lo común. Ex-periencia, experimentar, empirismo quiere decir, lo diferente, no lo mismo. Antaño el sabio era el experimentado, es decir, tenía muchas experiencias, mucha vida acumulada, y a él se acudía para aprender en cabeza ajena, para tener referentes y no partir de cero. Pero esto no evita que toda vida es desgarrarse, es abandonar, cambiar de piel, dejar viejos dogmas para encarnar, para habitar el acontecimiento que se nos da.
Todo este discurrir favorece el movimiento y el relacionamiento de la vida, la vida en el afuera, viviendo en el barro. Esto va en contravía de una vida que quiere la quietud y encerrarse en sí misma, renunciar al mundo, a las ex-periencias, a sentir como sucede con el místico. Es el afuera, no el encerramiento de la intimidad, sino el ser que coexiste con ese afuera, con el y en el mundo, la extimidad a decir de Lacan. Afuera quiere decir por fuera de todo interiorismo. Des- claustrar. Afuera se vive sin garantías, sin caparazón. La muerte viene de afuera. Aunque uno muere cuando deje de tener pasiones, cuando ya no desee, cuando nada lo mueve, cuando nada lo motive, motivación, por lo demás, viene de movimiento. Repetimos, el aislamiento como la quietud matan, somos seres sociales y estamos en interdependencia con el territorio. ¡Sin diversión, la vida está llena de miserias!
No existe un manual de instrucciones para vivir, pero sí existen maneras de afrontar. El coraje de vida aparta las tristezas viles y sí es consecuente con que las acciones, se correspondan con el pensar y viceversa. Que no haya cadenas de arrepentimiento ni frenos de moral pacata. Vivir sacudido por las olas, pero no hundido. La escritura vale cuando es ante todo una experiencia trastornada, aunque se puede decir que las emociones y sensaciones, aún no han encontrado un lugar de traducción en el lenguaje, toda experiencia es diferente, repetimos de nuevo. Lo que no se puede expresar, mejor callarlo. Pharmakon sigue siendo el remedio y el veneno. Cualquier desvío, todos los desvíos vienen a bien, a esto le llaman serendipidad, el arte de encontrar lo que no se estaba buscando.
Todo este decir se valió de conceptos de Gilles Deleuze tales como los de acontecimiento, diferencia, repetición, multiplicidad, devenir. Todos ellos ponen la vida en perspectiva, en un permanente hacerse. Todo acontecimiento se la juega en el presente en su balanceo del pasado y el futuro.
*Lógica del Sentido.
** Empirismo y Subjetividad. Barcelona, 1977.
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