Los Vagabundos

Por Mauricio Castaño H
colombiaKritica.blogspot
Reedición 2013

En Bogotá, al que igual que otras ciudades de la órbita terrestre, las bandas de gamines jaquean y escapan al Orden Establecido, roban pedazos de subsistencia a los ciudadanos juiciosos, serviles del sistema productivo capitalista. Las bandas de gamines más que una expresión ingenua o espontánea, es una forma organizada que disputa un lugar existencial en la Vida Regulada. Son pequeñas sociedades que se pasean por la vida, disfrutando de un hipotético derecho de no tener un peso de gobierno sobre sus vidas más que las patadas y el bolillo del policía que los acosa para expulsarlos de donde están, de donde están afeando el lugar; o huyen, cuando su suerte los acompaña, del peso asesino de los negociantes de la guerra, que les dan muerte y luego presentan como bajas dadas al enemigo. Sucios y hediondos, los vagabundos, deambulan por las calles, por toda la ciudad cuadriculada, normalizada.

El enfoque lo compartió Gilles Deleuze en «Mil Mesetas», y precisamente cita como ejemplo, en la página 365, las bandas de Bogotá, en referencia a Jacques Meunier. Estas bandas están para impedir algún poder estable como el que define a la organización Estado: «los miembros de la banda se reúnen y realizan robos juntos, con botín colectivo, pero luego se dispersan, no permanecen unidos ni para dormir ni para comer; por otro lado y sobre todo, cada miembro de la banda está asociado a uno, dos o tres miembros de la misma banda, por eso, en caso de desacuerdo con el jefe, no se irá solo, siempre arrastrará consigo a sus aliados, cuya marcha conjugada amenaza con desarticular toda la banda; por último un límite de edad difuso que hace que, hacia los quince años, forzosamente hay que dejar la banda, separarse de ella».

Estos vivientes deambulantes, son parásitos de la producción, viven de los deshechos que el sistema arroja a la basura, o de lo que pueden quitar a los soldados del sistema productivo, los obreros y empleados. Ellos no entroncan en la cadena de consumo racional del capitalismo. Viven de aquí para allá, no tienen morada fija o permanente, van ligeros de viaje, en una bolsa o costal, llevan todo su mundo. Viven en un abismo sin fondo, en la distancia moral y material. Si alguien ha representado la negación del capitalismo, son precisamente ellos, los gamines, los vagabundos.

Su combate viene de la racionalización del Estado, todo deberá estar bajo su control, quien quiera vivir será bajo sus condiciones. La fábula lo ha ilustrado bien, el perro salvaje y el domesticado. Aquel le recrimina por el collar que lleva puesto sobre su cuello, símbolo de sometimiento, de domesticación. Pero este revira exponiendo sus ventajas: no vive en la incomodidad, incertidumbre y vagabundeo para tratar de obtener un bocado de comida. Para uno, el precio que paga por la comodidad es su propia libertad, mientras que para el otro el precio que paga por estar libre es vivir preso en la incertidumbre, en el deambular por tratar de encontrar  una miga de pan, algo para saciar su estómago vacío.

No negamos estas ganancias, estas ventajas de vivir en sociedad, Las Celebramos. No hacemos loa del vagabundear, sólo queremos retrotraer otras formas de existencias, que no son mejores ni peores a los ojos de cada quién, sólo queremos notar que son diferentes, que se reclaman de la diversidad, como parte, de este vasto universo en el que todo cabe, o debería caber. Sabemos, no lo podemos callar, algunos de estos seres, en algún momento de sus vidas, compartieron y toleraron unos ritmos y convenciones de la sociedad que llamamos normal, pero que algún día, por alguna razón soberana de su fuero interno,  que desconocemos y que poco nos importa averiguar, estos seres decidieron abandonar sus familias y sus encantos de su clase social, abandonar sus refinados modales y sus costumbres de mostrar. Se resistieron a la lógica industrial que quería uniformarlos, someterlos, enseñarles la paciencia del obrero o empleado. Renunciaron a las vidas formateadas del mundo de la producción, quien predetermina que deberás tener un hogar, una vivienda, una esposa, unos hijos, un lujoso carro, una pensión jugosa, y sobre todo, asepsia de pies a cabeza.

Hoy las pantallas de televisión y  medios escritos, muestran escandalizados a estos habitantes que amenazan la vida. Hoy son más vistosos, lo más seguro, sirven para hacer política, para desprestigiar a un determinado partido y mandatario local. Muchos criminales organizados, que controlan la vida delincuencial de las ciudades, están dando tregua y dejan que los sucios y peligrosos vagabundos se exhiban en las calles, que incomoden a los ciudadanos normados. De seguro, será tenido en cuenta por futuros votantes en el próximo mercado electoral, que favorecerá a un partido, a un determinado candidato.

Si bien las bandas de vagabundos son una forma de inhibición de poder estable, variación de otras formas sofisticadas de organización, en contraposición de la Servidumbre Voluntaria de Estado que la mayoría de nosotros preferimos, en su imperfección cabe la posibilidad de contemplar un trato respetuoso a estos seres disidentes, al menos mientras no se les brinde otras posibilidades distintas y posibles en este vasto universo.

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Entrevista a Michel Serres

Por Michèle Fitoussi  11/05/2012
Traducción por Luis Alfonso Paláu. Medellín, enero 17 de 2013.

Es una fortuna y una felicidad encontrar a Michel Serres, “viejo del neolítico” como a él le gusta definirse burlándose de sí mismo, en momentos en que a sus 81 años sigue siendo un eterno hombre joven, lleno de humor, inteligencia y generosidad. Profesor en Stanford University, miembro de la Academia francesa, matemático, filósofo y “friki” de vanguardia, presto a compartir siempre su saber y su pensamiento poniéndose con simplicidad en tus zapatos. Humanista, tiene sobre la humanidad una mirada visionaria de la que testimonia su ultimo ensayo, “Pulgarcita” (ed. du Pommier) consagrado con ternura a una juventud a la que la revolución tecnológica y las mutaciones del mundo le obligan a reinventarlo todo. Y es él el que comienza la entrevista con una oda a ELLE.

MS ¡Yo tenía 15 años cuando su revista nació! Mis compañeritas, que se consagraron a ella inmediatamente, fueron educadas en la higiene gracias a ELLE. Por ejemplo, aprendieron a cambiarse la ropa interior todos los días… No olvide que ¡estábamos saliendo de la guerra! Ellas me decían: « Michel, ¡no podemos seguir estando mugrosas! » En el Liceo donde yo estaba interno, solo se tenía derecho a ducharse una vez al mes, y había que dársela antes de la 5 de la mañana, ¡mientras que jugábamos todos los días rugby, o basket! ELLE pasterizó a los franceses gracias a las francesas.

ELLE Lo que nos lleva a la primera pregunta: ¿el femenino de Pulgarcita es a propósito?


MS : Absolutamente. Docente en la educación superior desde hace cuarenta años, ¡he asistido a la Victoria de las mujeres! Estadísticamente mis estudiantes han sido siempre más serias, más profesionales, más aplicadas que mis estudiantes. Hemos visto crecer su número y cambiar su densidad. Hay oficios que mañana serán su propiedad exclusiva: derecho, medicina, cultura. ¡Ay de mí! aún no se han instalado en las esferas del poder… Soy un feminista de larga data y absolutamente decidido; a menudo se me ocurre comenzar cuando dicto conferencias en las empresas: “Buenos días señores talibanes”, y continuar “que se levanten las mujeres”. En general son ¡3 en 300! Entonces mi Pulgarcita, que es una mujer por todas estas razones, representa la generación que conocí, a la que he enseñado, las jóvenes que tienen hoy entre 17 y 35 años, y que utilizan sus pulgares para enviar sus SMS y teclear sus smartphones.


ELLE ¿ Qué tiene ella de particular ?


MS : Esta generación viene después de todas las transformaciones del siglo veinte: el final de la agricultura, los progresos de la medicina, el aumento en la esperanza de vida, la ausencia de guerra en Occidente desde hace 65 años, el crecimiento de la población. Cuando yo nací había dos mil millones de habitantes; en la actualidad hay 7 mil millones y medio. No hay existencia humana, desde que el hombre apareció, en el que la población mundial haya duplicado dos veces en lo que dura una vida.


ELLE. En lo íntimo también, todo ha cambiado dice Ud.: la relación con el cuerpo, el matrimonio...


MS. Las gentes creían que uno se desnudaba en la playa ¡por razones sexuales o por encanto! Uno lo hace cuando puede mostrar su cuerpo. Se remonta a después de la segunda guerra mundial, ¡no antes! ¿Ud. sabe por qué los nobles en el siglo XVI se pusieron a llevar gorguera? Para disimular los bubones que supuraban en sus cuellos con la aparición de la viruela y de la sífilis. El traje estaba hecho para ocultar. Cuando nuestros antepasados se casaban, se juraban fidelidad por 10 años puesto que su esperanza de vida sólo era de 30 años. En la actualidad, si dos estudiantes se casan ¡se juran fidelidad 
por 65 años! No se trata del mismo matrimonio… todas estas transformaciones hacen que mi Pulgarcita sea el producto de un mundo en mutación. Y con las nuevas tecnologías, que son un paso absolutamente decisivo, no tiene ya la misma relación con lo otros.

ELLE. Las nuevas tecnologías son, según Ud., una revolución fundamental.


MS. Hasta el siglo Vº antes de Jesucristo la transmisión de los saberes se hacía por medio de la palabra. Desde que se inventó la escritura todo cambia: el derecho, la ciencia, la religión, las ciencias, la pedagogía… En el Renacimiento, todo cambia de la misma manera con la invención de la imprenta. En la actualidad asistimos efectivamente a una tercera revolución, con la aparición de la informática. La divisa de Pulgarcita es “ahora <maintenant>, tengo en la mano <main tenant> el mundo”. Todo su saber está en un teléfono inteligente. Con su GPS tiene a la mano todos los lugares del mundo, con Wikipédia, todo el conocimiento del mundo, con sus números de teléfono todos sus corresponsales en el mundo, donde estén y desde donde ella esté. Lo conectivo reemplaza lo colectivo, produce comunidades, asociaciones, maneras de estar juntos que eran imprevisibles antes. Pulgarcita tiene la inmediatez y una experiencia del tiempo presente que nunca nadie había tenido antes. Los viejos gruñones que la critican se refieren a un período en el que se tenía del tiempo y del instante una idea completamente distinta… son ellos también los que han hecho de ella lo que es.


ELLE. Lo que cambia es la manera como se le transmite el saber…


MS. Imagínese que Ud. es profe, y que Ud. entra a un salón para dictar su clase… Puede estar seguro que la mitad de los asistentes se ha informado sobre el tema consultando Wikipédia, y que la mayor parte de sus estudiantes sabrán tanto como Ud. Esto trastrueca completamente la enseñanza. Para hablar en términos de oferta y demanda como en el lenguaje del comercio, hasta la Internet, el saber se proponía únicamente desde el punto de vista de la oferta, la del profesor. Nadie se interesaba por la demanda. Mi libro tiene en cuenta el punto de vista de la demanda, es decir de Pulgarcita y del mundo en el que ella vive.


ELLE. Si Ud. tuviera el poder de reformar la educación ¿qué haría?


MS. Puedo ver lúcidamente el estado de las cosas, pero lo que es más difícil es decir el qué hacer. Todas nuestras instituciones han sido creadas en un mundo que ya no existe. Nuestras políticas también. La campaña electoral, lo he dicho, ha sido una campaña de prostáticos. Estamos en una grieta, Ud. y yo. ¿Qué va a asomarse del otro lado? No sé nada. ¿Acaso llegaré a saberlo antes de mi muerte? Reflexiono intensamente sobre ello. 


ELLE. La emergencia de Pulgarcita, ¿es una buena o mala noticia?


MS. Es una noticia. Es LA noticia. No hay otra. No conozco generación que haya tenido tantas novedades de golpe y porrazo. Esta diferencia es única en la historia. Y sin embargo casi nadie la ve ni la piensa. Los padres que son fueteados por ello, no comprenden. La mayor parte de los educadores tampoco. Pero los muchachos más lúcidos sí se dan cuenta. Para ellos, mañana está ya por todas partes.


ELLE. A esta generación se la llama comúnmente Y. ¿Está Ud. de acuerdo?


MS. Me parece esa denominación artificial; es una categoría mercantil, para facilitar las ventas. Lo que si es seguro es el sufrimiento de esta generación. El problema del desempleo se va a plantear de manera estructural; el reacondicionamiento de la sociedad es urgente y no se sabe como operarlo. A estos muchachos no les ha tocado la vida fácil. Les dio sida luego de la liberación sexual; tienen desempleo, dificultad para alojarse, para entrar en la vida. Y los adultos son frecuentemente muy mierdas con ellos.


ELLE. Y Pulgarcita vive también en un mundo cada vez más complejo.


MS. La complejidad acompañó el nacimiento del individuo. Las antiguas sociedades eran sociedades de pertenencia. Hoy reivindicamos todos nuestras diferencias, pero esto convierte a nuestras sociedades en muy difíciles de administrar, sobre todo con instituciones, política o una definición de ciudadanía, que son completamente obsoletas. Para dividir la complejidad, se requiere utilizar nuevas tecnologías… Y volvernos así cada vez más autónomos.


ELLE. Pero a pesar de todo ¡todavía tenemos necesidad de reglas y de leyes! Uno no puede contentarse con vivir solo en su rincón, con sus maquinitas...


MS. De lo que más necesidad tenemos es de la presencia corporal del otro: marido, mujer, padres, hijos, amigos, vecinos… Siempre han existido zonas de no-derecho. En la Edad Media los bosques estaban poblados de bandidos. La policía no entraba allá como no lo hace en algunas comunas hoy. Ahora bien, esas zonas estaban federadas por Robines Hood, que dictaban las reglas, allí donde en apariencia no las había. El derecho nació siempre en los lugares de no-derecho. Internet es un lugar de no-derecho. No se le puede aplicar el derecho consuetudinario al que estamos habituados. Puede ponerle todas las reglas que quiera, eso no va a marchar. Habrá siempre piratas… Pero de ahí, como en otras ocasiones, nacerá otro derecho. Pulgarcita lo inventará quizás. Trataré de ayudarla.


ELLE. Otro tema de inquietud: el relativo fracaso de las primaveras árabes, el ascenso de los integrismos religiosos…


MS. La primavera árabe precisamente la han hecho los jóvenes con sus aparatitos… Pero ellos están como yo hoy: han visto lo que se requiere cambiar, pero no tienen la construcción posible para hacerlo. Frente a ellos sólo queda la reacción integrista. A largo plazo esto cambiará forzosamente, pues para mí el integrismo es siempre la retaguardia de un ejército.


ELLE. Cuando lo escuchamos, uno se dice que finalmente nuestro mundo no va tan mal. Ud. da razones para esperar.


MS. Digamos que siempre he tenido la oportunidad de encontrarme en el lugar apropiado, donde ocurría lo nuevo. Matemático, descubrí las nuevas matemáticas y la teoría de la información. Biólogo, fui amigo de François Jacob y de Jacques Monod, los premios Nobel de medicina de 1965. Actualmente enseño en California y vivía en Silicon Valley en momentos en que mis estudiantes se volvieron multimillonarios. Lo que no les impidió fracasar luego. He seguido con entusiasmo los  movimientos más importantes de las renovaciones de nuestro tiempo. Esta oportunidad me ha dado una suerte de alegría por las novedades. Pero evidentemente no se trata de que todo lo que hay es bueno; todo va a pagarse aquí o allá; la violencia sigue estando ahí, el infortunio también. Lo que se llama la crisis hoy –pues no hay una sino muchas– es el producto de todas las transformaciones que he descrito. Es simplemente una especie de alerta. Hay motivos para estar atemorizado, no estoy diciendo lo contrario. Pero encuentro que bien vale la pena verla lúcidamente en vez de darle la espalda. No soy un optimista beato sino un optimista combativo; estoy de lado de los muchachos.


ELLE. ¿Cuál es su palabra preferida en francés?


MS. Sembrar. Es lo que siempre he hecho con mis estudiantes.



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Fábrica de Imaginarios



Por Mauricio Castaño H.
Colombia Kritica 
Historiador

Es América quien se lleva el primer puesto de las cincuenta ciudades más violentas del mundo, encabezada por Brasil con quince de las suyas; EEUU  y Venezuela con cinco; Suráfrica con tres, Honduras con dos; Guatemala, Haití, Jamaica, Puerto Rico, Salvador con una. Y Colombia, caso que nos interesa, con seis ciudades en su respectivo orden: Cali en el puesto siete, Cúcuta en el veintidós, Medellín en el veinticuatro (recordemos que el año pasado estuvo en el desmejor puesto once); Santa Martha en el veintinueve, Pereira en el treinta siete y Barranquilla en el cincuenta. 

Entonces, se nos ocurre una pregunta ¿Por qué en el contexto nacional e internacional sólo aparece la ciudad de Medellín como si fuera la más violenta? ¿Por qué no aparece Cali y Cúcuta en sus estados gravosos? ¿Y Por qué la fijación con la segunda ciudad más importante del país? Pero hay más, ese estribillo de la ciudad más violenta, se vive en la misma región de Antioquia, la cual tiene un índice altísimo de 31.8% de Incremento de homicidios con relación a igual periodo del año 2012; en tanto que su capital sólo posee el 11 por ciento, sin olvidar que hubo un decremento del 25% respecto al año 2011, datos publicados en El Colombiano del 12 de marzo del presente año. Y en publicación de El Tiempo del 21 de marzo de 2013, por allá entre líneas, se registra que Medellín es una de las ciudades donde la gente se siente más segura. Más sin embargo, los medios de comunicación falsean la realidad, venden la imagen de una Medellín degradada, mientras que de Antioquia, se calla en el tema, y se distrae la mirada en otros hechos. Manipulación de los medios,  se llama aquí. Lo cierto es una fabricación de un imaginario que favorece a un gobernante y al otro no. Un tema político.

Miremos como en la fabricación del imaginario cuenta con una percepción ciudadana distorsionada, en la cual no se registra en la ciudad, el quiebre de las estructuras criminales afectada en el acortamiento de la duración del mando de un capo. En los tiempos de Pablo Escobar, su trono duraba veinte años; con Diego Murillo, alias Don Berna era de diez, con alias Sebastián fue de cinco, y de ahí para allá, su duración está entre uno y dos años. Y derivado de allí, está la dilución del poder criminal en pequeñas bandas más bien débiles. Por ello son de fácil captura, en un año van 40 grandes capos. Recién se capturó al delincuente de alto valor como le llama los estamentos de seguridad, pero el hecho noticioso no se explota como guerra que se le gana a los criminales, sino más como un producto que alimenta el morbo delincuencial. Y así, los medios de comunicación nacional y regional, siguen vendiendo la etiqueta de una Medellín violenta. 

En un estudio realizado por el Banco Mundial, arrojó lo siguiente. En los últimos veinte años el promedio de gobierno de los mandatarios de Medellín fue de uno punto nueve años (1.9), de donde se infiere el poco tiempo para construir políticas públicas sostenibles y de alto impacto. Pero lo peor estaba en que el mandatario de turno, se dedicaba a defenderse de sus enemigos políticos, y al descuido de su obra. Y cuando el período se le terminaba, el burgomaestre que asumía el poder, arrancaba destruyendo lo poco hecho por su antecesor, pues lo que contaba era un orgullo de vanidad política que se creía fabricaba un sello personal o partidario, una variación de aquellos tiempos de la violencia política en Colombia, que azuzaban a matarse por defender el color de su partido. Equivale a decir que la política es la continuación de la guerra por otros medios.

En nuestros días, parece seguirse esa trayectoria, pero con estrategias más sutiles en las cuales se manipula a la masa, fabricando el gusto por la imagen de turno que se quiere promover. Nuestro país aún sigue escriturado a unas cuantas familias patricias, quienes deciden desde sus casas  editoriales de periódicos y de la pantalla chica, a quien promocionar y a quien hacerle la guerra. No importa que se esté jugando con los intereses de toda una ciudad. Aún nos falta una ciudadanía educada para evadir estos viles intereses, mientras tanto, seguiremos pegados a los periódicos y a la televisión, viendo cómo modelan gustos en serie, cómo fabrican imaginarios a su medida.



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Administrar Almas


Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombia Krítica 


En medio de escándalos, corrupción y pederastia, de curas y jerarcas, mil doscientos millones de almas católicas están expectantes ante el electo Papa Francisco I. Enclaustrados en el cónclave, ciento quince cardenales, seres de estilizadas y coloridas batas largas, eligieron al máximo guardián de la cristiandad. El siempre reto estará entre una orientación goda o libertaria. Del jesuita argentino elegido, se sabe, igual que Ratzinger, del gravitar, de la sumersión en lo intelectual; al igual que su oposición vehemente al matrimonio gay o sacerdotal. 

Lo único que puede ser esperanzador es su credo de la compañía de Jesús, es la opción por los pobres. Amanecerá y veremos. Pues los antecedentes, en los contrasentidos de la vida práctica, lo reprimido sexual cede ante la carne, la tentación del poder y de las grandes sumas de dinero, hace que surja lo peor de la condición humana. Se constata que lo puritano no es más que un ideal inaprensible, sólo complica las cosas, además de reverberar odios contra los que son más débiles y diferentes.

A decir verdad, esta brecha ha sido la constante. El Jesús agitador, bañado en sudor, mezclado entre putas, ladrones, mendigos y leprosos, es cosa muy del pasado. Es letra muerta. Ese contacto con el mundo real, fue abandonado a cambio de los encierros contemplativos en lujosas y majestuosas construcciones de basílicas, capellanías, catedrales. Piedro echó la primera Piedra, sobre la cual se construyó el Edificio que los inmovilizaría, la Basílica de San Pedro. 

Su desarrollo más palpable lo tuvimos en la Edad Media, con San Agustín, se diseñó la Ciudad de Dios, el equivalente de una réplica del Cielo aquí en la Tierra. Lo limpio y lo divino, según la asepsia religiosa, se implementaría para la morada, para el paso transitorio de los humanos sobre lo terrenal. La prevalencia de un sentimiento de Elevación, no mundano, de negación del mundo, caracterizó a esa corriente, replegada sobre el más allá, olvidada del más acá. Sumidos en el Verbo, en el lenguaje, en la prédica, en la burocracia, y ajenos al cuerpo, a un real palpable. Y en consecuencia, muy distantes de esa doctrina del amor y del perdón, ese gran invento social de la religión.

Las almas han sido el objeto de las religiones. François Dagognet nos precisa el origen y derivación del concepto. «Los antiguos, distinguían dos palabras próximas animus  y anima. La primera corresponde a la intelectualidad, a la actividad ideal, a la cerebralidad en ejercicio; la segunda remite a la efectividad y a la individualidad. Y anima debería de dar alma. Esta que nombra la vida (la animación) fue primero localizada o implantada en la respiración, término éste que no se separa de lo espiritual, spiritus. En efecto, la muerte sobreviene con el último suspiro, entregar el alma; así mismo, el nacimiento o el comienzo de la existencia, se reconoce con la entrada del aire en nosotros, lo que signa nuestra autonomía, porque antes vivimos aún de la sangre materna y de su oxígeno. El aliento, cuyos efectos se señalan sin que deje de ser invisible, esa situación doble corresponde ya al alma, una realidad sensible que sin embargo no se materializa verdaderamente». 

Se le suma a esta visión animista, otra que corresponde a la armonía de los órganos del cuerpo que lo anima. Se reconoce su inmaterialidad y materialidad que le corona. Esta complementariedad simultánea, fue bien expresada por los epicúreos, ante el miedo de morir, aconsejaron: para qué preocuparnos si cuando estamos con vida, la muerte ausente está, y cuando ella está presente, cuando sobreviene, nosotros ya no estamos. Nos hemos ido para jamás volver. 

El mundo moderno había decretado la edad adulta del hombre y con ello la muerte de Dios. Este divorcio empujó a un dominio total sobre la tierra gracias a la ciencia, pero los beneficios sólo correspondieron a unos pocos privilegiados, y para la mayoría pobre todas las privaciones. En este sentido entendemos la queja del vacío espiritual. Por ello Nietzsche nos indicó, que el más competente para cuidar del cuerpo es el médico. Lo conoce al derecho y al revés, sabe de sus dolencias, si está o no sano. La enfermedad física es una especie de zócalo para el confort del espíritu, garantía de nuestro bienestar. El adentro se refleja en el afuera, en la piel. Y será el profesional Contador quien determinará lo justo, lo equitativo. Él más que nadie sabe echar papel y lápiz, sabe de cuentas, de cálculos para dar a cada quien según sus necesidades. Eh ahí, Cuerpo y alma en armonía.

Lo espiritual es complementario, simultáneo de la existencia material, todo lo terrenal. Reconozcamos que nacemos en medio de heces y orina, lo puro no es más que un idilio para justificar la exclusión y la guerra. Ayer el pastor sudoroso, arreaba a sus ovejas, las lidiaba, en pleno terreno fangoso; hoy los pastores o mejor cardenales, están encerrados en majestuosas edificaciones. Esperemos estén más en contacto con los feligreses, dando sentido a la palabra religión, que viene de religar, y sus derivaciones como juntar, ligar, ceñir, atar, todo ello relacionado con tejer sociedad en su mayor bienestar. Así entendemos la función de administrar las almas.


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Ciudad de Contrastes



Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombia kritica

El primero de marzo del año en curso, Medellín resultó galardonada por The Wall Street Journal y Citigroup como la ciudad más innovadora del mundo con el premio City of the Year, sus razones se encuentran más en los esfuerzos sociales que en lo estrictamente tecnológico, pues si a ello se debiera, ciudades como Tokio, Tel Aviv, New York se hubieran ganado el premio. Pero entonces ¿en qué radica la innovación? Lo meritorio está en la capacidad de los medellinenses como de cualquier sociedad, de resurgir, de sobreponerse a sus desgracias que les ha tocado vivir. En los últimos gobiernos, los dirigentes en algo han captado el mensaje del mundo sobre la inclusión o pago de la deuda social, pues antes, toda la inversión se iba para los sectores de la minoría rica, y a la mayoría pobre le tocaba el olvido de Dios. 

Esta inclusión social se ve reflejada en las dos últimas décadas en las grandes obras de infraestructura de ciudad, en especial en la implementación de un transporte masivo del Metro con sus sistemas complementarios como el metro cable, el metro plus, las escaleras eléctricas; otras obras son los parques biblioteca. Ello cobra importancia si recordamos que en el pasado, los miserables sólo tenían la oferta de la mafia, la cual, hay que reconocerlo, dejó una huella muy grande en la población. De cierta manera estos esfuerzos han contrarrestado la potencia criminal y han impedido que la sociedad se hunda, se precipite por el despeñadero del no futuro. En suma, esta infraestructura ha ganado o devuelto una cierta esperanza o confianza de sus gentes en  lo público. Miremos un poco de contexto.

Bien sabido es que el dolor y la barbaridad sufrida por los medellinenses por cuenta de la versión mafiosa, cuyo ícono popular fue Pablo Escobar Gaviria, quien literalmente hizo temblar a la sociedad y pretendió arrodillar al Estado colombiano a punta de bombas y de asesinar policías. Parte de su ingenio, fue darle base social a su industria criminal, para ello se acercó a las gentes más pobres, en los barrios con mayores necesidades y de abandono estatal. Su gran capacidad fue conectarse con el sentimiento popular. A donde iba, parecía un Papá Noé o una especie de Robin Hood; hizo canchas de fútbol y organizaba torneos; entregó casas gratis a todo un barrio llamado Pablo Escobar, daba mercados, dinero. Logró aliados de la jerarquía eclesiástica como la de un curita, famoso él, de nombre Gabriel García Herreros que de vez en cuando en su medio de comunicación televisivo de cinco minutos, día tras día, semana tras semana, enviaba mensajes de congratulaciones al capo por sus dineros donados, y se ofrecía como intermediario entre éste y la justicia. La imagen del capo fue y sigue siendo tan popular como la de cualquier celebridad. A su tumba mucha gente va a llevarle flores esperando algún milagro, y su imagen puede verse gravada en camisetas o calcomanías que fijan de vez en cuando a los taxis. Su propio hijo impulsa una marca Pablo Escobar desde Argentina, dice que rescatando lo bueno de su padre. 

Y fue precisamente esta ausencia de Estado, esta falta de una infraestructura de ciudad, este abandono estatal, que la mafia aprovechó para ganar simpatía y respaldo popular, de la cual aún hoy gozan en cierta proporción, al punto de que son considerados hombres valientes que se enfrentan a los políticos ladrones, corruptos y saqueadores de los impuestos del pueblo, que luego gastaran en lujos y bacanales. La imagen es la de un político sucio y ladrón, mientras que los capos como Pablo Escobar, reposan en el imaginario de las gentes como un gran benefactor, como un Robin Hood, aliado e incondicional del pueblo.

Pero esta empresa criminal no hubiera sido posible sin el apoyo de los políticos y empresarios que vieron en las drogas ilícitas, una manara fácil de lucrarse, de aumentar sus ganancias haciendo sonar sus registradoras. El hecho emblemático lo tenemos en la inserción del Pablo Escobar en el Congreso, fue electo congresista por el Partido Liberal, un padre de las leyes colombianas. Hoy el político más insigne que lo persigue el fantasma de esa alianza es Alberto Santofimio Botero. Ligado a este hecho, están los dos asesinados que se opusieron a ese proyecto de muerte.  El magnicidio del candidato presidencial Carlos Galán y el periodista Guillermo Cano del periódico El Espectador. Ambos denunciaron y se opusieron con vehemencia a ese proyecto mafioso y fueron partidarios de la extradición. Ellos avizoraron el peligro de una sociedad en esas manos criminales. La reacción de los llamados extraditables fue plasmada en la sentencia que se resume en la célebre frase: «Preferimos una tumba en Colombia, a un calabozo en los Estados Unidos».

En suma, creo que la capacidad innovadora debe entenderse en esa creatividad, en los esfuerzos públicos y privados por desinstalar esa base social mafiosa, ese modelo de muerte que aún hoy persiste, explicable por esa bina, por un lado es la ciudad más inequitativa y por el otro la más violenta de Colombia, de América y del mundo. Es una ciudad que aún está en déficit con el metro cuadrado percápitat, de acuerdo a los estándares internacionales (pues en el apretujamiento, brota la violencia). No se quita que los empresarios estén de fiesta por los negocios que se avecinan por el premio obtenido, pero insistimos, lo social debe estar inserto en un modelo de desarrollo económico, para no seguir repitiendo la misma historia.

Podemos ver en la desgracia y en el dolor, zonas para la creación, pueblos enteros se han levantado de la ruina. Alain Corbin en entrevista (ver Colombia Krítica) rememora a René Girard,  y nos da pistas sobre estos contrastes sociales: «El historiador de las ideas René Girard ha escrito un libro hermoso e importante sobre la violencia colectiva, la culpa colectiva y el olvido colectivo. El título del libro “El Chivo Emisario” ilustra su tesis. El escribe que cuando el cuerpo social entra en crisis se suspenden las reglas y normas. Entonces el cuerpo social es atacado por una especie de enfermedad, un cáncer que hace metástasis y resulta en un vacío, una moratoria social. En esa moratoria las leyes son sólo el estado de excepción, y la violencia social se convierte en un incendio. Todos los “diferentes” pueden ser castigados, la sociedad enferma se venga en sus miembros visiblemente más débiles, en los negros, los judíos, los gitanos, los homosexuales, los extranjeros y todos los disidentes». La cursiva es nuestra.

En la constatación histórica se tiene que del dolor y la desgracia, se han producido las cosas más bellas. Esos niños que vemos en esas laderas, nos devuelven la esperanza tras sus alegrías que muestran, cuando se nos acercan a vendernos un confite con el gancho de estar felices con el progreso, orgullosos enseñan las escaleras eléctricas o el parque biblioteca. O qué decir de esas notas clásicas producidas por el alma juvenil conectada con el violín, y despreciativa de la pistola que le ofrece el sicario de habilidades de exportación. O ajeno a la cultura de los motociclistas que quieren meter miedo fingiendo una cultura de matones para evadir multas en esas extravagantes y peligrosas piruetas que hacen, sin importar el riesgo al que exponen otras vidas. Rezago sicarial. Esa es la ciudad de contrastes.




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Entrevista a Alain Corbin



Le Point.fr - Publicado el 30/06/2012 a las 15:57
Entrevista realizada por SOPHIE PUJAS
Traducción de Luis Alfonso Paláu

Alain Corbin: “La exclamación (¡!) es una confesión de que se hace mala Historia” 


Inagotable Alain Corbin. Ya sea que evoque su infancia normanda, o las investigaciones de una vida, este historiador a propósito irónico, cultiva el mismo gusto  por el detalle, la misma precisión en la anécdota rica de significación. Nacido en 1936, Alain Corbin siempre ha preferido los caminos de través, a reserva de empujar violentamente una historiografía ronroneante. Desde los años setenta,este especialista en el siglo XIX escogió poner el cuerpo en el proscenio  de la escena histórica. 

Se hundió en temas hasta entonces reprobados: el imaginario de la prostitución (Les Filles de noces. Misère sexuelle et prostitution), el libro que lo lanzó a la celebridad, o las representaciones de la sexualidad (L’Harmonie des plaisirs. Les manières de jouirdu siècl des Lumières à l’avènement de la sexologie). Con el propósito de explorar las más inefables, como el olfato (Le Miasme et la Jonquille. L’odorat et l’imaginaire social, XVIIIe--‐ XIXe siècles) o el oído (LesCloches de la terre). E incluso las metamorfosis de la mirada, gracias a las cuales los hombres comenzaron un día a ver en la playa no un espacio salvaje sino un objeto de delicias (Le Territoire du vide. L’Occident et le désir du rivage).

Enseñó en París I y contribuyó así a escribir una historia de los sentidos que actualmente tiene sus émulos en las universidades del mundo entero. Su otro terreno de estudio son los campos, y la vida cotidiana de los campesinos del siglo XIX. Especialmente con Le Monde retrouvé de Louis--‐ François Pinagot. Sur les traces d’un inconnu (1798-¬‐1876), donde trató de recomponer –a partir de frágiles huellas– la vida de un rústico desconocido, elegido al azar en los archivos del Orne. Pero también con Le village des “cannibales”, donde buscó desenmarañar las causas subterráneas de un hecho diverso atroz: el salvaje asesinato en 1870 de un joven noble sospechoso de ser prusiano a manos de todo un pueblo. Una violencia bien real, nacida de un imaginario colectivo. Nos encontramos pues con un apasionado.

© Jacques Graf / JDD/SIPA

LE POINT.FR : La Historia, en su vida, fue primero la irrupción de la guerra…

Alain Corbin: En efecto. Hago parte de la generación cuyo sentimiento de existir es contemporáneo del sentimiento de estar en guerra. Uno de mis primeros recuerdos es el de mi padre que me dice: “Juicioso pues ¡es la guerra!” Me imaginaba el “tiempo de paz” del que hablaban los adultos como una especie de eldorado… En junio del 40, cuando tenía 4 años, mis padres me llevaron en su éxodo que los condujo hasta las Landas. Más tarde, en agosto de 1944, pasé un mes en casa de un campesino, un antiguo artillero de la guerra del 14, que había cavado una trinchera en pleno soto. Recuerdo también muy bien a esos soldados norteamericanos del ejército del general Patton que, en el momento de la Liberación, nos lanzaban limonada, chocolates, y después sus jeeps… 

El mundo de los campos que Ud. tanto ha estudiado ¿es también el de su infancia?

¡Por supuesto! Mi padre, un mulato antillano, era medico rural. Yo crecí en lo profundo del bosque normando, en una pequeña aldea que se llama  Lonlay-l’Abbaye, llena de encanto y de austeridad. Era un mundo cerrado ¡y muy arcaico! El cura dirigía todo. Los caminos, por los que ahora voy en bicicleta, ni siquiera tenían cascajo. Había muchos artesanos: talabarteros, guarnicioneros, siete tiendas de especias… ¡Para nada tuve que cambiar de costumbres o de ambiente cuando estudié los campesinos del siglo XIX!

¿Cómo nació su gusto por la Historia?

A partir de 1945, estudié en el seminario menor de Flers, en el Orne, que de hecho era un simple colegio confesional. Me aburría espantosamente. El reglamento era de 1858, y la disciplina era aterradora. Levantada a las seis de la mañana, misa en latín, no había calefacción, estaba prohibido hablar en la mesa, excepto en el momento del postre, luego de que el director tocaba una campanita… Me refugié entonces en la lectura de las novelas históricas como Notre-Dame de Paris de Victor Hugo. Y los manuales de historia ¡eran más divertidos que los de matemáticas! 

Pero ¿por qué apasionarse por una historia de las representaciones?

Estudié en la facultad de Caen, donde uno de mis profesores era un fanático de los Annales, la revista que Marc Bloch & Lucien Febvre habían fundado. Él me hizo leer precisamente a Febvre. Me dije que era exactamente lo que había que hacer: una historia de la sensibilidad, que por entonces se llamaba historia de las mentalidades. No he hecho nunca otra cosa. Luego leí con gran interés los trabajos de sus continuadores: Georges Duby, Robert Mandrou, Alphonse Dupront. Por mi parte, tenía unas ganas de hacer una historia de los gestos. Se me amenazó con que ¡nunca haría carrera con eso!

¿Fue pues por esta razón que Ud. comenzó por una tesis más clásica, sobre los trabajadores del Limousin?

Sí, ¡pero también por azar! Al día siguiente de aprobar la agregación, se  hacía la fila ante el inspector para escoger un puesto. Me dieron algunos minutos para decidirme entre Pau y Limoges, dos ciudades, en las que nunca había puesto mis pies. Opté por Limoges porque estaba más cerca de París. En 1959, el Limousin era una región abandonada por la historiografía. Escogí consagrarle mi tesis. Pero desde que la terminé, me pasé a la historia de las “muchachas de vida alegre”, que nunca había sido hecha en Francia. Los emigrantes limusinos que estudié fueron los que construyeron París. Se alojaban en el barrio de la Alcaldía, allí donde estaban las prostitutas. Se pretendía siempre que ellos le eran fieles a la mujer que habían dejado en casa, pero yo no me creía el cuento… Pasé pues muy fácilmente de las casas amobladas limusinas, a las casas de “farolito rojo” que estaban al lado. Y es ante todo el estudio de la miseria sexual de los hombres.

Ud. fue el primero en trabajar ese tema, a fines de los años setenta. ¿Por qué ese desdén de los historiadores por un tema tan “social”?

¡Era tabú! A causa del dolorismo y del deseo de respetabilidad del mundo universitario. Estudiar el dolor, la muerte, el hospital, ¡vamos que está bien! Pero los placeres, sobre todo no… Algunos colegas eran guasones cuando yo llegaba a los coloquios. A veces se me reprochó haber estudiado ¡a las “rameras”!

Y hoy ¿cuán lejos está la sociedad de ese moralismo?

Ud. sabe, hay muchos libros sobre la prostitución o la sexualidad, así como sobre otros placeres. Los ensayos sobre la gastronomía, por ejemplo, están en aumento constante… En literatura también, el erotismo se ha vuelto un objeto de estudio, pero sólo hace poco tiempo. La Pléiade esperó a los alrededores del año 2000 para publicar los autores libertinos. Antes había que ir a los libreros especializados en las curiosa, los libros eróticos. Actualmente están por todas partes presentes. 

Dedicándose a la historia de las sensaciones desde aquella época, Ud. se apropió de un objeto de estudio particularmente inefable…

Por supuesto, ¡es la evanescencia por excelencia! En el Perfume y el miasma, describí el imaginario social ligado a los olores. Mis trabajos sobre las prostitutas me habían conducido allí, puesto que se las llamaba putas, es decir literalmente mujeres que huelen maluco. Había muchas, pero muchas ocurrencias olfativas en los textos que trataban sobre ellas. Esto también me había sido sugerido por la novela A contrapelo de Huysmans, en la que el héroe, des Esseintes, busca reconstituir los mensajes sensoriales de antaño. Constato
que de mis libros es uno de los que más eco ha tenido; fue escrito hace treinta años y siguen apareciendo aún traducciones nuevas, y reediciones. Me contaron que, incluso el novelista alemán Patrick Süskind ha confesado que ese libro le había inspirado para escribir el Perfume. En la actualidad, la antropología, la historia de la recepción y de la emisión de los mensajes de los sentidos se ha desarrollado mucho. Se escribe libros sobre el tacto, sobre el olfato… en aquella época eso parecía extravagante.


¿Era natural pasar del imaginario del cuerpo al de los lugares, con El territorio del vacío. Occidente y la invención de la playa (1750-1840), de 1988?

La playa implica todos los sentidos. El tacto, con la arena, la vista, el olfato… Yo iba a la playa en el Cotentin cuando estaba niño. Muchos de mis temas de estudio están ligados a mi experiencia personal. Esto le hacía decir a uno de mis colegas que nunca había hecho nada mas que lo que me daba la gana y lo que me divertía… ¿Y por qué no? Por lo demás seguí con las Campanas de la tierra. Cuando era niño, en Lonlay-l’Abbaye, se escuchaba las campanas todo el día. Mostré que hasta el siglo XIX, si no se conocía la retórica
de las campanas se estaba por fuera del sistema de comunicación pueblerino. 

Pero este placer que lo apasiona tanto ¿estaba entonces presente en esos campos?

¡Por supuesto! Todo es relativo. Las necesidades no eran las mismas. Las gentes de campo tenían su huerto, su marrano, hacían su mantequilla. Y ¡tenían sus alegrías! Placeres que nos parecerían irrisorios, eran para ellos grandes placeres. Las relaciones entre muchachos y muchachas, las comilonas por primeras comuniones, las fiestas de la cosecha, los paseos de olla… Por supuesto que si los miramos con nuestros ojos ¡no podemos sino llorar por su suerte! La Historia consiste en hacer un viaje en el tiempo para cambiar de costumbres y de cabeza, exactamente como se lo puede hacer por medio de un viaje en el espacio. Es menester no indignarse retrospectivamente, es absurdo. Es necesario mirar, ver la felicidad como la desgracia. Pero si se desembarca allí con nuestras maneras de pensar, lo único que se ve es la miseria, y lo único que tiene para preguntarse es por qué no se suicidaron todos… Un poco como uno se indignaría ¡de que los indios de Amazonas no tuviesen televisión! Tratemos pues de comprender su goce, su bienestar, sus placeres. La exclamación (¡!), dado que supone un juicio de valor, es pues la confesión de que se está haciendo mala historia. No entremos demasiado en lo compasivo. La Historia atrae hacia el dolor porque el dolor produce texto, y denuncia. Incluso en los diarios íntimos, el bienestar produce poco texto… 

Sin embargo, el campo tal como Ud. lo cuenta no tiene nada de idílico… Así mismo Ud. ha descrito una masacre colectiva de una rara violencia, en ¡el Pueblo de los “caníbales” (1990)! 

Pero ¡porque la masacre constituye un objeto histórico fascinante! Los habitantes de Hautefaye, ese pueblito de la Dordogne, que amaba a Napoléon III, querían defenderlo. Juntos, en grupo, tomaron a un infortunado aristócrata por un prusiano republicano, lo quemaron, y quizás se lo comieron un poco. Pero este género de cosas no son hechos aislados. Pasé dos días en Hautefaye con ocasión de un reportaje para el periódico Libération. Un habitante nos contó que en el momento de la Liberación y de la depuración, las gentes borrachas habían masacrado a muchos… 

Estos pueblos son el juego de pulsiones colectivas. En 1988, a Ud. se le ocurrió trazar el destino de un individuo, Louis-François Pinagot. ¿Por qué?

En el cementerio de mi abuela se habían destruido muchas tumbas. Yo creo que es lo que los especialistas llaman una reducción. De este modo, las gentes de las que hablaba mi abuela habían desaparecido. Esta interrogación sobre la desaparición me llevó a tratar de resucitar a un desconocido. Me fui a los archivos de Orne para escoger a alguno al azar, y ver lo que se podía decir de su vida. ¿Hasta dónde puede ir el fracaso de la biografía? No se puede escribir la biografía de un hombre desaparecido sin dejar huellas, pero quizás se
pueda resucitar su entorno. Es el principio, en el cine, de la cámara subjetiva: se ve lo que veía el personaje; él no lo veía. Me parece que en historia no se pueden encontrar los sentimientos y las emociones de una persona que no ha dejado ni diario íntimo ni correspondencia, pero se puede ver lo que vio. Al lector le toca reconstituir la novela histórica de la que he dado los elementos.

Escribir la historia de la Historia, ¿es un envite de memoria esencial?

Por supuesto. En Les Héros de l’histoire de France expliqués à mon fils, mi último libro, mostré las fluctuaciones de nuestras glorias nacionales. Quería mostrar la historicidad de los resortes de la admiración. Mi hijo más pequeño está en el colegio. A su edad, me habían enseñado a admirar a Bayard & Du Guesclin, héroes a la Plutarco. A él se le ha hablado de Martin Luther King y de Mandela. La cultura de la victoria se hundió en Francia. Pero, curiosamente, se tiende a sustituirle una cultura del derrotado. Cuando se trata de hablar de Napoleón en la televisión, en la fecha de aniversario, se ha tenido ya mucho Trafalgar, pronto será Waterloo… Esto es algo no válido en los EE.UU., donde los ciudadanos han conservado la cultura de la victoria. Admiran al general Patton, por ejemplo.

Ud dice que los héroes de la República no le interesan a nadie…

¡Es un hecho! La fundación de la República, de la que tanto se habla, ¡aburre a la gente! Hay un número inmenso de colegios y de calles Gambetta, o Jules Ferry, todo el mundo es republicano, y sin embargo los fundadores de la República no apasionan para nada. Por lo demás no tengo ni idea por qué; quizás es algo muy cercano. Que los grandes militares no interesen ya es algo lógico; por ejemplo, el mariscal Foch, gran héroe por excelencia cuando yo era niño. Es una consecuencia del hundimiento de lo militar, del colonialismo, de la aventura. Antiguamente la aventura era un desafío a la muerte. Eso terminó con Malraux. Hoy, en la mar, los navegantes solitarios ¡tienen radio! Cuando Monfreid iba al mar Rojo, o Lawrence a Arabia, era otra cosa… Lo que es interesante es que el hundimiento de los modelos se produce por censuras subrepticias, que no tienen necesidad de ser dichas, que están en el aire del tiempo. A veces, me pongo a leer lo que subrepticiamente se me ha prohibido leer; es una manera de no ser víctima de la censura y de lo “políticamente correcto” de nuestro tiempo.

tr. Luis Alfonso Paláu, Medellín, febrero 15 de 2012.
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Anexo 1: 

La invención de la playa

BELÉN ALTUNA 1 JUL 2009

Siempre que llega el verano me sorprende comprobar el hambre de playa que tiene la gente. Es evidente que, para muchos, es algo parecido al paraíso. En gran parte, sin duda, porque lo relacionan con el dolce far niente, con un sentido lúdico y hedonista de la vida. Tan básica y sencilla parece la idea de ponerse un bañador y tomar el sol, pasear por la orilla y bañarse, que lo que maravilla es que sea una actividad tan novedosa en la historia. 

Alain Corbin relató esta transformación en El territorio del vacío. Occidente y la invención de la playa (1750-1840). Durante siglos la costa fue simplemente la prolongación última del mar, algo que inspiraba miedo y repulsión, un espacio utilizado únicamente por marineros, pescadores y traficantes. En el siglo ilustrado, en cambio, despierta una nueva sensibilidad: algunos artistas y escritores animan a ver la costa como el mirador del infinito, un territorio sublime en el que el vacío se vuelve emoción. Por otro lado, la medicina comienza a promulgar el higienismo, un modo de vida saludable que incide en las bondades terapéuticas de tomar las aguas, es decir, las aguas termales de los balnearios, y que pronto se extiende también a las aguas marinas. Así, recetados por sus médicos, numerosos aristócratas comenzaron a pasar temporadas en poblaciones costeras, tomando regularmente baños de mar.

A lo largo del siglo XIX, ésta fue una actividad practicada preferentemente por las clases altas, aquellas que contaban con el dinero y el tiempo libre necesarios para ese tipo de vida. Desde la década de 1880, la reina María Cristina y su corte veranearon asiduamente en San Sebastián, por ejemplo, consolidando así la ciudad como destino turístico. Si bien en las primeras décadas del siglo XX la excusa higienista fue cayendo en desuso, la industria del turismo pronto encontró otras buenas razones: la playa se convirtió en el lugar ideal para el ocio y la diversión. Al mismo tiempo, empezaron a proliferar las loas a los baños de sol como fuente de vida y energía. La aparición del turismo de masas a partir de los años 50 hizo el resto: las playas -pobladas de bañadores siempre menguantes- se convirtieron en destino preferente.

Así que ya ven, para que todos los años miles y miles de personas practiquen esa actividad que parece tan natural de ir a la playa, ponerse un bañador y tomar el sol, pasear por la orilla y bañarse, han debido de sumarse múltiples factores históricos. Un cambio de mentalidad que implica, para empezar, una visión hedonista de la existencia, muy alejada del valle de lágrimas; una conquista de la igualdad social que presupone el reconocimiento del derecho al ocio y al tiempo libre para todos; una concepción del cuerpo y de la sexualidad libre de la losa del pecado; un amplio desarrollo de la industria del turismo y del sector servicios, etcétera. En fin, que lo disfruten.

Anexo 2: Joel.jegouzo

Las campanas de la tierra


El Día de todos los santos resuena en lo sucesivo en la discreción de un paisaje sonoro entero bajo el yugo del flujo continuo de los ruidos de automóviles. El resto del tiempo, oímos (entendemos) sólo el sonido "cívico" del instrumento municipal por excelencia: la sirena de los bomberos. Sólo parecen deber sobrevivir en nuestras memorias (informes) el campanario de Saint- Hilaire, o la iglesia de Combray, tomando en la obra de Proust, y para la eternidad, conciencia de ella misma en " la efusion de su flecha " … Curioso, sin embargo, cuánto el día de los muertos le devuelve a nuestras memorias (informes) la existencia exótica del terruño, que parece tener que sobrevivir en estos momentos de borradura... ¿Cuándo pues se efectuó este balanceo de la cultura sensible? 

El lenguaje de las campanas ritmaba las relaciones entre individuos. ¿Cómo imaginar hoy su potencia (fuerza) emocional, la complejidad de los códigos entonces en juego? ¿Cómo comprender el funcionamiento del timbre comunitario como marcador simbólico de las identidades? Es todo este sistema de afectos desaparecidos -cuando el espacio de los sonidos fue fragmentado y cuando no existían ruidos continuos como los del avión- que Corbin describe magistralmente en su estudio. La desacralización del espacio y del tiempo, el sistema doble y temporal del siglo XIX (cojea contra reloj), la transferencia lenta de la emoción del ritmo cósmico al tiempo civil… Leyendo este trabajo, no podemos dejar de soñar con los espléndidos estudios de Eugen Weber al final de los terruños. Pero allí donde este último ponía la transferencia del sentimiento de la localidad a la identidad nacional, Corbin, muy justamente, habla de su captación, la República que jamás ha procurado a él erradicar. ¡Un estudio espléndido!


Anexo 3: http://canibalismoedhec.blogia.com/

El canibalismo, un tema artístico recurrente


La imagen de Cronos tragándose a sus hijos es una de las imágenes más fuertes y aterradoras del arte universal. Dante Alighieri cuenta en ”La Divina Comedia” la historia del conde Guido de Montefeltro, que estaba preso junto a sus hijos pequeños y que se los comió para sobrevivir. Los reyes aqueos Agamennon y Menelao estaban malditos: Atreus, su padre, había convidado a su rival Thyestes a una cena en donde el invitado no sabía que se estaba comiendo a sus hijos. Cuenta la leyenda que el hecho era tan espantoso que el sol dio vuelta sobre sus pasos y se negó a iluminar ese día. 

La literatura y el arte tratan al canibalismo como una terrible transgresión que lleva al hombre de vuelta al estado animal. Pero las transgresiones y tabúes tienen un gran poder de fascinación, nuestros  periódicos están llenos de caníbales. Pueden ser ficticios como Hannibal Lecter, interpretado por Anthony Hopkins en ”El silecio de los corderos” o reales, como el carnicero ruso al que la gente llamaba el ”Carnicero de Ucrania” o el alemán que anunció por Internet su propósito de matar a alguien y comerse el cuerpo. Hoy está en la cárcel y prepara un libro de recetas.

El cineasta británico Peter Greenaway presentó en su película ”El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” una estética del canibalismo, la transgresión más elocuente en un mundo en donde hay pocas cosas que
conmueven de veras. 

Un estudiante de arte japonés mató y descuartizó a su novia holandesa, estudiante de arte como él. Habían hecho un pacto, dijeron sus abogados, que consiguieron fuese repatriado a Japón como insano. Hoy da conferencias para públicos sofisticados, en donde explica los fundamentos artísticos y religiosos de su acción.

En el año 1729 el escritor irlandés Jonathan Swift, una de las mejores plumas satíricas de su tiempo, escribió el panfleto llamado ”Una modesta proposición”. El librito describía científicamente las ventajas de comer carne de niño en lugar de carne de vaca, cordero o cerdo. El panfleto escrito por Swift se convirtió en una poderosa herramienta política contra la colonización inglesa de Irlanda. La descripción de las diferentes maneras de cortar a un niño y de hervir o asar o freír la carne es magistral. Pocas veces la ironía fue llevada a esos niveles.

La comunión católica ha sido llamada por muchos antropólogos como ”canibalismo simbólico”. La frase ”Este es mi cuerpo. Comed y bebed en mi memoria” es un axioma filosófico y metafísico, lleno de significados contradictorios. Para entenderla es necesario usar elementos de análisis prestados tanto de la historia como de la etnología. 

Comer carne humana ha sido siempre castigado con la muerte. Para la iglesia fue siempre muy importante destacar que todo hombre, sin importar su clase social o su raza era parte de la divinidad. Costó varios concilios ecuménicos incluir, en esa humanidad que comparte el misterio de la salvación, a indios y negros, pero una vez acordados, también ellos empezaron a ser a imagen y semejanza de Dios y por lo tanto sagrados.

Los historiadores y los antropólogos han podido constatar los usos caníbales en diferentes momentos de la sociedad, el llamado ”canibalismo por hambre”, que fue usado como último recurso por los náufragos; y el discutido ”canibalismo ritual”. Según las crónicas de las Cruzadas tanto Joinville, Froissart y Villehardouin coinciden contando cómo los primeros ejércitos  cruzados estuvieron obligados a comer carne humana. La población del Cercano Oriente era hostil y se negaba a alimentar a los cruzados, que además venían de una cultura en donde la carne era extremadamente importante. El Cercano Oriente era una región pobre en carne. Como venganza, pero también por necesidad, los cruzados mataban niños de hasta un año y usaban la carne salada como provisiones de viaje.

En ediciones modernas de esas mismas crónicas toda referencia a los usos caníbales de los ejércitos cristianos fue expurgada, probablemente censuradas por respeto a la sensibilidad moderna, escribe el escritor tunecino Amin Malouf en su libro ”Las Cruzadas desde el punto de vista de los árabes.” También el conquistador español Alvar Nuñez Cabeza de Vaca cuenta como él y sus compañeros de infortunio estuvieron obligados a alimentarse con la carne de sus compañeros muertos, luego de un naufragio. 

El historiador de las ideas René Girard ha escrito un libro hermoso e importante sobre la violencia colectiva, la culpa colectiva y el olvido colectivo. El título del libro ”El Chivo Emisario” ilustra su tesis. El escribe que cuando el cuerpo social entra en crisis se suspenden las reglas y normas. Entonces el cuerpo social es atacado por una especie de enfermedad, un cáncer que hace metástasis y resulta en un vacío, una moratoria social. En esa moratoria las leyes son sólo el estado de excepción, y la violencia social se convierte en un incendio. Todos los ”diferentes” pueden ser castigados, la sociedad enferma se venga en sus miembros visiblemente más débiles, en los negros, los judíos, los gitanos, los homosexuales, los extranjeros y todos los disidentes.

El historiador francés Alain Corbin investigó una muerte con rasgos de canibalismo de acuerdo a la tesis de Girard. Su libro ”Le village des cannibals”, publicado en Francia en 1990, causó gran revuelo y creó un encendido debate entre científicos.

Corbin analizó un hecho ocurrido el 16 de agosto de 1870, en la Dordogne. Allí, en el pueblito de Hautefaye, el joven noble Alain de Money fue torturado y quemado en una hoguera frente a una multitud de por lo menos 300 personas. Nunca se supo bien por qué lo mataron, algunos lo habían oído decir ”Viva la República”, otros creían que era un espía prusiano. Pero lo que hizo la muerte del joven más peculiar es que su cuerpo fue descuartizado, se lo trató como a un animal, como carroña.

La acusación de que algunos de los presentes habían comido parte del cuerpo hizo que 21 personas fueran juzgadas colectivamente. Corbin analizó las actas e interrogatorios a 80 personas que fueron las más activas en el apresamiento y asesinato del joven noble. Casi todos los testigos coinciden en que la ceremonia y la hoguera y la atmósfera se convirtieron en una celebración dionisíaca, con carne y sangre como estimulantes.

Especialistas han estudiado testimonios de esos linchamientos y que cuentan de la euforia, del sentido de comunidad creado por la idea de que se estaba aplicando un castigo colectivo.

El arte visual y la literatura parecen seguir siendo los únicos territorios en donde la memoria y la expiación se encuentran.


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