El Cerebro y el Pensamiento *



Seguramente cada uno de nosotros se jacta de pensar, y a muchos les gustaría saber como ocurre que ellos piensen como piensan. Pero parece claro que la cuestión, manifiestamente ha dejado de ser tan sólo teórica. Pues creemos comprender que cada vez más los poderes están interesados en nuestro poder de pensar. Y por tanto, si buscamos saber cómo ocurre que pensemos como pensamos es con el fin de defendernos contra la incitación, taimada o declarada, a pesar como se querría que pensáramos. En efecto, numerosos son aquellos que interrogan sobre los manifiestos de algunos círculos políticos,
sobre algunos métodos de psicoterapia llamada del comportamiento, sobre los balances de ciertas sociedades de informática. Han creído discernir aquí la virtualidad de una extensión programada de técnicas que buscan, en último análisis, la normalización del pensamiento. Yocreo que para simplificar sin deformar es suficiente con citar un nombre: el de Leonid Plionchtch y una sigla: la de LB.M.

De la misma manera que los biólogos no han creído poder hablar del cerebro humano sin situarlo al final de una historia de los seres vivientes, así mismo me parece útil comenzar una exposición
sobre el cerebro y el pensamiento situando esta cuestión en la historia de la cultura. Si hoyes de notoriedad pública que el cerebro humano es el órgano del pensamiento, es necesario recordar sin embargo que uno de los más grandes filósofos de la Antigüedad, Aristóteles, enseño que la función del cerebro, antagonista de la del corazón, es la de enfriar el cuerpo del animal. Fue Hipócrates el.que enseño que el cerebro es la sede de las sensaciones, el órgano de los movimientos  y de los juicios; así lo muestra el tratado hipocrático, Sobre la enfermedad sagrada (la epilepsia). Esta doctrina, en parte retomada por Platón, especialmente en el Timeo, debe a Galeno el haberse impuesto en la cultura occidental. El aristotelismo militante de Galeno no le impidió buscar la confirmación de la tesis hipocrática practicando sobre el sistema nervioso y sobre el cerebro experimentos muy ingeniosos.
Al haber recibido desde sus orígenes y conservando a lo largo de los siglos, el papel de un asunto
que tiene que ver con la sede del alma, nuestro problema actual suscitó, a partir de la filosofía cartesiana, una filiación de teorías y una sucesión de polémicas de las cuales somos herederos. Una rápida reseña histórica es indispensable para localizar el lugar desde donde debe proceder nuestro examen. El siglo XIX es el lugar de combate del positivismo contra el espiritualismo: la teoría de las localizaciones cerebrales. Muy a menudo se comienza esa reseña con Descartes.

Se trata entonces de un perfecto contrasentido. Descartes enseñaba que el alma indivisible se une
al cuerpo por medio de un órgano único, y por así decir físicamente puntual, la glándula pineal (conarion de los antiguos, nuestra epífisis). No es asunto de buscar unir un pensamiento dividido con un órgano federal. Aquellos que más tarde no comprendieron que la función de la glándula pineal era una función metafisiológica criticaron a Descartes y buscaron en otra parte, en el cerebro, la sede del sensorium commune. La lista de ellos es larga, de Willis a la Peyronie. Todo incluida la invención de la guillotina, ha dado lugar a argumentos en favor de talo cual teoría por parte de médicos eminentes como Soemmering, quien era corresponsal de Kant. Cabanis (1795) -para quien el cerebro secreta el pensamiento como el hígado la bilis- tomó parte en la controversia y discutió el caso de Charlotte Corday decapitada.

En 1810 Gall publicó su Anatomie et physiologie du sistéme nerveux en général et du cerveau en particulier. Fue en ese momento cuando comenzó efectivamente la ciencia del cerebro, incluso aunque tendría luego que rebasar ese obstáculo inicial, la frenología hecha a la vez de ingenuidad y pretención. El punto fuerte de la doctrina de Gall es la exclusividad reconocida al encéfalo, y particularmente a los hemisferios cerebrales, como 11 sede" de todas las facultades intelectuales
y morales. El cerebro entendido como un 11sistema de sistemas" es presentado como el único soporte físico del cuadro de las facultades. La frenología es una eranioscopia fundamentada sobre la correspondencia entre el contenido y el continente, entre la configuración de los hemisferios y la forma del cráneo. Contra la ideología sensualista, contra lo que hoy se llamaría la adquisición de la experiencia bajo la presión del entorno Gall y sus discípulos sostienen el innatismo de las cualidades morales y de los poderes intelectuales.

Pero, a diferencia de los metafísicos espiritulistas, ellos fundamentan este innatismo sobre el substrato
anatómico de un órgano y no sobre la substancialidad ontológica de un alma. Visto de lejos, el interés de la controversia puede parecer puramente teórico, lo que de hecho no lo era. La protuberancia de las matemáticas! ha producido mucha risa, mientras que se parece estar menos dispuesto en estos  momentos a reír de los cromosomas de 11 superdotados" o de la herencia genética del cociente intelectual porque, incluso con uncociente intelectual medio, uno puede entrever las consecuencias
posibles de ello en el dominio de las condiciones sociales. Pero es necesario saber que ya Gall
y Spurzheim no habían dejado de hacer valer el alcance práctico de sus teorías en el orden de la pedagogía, del descubrimiento de las aptitudes (lo que hoy se llama orientación), de la medicina y de policía (prevención de la delincuencia). Una de las ilustraciones de daumier para el poema satírico de Antoine Francois Hippolyte Fabre, Némesis médicale (1840) representa a un frenólogo ante la tradicional colección de cráneos en yeso, en momentos en que palpa el cráneo de un muchacho al que su madre, una mujer del pueblo, ha llevado a consulta para un diagnóstico de aptitudes. Yen su Histoire de la phrénologie, Georges Lanteri-Laura ha revelado con qué rapidez la frenología, importada a los Estados Unidos por el propio Spurzheim y por un discípulo escocés de apellido de Combe, se convirtió en una frenología aplicada, un instrumento de orientación y de selección profesional,
e incluso de consulta matrimonial. Se ha podido decir que la frenología conoció entonces, en
los Estados Unidos, un éxito comparable, y por razones comparables, al éxito del psicoanálisis.
Pero sobre todo no se podría sobreestimar, pues es capital, la influencia de la frenología sobre la psicopatología.

Imposible comprender de otra manera que las primeras localizaciones cerebrales de funciones intelectuales hayan tenido que ver con las perturbaciones del habla y de la memoria de las palabras. En materia de afasia, Broca y Charcot confirmaron el descubrimiento de Bouillaud, discípulo de Gall, la localización de la función del lenguaje en los lóbulos anteriores del cerebro (1825-1848). En la segunda mitad del siglo XIX, la Exploración de las funciones del cerebro se apoderó de la corriente eléctrica, galvánica o farádica, como de un instrumento de análisis privilegiado; paralelamente,
la neurología experimental fue elevada por algunos al rango de filosofía.



de aquellos que fueron nuestros maestros, incluido Bergson, se han tomado a pecho refutar, bajo el ojo
reprobador de Théodule Ribot, especie de ejecutor testamentario de Taine. y fue Freud mismo, autor en
1888 de un artículo "Cerebro" para un diccionario médico, el que primero reconoció una deuda con respecto a Taine. Habiendo redactado, en 1895, su Esquema de una psicología científica, escribe a  Fliess (febrero de 1896): "El libro de Tanie Sobre la inteligencia me gusto muchísimo. Espero que de ello saldrá alguna cosa". Esto es quizás lo que autorizó a Ludwig Binswanger a escribir que son numerosas las concordancias entre el naturalismo psicológico de Taine y el de Freud. Y sin embargo, desde 1900, introduciendo en la Traumdeutung el concepto de aparato psíquico, Freud se interesaba ante todo en lo que llamaba la "tópica psíquica", sin renunciar a la topografía de las localizaciones. En 1915 podía escribir en el capítulo sobre "el inconsciente", de la Metapsicología: "Todas las tentativas para adivinar a partir de allí (las localizaciones cerebrales) una localización de los procesos  psíquicos, todos los esfuerzos por pensar las representaciones como almacenadas en la células nerviosas han fracasado absolutamente", Y añade que, que por el momento, la tópica psíquica (distinción de los sistemas les., Pcs., Cs.) "no tiene nada que ver con la anatomía". Para limitarme al dominio francés, recordaré dos títulos de obras de la misma época, expresamente concebidos sin referencia a conceptos filosóficos. Si en 1905 Alfred Binet da a un ensayo sobre la naturaleza de la sensación el título Eáme et le corps, en 1923, Henry Piéron, director del Instituto de Psicología publica Le cerveau et la Pensée. 

El cerebro y el pensamiento están tan estrechamente unidos e incluso confundidos en el pensamiento
-o en el cerebro- de los fisiólogos, de los médicos, de los psicólogos, que la atribución al cerebro
de toda responsabilidad de un drama dolorosamente vivido se le impone incluso a los poetas. Es así como un héroe de las letras, poeta y actor en dificultad con su yo, escribe a Jacques Riviere: "Lo único que pido es sentir mi cerebro... Soy un hombre que ha sufrido mucho del espíritu. Yo sólo espero que cambie mi cerebro y que en él se habrán los cajones supe- 

Para comenzar, desde 1836, un médico del Hospicio de Bicétre, Lelut, había escrito en una obra ¿ Qu'
est-ce que la phrénologie?: "Para ser completo sólo le faltaría a este sistema fisiológico-psicológico tratar sobre el modo de acción del cerebro en la producción de los hechos intelectuales y morales, es decir, explicar el mecanismo del pensamiento por medio de la hipótesis moderna de la electrización o de la electromagnetización de la masa encefálica" (p. 239). Medio siglo después, las investigaciones de Fermier, Fritsch, Hitzig, Flechsig inauguraban lo que Hecaen y Lanteri- Laura han llamado "la edad de oro de las localizaciones cerebrales" y permitían levantar la primera carta topográfica del cerebro. Y sin esperar mucho más tiempo, desde 1891, el psiquiatra suizo Gotlieb Burckhardt convertía los conocimientos topográficos en técnicas de psicocirugía y practicaba, por lo demás sin éxito real,  aquello que se llamó luego la lobotomía2. Se notará de nuevo la rapidez con la cual el conocimiento supuesto de las funciones del cerebro es invertido en técnicas de intervención como si la gestión teórica estuviese suscitada congénitamente por un interés de práctica. 

Paralelamente a las investigaciones de neurología cerebral, la psicología tendía a no ser más que la
sombra de la filosofía, animada por una filosofía irreligiosa, que extraía de esta psicología sus razones
de irreligiosidad. En Francia el Jefe era Hippolyte Taine. Desde 1854, en Les Philosophes francais au x/x siécie, opone las homilías espiritualistas de Paul Royer- Collard las investigaciones experimentales sobre el cerebro practicadas por Flourens, sin embargo poco sospechoso de materialismo. Y la obra de 1870, De l'intelligence, va a acreditar, a partir de una teoría de la sensación, la tesis llamada del paralelismo psicofisiológico que los filósofos universitarios franceses, los maestros 2. G. Burckhardt. U/Ja RilU!Cllcxcz:;ioIlCIl, al, Beitra; =111' "1'craliz'('11 Thcrnpic dcr 1',Yc!"J,;¡'11. Allgerneine Zeítschritg hu I'sychiatric. 19H1, N(1. 47. Sobre los comienzos de la psicocirugía cfr. el artículo de Al.un [aubert. L'c:« ision de Eapiare de la jol ic, en el No.4, 197.1-1976, de la revista Au Ir(,IIII'1I l' "Cuerir pour norrnaliser".  20 Nos. 5-6 AÑO MCMXCVII U. NACIONAL DE COLOMBIA BOGOTA,D.C. GEORGES CANGUILHEM EL CEREBRO Y EL PENSAMIENTO


riores". Se trata de Antonin Artaud. Fue en mayo de 1923 y en marzo de 1924. Ahora bien, fue en el
año universitario 1923-1924 cuando un profesor del College de France -alumno de Charcot corno Freud, médico de otro héroe de las letras y en dificultades también él con su yo, de nombre Raymond Roussel- Pierre Janet3, declara en una de sus lecciones: "Se ha exagerado relacionando la psicología con el estudio del cerebro. Desde hace cerca de cincuenta años se nos habla demasiado del cerebro: se dice que el pensamiento es una secreción del cerebro, lo que es una estupidez, o bien que el pensamiento está en relación con las funciones del cerebro. Llegará una época en la que uno se reirá de esto pues no es exacto. Lo que llamarnos el pensamiento, los fenómenos psicológicos, no es la función de ningún órgano particular: no es ni la función de la yema de los dedos corno tampoco la función de una parte del cerebro. El cerebro no es sino un conjunto de conmutadores, un conjunto de aparatos que cambian los músculos que son excitados. Lo que llamarnos idea, lo que llamarnos fenómenos de psicología, es una conducta de conjunto, todo el individuo tornado en su conjunto. Pensarnos con nuestras manos tanto corno con nuestro cerebro, pensarnos con nuestro estómago, pensarnos con todo: es necesario no separar lo uno de lo otro. La psicología es la ciencia del hombre entero, no es la ciencia del cerebro; éste es un error psicológico que ha hecho mucho mal durante mucho tiempo".

Este recuerdo de una psicología quizá injustamente abandonada actualmente'[ no responde a una
inquietud de erudición sino, por el contrario, a una preocupación de actualidad. Esta relación permite
abonarle a Janet una posición deliberada de no conformismo en materia de patogenia y de terapéutica
de las enfermedades llamadas mentales, posición tan contestataria corno puede llegar a serlo hoy la de
tal o cual adepto de la antipsiquiatría. Cuando se deja de creer en la primacía de lo cerebral se deviene escéptico en cuanto a la eficacia de un internamiento cuasi carcelario. Según Janet el concepto de alienación no es primordialmente psicológico, es ante todo" debido a la policía". Janet declara: "Un demente es un hombre que no sabría vivir en las calles de París", Sin duda no habría sido necesario forzarlo mucho para hacerle decir que son las calles de París las dementes.

Este hombre tranquilo que escribió en 1927, en La pensée iniérieur et ses troubles: "La palabra loco es pues una denominación de policía", quizás habría aprobado sonriente el consejo escrito sobre los  muros de su universidad por los estudiantes de Oxford: "Do not adjust your mind, there is a fault in reality". No tenéis que corregir vuestro espíritu puesto que es en la realidad donde algo cojea. En  resumen, un siglo después de Gall y Spurzheim se podía figurar corno psicólogo sin tornar sus argumentos en la neurofisiología. Pero es necesario volver, aún por un instante, a la frenología para comprender bien la apuesta filosófica ligada al problema "cerebro-pensamiento". Explicar por medio de la estructura y la configuración del cerebro las funciones intelectuales y sus efectos conlleva, desde el comienzo, una ambigüedad que su vulgarización ha hecho manifiesta en su bastedad. Una de las numerosas obras de vulgarización y de propaganda frenológica, Le Petit Docteur Gall, de Alexandre David contiene una página de comentarios sobre un retrato de Descartes tornado del Traité de  Physiognomonie de Lavater (1778), que es un dibujo a partir del retrato de Franz Hals. El frenólogo, discípulo de Spurzheim, encuentra en la cabeza de Descartes "todas las facultades perceptivas": individualidad, configuración, extensión, pesantez, colorido, localidad, cálculo, orden, eventualidad,
tiempo, tono, lenguaje. Se explica así que Descartes haya sido tan regular en la administración
de su interior, que haya aplicado el álgebra a la geometría y las matemáticas a la óptica. Se explica también, por la presencia cerebral de la "localidad" que él haya llevado una existencia nómade. Y se alaba a un cierto Sr. Imbert, sabio frenólogo, por haber notado que el cogito es un simple efecto de la "eventualidad", es decir de "la facultad que percibe las acciones que están en nosotros". El Cogiio de ninguna manera es un efecto de las "facultades intelectuales reflectivas", lo que justifica que Spurzheim haya dicho que Descartes no era tan gran pensador corno se creía.

En suma, antes de la frenología se creía que Descartes era pensador, autor responsable de su sistema
filosófico. Según la frenología, Descartes es el portador de un cerebro que piensa bajo el nombre de
René Descartes. Porque Descartes es su cerebro en el que "la eventualidad" está presente, él percibe en sí mismo el cogito. Porque Descartes es su cerebro donde la "localidad" está presente, él se desplaza corno un nómada, del Poitou hasta Suecia, pasando por París, por Ulm y por Amsterdam en donde anticipa a los hippies de hoy que allí gozan por 3. Pierre janet (Curso en el Colegio de Francia 1923-1924,citado por Marceljousse, Archivos de Filosofía,Vol.2, cuaderno 4; Estudes de psychologie
lingúistique).

4. Un estudio interesante de Pierre [anet se puede consultar en la tesis de Claude Prévost, LapsycJlO-l'hilosol'hie de P falle! (Payot, 1973). REVISTA COLOMBIANA DE PSICOLOGIA 21 DOCUMENTOS

atras razones distintas a las suyas. En resumen a partir de la imagen del cráneo de Descartes, el sabio
frenólogo concluye que todo Descartes, biografía y filosofía, está en su cerebro y que es bien claro que
hay que decir su cerebro, el cerebro de Descartes, puesto que el cerebro contiene la facultad de percibir las acciones que están en él. Pero finalmente ¿cuál él? y henos aquí en el corazón de la ambigüedad. ¿Quién o qué dice yo, no solamente al comienzo del Discurso del método sino sobre todo al comienzo de la Geometría" de 1637: "Yo nombraré la unidad ... Yono temeré introducir estos términos ..., etc. "?


A todo 10 largo del siglo XIX, el Yo pienso ha sido, en muchas ocasiones, rechazado y refutado en
provecho de un pensar sin sujeto personal responsable. Lichtenberg, en sus Philosophische  Bemerkungen dijo: "Es denkt sollte man sagen sowie man sagt es bliekt". Se debería decir: eso piensa como se dice eso brilla. El neurólogo Exner, citando esta expresión de Lichtenberg en una memoria, Uber allgemeine Denkfehler, 1889, escribe: "Las expresiones, yo pienso, yo siento, de ninguna manera son buenas formas de expresarse. Sería necesario decir: es pensado en mí (es denkt in mir), es sentido en mí (es fühlt in mir). El peso de los argumentos no depende de nuestra voluntad, se forma un juicio en nosotros (es denkt in uns)". Antes, claramente independientes el uno del otro, Rimbaud y Nietzsche han creído tener que excusarse por haber cedido a la ilusión de su yo pensante. En la famosa carta a Izambard, en 1871, en la que Rimbaud se define como un vidente, añade: "Es falso decir yo pienso. Se debería decir: se me piensa". Y en Más allá del bien y del mal, en 1886,Nietzsche escribe: "Es una alteración de los hechos el pretender que el sujeto yo sea la condición del atributo: yo pienso. Algo piensa, pero creer que ese algo es el antiguo y famoso yo es una pura suposición". (Aforismo 17).
Nietzsche ha retomado la misma idea muchas veces y de ellas se encontrará la lista en el libro de
Bernard Pautrat, Versions du soleil, en el capítulo: "Descomposición del cogito". Entre más amplio es el acuerdo en la denuncia de una ilusión, más indiscutible es la ilusión pero también más imperioso es
el deber de dar cuenta de ello. 'Wo Es war soll ich werden" ("Donde Ello fue, tengo yo que advenir"). Esta expresión de Freud, cuya interpretación divide las escuelas de psicoanálisis, puede ser desviada para nuestro uso. Y la última palabra de esta reseña histórica es la pregunta: ¿Cómo un Yopienso puede advenir a Eso que indica y describe, a partir del frenólogo, del fisiólogo de hoy, a Eso, un  cerebro? 

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¿Qué significa pensar? Aunque, según la mundanidad filosófica, la cuestión tenga una resonancia
heideggeriana, nosotros la tomamos por su. lado banal, trivial. Según la definición que se dé de pensar,
se admitirán pensantes de talo cual especie. El autor de los Pensamientos, el inventor de la "caña que piensa" escribió: "La máquina de aritmética produce efectos que se aproximan más al pensamiento que todo 10 que hacen los animales; pero ella no hace nada que permita decir que tiene la voluntad como los animales". Henos casi en el computador cuyos efectos se aproximan aún más al pensamiento de 10 que hacía la máquina de Pascal. La metáfora ahora repetida del cerebro computador se justifica en la medida en que se entienda por pensamiento operaciones de lógica, cálculo, razonamiento. Razón, ratio se deriva etimológicamente de reor, calcular. En cuanto a la voluntad de los animales, incluso si uno juzga que Pascal extendió abusivamente este concepto a todo tipo de conductas orientadas por la búsqueda de una satisfacción vital, se convendrá en que al menos existe un animal capaz de querer un efecto sin precedentes en su experiencia: es el hombre inventor de máquinas, como el propio Pascal. Si la máquina aritmética es el efecto del cálculo de un cerebro del cual ella misma es una aproximación, al menos se debe admitir que los cincuenta modelos de esta máquina tenazmente
construidos antes de la definición son el índice de una voluntad de construir conscientemente motivada,
Pascal piensa que no existe aproximación mecánica a este tipo de motivación. Si no es posible concebir una máquina motivada por el proyecto de construir una máquina, si no existe computador en
el origen absoluto del computador, ¿qué le impediría al filósofo plantearse, a propósito del cerebro, otras preguntas distintas de las de los fisiólogos? Y esto no quiere decir de ninguna manera que se cuestione el saber del fisiólogo en su terreno. La estructura y las relaciones que entre sí tienen las neuronas del cerebro son la condición de su ejercicio. Los progresos y la rectificación del saber de los fisiólogos son asunto de los fisiólogos. El fisiólogo es el amo en 10 suyo. Pero el fisiólogo es indiscreto por todas partes. El computador es el efecto de una tentativa por imitar, gracias a la electrónica del siglo XX, las propiedades ya reconocidas al cerebro por la neurofisiología
del siglo XIX:recepción de estímulos, transmisión y entrada en agujas de signos, elaboración
de respuestas, registro de operaciones. La descripción de este esquema funcional en el lenguaje actual de la informática no 10 altera fundamentalmente. Se puede, según se quiera, hablar del computador como un cerebro O del cerebro corno un computador. En su libro Mémoire pour Laven ir Francois Dagognet puede escribir: "El verdadero cimbronazo fue cuando el hombre llegó a exteriorizar los procesos cerebrales gracias a los cuales calcula, habla y piensa" (p. 8) e inversamente (p.199) que: "El propio cerebro ... sale redefinido al ser relevado por la memoria material". Es éste un caso particular de estrategia teórica característica de la ciencia actual: a partir de observaciones y de experimentos realizados en un cierto dominio de realidad se construye un modelo; y a partir de este modelo se continúa afinando el conocimiento, corno si se tuviera que ver con la realidad misma.

El fisiólogo admite claramente que el cerebro sea una parte del organismo, es decir -según la definición de Nageotte- de un mecanismo "cuya edificación está comprendida en su funcionamiento". Plantearnos la siguiente pregunta: Esta propiedad paradójica si se tiene en cuenta los mecanismos artificialmente producidos por el hombre, ¿está o no prolongada por la otra propiedad paradójica que los fisiólogos confieren al cerebro, ser el órgano cuya representación de su funcionamiento estaría comprendida en el funcionamiento mismo? para los redactores de la revista Pour la ecience' que presentaron el número sobre cerebro, ese" gran computador de nuestra vida" ha descubierto "sus maravillosas propiedades reflexionando sobre su propia naturaleza" Pero sólo se trata de periodistas. David Hubel, neurofisiólogo reputado, rechaza el argumento "materío-espírítualista" (es decir dualista) según el cual el computador cerebral es incapaz de comprenderse a sí mismo. Hubel
está de acuerdo por lo demás en que el cerebro humano (1012 neuronas; 1014 sinapsis es decir cien
billones) es diferente del computador cuyos componentes, incluso en el futuro, no podrían alcanzar tal
número. Pero además el cerebro no funciona según un programa secuencial lineal. En la misma revista
Francis Crick muestra también en que es engañosa la analogía entre el cerebro y computador. Constata
con pesar que el fisiólogo no haya llegado aún a describir la percepción consciente que permita aclarar la experiencia "tan directa" que de ella tenernos. "Se sospecha mucho que ese fenómeno sea el resultado de una retroacción de las vías de cálculo sobre sí mismas pero no se sabe exactamente cómo
se produce". Corno si una acción de retorno pudiera ser considerada corno trascendente con respecto
a una acción directa. El es sin embargo de los fisiólogos que no confunden las limitaciones y los límites de su ciencia y que, dedicándose a hacer retroceder las limitaciones se muestran prudentes en cuanto a la posibilidad de franquear en esto los límites. Un biomatemático, Pierre Nelson, termina el prólogo de su obra, Logique des neurones et du systeme nerveux, con reflexiones sobre "la insatisfactoria objetividad" del tipo de explicación que confunde el sentido y la lógica. El profesor
Michellouvet, cuando el periodista del Nouvel Observateur le pregunta si el cree posible el  descubrimiento, un día, de una fórmula química de "la consciencia de la consciencia", responde: "Un sistema sólo puede comprender a otro si es más complejo. Lógica... ¿Entonces nuestro cerebro podrá descifrar sus propios secretos? Incluso con la ayuda de un computador no estoy muy seguro de que lleguemos a traducir todos los procesos de consciencia en terminosneurobiológicos". ¿Pero la cuestión es claramente de lógica? Antes, Francois Jacob había invocado el teorema de Gódel para apoyar una respuesta parecida a la Iouvet . Uno ha de preguntarse si no se tornan demasiadas libertades con ese teorema de limitación, cuando la cuestión es ajena a su dominio de validez, la aritmética formal. Sin embargo se les debe abonar a esos biólogos su reticencia a deducir la consciencia a partir de una ciencia del cerebro, incluso fortalecida con el recurso del computador. Ante todo uno no puede sino sorprenderse por el interés universalmente puesto, tanto por el científico corno el público, en la maquinaria electrónica del pensamiento humano. Es larga la lista de las publicaciones que, en el dominio de la cultura anglosajona, tienen títulos que alían Mind (Mente) o Brain (Cerebro) con Máquina. En cuanto a la difusión entre el público, no existe en la actualidad espiritualista
que no se sienta obligado a pensar su espíritu en términos de contactos de computador, anota Bernard
d' Espagnat en una obra reciente. Es inútil recalcar el uso, es decir el abuso, de expresiones no pertinentes tales corno cerebro consciente, máquina consciente, cerebro artificial, o inteligencia artificial. Pero se preguntará ¿por qué esas conjugaciones de incompatibles? Sin duda porque esas  metáforas, nacidas entre los científicos del uso legítimo de modelos heurísticos o de simuladores
sofisticados, han sido hábilmente transplantadas a los lugares comunes publicitarios, en el estadio industrial de la informática. ¿Qué podríamos tener contra el computador si nuestro cerebro es él también un computador? ¿El computador en casa? ¿Por qué no, puesto que en cada uno de nosotros hay un computador? Un modelo de invetigación científica ha sido convertido en máquina de propaganda ideológica con dos fines: prevenir o desarmar la oposición a la invasión de un medio de regulación automatizada de las relaciones sociales; disimular la presencia del que decide tras el anonimato de la máquina. Pero que se trate de máquinas analógicas o de máquinas lógicas, una cosa es el cálculo o el tratamiento de datos según instrucciones y otra cosa la invención de un teorema. Calcular la trayectoria
de una nave espacial tiene que ver con el computador. Formular la ley de la atracción universal es una actuación que no tiene que ver con él. No existe invención sin consciencia de un vacío lógico, sin tensión hacia un posible, sin riesgo de equivocarse. Si se le hubiera preguntado a Newton cómo había encontrado lo que buscaba, habría respondido: "Pensando aquí siempre en ello". ¿Qué sentido es necesario reconocerle a este aquí? ¿Cuál es esta situación de pensamiento en la que se encara lo que no se ve? ¿Cuál es el lugar para este aquí en una maquinaria cerebral que estaría montada para relacionar datos bajo los constreñimientos de un programa? Inventar es crear información, perturbar hábitos de pensar, el estado estacionario de un sabefl. De la misma manera que el [oueur d'échecs de Torres y Quevedo, un fonógrafo puede proferir "jaque al Rey", así mismo se puede imaginar una máquina que grite Eureka después de haber encontrado la solución de un problema del cual se hubiera suministrado los datos y las obligaciones. No se la imagina descubriendo las funciones fuschianas como Henry Poincaré lo cuenta en Ciencia y Método. Después de muchos períodos de trabajo infructuoso, abandonado y retomado, de repente Poincaré apercibe una relación de identidad entre las transformaciones que le han permitido definir esas funciones y las de la geometría  no-euclidiana. Fue en Coutances, al subirse a un bus: "en el momento en el que ponía el pie en las gradas, la idea me viene ...". ¿Habrá algún día autómatas lógicos a los que les vendrán ideas? Responderé haciendo dos citas. En su estudio Au sujet d'Euréka Valéry escribió que "las investigaciones insensatas son padres de los  descubrimientos imprevistos". Y un matemático que se interroga sobre las dificultades de construcción de modelos para acercarse al azar y formalizar lo informalizable, René Thom, escribió: "En esta tarea, los sesos humanos con su viejo pasado biológico, sus hábiles aproximaciones, su sutil sensibilidad
estética, siguen y seguirán siendo aún durante mucho tiempo irremplazables'". Pero si no es posible, asimilando el cerebro a una máquina electrónica, comprender cómo es capaz de invención, ¿no sería posible llegar a ello por el sesgo de una explicación química? Puesto que el uso de ciertas substancias llamadas psicotrópicas ha permitido una mejora real de algunas enfermedades nerviosas o mentales, se ha podido crear la esperanza de extender a la causa de los desórdenes el poder obtenido sobre sus síntomas. De allí el interés creciente por la química cerebral, por las moléculas propias para modificar la transmisión de las excitaciones a nivel de la sinapsis. El descubrimiento de los neuropéptidos -encefalinas y endorfinas-, substancias endógenas, ha conferido un cierto poder de inhibición del dolor físico de las penas morales. La hostilidad presente de la antipsiquiatría con respecto a la psicofarmacología, la denuncia sistemática de las" camisolas químicas", recubre una parte de injusta ceguera para con los casos de perturbaciones metabólicas que encuentran  racionalmente su suspensión o su atenuación en la intervención química sobre los neuromediadores.
Tales son los casos de la enfermedad de Parkinson a la que se sabe oponer la acción de la L. Dopa y
la esquizofrenia, tranquilizada, si no curada, por la administración de clorpromazina, cuyo descubrimiento ha podido ser juzgado tan importante como lo fue, para la cirugía, el de los anestésicos. Habría sido muy sorprendente que, estimulados por algunos resultados espectaculares, los psicofarmacólogos no se hubieran creado la esperanza de extender los poderes de la química ya no solamente buscando paliar las deficiencias del cerebro sino también y, sobre todo, sus actuaciones
para estimularlas. Los redactores del artículo de Newswee¡¿O piensan que se aproxima el momento
en el cual se descubrirá, a la manera de las substancias propias para fortificar la memoria, substancias propias para fortificar la invención. Se habla de una droga posible, capaz de suscitar el sentimiento
del ya visto con el fin de ayudar a las gentes a resolver los problemas que sólo les parecen difíciles únicamente porque no tienen precedente. No se dice de qué tipo de problemas se podría tratar. Un problema de reparación o de contra-espionaje está bien lejos de un problema de matemáticas como por ejemplo la demostración general del famoso teorema de Fermat. ¿Cómo no ironizar sobre los extremos a los cuales son llevados los vulgarizadores? ¿Ycómo no subrayar que la invención de esta droga -que se podría llamar píldora de concepción- estaría en gran medida facilitada por la previa invención de 10 que ella tiene por fin producir? Dicho de otra manera, el proyecto de investigación para un apoyo a la heurística sería el mismo tributario, por su paso de potencia al acto, de la realización previa de aquello de 10 cual él es el proyecto. Se piensa resolver el problema particular
de la solución de los problemas en general, a nivel de las microestructuras cerebrales, por medio de la
invención de una especie de píldora pro-solución (o pro-concepción). De hecho no se trata más que de
una reduplicación del problema o, para hablar más simplemente, del uso de una palanca sin punto de
apoyo. En consecuencia, a pesar de la existencia y de los efectos satisfactorios de algunos mediadores químicos, a pesar de las perspectivas abiertas por algunos descubrimientos en neuroendocrinología, no parece que haya llegado aún el momento de anunciar, a la manera de Cabanis, que el cerebro va a secretar el pensamiento como el hígado la bilis. No olvido que Pascal no olvidó la memoria. Recuerdo
dos de sus Pensamientos: "La memoria es necesaria para todas las operaciones de la razón" y
"Cuando era pequeño, cerraba mi libro ...". Con la primera, Pascal encara la memoria del calculista, del investigador, del administrador, del estratega. La memoria archiva y hace inventarios. Es la que uno se enorgullece de imitar, de desmultiplicar, aligerar y, en el límite, de reemplazar por medio del tratamiento automático de los bancos de datos, por una memoria artificial exenta de las enfermedades de la memoria. Pero esta "Memoria para el porvenir", según la expresión de Francois Dagognet ¿qué porvenir abre a la memoria?, ¿a la memoria del "Cuando yo era pequeño ...", a la memoria del tiempo perdido y del tiempo recobrado, a esos recuerdos sobre los que Proust escribió, en las últimas líneas de su obra, "que terminarán por parecer cuando el deseo de un cuerpo viviente deje de sustentarlos"?
El examen del tema merecería más de un momento en la conferencia y más de una conferencia.
Voluntariamente no trataré de una cuestión que debería lógicamente conducir a interrogarse sobre la
probabilidad de ver, un día, en la vitrina de una librería la Autobiografía de un computador, sino su Autocrítica. Ahora ¿a qué se llama pensar cuando se trata de ese poder del ser viviente que Pascal llamó voluntad y que él le niega a la máquina el poder de simularlo? Restricción que puede parecerle torpe a todos aquellos que le opondrían gustosos los robots actuales, los animales electrónicos y las tortugas de Grey Walter o de Albert Ducrock, todas ellas máquinas a quienes gustosamente se les reconoce el sentido de la oportunidad, la adaptación a las circunstancias, la capacidad de aprender. Pascal no podía prever que era de él de quien en 1908 Henry Pieron tomaría la palabra  comportamiento para traducir la palabra inglesa behaviour, adoptada a comienzos de siglo en los EE.UU. por Thorndike, Jennings y Watson, para designar conductas animales polarizadas como
fenómenos biológicos de adaptación al entorno. Aunque se continúa llamando psicología a este estudio
de los comportamientos -en suma por una extraña conducta de exclusión y de retención- se prohibía
toda referencia al pensamiento y a la conciencia y no se interesaba en el cerebro más que como una
caja negra cuyas entradas y salidas era 10 único que se tenía en cuenta. Por supuesto que se distinguían, entre las conductas de los vivientes, algunas que se continuaron llamando inteligentes pero sin relación con alguna capacidad reflexiva de juicio. Objetivamente, la inteligencia es la corrección del comportamiento en función de los obstáculos encontrados en la búsqueda de una satisfacción.
Es bien sabido que el estudio objetivo de los comportamientos utiliza las técnicas del condicionamiento por medio de dispositivos de aprendizaje. Pero no siempre se distingue suficientemente dos tipos de condicionamiento: el condicionamiento pavloviano por medio de injerto de una relación estímulorespuesta sobre una relación de tipo reflejo innato; el condicionamiento skinneriano o instrumental que es la consolidación sistemática, bajo el efecto reiterado de una  recompensa obtenida, de una conducta de solución satisfactoria inicialmente obtenida por azar.
En la caja de Skinner, la rata o la paloma adquieren, por la repetición de situaciones falta-castigo y rectitud- recompensa, el comportamiento aparentemente inteligente de un cálculo de ventajas. Tanto en una como en otra teoría del condicionamiento se considera que se puede concluir para el hombre 10 que se dé en el animal y no se puede negar que muchos de los que las reivindican no están lejos de identificar amaestramiento y aprendizaje, de considerar como un medio a todo entorno, comprendido aquí el hecho social y cultural en el caso del hombre y finalmente de deslizar progresivamente del concepto de educación hacia el de manipulación. ¿A cuál de estas dos empresas conviene referir las técnicas de orientación o de guía de los individuos en el medio social, por medio de distribución manifiesta o enmascarada de recompensas? Para ser equitativos es necesario reconocer que 
la teoría del condicionamiento salida de los trabajos de Pavlov está incorporada, por cierta antropología que se reclama del materialismo dialéctico, a una filosofía que se llama no reduccionista, en la medida en que reconoce expresamente que el entorno cultural humano es un efecto histórico y no un dato natural. En esta óptica el pensamiento no es una función puramente cerebral, un producto biológico; es un efecto social relativo al tipo de sociedad en la cual él interviene. En una sociedad conservadora o represiva, la ecuación pensamiento = cerebro sirve de justificación para las técnicas de normalización de la conducta. El condicionamiemto skineriano es considerado
por los neurólogos progresistas como el reflejo y el medio de conservación de la sociedad americana.
A lo que los radicales americanos responden que el condicionamiento, el des condicionamiento, el lavado de cerebro y la camisola química no son privilegio de ningún país.

Pero lo esencial del entorno social humano es el ser un sistema de significaciones. Una casa no es
percibida como piedra o madera sino como abrigo, un camino no es tierra aplanada, es un pasaje, una
huella. Incluso para el hombre de Néanderthal, un sílex tallado no es solamente piedra: su dureza no
es solamente un dato de la sensibilidad, es ante todo un proyecto de utensilidad. La percusión no es sólo un movimiento, es un gesto cuyos efectos primordiales, la herramienta y el fuego, son las raíces del sentido de su existencia para el viviente humano. En consecuencia ¿se puede admitir que el aprendizaje y el dominio del sentido de las cosas y de los actos, en un entorno cultural, no plantean otros problemas de método que no sean los del adiestramiento del animal, por condicionamiento? Estos problemas culminan en el del lenguaje. La relación lenguaje-pensamiento remite a la cuestión cerebro-pensamiento por medio de la relación cerebro-lenguaje. Según la concepción de Skinner ¿es el lenguaje "aprendido" como cualquier otro comportamiento? La enseñanza del lenguaje ¿es análoga a un condicionamiento que ntre un significante, un significado y un referente? Si se identifica aprendizaje
y condicionamiento ¿no se resucita el empirismo contemporáneo de la época en la que las funciones
del cerebro eran ignoradas? Si es necesario tener en cuenta las capacidades lingüísticas innatas
¿será necesario identificar innatez y programación cerebral genética? Tal es el objeto del debate organizado en Royaumont, 1975, entre Noam Chomsky y Jean Piaget, recientemente publicado bajo el título: Théories du langage, théories de l'apprentissage. Sosteniendo que la gramática de una lengua no
es una propiedad de esa lengua sino una propiedad del cerebro humano, Chomsky piensa dar cuanta de
que el mismo niño, dado que aprende a hablar en la lengua de sus locutores adultos, aprendería otra
lengua comunicándose con otros locutores. Cuando se le objeta que la inteligencia general podría obtener lo que él supone inscrito en el núcleo fijo del lenguaje, Chomsky responde que para aprender a aprender es necesaria una disposición inicial. Según él, la obligación de recurrir a una capacidad generativa para explicar el aprendizaje de la lengua no es más que la confirmación de ese aspecto de creatividad que había reconocido Wilhem von Humboldt cuando decía: "Una lengua puede hacer un uso infinito de medios finitos". Se comprende fácilmente por qué Chomsky se vale de Descartes y de Leibniz, filosofías que han defendido el innatismo de los principios racionales, pero no se entiende cómo él puede identificar la necesidad de los constreñimientos universales de la competencia lingüística con la determinación genética de las capacidades cerebrales. Lo que es cierto es que su oposición a Skinner y a la teoría expuesta en Verbal Behavior es paralela a su actitud de oposición política a las tesis de Skinner expuestas en Beyond Freedom and Dignity (1971): "La creencia en que el espíritu humano es vacío provee una justificación a todo tipo de sistemas autoritarios.
Si el espíritu humano está vacío, todo método para moldear los espíritus a su antojo es legítimo
y esto encuentra desarrollos extremos, en Skinner por ejemplo; todo termina en una especie de esquema fascista" (p. 393, Théories du langage, théories de l'appren tissa ge). 
Pero los adversarios de Chomsky dicen que el innatismo del poder intelectual se puede convertir
en un argumento en favor del elitismo, para apoyar una justificación de relaciones sociales desiguales.
Retendremos por el momento que, en su versión biológica actual, el debate entre empirismo e innatismo provee indiferentemente argumentos para posiciones políticas opuestas. Signo sin duda de que la justificación de escogencias políticas debe ser buscada en otro lugar distinto al cerebro. Sobre este último punto, por lo demás, la conclusión de la conferencia de Jouvet11 merece ser atendida. El lanzó la idea de que el sueño, expresión de una actividad cerebral cerrada a las aferencias exteriores, cortada del entorno, podría ser considerada como el índice de una actividad de mantenimiento del programa hereditario, de una ruptura de la relación social. El sueño sería el guardián de la libertad natural en relación a los constreñimiento s culturales. Se estaría tentado a evocar a Rousseau, la oposición del hombre salvaje y el hombre civil, y al axioma según el cual el hombre ha nacido libre aunque por toda parte esté entre rejas. Pero la Profesión de Fe del Vicario Savoyano impide contar a Rousseau entre aquellos que buscan en la fisiología los fundamentos de la pedagogía y de la política.
En resumen, el lenguaje humano es esencialmente una función semántica sobre la cual no han logrado
nunca dar cuenta las explicaciones de tipo fisicalista.

Hablar es significar, dar a entender, puesto que pensar es vivir en el sentido. El sentido no es relación entre ..., él es relación con... Es por esto que escapa a toda reducción que trate de alojarlo en una configuración orgánica o mecánica. La máquinas llamadas inteligentes son máquinas para producir relaciones entre los datos que se le suministran pero ellas no están en relación con lo que el utilizador se propone a partir de las relaciones que ellas engendran para él. Porque el sentido es relación con, el hombre puede jugar con el sentido, desviarlo, fingirlo, mentir, tender trampas 

l2. Pues, tanto en una como en otra ocurrencia, es necesario tener en cuenta un desvío de la relación
con, una alteración del sentido. La relación de sentido en el lenguaje no es réplica inmaterial de relaciones físicas entre elementos o sistemas de elementos en el cerebro del locutor. Inversamente el sentido de la palabra proferida en la relación con... no es la producción de una configuración física en el cerebro del interlocutor. De la misma manera como nuestra área visual cerebral no ve propiamente hablando los objetos que consideramos que nuestros ojos nos dan a ver, así mismo no hay en los repliegues de la corteza cerebral un pensamiento que contemple el fantasma de los objetos o de las
situaciones encaradas en nuestras palabras. Actualmente, en la edad de la electrónica, tanto como en el siglo XIX,ya no se puede explicar el conocimiento científico o la experiencia poética por medio de la réplica cerebral de la relación entre el medio y el organismo. Copérnico y Galileo pueden, cuando hablan con su jardinero o su ayudante de cámara, decir que el sol se levanta puesto que ven, como éstos, el globo del sol ascender por encima del horizonte, pero ellos piensan que el sol no se levanta. Ycomo Víctor Hugo puede pretender percibir lo inverso de lo que él ve cuando el sol se acuesta, percibir de alguna manera la verdad del movimiento aparente de los astros es decir eso que se debe pensar después de Copérnico y Galileo: El día moría; yo estaba cerca del mar, sobre la playa arenosa.
Tenía de la mano a mi hija, niña que sueña. Joven espíritu que se calla. La tierra, inclinándose como un navío que se hunde, Dando vueltas en el espacio iba sumergiéndose en la sombra; La pálida noche ascendía. (Les Contemplations: Magnitudo Parvi). La relación entre el cerebro, el pensamiento y
el mundo, no podría pues ser concebida como la reproducción mental (o interior) de los afectos físicos
producidos en el cerebro por la introducción en él del mundo (exterior) prestando a este afecto la vía
de los canales sensoriales. Según una palabra incisiva de Wittgenstein en las Zettel ("Fichas", escritas entre 1945 y 1948):"Los filósofos que creían que se puede, por así decirlo, prolongar la experiencia en el pensamiento deberían saber que se puede transmitir la palabra por el teléfono pero no el sarampión". Ciertamente no se puede transmitir el sarampión por teléfono pero se puede transmitir por teléfono discursos cuyo color simbólico no sea agradable para todos. De allí la práctica de las escuchas telefónicas. De ahí la exclusión de individuos a causa de enfermedades contagiosas del pensamiento, evicción más larga generalmente que los diez y ocho días de separación de la escuela en el caso del sarampión. Hay muchas maneras de percatarse de que la palabra humana remite al pensamiento que a su vez remite a un sujeto que no es una parte del mundo sino, como lo dice Wittgenstein, "un presupuesto de su existencia". Se puede suscribir la reflexión crítica sobre la ilusión de la interioridad psíquica, reflexión inaugural de la obra póstuma de Maurice Merlau-Ponty, Lo visible y lo invisible, sin por ello es 

]::l. Es necesario precisar que por sujeto metafísico Wittgenstein no entiende sujeto ontológico, incluso en la época del Traciatus lógico-philosophicus y que luego abandonó este concepto de sujeto metafísico. tar de acuerdo totalmente con las tesis del existencialismo. Se puede preferir, por razón de no-compromiso axiológico, la referencia a Wittgenstein ya citado. El autor del Tractatus lógico-filosófico insiste, para sacar de ello una consecuencia ,general, en que nuestro campo de visión no es visto él mismo por una especie de ojo mental, localizable en el mundo de la percepción:
"Existe realmente un sentido en el cual puede tratarse de un yo no psicológico en filosofía. El yo
aparece en filosofía porque el mundo es nuestro propio mundo. El yo filosófico no es el hombre, ni el
cuerpo humano, ni el alma humana de la que trata la psicología, sino el sujeto metafísico, el límite y
no una parte del mundo" 

13. Quizás el mejor comentario de este texto no haya que buscarlo en la filosofía sino en la pintura. La
visión del pintor es, ella también, una relación significante. Maurice Denis ha dicho que Cézanne llamaba motivo a lo que él deseaba representar, lo que lo invitaba a pintar, y no el terna, es decir las cosas representadas de las que se puede hablar. Se puede sostener que, para el filósofo, la visión del pintor corno acto de presencia en el mundo es más instructiva que una teoría psicofisiológica de la visión. El cuadro de René Magritte, El paisaje aislado, es la imagen de un paisaje contemplado por un hombre visto de espaldas y que dice en una burbuja: "No veo nada en torno al paisaje". Es muy cierto que Yono veo nada en torno al paisaje, corno vería el muro en torno de un cuadro que representase un paisaje en torno al cual alguien dice Yono veo nada. Yo soy el todo de mi visión pero yo puedo hacer siempre un otro al todo de mi visión desplazándome. Prueba de que yo no coincido con aquello de lo cual yo constituyo el límite. El campo perceptivo es, corno diría Rayrnond Ruyer, una superficie absoluta, pero es necesario añadir, móvil. El Yono está con el mundo en relación de sobrevuelo sino en relación de vigilancia. 

* * *
Hemos vuelto al mismo punto donde terminó la reseña histórica inicial. Pensar es un ejercicio del
hombre que requiere la conciencia de sí en la presencia del mundo, no corno la representación del
sujeto Yosino corno su reivindicación pues esta presencia es vigilancia y más exactamente sobre vigilancia. Desde un punto de vista filosófico no hay contradicción en reconocer una subjetividad sin
interioridad que no entrañe la sospecha de idealismo solipsista. En efecto, bien mirado, el concepto de interioridad conlleva una imagen espacial. La interioridad es la exterioridad invertida, pero no abolida. Bajo este respecto, el Yovigilante del mundo de las cosas y de los hombres es tanto el Yode Spinoza corno el Yo de Descartes. Mientras que Descartes juzga íntimamente la evidencia de su Cogito, Spinoza enuncia corno axioma impersonal Homo cogitat. Pero cuando compone el Tratado teológico político, Spinoza es ese Yoque reivindica en el último capítulo, ante el derecho
reconocido al Soberano de regular toda cosa en el Estado en cuanto a la acción de los ciudadanos, "que les sea acordado a cada uno pensar lo que quiera y decir lo que piensa". Y aunque Spinoza haya adoptado el nosotros de modestia, no puede impedirse escribir al final: "He terminado así de tratar las cuestiones que me proponía ... Sé que soy hombre y que he podido equivocarme". Proyecto, error, marcas del pensamiento, lo hemos propuesto. El Yo spinocista no es, a pesar de la Etica geométricamente demostrada, menos Yode lo que lo es el Yode la Geometría de Descartes, en razón de la cuarta parte del Discurso que la precede. Cualquiera sea la oposición entre las concepciones cartesiana y spinocista de las relaciones del alma y del cuerpo, es claro que Spinoza dice Yocomportándose corno el delegado, solitario y reprobado, de la defensa de su sistema, al mismo
título que Descartes en sus Respuestas a las quintas objeciones dice un Yo(ante Gassendi) que designa con el nombre de "Carne". Por mi parte no temeré en decir que entre Descartes y Spinoza es en este segundo donde la función subjetiva de presencia-vigilancia está más manifiesta. 
En la segunda parte del Discurso, Descartes puso mucho cuidado en defenderse de la acusación de crítica política. Dijo que sólo quería reformar sus propios pensamientos. Tornó sus distancias con respecto a las gentes que son llevadas hacia la oposición por sus "humores desordenados e inquietos". El filósofo de la generosidad comenzó con una filosofía de la prudencia. Spinoza tornó partido públicamente por el derecho a la libertad de pensar. Amigo de [ean de Witt, Gran pensionario de Holanda, con quien compartía las convicciones republicanas, fue testigo de su asesinato a manos de los amotinados orangistas, en La Haya en 1672, cuando los ejércitos de Luis XIV invadieron Holanda. La indignación y el dolor de Spinoza lo llevaron a salir de su domicilio para colgar sobre los muros
de la ciudad un cartel donde había escrito: Uliuni barbnroruni. 

Se dice que su casero hubo deviolentarlo para retenerlo'", En suma, esta filosofía que refuta y rehúsa los fundamentos de la filosofía cartesiana, el cogiio, la libertad en Dios y en el hombre, esta filosofía sin sujeto, muchas veces asimilada a un sistema materialista, esta filosofía vivida por el filósofo que la pensó, imprimió a su autor el empuje necesario para insurgirse contra el hecho cumplido. La filosofía debe dar cuenta de tal poder de empuje. Con este fin, la filosofía no tiene nada que esperar de los servicios de la psicología, de una disciplina de la que Husserl pudo decir que la manera como ella entró en escena, en tiempos de Aristóteles, ha sido "una calamidad permanente" para los espíritus filosóficos (Philosophie premiére, 1923-1924;1, p.75). Entendemos por ello una ciencia que se quiere objetiva, situándose entre las otras ciencias objetivas con la pretensión de instruirlas sobre las funciones intelectuales que les permitan ser las ciencias que ellas son. Ante esta pretensión, propia de una parte, de dar cuenta del todo, la filosofía no puede más que oponerse. Ella debe pues dejar que la psicología continúe proponiendo sus adquisiciones teóricas para que las exploten la pedagogía, la economía y, a fin de cuentas, la política. En cuanto a la filosofía, su tarea propia no es la de aumentar el rendimiento del pensamiento sino el recordarle el sentido de su poder. Asignarle a la filosofía la tarea específica de defender al Yo como reivindicación intransferible de presencia-vigilancia es reconocerle solamente el papel de la crítica. Por lo demás esta tarea de negación no es de ninguna manera negativa, pues la defensa de una reserva es la preservación de las condiciones de posibilidad de la salida. Ciertamente me es fácil imaginar los sarcasmos que la palabra reserva, llamaba a dar su sentido a esa pequeña palabra Yo,no puede dejar de suscitar, por una parte entre los psicoanalistas psicoanalizantes que la consideran como un síntoma del desconocimiento del Inconsciente, y por otra parte, entre los fisicalistas fisicalizantes que denunciarán la herencia ridículamente conservada del espiritualismo difunto. Pero la reserva filosófica no es ni escondite ni santuario, es guardia del esfuerzo. Una suspensión de consentimiento, de adhesión, de adherencia, no es ni repliegue ni abstención. Es por esto que uno debe cuidarse de parecer interiorizar el Yo, en el preciso momento en el cual se podría estar tentado a confundir subjetividad e interioridad, como reacción contra la
actual asimilación del pensamiento René Thom quincallería a eso que llamó "la electrónica". Defender su reserva impone salir de ella cuando se requiera, como lo hizo Spinoza. Salir de su reserva es hacerlo con su cerebro, con el regulador viviente de las intervenciones que actúan en el mundo y en
la sociedad. Salir de su reserva es oponerse a toda intervención extraña sobre el cerebro, intervención
que tiende a privar al pensamiento de su poder de reserva en última instancia. 
Pienso que se me concederá que tomando por ejemplo la conducta de Spinoza no he confundido
ni jugado con las palabras. Salir de su casa es la imagen simbólica de salir de su reserva. Pues resulta
que Spinoza ha hecho realmente las dos cosas. Sin duda no se debe prestar a Spinoza otra filosofía que
no sea la suya. Su conducta es la prueba de que, según la última parte de la Etica, el orden y la conexión de las afecciones del cuerpo se regulan sobre el orden y el encadenamiento de los pensamientos en el alma, correspondencia cuya perfección sería la libertad verdadera. Pero la última palabra es que "todo lo que es bello es tan difícil como raro". A la espera pues de obtener "por una necesidad eterna, consciencia de sí mismo, de Dios y de las cosas", le puede ocurrir al hombre sabio el tener que decidir, en el instante, sobre su conducta con respecto "a los peligros comunes de la vida que se pueden alejar y vencer por la presencia y la fuerza del alma". Es por esto que Spinoza se ha mostrado presente para marcar públicamente a ciertos hombres con el nombre de bárbaros, aunque él haya dicho que la indignación -generadora de odio-era forzosamente mala, aunque haya sabido que la muchedumbre es terrible cuando no teme nada. El hombre que escribió que no se conocen todas las capacidades del cuerpo humano y que equivocadamente se las atribuye a veces al alma, este hombre salió de su morada con su cerebro y con seguridad en conformidad con su filosofía. O quizá haya salido por una imperceptible falla cartesiana de su construcción filosófica.


A primera vista se podría pensar que Spinoza cometió un error. El de creer que los bárbaros que
denunciaba públicamente eran los últimos. Pero sabía latín y quiso decir: los más recientes, los últimos hasta la fecha. Por consiguiente, los filósofos de hoy cualquiera sea su línea de investigación, spinocista o cartesiana, pueden estar seguros de que no faltarán ocasiones o razones para ir, corriendo sus riesgos, en un gesto de compromiso controlado por su cerebro, a inscribir sobre los muros, murallas o paredes: Uliimi barbarorum tf'

* Texto tomado de la Revista de la Facultad de Sociología de la Universidad Latinoamericana
de Medellín, 17,junio 1994.
Traducción: Prof. Luis Alfonso Palau C, Universidad Nacional, Medellín.
18 Nos. 5-6 Alilo MCMxcvn
U. NACIONAL DE COLOMBIA
BOGOTA,D.C.
GEORGES CANGUILHEM EL CEREBRO Y EL PENSAMIENTO

1. Paul-Iules Móbius (1853-1907), neurofisiólogo alemán, apodado "Call revivido",  localizaba la protuberancia de las matemáticas por encima de la órbita izquierda en el lado exterior. Cfr. su obra Über die Annlage zur Mathematik (Leipzig, 1907). Era el nieto del ilustre matemático astrónomo, Auguste Fredinand Móbius (1790-1868), inventor de la banda de Mobius.
REVISTA COLOMBIANA OE PSICOLOGIA 19 DOCUMENTOS

5. Pour la science, número especial; noviembre de 1979.

6. Nourel Obseroateur; 29 de Oct. 1979.

7. "Pero describir en términos de física y de química un movimiento de la consciencia, un sentimiento, una decisión, un recuerdo, ese es otro asunto. Nada indica que se logrará alguna vez. Y no solamente a causa de la complejidad sino también porque como se sabe, desde Codcl, un sistema lógico no puede ser suficiente para su propia descripción". Lógica del uimente, p. 337.
REVISTA COLOMBIANA DE PSICOLOGIA 23 DOCUMENTOS

24 Nos. 5-6 AÑO MCMXCVII U. NACIONAL DE COLOMBIA
BOGOTA, D.C.

8. La persistencia de un estado estacionario del saber, más allá de una invención teórica, es como la medida objetiva de la originalidad de esta invención. Fue lo que hizo decir a Marx Plank, en su Autobiografía, que a un descubrimiento para imponerse no le es suficiente con acumular pruebas teóricas: debe frecuentemente esperar que sus adversarios hayan desaparecido y que una nueva generación llegue al poder científico,

9, Cit. por H. Atlan. Entre le cristal et lafumée (Seuil, 1979, p, 229). R. Thom insiste aún más sobre el carácter aventurero de la invención teórica cuando dice: "Casi todos los progresos del álgebra salieron del deseo de realizar operaciones prohibidas (números negativos, racionales, imaginarios,
etc)". Colloquio de Rouuamount: Thcories du langage. Theorics de 1'111'- prcntissage, Seuil, 1979, p. 508. 1D. "Drugs for the mind". Newsweek, 12 noviembre de 1979.
14. A veces discutida, esta conducta de Spinoza está referida por
[akob Freudenthal, Das Leben Spinozas (Stuttgart 1904). Cfr. OEuvres de
Spinoza, editadas por Ch. Appuhn (Garnier ed.), T. 1p. 218, nota 1; y
Georges Priedmann, Leibniz et Spinoza. (Idées, Gallimard). p. 110.

-

11. Ver la conferencia de Michel J ouvet: "Les états de vigilance: bilan et perspectivos" en Prospective et Sanié, No. 14, verano 1980, pp. 73 a 80 (N. del E.).

12. Una máquina no puede engañar como tampoco puede engañarse. Para decirlo de otra manera, una máquina no es capaz de maquinación. Michael Scriven hace de la capacidad de mentira el criterio de demarcación entre un robot aparentemente consciente y la consciencia (The Mechanicai Concepi of Ivund, in Mimls and Machines, Prentice Hall, Eglewood Clifss, 1964).

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COLOMBIANA
DE PSICOLOGIA 29

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¿Qué es la Psicología?

Situación de un texto: ¿Qué es la Psicología?
Elisabeth Roudinesco



A la memoria de Michel Pêcheux.


Georges Canguilhem siempre negó con vigor haber querido dar muerte a la psicología. Y sin embargo en su famosa conferencia del 18 de diciembre de 1956, pronunciada en el College Philosophique y que se publicó dos años más tarde en la Revue de Métaphysique et de Morale,(1) se trata realmente de un asesinato desde el primer al último renglón. Aunque más no sea por el modo de hacer la pregunta: "¿qué es la psicología?". El hecho mismo de interrogarla sobre su legitimidad lleva a sospechar que es una impostura. Literalmente torturada se la conmina a responder a la pregunta de su inencontrable identidad.

Canguilhem da una definición negativa de la psicología, antes de negarle cualquier lugar en el campo del pensamiento. Ya que ella no es, sólo es una mezcla. Y la mezcla no es digna de ser una combinatoria donde llegarían a encontrarse varios campos de la ciencia. La mezcla en la que se complace la psicología es una mezcla de calidad inferior. No existe más que bajo el signo de la humillación: unafilosofía sin rigor porque es ecléctica con el pretexto de ser objetiva, una ética sin exigenciaporque asocia experiencias sin juicio crítico, y por último, una medicina sin control ya que funda sus hipótesis en la observación de enfermedades que nunca llegan a ser inteligibles, las enfermedades nerviosas.

Después de esta asombrosa carga de caballería, Canguilhem demuestra que a la ausencia de identidad corresponde una ausencia de objeto. Y la prueba de esta segunda debilidad reside en el hecho de que la psicología siempre está en búsqueda de su imposible unidad, es decir, de una síntesis inhallable entre sus pretendidos campos de exploración: la psicología experimental, el psicoanálisis, la psicología clínica, la psicología social y la etnología. En el lugar de esa unidad siempre huidiza, se encuentra un pacto de coexistencia pacífica entre profesionales. "Cosa" sin esencia y sin objeto, la psicología se reduce entonces a ser sólo una tecnología al servicio de una corporación, ella misma sujeta al poder de jueces, censores y educadores que ejercen funciones de instrumentalización del hombre por el hombre.

Pero Canguilhem no se conforma con ese conjunto de definiciones negativas. Para dar un fundamento a su razonamiento recurre a la historia. Con lo que vuelve a dar muerte a la psicología. En efecto, cualquiera sea el sistema de pensamiento sobre el que se apoya para asegurarse la supervivencia, ella siempre es o carente de independencia, oimitativa, o suplantada por otro modelo de inteligibilidad, o bien se ahoga en su propio pantano utilitarista.

Cuando ella pretende ser ciencia natural sigue dependiendo, desde la Antigüedad, por un lado, de la fisiología, y por otro, de la medicina. Como fisiología, está incluida en el sistema aristotélico, donde se trata al alma como forma del cuerpo viviente y no como sustancia separada de la materia. Del lado de la medicina, es aniquilada por la doctrina de Galeno que hace del cerebro la residencia del alma. Aquí no hay lugar, entonces, para una psicología que quisiera ser la ciencia de dos objetos en fuga permanente.

Pero cuando pretende ser ciencia de la subjetividad, después del ocaso de la física aristotélica. corre a un nuevo callejón sin salida, estructurado en tres etapas. O bien se vuelve una física del sentido externo en busca de una descripción experimental de las sensaciones, y no hace sino imitar la física mecanicista. O bien se erige en ciencia del sentido interno, y entonces no es más que un aprendizaje de la sabiduría espiritualista, empírica o antropológica - una suerte de pedagogía. O bien se elabora como ciencia del sentido íntimo y se ve suplantada por la psiquiatría vinculada a la medicina, por un lado, y, por otro, por el psicoanálisis que, al afirmar el carácter inconsciente del psiquismo, subvierte la noción misma de sentido íntimo al dejar de lado la correlación entre el psiquismo y la conciencia. .

Le queda entonces a la psicología la posibilidad de convertirse en una ciencia del comportamiento y las reacciones. El callejón sin salida no por eso deja de ser temible ya que, apoyándose en la biología, se hace en ese caso "instrumento de una ambición de tratar al hombre como instrumento", lo que la lleva a ahogarse en el test, el peritaje y los procedimientos de orientación y selección. Después de este feroz asesinato, Canguilhem asesta a la psicología un último golpe, al pronunciar una frase que se hará célebre por su ambigüedad misma: "Cuando uno sale de la Sorbona por la rue Saint Jacques puede subir o bajar. Si uno va subiendo se acerca al Panteón, que es el conservatorio de algunos grandes hombres, si uno va bajando, con seguridad se dirige al Departamento de Policía." En ésta ocurrencia, el autor parece dejarle un callejón sin salida a la psicología: debe elegir entre subir al Panteón de los Grandes Hombres - pero allí no hay ningún psicólogo enterrado - o deslizarse hacia una tecnología del peritaje - y allí está su verdadero lugar. (2) Esto equivale a hacerle a la psicología una propuesta de "venirse abajo" que no puede rechazar.

¿Pero por qué en 1956 Canguilhem se empeña en demoler esa falsa ciencia que no tiene ni objeto, ni identidad?. ¿Por qué tal violencia?. ¿Es tan amenazadora la psicología?. No cabe duda de que aquí Canguilhem ataca un edificio construido desde 1949 por su amigo Daniel Lagache, que fue condiscípulo suyo en la Ecole Normale Supérieure en la promoción de Sartre y de Nizan, y por quien siente una viva simpatía.

En efecto, tal como está construida, la conferencia de 1956 se presenta como una respuesta política y teórica al programa universitario que Lagache estableció a partir de su lección inaugural sobre "la unidad de la Psicología".(3) Después de haber sucedido a Paul Guillaume en la cátedra de psicología general, Lagache habla elegido resucitar la antigua psicología clínica inventada por Pierre Janet, en contra de la tradición de un psicoanálisis médico representado por Sacha Nacht y la Sociedad Psicoanalítica de París, y en contra del retorno a Freud preconizado por Lacan. Utilizado una sola vez por Freud en una carta a Fliess del 30 de enero de 1899, (4) el término había caído en total desuso a medida que se expandía el freudismo en Francia, es decir. a medida que la psicología como ciencia del sentido íntimo se encontraba suplantada por un saber freudiano introducido en el terreno de un janetismo dominante.

Desde el punto de vista teórico, el términopsicología clínica estalla en pedazos en cuanto el método psicoanalítico construye su clínica sobre la renuncia a la observación del enfermo, y sobre la interpretación de los síntomas en función de una escucha del discurso del inconsciente. Por esa razón, Freud no conceptualiza el término que pertenece al vocabulario de Janet.

En la perspectiva janetiana, el término es utilizado con el fin de retirar a la medicina el privilegio de la mirada ejercida junto a la cama del enfermo: se trata de dotar a la ciencia psicológica de una competencia clínica. Fundado en la investigación y la descripción de las conductas, ese enfoque recusa el inconsciente en beneficio del subconsciente y rechaza la estructura en beneficio de las funciones.

En el mismo momento en que el janetismo dejó de usarse, Lagache reactualizó las antiguas fórmulas para favorecer, por la vía universitaria, la expansión de la Laïenanalyse(análisis practicado por los médicos). En ese combate, obra del mismo modo que su ilustre ancestro, volviendo a verter la clínica en la psicología con el fin de dotarla de una "medicina" que no deba nada a la enseñanza médica. Pero mientras Janet era un antifreudiano convencido, Lagache es un estricto freudiano. No sólo porque es un profesional del psicoanálisis, sino porque es, desde 1953, uno de los fundadores del segundo grupo psicoanalítico francés. Por eso ocupa una posición imposible de mantener que consiste en querer integrar el freudismo al janetismo bajo la categoría de una cientificidad de la psicología cuyo principio seria el de su unidad. Según Lagache, se deben unificar la rama de la psicología denominada "naturalista", que comprende el behaviorismo y las teorías del aprendizaje (con la estadística y la experimentación) y la rama denominada "humana", que reúne la psicología y el psicoanálisis definido como "ultraclínico", estando las dos emparentadas con una fenomenología proveniente de Karl Jaspers.

Ese programa es el que Canguilhem hace pedazos en la medida en que, a través de él, se perfila el peligro de un despliegue abusivo del modelo psicológico en la enseñanza de las materias nobles. Ese modelo amenaza, por ejemplo, con imponer a la filosofía una falsa teoría del sujeto pensante, y sobre todo, con transformar a los profesores en psicopedagogos o animadores socioculturales. Sin duda, el combate canguilhemiano hoy merecería ser reactualizado ya que el modelo psicológico ha invadido victoriosamente el edificio escolar y universitario, a tal punto que la gestión de los fenómenos relacionales prima sobre la transmisión del saber.

Si en 1956 la conferencia de Canguilhem puede leerse como un asesinato teórico y político del gran proyecto unitario de Lagache, diez años más tarde se volverá el arma de un nuevo combate al que el autor no la destinaba. En 1966 Canguilhem da su autorización para reeditar el texto, cuando se lo pide el equipo de trabajo de los Cahiers pour l'analyse, publicados por el círculo de epistemología de la ENS. Enseguida se imprime un número especial de la revista, que lleva por titulo "¿Qué es la psicología?".

En esa época, bajo el impulso de Louis Althusser, los alumnos de la Rue d’ Ulm (ENS) proclaman a la vez una nueva lectura de Marx y un retorno a Freud a partir de la enseñanza de Lacan. A partir de entonces queda completamente superado el combate contra Lagache y contra la unidad de la psicología. De ahora en más se trata de constituir un frente teórico contra el espiritualismo y las ideologías supuestamente científicas y de oponerles una verdadera ciencia fundada en una triple alianza entre la lingüística saussuriana, el marxismo althusseriano y el freudismo lacaniano. En esta coyuntura, la psicología es vista como la falsa ciencia por excelencia, ya que es una tecnología al servicio del poder dominante. En esa perspectiva interviene Michel Pêcheux en losCahiers contra la psicología social.

Así como Althusser promovía el estudio de los textos de Canguilhem, así también Lacan bebía de otras fuentes. Sin duda alguna había leído y admirado la tesis sobre lo normal y lo patológico,(5) pero eran principalmente los trabajos de Alexandre Koyré sus referentes para el campo de la historia de las ciencias. Entre otras cosas toma de él una lectura de Descartes que le permite fundar, contra la psicología, una teoría del sujeto, allí donde Freud había dejado la cuestión en suspenso. Es entonces por el círculo de epistemología de la ENS que descubre la conferencia de 1956, que había ignorado al ser publicada, cuando no obstante habría podido utilizarla provechosamente contra Lagache.

Para rendir homenaje a Canguilhem, en la lección inaugural de su seminario sobre "el Objeto del psicoanálisis", adopta el tono de los alumnos y a su vez va a combatir contra la idea misma de una ciencia del hombre:

"Es conocida mi repugnancia de siempre - dice él - por la denominación ciencias humanas, que me parece ser la apelación misma de la servidumbre"

Y luego:

"Es que realmente el término es falso, salvo en lo referente a la psicología, que descubrió los medios de perpetuarse en los servicios que ofrece a la tecnocracia; incluso, como concluye un sensacional artículo de Canguilhem, de un humor realmente swiftiano: en un resbalón de tobogán del Panteón al Departamento de Policía. Por eso es en el nivel de la selección del creador en la ciencia del reclutamiento, de la investigación y de su mantenimiento, donde la psicología encontrará su fracaso." (6)

Observemos de paso que Lacan quita cualquier ambigüedad al texto de Canguilhem. En su comentario, la psicología ya no tiene ninguna oportunidad de subir hacia el Panteón, se la envía, sin opción posible, hacia el Departamento de Policía.

En un primer momento, Canguilhem construye él mismo la conferencia como una carga de caballería. Luego, en un segundo momento, dicha conferencia se lee con un suplemento de violencia: se vuelve un arma de combate al servicio de Marx, Saussure y Freud, contra las ciencias humanas en el interior de las cuales aparece la psicología como el modelo que hay que derribar. De 1956 a 1966, a pesar de las diferencias, el proyecto político es idéntico. Canguilhem luchaba por una concepción de la historia de las ciencias radicalmente antagónica a todo proyecto que apuntase a una concepción hegemónica de la psicología. Diez años más tarde, el combate es el mismo para aquellos que atacan la psicología.

Pero no debería reducirse el texto a su carga política. Si ha podido ser leído y utilizado con tal provecho por la generación althussero-lacaniana, es porque contiene algo más que un antipsicologismo radical. Y ese algo más es un homenaje constante al descubrimiento freudiano.

Georges Canguilhem es contemporáneo de la historia de la implantación del psicoanálisis en Francia. Por esa razón ha seguido todas las peripecias de la historia conjugada del freudismo y del antifreudismo a la francesa. Ya sea en los años treinta, cuando se descubría a Jaspers en la ENS, y se seguían los cursos de Georges Dumas en Sainte-Anne; ya sea por el contacto con Bachelard, en que se interrogaba al freudismo mediante el tamiz surrealista; ya sea también por el paso al hospital de Saint-Alban donde nació la psicoterapia institucional; ya sea, por último, en ocasión de la defensa de tesis de Michel Foucault sobre la historia de la locura en 1961. En cada una de estas etapas, Canguilhem no dejó de encontrar interrogantes ligados al descubrimiento freudiano, desde el estatuto de una subjetividad sin teoría del sujeto, hasta la cuestión de una identidad de la norma y la patología, pasando por la posición del sabio frente a un campo que no es objeto de su ciencia. Uno se imagina bastante bien a Sigmund Freud en sabio canguilhemiano, él que siempre demostró en qué medida el acceso a la verdad pasaba por el error. La posición de Freud en la historia de las ciencias es la que Canguilhem asigna al historiador de las ciencias, que debe ser a la vez racionalista y filósofo del error, y capaz de construir un método que no es una ciencia, para un objeto que no es científico.

La tesis actualmente clásica según la cual "los fenómenos patológicos son idénticos a los fenómenos normales salvo por las variaciones cuantitativas" es aquella misma que era enunciada por Lacan en su tesis de 1932 sobre la personalidad paranoica, y a través de esta tesis por toda una generación nutrida de freudismo.(7) Se trataba en efecto, contra el constitucionalismo que separaba la norma de la patología, de incluir en una misma ciencia, que definiera su discordancia, las afecciones denominadas normales y las afecciones denominadas patológicas. Según esta concepción. la psicosis ya no era una constitución de orden hereditario o genético, sino una reacción de la personalidad frente a una situación vital.

Para pensar esa problemática. Lacan se apoyaba en la filosofía de Spinoza mientras que Georges Canguilhem, diez años después, se inspiraba en los trabajos de Kurt Goldstein.(8) Pero la pregunta era la misma: había que pensar conjuntamente lo normal y lo patológico con el fin de restablecer la supremacía de una subjetividad (y no de un sujeto), es decir, de una existencia que reacciona con respecto a un medio.

Contemporáneo de la implantación del freudismo en Francia, Canguilhem es también un gran lector de la obra freudiana. Al respecto uno puede preguntarse por qué no dedicó ningún artículo específico ni al sabio vienés ni a su descubrimiento. ¿Quizás eligió hablar continuamente de Freud por alusión y avanzando con una máscara, con el fin de distinguirse del discurso de las escuelas psicoanalíticas, todas las tendencias confundidas? ¿Quizá pensó que el discurso freudiano en expansión había terminado por parecerse a la psicología, en su pretensión totalitaria de querer ser una ciencia y dictar su ley a las otras ciencias?

En una conferencia de 1980, pronunciada en el gran anfiteatro de la Sorbona y dedicada al cerebro y el pensamiento, (9) reactualiza su hostilidad hacia la psicología a través de una estrategia de defensa enmascarada del descubrimiento freudiano. Aquí, la psicología deja de ser sólo una filosofía sin rigor, una ética sin exigencia y una medicina sin control, es asimilada a una verdadera barbarie. En esa época, se ha vuelto mucho más temible porque pretende apoyarse en la biología para afirmar que el pensamiento no sería más que una secreción del cerebro. Sin pronunciar la palabra cognitivismo, que recién aparecerá en 1981, Canguilhem ataca la creencia que funda su ideal: la pretensión de querer crear una ciencia de la mente en que los estados mentales estarían en correlación con los estados cerebrales, en que el pensamiento se volvería un lugar vacío a fuerza de ser comprendido como un producto del cerebro. Está claramente planteada la referencia a los trabajos de Piaget y de Chomsky, y Canguilhem se burla con júbilo de aquellos que querrían hacer creer que una "máquina" seria capaz de redactar A la recherche du temps perdu:

"Deliberadamente - dice - no trataré una cuestión que lógicamente debería conducir a interrogarse sobre la posibilidad de ver un día en la vidriera de un librero La autobiografía de una computadora, a falta de su Autocrítica."(10)

Canguilhem no se molesta en diferenciar las corrientes de esa psicología de pretensión científica. Sin preocuparse por las querellas, contradicciones y conflictos internos, combate de lleno un conjunto donde se encuentran el conductismo, las ciencias cognitivas, la inteligencia artificial, etc.

Si bien el ataque es tan rudo como en el texto de 1956, es mucho, más político en la medida en que sólo retiene de la psicología su poder de opresión tecnológica. No cabe duda de que Canguilhem leyó con cuidado al Foucault deHistoria de la locura y de Vigilar y castigar.(11)Además, después de la muerte de éste, recalcará hasta qué punto Foucault buscaba del lado de los poderes la explicación de algunas prácticas por las que se habían desvelado buscando la garantía del lado de la ciencia.(12) Además, mientras que en 1956 atacaba una unidad de la psicología (la de Lagache) que pretendía retirar al médico el análisis del hecho mental privilegiando la psicogénesis, en 1980, hace pedazos una psicología que se apoya en un fundamento inverso, al pretender vincularse, por el intermediario de una ciencia de la mente, a una organogénesis. La ferocidad de Canguilhem no es menor en 1980 que en 1956, lo que demuestra que la psicología sigue siendo el enemigo a derrotar, cualquiera sea su fundamento teórico.

Y para defender a Freud, siempre indirectamente, el autor recurre a Janet cuya doctrina había demolido sin embargo en 1956. Cita un texto de éste sobre la necesidad de distinguir la psicología, como ciencia del hombre, de la ciencia del cerebro. Manera de recordar que la antipsiquiatría, a pesar de sus excesos, no se equivoca al evidenciar el fracaso de la psicofarmacología en vencer las enfermedades llamadas mentales actuando sobre el cerebro. Sólo Freud, dice él, supo abandonar el campo de las localizaciones y las tipologías por aquél, moderno, de los tópicos.

Dicho de otro modo, Canguilhem no da la razón ni a los partidarios de la organogénesis, ni a los de la psicogénesis (aunque prefiera a estos últimos) para mostrar que sólo Freud supo salir de la contradicción propia de la psicología.

Si bien esta conferencia debe situarse en la prolongación de la de 1956, es, no obstante, mucho más radical. Ahora el filósofo ya no se contenta con ridiculizar la psicología, comprueba que es triunfadora y pone en guardia a las generaciones siguientes contra esa peste que ha invadido el corazón de la ciudad:

"La filosofía no tiene nada que esperar de los servicios de la psicología, de una disciplina de la que Husserl pudo decir que la manera en que entró en escena, en la época de Aristóteles, hizo de ella "una calamidad permanente" para los espíritus filosóficos (Philosophie première, 1923 -1924; 1, p. 75). Entiéndase por ello una ciencia que pretende ser objetiva, que se sitúa entre las otras ciencias objetivas con la pretensión de instruirlas sobre las funciones intelectuales que les permiten ser las ciencias que son. A esta pretensión, propia de una parte, de dar cuenta del todo, la filosofía sólo puede resistir. Por eso debe dejar que la psicología siga proponiendo ella misma sus adquisiciones teóricas a la explotación que de ellas pueden hacer la pedagogía, la economía, y, en una última instancia, la política. En cuanto a la filosofía, su tarea propia no es la de aumentar el rendimiento del pensamiento, sino la de recordarle el sentido de su poder."(13)

Contra la "calamidad", Canguilhem convoca a Spinoza, recordando que éste, al mismo tiempo que rechazaba el cogito no dudó en salir de su reserva y su casa, después del asesinato de Jean de Witt, para fijar esta inscripción en los muros de la ciudad: Ultimi barbarorum, lo que quiere decir "los últimos bárbaros", en el sentido de los más recientes. La comparación es muy fuerte. Significa, en efecto, que el maestro Canguilhem llama a los filósofos de los años ochenta a luchar contra la "calamidad psicológica", símbolo de todas las opresiones. Eso es tanto como decir que, por Spinoza interpuesto, pide a la juventud filosófica de su país renovar el acto de resistencia del Canguilhem de 1940: negarse a servir al mariscal Pétain. En consecuencia, puede identificarse con Spinoza, fundador de una filosofía sin sujeto, para derrotar el llamado de una unidad de la filosofía en la que estarían incluidos los cartesianos contra lo que podría llamarse metafóricamente el "fascismo" de la psicología. Uno acá piensa en la frase de Foucault, en La Volonté de savoirque será saludada por él: Freud inventó un modelo que ha conferido al psicoanálisis "el honor político de haber estado en oposición con el fascismo."(14)

Pero uno piensa también en la formidable expansión de los psicotrópicos que, en el momento en que Canguilhem pronunciaba su conferencia, ya había cambiado el ejercicio de la psiquiatría y suprimido el asilo a costa de intervenir ya no en el alma o el pensamiento del hombre, como la hacía la tradición del tratamiento moral (psicoanálisis incluido), sino en su cerebro. Ese poder destructor de la farmacología es denunciado por el filósofo que se burla alegremente de la tesis según la que se podría curar la esquizofrenia tranquilizándola.

Y ya que aquí se trata de un homenaje a uno de los más grandes filósofos de nuestro tiempo, querría terminar subrayando cómo el combate de 1956, prolongado por el de 1980, está a la orden del día en un mundo donde la triple alianza de la ciencia de la mente, la tecnología y el organicismo biológico y genético ha triunfado en todos los campos del saber: hasta el punto de hacer emerger una nueva ilusión cientificista según la cual la intervención cada vez más activa de la ciencia en el cerebro humano permitiría conducir al hombre hacia la inmortalidad, es decir, hacia la cura de la condición humana. La creencia de semejante tontería es la que algunos años atrás hizo decir a un sabio tan renombrado como Jean Bernard una frase que no habría dejado de suscitar la hilaridad de Wittgenstein, a falta de los sarcasmos de Canguilhem: "Es seguro que los progresos de la farmacología en el tratamiento de las enfermedades mentales permitirán, en el año 2000, que el suicidio desaparezca de las sociedades civilizadas."



Notas:

1. G. Canguilhem, "Qu'est-ce que la psychologie?", in Revue de Métaphysique et de Morale, 1, 1958. Reeditado en Les Cahiers pour l’analyse, 2, marzo-abril 1956, con presentación de J.C.Milner y notas de Robert Pagès. Reeditado en Etudes d’Histoire et de Philosophie des sciences, Vrin, París, 1968. (Traducción castellana: "¿Qué es la psicología?", Fac. de Psicología, Depto de Publicaciones. También en: www.elseminario.com.ar).

2. Michel Plon había notado la ambigüedad de la última frase del texto de Canguilhem: "Un example d’ambiguité théorique, l'étude du rapport Mansholt" in Théorie, idéologie, pratique, 1979, vol.l, num.2, p.80-100.

3. Daniel Lagache, L’Unité de la psychologie, PUF, París, 1983. (Traducción castellana: La unidad de la psicología, Bs. As., Paidós, 1980).

4. S. Freud, La Naissance de la psychanalyse, PUF, París, 1969, p. 244. (Traducción castellana: S. Freud, "Fragmentos de la correspondencia con Fliess", O.C., Bs. As., Amorrortu, t.1).

5. G. Canguilhem, Le Normal et le Patholologique, PUF, París, 1966. (Traducción castellana: Lo normal y lo patológico, México, Siglo XXI). Citado por Lacan en el seminario sobre Le transfert, Seuil, París, 1991, p. 87.

6. Les Cahiers pour l’analyse, reeditado en Ecrits, Seuil, París, 1966, p. 859.

7. J. Lacan, De la psychose paranoique dans ses rapports avec la personnalité, Seuil, París, 1975. (Traducción castellana: De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad", México, Siglo XXI, 1976).

8. Kurt Goldstein, La structure de l’organisme, Gallimard, París, 1983.

9. G. Canguilhem, "Le cerveau et la pensée", texto escrito a máquina, curso público del MURS, de febrero de 1980, reeditado en Prospective et santé, 14, 1980. En VVAA,Georges Canguilhem. Actas du Colloque, Paris, Albin Michel, 1992.

10. Texto escrito a máquina, p.13 bis.

11. M. Foucault, Histoire de la folie, Gallimard, París, 1972. (Traducción castellana: Historia de la locura, México, FCE, 1976). Surveiller et punir, Gallimard, París, 1975. (Traducción castellana:Vigilar y castigar, México, Siglo XXI, 1976).

12. G. Canguilhem, "Sur l’histoire de la folie en tant qu’évènement", Le Débat, 41. 1986, Gallimard.

13. Op. cit., p.20.

14. Le Débat, op. cit., M. Foucault, La Volonté de savoir, Gallimard, París, 1976, p. 198. (Traducción castellana: Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber", México, Siglo XXI. 1977).


Fuente:

Roudinesco, Elisabeth: "Situation d’un texte: Qu’est-ce que la Psychologie?", en VVAA,Georges Canguilhem. Actas du Colloque, París, Albin Michel, 1992.

Traducción:

Maria Verónica Porta.

Tutor: Bernard Capdevielle


CONVENIO I.N.E.S. en Lenguas Vivas - U.B.A.

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¿Un procurador?

He aquí un escritor colombiano, conocedor de los movimientos del poder en el país. Su pluma dibuja bien a los dirigentes haciendo de ellos caricaturas muy fieles. Caballero nació en una familia poderosa y eso hace que los conozca como la palma de su mano.

Por Antonio Caballero

El doctor Carrillo solo tiene una mancha en su pechera: la condena de la procuraduría en 1994 por su responsabilidad como ministro de justicia en el escandaloso manejo de la cárcel de la catedral.

 ¿A quién se le ocurrió la lagartada de la reunión de Santos y Uribe con el papa? Creo que la respuesta salta a la vista: al nuevo procurador Fernando Carrillo, que se está convirtiendo en el lagarto más grande de la lagartesca historia de Colombia. ¿Por delante del doctor Roy Barreras? Sí, doctor Roy, me temo que sí.

¿Y detrás de quién? Del difunto presidente Misael Pastrana, que llegó a la Presidencia de la República sin otro mérito que el de una esforzada y persistente lagartería a los presidentes que lo precedieron. A su imagen, y mordiéndole los talones, por ese resbaloso camino de la lagartería va a llegar también el doctor Fernando Carrillo a la Presidencia de la República, trofeo último en la vara de premios que trepan todos los lagartos colombianos.

Lagarto es el que repta –creo que fue Swift el que señaló que para trepar el cuerpo de una persona asume la misma postura que para reptar–, el que repta trepando, o trepa reptando. Trepar y reptar se escriben con las mismas letras. El que repta y trepa a la vez, el típico lagarto colombiano, no necesariamente llega a la cima, pero tiene buena parte del camino andado. Y para un reptil, que es un ser que al andar arrastra la barriga por el suelo, esto del Vaticano con el papa es un verdadero salto de garrocha. Tanto, que supera con creces el brinco olímpico que pegó el mismo doctor Carrillo hace dos años, siendo embajador en España, cuando prologó y distribuyó entre políticos y diplomáticos esa joya de la lagartería y la lambonería que se titula La estirpe de los Santos: de la libertad de la patria a la paz para Colombia: una hagiografía ilustrada de su jefe el presidente Juan Manuel Santos desde su primera comunión, y de sus parientes desde la guerrillera de la Independencia Antonia Santos. ¿Distribuiría también la obra entre los magistrados del Consejo de Estado que lo ternaron para la Procuraduría? ¿Entre los senadores que lo eligieron de modo casi unánime (por 92 votos de 95), unidos los extremos opuestos del Polo Democrático y el Centro Democrático?

No es que le falten lauros académicos ni méritos políticos al doctor Carrillo para ser procurador general de la Nación. Jurisperito respetado, catedrático de varias universidades, autor de varios libros. Casi recién salido de la adolescencia entró en la política como jefe de las Juventudes Galanistas. Fue luego promotor de la ingeniosa triquiñuela de la séptima papeleta de donde salió la Constituyente del 91, constituyente él mismo y presidente de la Comisión de Justicia. Joven ministro de Justicia bajo el gobierno de César Gaviria, y a continuación alto funcionario de organismos internacionales. Llamado por Santos para encabezar su comisión de empalme con el gobierno saliente de Álvaro Uribe, siguió con él como ministro del Interior y embajador en España, donde presentó el libro en mención para darle glamour a uno de los viajes de su presidente.

El doctor Carrillo solo tiene una mancha en su pechera: la condena de la Procuraduría en l994 por su responsabilidad como ministro de Justicia en el escandaloso manejo de la cárcel de La Catedral, con sus orgías, sus ejecuciones y sus descuartizamientos, que culminó con la fuga de Pablo Escobar. Años más tarde otro procurador le borró la condena, que lo hubiera inhabilitado no solo para ser procurador hoy, sino para haber sido ministro del Interior y embajador. Pero si no jurídicamente, sí en términos de sentido común no parece que alguien que fue incapaz de vigilar al preso más importante de Colombia sea ahora el más indicado para vigilar, investigar y si es el caso sancionar funcionarios, como es la obligación del procurador general.

Tampoco parece aconsejable –pero, en fin: la elección ya está hecha– que llegue a la Procuraduría alguien tan desaforadamente lambón como el doctor Carrillo. Pues no lo ha sido solo con Santos –y con Uribe, y con el papa. Sino hasta consigo mismo. En un reciente artículo de prensa se felicitaba pomposamente por su ocurrencia de la séptima papeleta de las elecciones de l989: “Ese pequeño papelito que cambió la historia”. Y en otro conseguía ser lameculos de nada menos que tres generaciones en una sola frase tautológica: “La generación de nuestros abuelos y padres, la nuestra y la de nuestros hijos, revelan el ímpetu valiente, pacifista y transformador de varias generaciones”.

No hay que prejuzgar, por supuesto: el nuevo procurador electo todavía no ha asumido sus funciones. No hay que prejuzgar, pues en más de una ocasión sale lo que no se espera. Tal vez al doctor Carrillo le pase como a la perrilla famosa del poema de Marroquín, que “no pudo coger tampoco al maldito jabalí”. Pero a lo mejor captura a alguno de los cientos de jabalíes que, a juzgar por las dimensiones oceánicas de la corrupción reinante entre los funcionarios de Colombia, no supo ni ver su predecesor el Gran Inquisidor Ordóñez en sus siete años y medio de funciones.


Fuente: Semana.com

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