Un Pueblo Nuevo

Primera Parte

Dedicado a los lectores de Colombia krítica, ellos estimulan este pensar en red

Un pueblo nuevo requiere de nueva vestimenta y nueva espiritualidad.

Estar atado no deja de ser incómodo, a no ser por esa cosa de una fuerza de lo habitual que termine por incorporar todo aquello que nos molesta e incluso nos degrada pero que se encaja en nuestras vidas como algo normal y cotidiano, al punto de considerar todo dolor, toda tristeza como un paso o un camino por donde se debe pasar para finalmente hallar lo placentero, para hallar una felicidad buscada ¡No hay buenas tristezas! Al punto de querer anhelar a nuestros amos, de añorar a nuestros verdugos. En estos breves trazos queremos refenciar el libro titulado El Progresismo Fascista del autor Martín Jouer del año 2019. Allí se da un buen esfuerzo de presentar cómo opera la obra de Gilles Deleuze, Felix Gauttari y Karl Marx. Decimos cómo opera la obra, mostrarla cómo herramienta que permite usos, y para este caso el combate va dirigido hacia la servidumbre voluntaria, hacia todo aquello que hace de nosotros unos seres obedientes y que hace posible que todo aquello que degrada la existencia humana, pase sin pena ni gloria, incluso establezca una manera de ser en las personas que hace que amen sus propias cadenas, incluso que las pidan. el problema de los amos es que son los esclavos quines lo fabrican, son los que permiten su emergencia, igual pasa en nuestra sociedad actual.


Por ejemplo, en nuestra sociedad actual la inequidad pareciera que no tiene cuando acabarse, por el contrario, cada vez aumenta, cada vez son más los que son arrastrados a la miseria o que la bordean o que se aproximan a ella, las estadísticas son bien dicientes: el 1% por ciento son dueños de las riquezas del mundo y el 99% somos esa mayoría que tenemos que vérnosla para tratar de llevar un bocado de comida a nuestro cuerpo, darnos un techo y proveernos los demás servicios como los de salud entre otros. Y así nos pasamos la vida, nuestras existencia en círculos bobos de los cuales no tenemos forma de salirnos, no tenemos escapatoria a no ser que se haga algo diferente que rompa el círculo bobo o vicioso. Estas líneas quieren ser provocadoras o al menos que motiven un acercamiento a estos autores. Aquí algunos apuntes.

El acta de inicio de estas miserias humanas pueden hallarse desde que la acumulación, la producción, el excedente fue apropiado por tan sólo unos pocos dejando a los demás con lo mínimo o en aprietos o en carencias para proveerse lo mínimo necesario para sobrevivir. Es la acumulación el caballito de batalla, es la piedra en el zapato, es el trompo en la uña. Y para dar un ejemplo contrario citemos a ciertas sociedades indígenas cuya organización social estaba basada en la distribución para todos los miembros de su comunidad y no en la acumulación, aquello, el producir era para proveerse, para subsidiar su existencia como grupo, por eso es común la referencia de alta estima por sus rituales, por su ocio y todo aquello que los definía en su cultura, en su vida propia comunitaria.

Aquello nos tira una pregunta de cómo hacernos a una sociedad sin Estado,  es una aseveración interesante porque sería el punto de quiebre de nuestra servidumbre voluntaria, aquella misma que nos hace servir sin chistar al vampiro que nos chupa hasta la última gota de sangre. Insistimos en una pregunta que incomoda: ¿Por qué seguimos atados a la cuerda que nos aprieta y nos amenaza con ahorcarnos? Amamos las cadenas que nos atan en vez de romperlas, las abrazamos. ¿Por qué tal condición? El problema no está fuera de nosotros, no está en la sociedad ni en el Estado. El problema está en nosotros mismos, el problema está en el fascista que cada uno llevamos por dentro, amamos las cadenas que nos amarran, incluso amamos al fascista que hay en mí, yo mismo reproduzco la crueldad que ejercen sobre mí mis verdugos.

Echemos mano de otro concepto que opera, que es la arquitectura, nuestra composición de ese yo, de quien soy. Hacemos referencia al Deseo, pero no como carencia sino como una máquina de producción. Simplemente recordamos que si es visto como carencia, entonces  es asimilable a la falta, y una falta reclama de castigos y de jueces. He aquí al psicoanalista, el juez y carcelero de nuestro yo, de nuestro espíritu, de nuestro ser. Pero estos jueves, estos seres repudiables mutan con el gran formato del capitalismo, y es entonces que nos llenan nuestro cuerpo y nuestra consciencia de sus flujos, nos hacen desear por ellos, yo soy, yo quiere ser, yo pertenezco, por poner un ejemplo, a la familia burquesa, sueño con tener un carro, vestir a la moda, tener bella mujer, hijos, todos  sonrientes y listos para la foto. ¡El consumo como trampa y captura: viraliza la servidumbre voluntaria! Acá para señalar el problema más inquietante: ¿Cómo el deseo acaba deseando en contra de su propio interés, en contra de las propias necesidades conscientes?


Las Muchedumbres 


La Minoría le teme a las Muchedumbres. Y con razón, qué pasaría si se acabará la servidumbre voluntaria, si el estilo de vida de las personas se basaran en su propia ética, en su propio cuidado de sí al decir foucaultiano, sin jefes y sin temor a quien obedecer, solo en función de sí mismos y de sus equipos o pequeñas sociedades conformada por ellos mismos, pero sin jefes, sin nadie al frente, sin nadie al mando, sin burócratas, bien sean capitalistas, socialistas, comunistas, sindicalistas, recuerdemos que no hay peor tirano que el que llevamos por dentro, no hay peor cuya que la del propio zapato, no hay peor tirano que un sindicalista, encarna el demonio del patrón.


El Poder de Uno, de Uno Mismo

La revolución es la potencia colectiva de la diferencia. Por eso se celebra las pequeñas comunidades, las pequeñas luchas, mis devenires de aquello y de esto, aquí  quien comanda la existencia es la ética y estética como procesos de vivir nuestros procesos de subjetivación, nuestro propio yo sin amos, dejando que la imaginación brote por todos lados sin recurrir a los cortes o coartadas del castrador sicoanalista. Todos los sueños son posibles y no requieren de interpretaciones, de psicoanalistas, simplemente son formas de ser. El inconsciente es una producción abierta y no cerrada que favorece la riqueza humana e individual.  “Los problemas de la filosofía política no giran en torno al “Estado constitucional de derecho” (la Ley & el Orden). No hay “etapas”. La filosofía es potestad de cualquiera.”
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Anestesia para la Vida

Mauricio Castaño H.
Historiador
Colombiakrítica


En la manzana y su mordisco encontramos lo propio del hombre: La Desobediencia. Cuestionar todo lo que se nos propone como un posible hacer, por lo demás, donde hay poder hay resistencia. Sabido es que el bípedo humano tiene un aparato de confrontaciones llamado cerebro. En aquel primer acto de simbolismo cristiano no sólo encontramos la desobediencia sino que ésta misma está imbestida de envidia, de imitación, se quiere tener el mismo poder o las mismas facultades de aquel otro que se presume como superior, queremos ser como el otro al que admiro, al que quiero imitar. Cuando no se logra emular o superar el objeto de deseo, entonces la envidia frustrada estalla en violencia. Acá el deseo inmediato es el de la imitación, pero existe el que se corresponde con devenires, con flujos de deseos, con torbellinos que simplemente van copando una existencia, una manera de existir, como Alicia en el País de las Maravillas en donde la imaginación crea mundos posibles por irreales que parezcan.

También compete a la existencia humana no sólo el querer imitar sino también la angustia, ese miedo hacia el vacío espiritual o de sentirnos que tenemos que darle cuerda al reloj de la vida, ha de recordarse que lo propio de lo humano es la consciencia del tiempo, de saberse finito, de saberse que sus pasos avanzan hacia su destino final que es la muerte, por eso apuramos los pasos queriendo inmortalizarnos en alguna vanidad que puede ser el Poder... acumular poder para hacernos importantes y recordados por esos otros que rodean y celebran a su jefe, el poderoso que se inmortaliza sumando las servidumbres voluntarias de quienes precisan de los amos. 

Otras drogas además del Poder, está el dinero y el trabajo mismo, éstas más peligrosas que otras que consideramos inofensivas comparadas con aquellas, las que habitualmente conocemos como drogas: alcohol, tabaco, coca, morfina, marihuana. Decimos inofensivas porque no se puede comparar una matanza de millones de personas del poderoso Hitler con una raponada de una pulsera que pueda hacer un insignificante marihuanero, como tampoco se puede comparar al ladronzuelo hambriento con el opulentto terrateniente que masacra campesinos para quedarse con sus tierras, o la de los grandes capitalistas que usurpan los recursos de la naturaleza y hacen morir de hambre a millones de miserables que nada tienen.

Éste preámbulo, está antesala para develar la fragilidad de la existencia humana que se soporta en la angustia existencial y en su manera de remediarlo, de darle solución mediante las drogas. Si tenemos dolor existencial se procura entonces de suministrar anestesia que alivie nuestra angustia, por ello la tesis serresiana de que somos seres drogos o toxicómanos, vivimos en medio del desespero aliviando el miedo a morirnos y a tratar de que el reloj no se detenga o no vaya demasiado rápido y nos arroje en la tumba de la nada o del olvido.

Otra gran proposición sería la manera como la humanidad misma ha dado soluciones a esta condición humana de la gran angustia, de seres temerosos porque se acaba el tiempo y porque la muerte nos espera sin importar qué atajos escojamos. Por ejemplo, remontando la mirada observamos grandes sistemas de organización social predominantes y publicitados. Quién no ha escuchado de sistemas esclavistas, hombres dueños de otros hombres de pies a cabeza, de toda su energía, los podían disponer como cargueros humanos o para lo que fueran, tomarlos o dejarlos, en plaza pública eran exhibidos, ofertados y entregados el mejor postor. Eso en el sistema social esclavista. Luego conocemos el feudalismo, los señores dueños de la tierra, los pequeños feudos, la explotación de la tierra y las manos campesinas que la araban. El otro gran sistema social es el más conocido y el que aún tenemos que basa la explotación no ya en la tierra, en los feudos, sino en el mundo fabril, en las urbes están las fábricas con sus ejércitos de obreros, no ya de campesinos, no, allí son humanos que no tienen tierra, su mayor riqueza son sus brazos para alquilarlos a la fábrica.

Esta gran caricatura para mostrar los encuadramientos, las maneras en que los hombres son encuadrados u organizados, todo entroncamiento a la perfección con lo que venimos sugiriendo: un hombre angustiado y con miedo necesita de un entretenimiento, de un algo con lo que pueda llenar su tiempo, con lo que pueda llenar su existencia, y el trabajo sí que ocupa la vida y la llena de esperanza, tal y como lo conocemos en estos sistemas de organización social: todo el tiempo se está preparando la vida. Naces y se te dispone una escuela para que te apropies de unas competencias para la vida, tienes que ser útil, el trabajo significa la existencia, recibirás un salario con el cual vas materializando sueños que la cultura tiene en alta estima: te casarás, contraerás matrimonio, tendrás hijos, te sentirás realizado, comprarás un carro, te endeudará en una casa, en la vivienda ideal que publicitan los grandes constructores de las familias sonrientes de la felicidad plena.

En el capitalismo será muy importante la propiedad privada, acumular, el progreso es sinónimo de mayor acumulación, no importa lo absurdo que sea, no importa si no alcanzas a gastarte tu fortuna en vida tal y como le sucede al 1% de la población, extremadamente rica, y en el otro extremo el 99% que nada tiene y que por el contrario vive sorteando la miseria, la escasez. Incluso acá una pregunta es pertinente, qué pasa para que ésta desproporción, para que ésta inequidad se mantenga, qué pasa que ese 99% no de releva contra ese 1%?

Si el deseo de imitar al otro, si la angustia es constante en nuestra existencia humana, nada raro que estos sistemas sean la gran anestesia que nos alivie del sufrimiento, es comprensible que dediquemos todas nuestras existencias a las servidumbres voluntarias, de estar atados, encadenados a todo aquello que se nos presenta como normal y nos ofrece seguridades  así sólo sean imaginarias, paradigma de la vida, que se nos presenta como grandes logros: tener un trabajo, una familia que nos infla el ego, que nos enorgullece, mi hijo estudia tal o cual profesión, está en aquella empresa, es importante político que amasó grandiosa fortuna.  La mayoría soñadores en que algún día alcanzarán un mejor vivir sirviendo a los de arriba de la pirámide social. Todos vamos en carrera loca por alcanzar un algo de tener, recordemos que la propiedad privada es el templo del capitalismo, por ella nos batimos a muerte, nos peleamos contra quién de manera ventajosa corre los linderos sobre nuestra propiedad, o salimos de huídas del asesino o paramilitar o terrateniente que nos amenaza de muerte si no nos dejamos robar la propiedad.

La anestesia alivia el miedo que le tenemos a morir, de sabernos que el tiempo se nos acaba, que nos llegará el final, nos llegará la existencia de la nada. La anestesia nos alivia de la angustia de vivir. Pero una cosa sí es legítima, y es poder reclamar el tipo de vida que queremos llevar, si preferimos seguir como borregos con las servidumbres voluntarias que nos vuelven simples piezas de máquinas bien sea empresariales, de gobierno o de politiqueros baratos de esos antilibros, antiacedemia... Decíamos de lo legítimo que es seguir como borregos, obedientes sirviendo toda una vida o revelarnos y construir existencias más libres, más éticas, más estéticas, más dignas, en fin escoger nuestra propia droga, nuestra propia anestesia.


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