Coronavirus Sobre Dimensionado

Mauricio Castaño H.
Historiador
Colombiakritica
Los nombres son ficticios pero los hechos reales. Cata y Sara han dado positivo de Covid 19. Ambas viven en Estados Unidos. Ambas fueron enviadas a sus casas para cuidarse como suele ocurrir con los síntomas de cualquier gripe. Ambas siguieron en sus confinamientos de sus propias casas llevando sus vidas normales: cada una comparte con sus familias sin que ello dé lugar a aspavientos o escandalizaciones desmedidas o desproporcionadas por temores de contagio y mucho menos de entrar en pánico como si se fuera a acabar el mundo. No son vistas por vecinos y familiares  ni con recelos ni con peligrosidad de contagio como si tuvieran la peor epidemia mortífera de contagio. La reacción es justa en la medida de las proporciones. Nada de eso escandaloso de estar en una cama UCI ni cubiertas con máscaras ni resguardadas en cuartos especiales. Nada de eso. Se comportan igual a otras virosisis pescadas en otros momentos de sus vidas.

Pero lo curioso y general que está aconteciendo en el mundo es todo lo contrario a tomarse con calma este episodio normal del curso de la vida. Por el contrario, los gobiernos propagan medidas de confinamiento acompañadas de buenas dosis de pánico e histeria colectiva. El miedo habilita las mejores técnicas de control social, todo el mundo espantado por la muerte que puede entrar por sus narices, por un simple beso, contacto de mano o simplemente estar juntos en donde tu vecino es tu peor enemigo.

Pienso en una expresión que refleja la vitalidad de la vida, esta expresión es que tanto la inmovilidad como el aislamiento matan. Un paciente varios días en cama, sin poderse mover termina con la piel pelada, con llagas, no importa que tanto se le ayude a cambiar de posición, la verdad es que esa inmovilidad termina por tullirlo al punto de no ponerse de pie, no poderse valer por sí mismo. Otro tanto ocurre con el aislamiento, pensemos en extremo, el presidiario con aislamiento total, al que tan sólo se le permite tomar una hora de sol uno o dos días en la semana. Esta persona pierde sus habilidades sociales y el deterioro cerebral que apagan la llama de la vida.

Pero no sólo el aspecto de quietud y aislamiento social matan, también lo hace el aislamiento económico, frenar la circulación, los flujos de la vida material compromete la existencia misma. Lo económico, la subsistencia se ve comprometida con el solo confinamiento. Acá recuerdo un ejemplo al que se recurre con frecuencia para señalar la relación que existe entre una medida normativa y sus disposiciones complementarias que permiten su realización, su materialización. El ejemplo es que un gobierno decreta la prohibición de que cualquier persona viva bajo los puentes porque ello no es adecuado en un Estado Social de Derechos en el cual se presume todo ciudadano tiene sus mínimos derechos garantizados. Pero la norma es estúpida si no hay garantía de techo con casa digna para sus habitantes. Por ejemplo las medidas tomadas no han tenido en cuenta que si la gente no produce no tiene con qué mercar ni mucho menos con que pagarse los servicios de acueducto y electricidad. En las calles, en los barrios ya empieza a verse la gente pasando hambre y desconectados de los servicios públicos. O los que viven de la informalidad o del rebusque, están siendo desalojados de sus viviendas o inquilinatos. Y que tal ésta: hacer filas en los supermercados para abastecerse. Se entenderá porqué México ha sido prudente con sus medidas.

Acá queremos señalar un contrasentido en la lógica capitalista, si tienen riquezas más que suficientes porqué no deciden apoyar en investigación médica que ya está probando vacunas contra el Coronado 19? Cuba y China han mostrado evidencias en tal sentido así como experiencias o metodologías que hacen innecesario el confinamiento de toda la población. Por supuesto que hay que superar los negocios feroces por las patentes de laboratorio y por los premios nobeles. Qué laboratorio, qué grupo de investigación hace más cabildeo, quien tiene mejores relaciones con los grupos de Poder, entonces ésa será la vanidad premiada.


Estado Fallido

Queremos echar mano de los imposibles Estatales, piden mucho y poco o nada dan, exigen comportamientos a la población sin habérselo ganado. Aquí encuentro explicable las indisciplinas sociales ante el confinamiento, bien sea por la irreverencia misma hacia los gobiernos o bien sea porque los motiva el derecho de vida, no dejarse morir de hambre y entonces salen al rebusque en la calle.


A Colombia le calza bien las expresiones de Estado Fallido o Nación insuficiente en tanto no fue capaz de consolidarse en todo el territorio nacional y más bien siguió siendo un país feudal, cada Gamonal mandaba en su terruño, los pensamientos feudales son bien arraigados en las élites regionales a costa de la servidumbre miserables de las gentes.

La Vida en Constante Evolución


Cosa tan común la muerte, que nadie se asuste con ella. La muerte esa cosa tan de diario, que tanto pavor genera, que nadie se asuste con cosa tan de diario. El trasfondo del Coronavirus es que cada quien lo siente como amenaza real de muerte, la siente real y cercana, sin distingo de sexos, razas, cultura, ricos y pobres, todos ellos se sientes cercados por igual. Pese a que sus estadísticas de mortandad son mínimas y afecta en especial a los ancianos. Esto explica porque son posibles medidades extremas, tan aceptadas sin cuestionamiento que interceptan la necesaria movilidad y socialización humanas, no importa que sea el propio aislamiento y la propia inmovilidad que nos terminen matando.

Somos polvo cósmico, somos un soplo biológico, somos vida, somos cúmulo de Miles de millones de bacterias, que alguna de ellas, que algún virus tome su propio rumbo anárquico, nos pone en ese estado cero de la evolución y devenir constante a la que todos los seres de este planeta estamos sometidos. Que nadie se asuste con los cambios que nos sacuden, evolución o mutación hacen parte de esos aleteos bacteriales o virales que estremecen al otro lado del Atlántico. Nos alimentamos con la muerte, la muerte alimenta la vida, en descomposición damos vida a otros seres, la vida se pasea de cuerpo en cuerpo. Que el remedio Estatal no resulten peor que la enfermedad.

No temamos los cambios, no desconfiemos de la sabiduría de la vida, ella misma se proporcionará sus propias defensas, claro, tampoco viene a mal la investigación científica. Pero no sobre dimensionemos los cambios necesarios de la vida, de sus bacterias o de sus virus.

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Hominiscencia

Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakritica

La pregunta por el origen del hombre, si venimos del mono o no es equiparable a determinar de qué fue primero si el huevo o la gallina, todo ello nos lleva a un callejón causal sin salida o mejor aún nos hace presos de la estupidez en tanto que esta forma de proceder elimina la comprensión de ricos procesos diferenciados y complementarios dados en la evolución en este vasto universo y en esta variada vida. Válido es, para hacernos comprender mejor, poner aquella discusión en términos de la siguiente suposición imaginaria. Un hombre se encuentra con un robot al que considera más evolucionado que la especie hombre, en tanto que éste lo supera en ciertos procesos de agilidad mental, imaginad o recordad la supercomputadora que venció en ajedrez al campeón mundial Kasparov. Y el ejemplo puede multiplicarse en otros campos de agilidad mental para manejar, para combinar miles de datos, gigas, teras de información. 

El hombre, seguimos con la narrativa, pregunta al robot si él es más dotado, más inteligente que la especie homo sapiens, que cómo, que por qué, que quién fue primero, si éste o aquél, etc, etc. Notemos, rápidamente, que insistir en las particiones lleva por atolladeros de la perdición, del estravío, a callejones sin salida y sobre todo se pierde la comprensión de ricas complejidades de los procesos, en este caso de la evolución que produce variaciones, mutaciones en un mismo ser. En el ejemplo se puede apreciar procesos diferentes de inteligencia, el humano delega o se libera de lo memorístico, del procesamiento y almacenamiento de datos, función ésta ejecutada por el robot. Mientras que el humano está disponible para otras labores propias de la creatividad y de la invención, una y otra son complementarias.

 Por ello nuestro énfasis en el que vamos a insistir es pensar más en las relaciones, en las especies o especialidades o en lo humano que es la no especialización como puede verse en esta comparación ejemplificada con el robot quien domina y cobina datos a la ene potencia, mientras que el hombre está obligado más bien en saberlos usar, no ya a memorizarlos como en la antigüedad o en la edad media. Por el contrario, está obligado a no memorizar, a ser inteligente, a ser innovador, pues su característica es en no ser especializado como si lo son otras especies: la araña teje a la perfección más que cualquier artesano, y así como muchas otras especies.

Estas palabras iniciales para recalcar que los métodos que inducen a las particiones tajantes dejan delado las complejidades, complementariedades dados entre seres, especies y entorno, entre vivientes y su medio, ambos solidarios, enmarcados en la co evolución, somos un todo interdependiente. Y He aquí, un discurrir a partir de Hominiscencia, libro de Michel Serres que propone una nueva comprensión de la humanidad como un todo que comprende más allá de la tradicional historia escrita y del tan sólo egocentrismo humano. Somos una co evolución que comprende tanto la totalidad de la vida animal como la vegetal, seres y entorno son solidarios de esta aventura llamada vida, de este Gran Relato que nos comprende como universo. Empecemos con ese movimiento constante o mejor devenir constante que es, la evolución, que es la vida, incluida esa bípeda humana.


Devenir

El concepto Devenir define más al hombre que el acostumbrado verbo Ser, éste último da a entender que se es de una vez y por todas, de golpe y porrazo, el hombre hecho por siempre, una entidad acabada y estática, muy definida ella, eso que nos pone en quietud engañosa y peligrosa. Mientras que aquel primer término, Devenir, está más en la perspectiva de la evolución en tanto devela, va develando un proceso de una riqueza en construcción inacabada, todo allí está abierto, en movimiento y puede tomar cualquier camino, cualquier ramaje tal y como se bifurcan las ramas de un árbol a partir de un tronco cualquiera. Vamos por la vida en serendipidad, sin metas. El método es no tener método.


El genial Michel Serrres, quien inspira estas líneas con Hominiscencia, nos precisa el verbo devinir: somos y nos definimos más por el devinir que por el acostumbrado verbo Es o Ser. En la evolución o mucho mejor, en la co evolución constantentente todo está en proceso de transformación, nada está hecho de una vez y por todas como suele decirse, uno siempre está deviniendo, naciendo. Nacer viene de naturaleza, natur, nacer. Y a su vez, nacer está asociado con el verbo cultivar que quiere decir hacer nacer, ambos conceptos están emparentados, son lo mismo: el campesino cultiva los campos, hace nacer plantas, sembrados, batalla para mantener con vida sus cosechas amenazadas por plagas y las mismas adversidades de otras especies, porque la tierra misma es un escenario de combate en donde los seres animados e inanimados luchan por mantenerse con vida, unos engullen a otros en esa conocida cadena alimenticia, el más fuerte devora al más débil, el alimento depende de la fuerza y del medio favorable en donde se encuentre. 


Cadena alimenticia llaman a esta la lucha constante de unos contra otros para procurarse vida. La cultura comienza por la naturaleza, la naturaleza es la cultura misma. Natur, nacer, cultivar hacer nacer. La naturaleza está en constante nacer. Cultivar es hacer nacer, cultivar, cultura, naturaleza y cultura son lo mismo. Los seres y el entorno se modifican mutuamente en una especie de acuerdo implícito: yo cultivo lo que el medio me permite, yo ensayo varios microclimas en los cultivos. Naturaleza y cultura, el hombre y su medio en constante relación. Recordemos ésta unión tan olvidada, Contrato Natural dice Serres, ésta relación decimos, debería tomarse en serio, la Naturaleza es sujeto de derechos, para ejemplificar recordemos ciertos fenómenos naturales o metereológicos en los cuales se hace sentir la madre tierra, tales como el deshielos de los cascos polares y las inundaciones en las poblaciones humanas. Y cómo no recordar el cambio climático por la acción del hombre que compromete su propia vida y la de las demás especies. El humano es la única especie sobre el planeta que destruye su entorno, su medio.

"Devenimos inesperados, aventureros, imprevisibles, buscadores, desobedientes… o sea posibles y contingentes. (...) Desde que se levanta su cuerpo se pliega; desde que marcha, corre, danza, evita, inventa lo contrario, nunca va allá donde creemos; desde que habla, su verbo se doblega; las preposiciones, las declinaciones, en general la inflexión, esculpen todos los lenguajes del mundo. El relámpago de la flexión gobierna la hominización. Si no, volveríamos a ser bestias, volveríamos a sumergirnos en la co-evolucion. El hombre tiene horror del ser." P. 35.



Naturaleza y Cultura

Entonces, insistimos, el hombre es un devenir constante, es naturaleza y es cultura. Está acepción de hacer de lo natural y lo cultural dos procesos que son lo mismo, dos palabras sinónimas, es un llamado de atención a esa tradición tan acostumbrada de separar lo uno y lo otro, conciben la naturaleza como algo  terminado, un mundo ya ido pero añorado, un mundo de ensoñaciones, un querer volver a un paraíso perdido, es una idea equívoca muy arraigada en las sociedades de ayer y de hoy. De paso mencionamos la separación que se desprende de allí, una decisión política administrativa, qué se debe cuidar y qué no, por un lado tenemos los parques ecológicos, los zoológicos, lo allí enmarcado debe protegerse, lo que está por fuera de este proteccionismo, entonces puedes hacer con ello lo que quieras, puedes explotarlo. Mírese cómo esa participación autoriza un abandono a una integridad, esto puedo cuidar, aquello no. El rico hace donaciones para un parquecito ecológico pero destruye y envenena miles de hectáreas de bosque.

Co evolución

Todo lo contrario sucede cuando se comprende el concepto de co evolución, el co es solidario de los procesos de transformación, existe una necesidad y un azar. Una existencia se desarrolla en un medio favorable determinado, devenir implica una existencia que habita un espacio en un tiempo. Y otra palabra clave es la transformación, nada se queda estático, todo está en constante movimiento, los átomos están en permanente agitación, en caída libre y de forma laminar. Esa caída libre asimilable al vértigo o angustia existencial que el bípedo humano siente al saberse que morirá. Vida y muerte son la misma cosa, vivir es estar muriendo, la muerte es vida gastada, las células envejecen y mueren, apoptosis es una especie de suicido de las células, mediante un programa regulado, ellas, las células se suicidan, ver renglones abajo ejemplo de la apoptosis.

Cultura de Asesinato

La muerte dada o decidida como se práctica en la sociedad, las estadísticas por año nos muestran una epidemia que todos hacemos como no vista: 124 millones mueren de hambre, 48 millones por accidentes de automovilísticos, 8 millones a causa del cigarrillo. Y la precaria salud y el sistema económico con unos pocos ingeniosos que pasan toda su vida para presumir su mejor chequera en la banca ante el mundo, tanto ingenio reducido a una cuenta bancaria, raya con lo ridículo, no sorprende, dice Serres, que nos deleitamos menos en la mesa que con la sangre derramada. Recordar que a la edad de quince años un adolescente ha visto en la televisión 20 mil asesinatos, ya está familiarizado, ya ha sido inducido al asesinato, a una cultura de muerte. 

Pero recordemos también la paradoja que hoy estamos mejor que ayer, antes la enfermedad era cotidiana, ahora es un derecho que procura su restablecimiento, ser Rey era estar achacoso y en agonía permanente. Antes la expectativa de vida y de talla era menor a la de hoy. Hoy el promedio de vida es de 70 años para hombres, para mujeres es de 75, aunque en cada país varía dependiendo de su calidad de vida. “Mezclo fechas y hechos a propósito para resolver la pregunta: ¿Se trata del cuerpo de quién? Escojo el de los reyes de antes, en su plaza excelente, para mostrarlo miserable y hacer ver la gloria del cuerpo común hoy: esta doble maximización en número y calidad hace aparecer invariante bajo las diferencias sociales. De ahí esta estabilidad, al menos estadística: la esperanza de vida de una mujer en el siglo xiii no había cambiado significativamente desde hace siglos. Hay que remontar a los neardentalenses para encontrar cuentas más severas: 50% nacían muertos, la mitad de los sobrevivientes desaparecían antes de los nueve años y el resto, rara vez alcanzaba los nueve años.” En Serres. Hominiscencia. P.15

Desde ahí el cambio de ética. Las antiguas morales ejercía la voluntad de vivir en las coacciones inevitables del sufrimiento y de la muerte precoz; La nueva moral emana de la libertad adquirida contra ellas.


Apoptosis

Con relación al ejercicio, al movimiento que mantiene la vida, pues la quietud mata: “Esta verdad del cuerpo global se sumerge en sus pliegues más pequeños: si usted oculta la luz de un ojo desde el nacimiento, las células visuales y los nervios ópticos desaparecen por apoptosis en tres meses: se suicidan por falto de entrenamiento. Deje de pensar, las neuronas concernidas se bloquean: una página diaria de lectura difícil rejuvenece más que la gimnasia matutina. La interrupción del trabajo precipita al jubilado en el riesgo de la chochez: nada más peligroso que el reposo. Las señales del organismo llevan a la muerte sin piedad los elementos de sensación y de motricidad, cuando se les priva de ejercicio. Así el metabolismo mismo sólo se perpetúa adecuadamente por el entrenamiento.

Criado en el suroeste de Francia donde el trabajo no reina como amo tiránico, es lo menos que se puede decir, debo confesar, aunque lamentándolo, que en el fondo de la pereza y de la inactividad duerme la muerte. El secreto de la obra, es cierto, sino de la juventud y de la salud, que digo de la vida misma, reside en el empleo del tiempo sostenido. Repose, duerma bien, pero no haga mucha pereza, sino usted se volverá achacoso.” (p. 23). 

“Si usted decididamente no ama la palabra entrenamiento, puedo sustituirla por ejercicio cuyo sentido, vecino, beneficia además de una etimología más que perfecta para mi propósito, puesto que el verbo latín arcere significa desviar, luego, unido al prefijo ex, no dejar en reposo. Puedo entonces ejercitarme en la misma demostración sobre la desviación respecto al equilibrio y así acarrear su adhesión. Por último, ¿Qué es la existencia sino esa desviación frente al equilibrio o frente al reposo que define en total este incoactivo, inquieto, que nombro hominiscencia?” p.26


Nos construimos a nosotros mismos.

Desaprovechados las mejores técnicas en nuestras manos: teléfonos inteligentes para comunicar estupideces, chats banales, juegos que empobrecen y no están a la mente.


Somos Virtuales

Pagus, paisaje, página, voz


El cuerpo se moldea, cambio sus objetos que construye y manipula. Las comunicaciones por ejemplo después de los años 70 hace que todos estemos más cercanos, el teléfono nos pone en cuerpo presente así estemos a kilómetros del otro al que contactamos. Hermes, el dios de la comunicación, se impone ante Prometeo, dios del fuego, de la forja, de la producción. Suave aquella, duro éste.


Un yo sin espacio y sin distancia, llenó de virtualidad, de nuevas relaciones sociales tan necesarias para la existencia, para la vida. Yo soy el otro en el que me reconozco y me reafirmo, soy un nosotros, somos seres sociales. Es estar en comunión. Nadie nace antes de que el otro le diga: te amo. Nadie sobrevive a la carencia de amor. El amor salva a la existencia, nos recuerda Serres.

En este mundo virtual ya no almacenamos cosas sino relaciones. Estamos en el No Derecho, en la no Ley, en lo no Recto, en lo no Directo, en lo no Rey, en lo no legislativo, lo virtual nos tira por senderos bifurcados en serendipidad, fuera de la ley, cualquier sendero nos lleva por parajes desconocidos en donde nos reinventarnos y así en lo sucesivo en este vasto amplio universo.

Dirección, rectus, empadronar, calle por calle, domicilio por domicilio. Rectus, directo, Rex, Rey, potencia en dominar a cada quien en su dominio de lugar. Desde que se abandona el aquí y el ahora, todo comienza de otra manera. El desarraigo es lo propio del humano virtual. " Del inglés término web designa incluso una tela de araña globalmente centrada sobre vela unos predadores temible para todo viviente que pase ¿Confesión? Serres p129


Pedagogía de la Desconexión

Dirección espiritual y física.

Conjunto de conductas antropológicas, pagus, paisano, paisaje, próximo, prójimo. Cuadro de Pensamiento, ayer campesino, hoy citadino, o mejor virtual. Ayer Paideia griega, hoy Paideia virtual, sociedad pedagógica de la virtualidad, del aquí y del ahora, de cabezas bien puestas a bien llenas, de una humanidad inventiva, obligada a ser inteligente por estar libre ya de la memoria.

Ante el peligro de intoxicación, de alienación, advierte y propone Serres una pedagogía de la desconexión: " Al igual que Descartes, al lado de su estufa, dudaba, de esa misma manera Yo me desconecto a menudo. La enseñanza mediante las nuevas tecnologías se completa pues con una pedagogía de la desconexión y por una ética del desapego. El futuro pertenece a las órdenes contemplativas. Nos salvará de la caída evolutiva hacia las sociedades de insectos quien invente una nueva generación deonasterios: esa palabra significa una asociación paradójica de solitarios y de solidarios. Tendremos necesidad de un San Benito, de un nuevo yo y de otros prójimos." P 146


Las Fábulas

Zócalo Biológico de la Existencia

El León es rey de las selvas. El Lobo, el Zorro, el Oso y el Tigre son los aristócratas. Todos ellos parásitos, todo lo toman y muy poco o nada dan a cambio. Todo ello nos dice o nos recuerda nuestra biología animal, nuestro piso biológico, nuestra bestialidad y la carencia de una cultura del amor… está sociobiología nos muestra también esa simbiosis del campo a la ciudad, el perro libre en el campo y el perro atado al collar en la ciudad, ratón campesino y ratón citadino. Pero la bestialidad aparece con el prestigio, su disputa hace que todos pierdan la consciencia y se lancen a la guerra, a devorarse unos a otros para sólo quedar el más fuerte.

Animales metamorfoseados en humanos, éstos en aquellos. Una simbiosis que dicen bien la biología o el piso biológico que asiste a todo el reino animal, por supuesto que se incluye al hombre. La aclaración es pertinente porque la tradición llamada humana, abortó este parentesco animal que somos todos, al grupo de los homínidos se separó al humano, fue así como a la palabra homo se le añadió Sapiens, hombre que sabe, que saborea a través de sus cinco sentidos. Así, saber es conocer, informarse del mundo, del medio que le rodea. Pero acá se falla en la definición, pues todos los demás seres, las otras especies más especializadas que el humano, también saben, conocen: los monos, gorilas chimpancés conocen sus alimentos, distinguen lo comestible de lo venenoso. Ellos también se comunican, tienen reglas sociales, forman familias unos, otros no, otros son polígamos o monógamos. Los chimpancés engañan, asesinan. Y así podemos seguir con las demás especies como los pájaros, para citar la vida volátil, ellos también conocen lo que deben comer de lo que no, se emparejan, se reproducen, se comunican entre ellos. En fin, todo esto para poner por lo menos eso ridículo de lo egocéntrico proclamado por el mismo hombre, el rey o centro del universo, el que todo lo tiene y lo toma sin muchas veces dar nada a cambio: explota los recursos naturales finitos y sin importar si compromete con su egoísmo los recursos y el mismo territorio de las demás especies existentes. Este olvido de lo mal llamado humano tiene ese particular de lo egocéntrico destructor de su entorno y de los otros seres vivientes e inertes. Por eso nuestra presentación o motivación por la Hominiscencia.


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El tiempo Humano

El tiempo humano: de la evolución creadora al creador de evolución *
Michel Serres *

¿A dónde va el saber? Hacia las ciencias humanas. Desde el siglo XIX, Auguste Comte y Renan profetizan así el porvenir de la ciencia. Aunque luego las partículas hayan descompuesto el átomo, que la astrofísica haya abierto el universo, que el código genético —universal— haya descifrado la vida, yo creo sin embargo que la historia por venir recordará el siglo XX, mas que por estas tres proezas, como el fundador de múltiples disciplinas destinadas a responder a la pregunta: “¿Qué es lo humano?”. Bajo muchos respectos, seguirá siendo el de las ciencias llamadas blandas. Recuerdo el decreto gubernamental que nos las hizo añadir al frontón de las antiguas facultades de letras y a la lista de las agregaciones. Pasado 1950, ellas triunfaron. Emblemática, la figura de Claude Lévi-Strauss, por ejemplo, dominó la universidad, la investigación, los mass-media, la opinión. ¿Quién podía, quién puede aún en la actualidad responder a esta pregunta, salvo la economía, la lingüística, las psicologías y sociologías, la etnología y la antropología, más veinte historias diversas, de la de las religiones a la de las mentalidades, en suma la Casa de las ciencias del hombre, de su voz numerosa y una? No volveremos ni sobre estas adquisiciones ni sobre sus avances. Pero, desde hace algún tiempo, las disciplinas duras aportan luces nuevas en este grupo suave, mientras que él se atasca un poco, se repite más y descubre menos. Frazer, Durkheim, Mauss, Dumézil y Girard inventarán, Bourdieu machacará. Corriendo sobre estos pasos, periódicos y revistas no han cambiado de rumbo desde la formación de sus redactores, y repiten a su antojo lo que se decía en la época en que las llamadas ciencias sociales se imponían por completo. Para la opinión corriente, lo humano sigue siendo aún exclusivamente histórico, social y cultural, económico y administrativo; hablar de su “naturaleza” pasa por ser un error duro. Mientras que fueron refrescantes en el curso de su eflorescencia, las ciencias humanas contribuyen en la actualidad a una especie de
corrección política. 

Relevo en el siglo XXI

Hace apenas algunos años, un libro parecido que se consagró a responder la misma pregunta: “¿Qué es lo humano?”, reunió en efecto a un etnólogo, un sociólogo, un psicoanalista… pero no se le ocurrió convocar a un médico. Ahora bien, antes de mí, la paleo-antropología y la biología neuronal han respondido aquí por completo. Esta novedad es el signo del comienzo del siglo XXI. Para hablar de nuevo en figuras emblemáticas, Yves Coppens tiende a reemplazar a Claude Lévi-Strauss. Éste viajaba por toda la anchura del espacio, de los trópicos a Vancouver, para atravesar las fronteras culturales, mientras que el primero, explorando el tiempo largo, franquea millones de años hacia la aurora africana. En términos de epistemología, la hominización preocupa tanto hoy como ayer la distribución diferenciada de los usos y de los mitos; se sospecha incluso que podría explicarla. La arborescencia temporal en la que se escalonan el ergaster y el afarensis precede y condiciona el ramillete espacial en el que se dispersan Kwakiutl y Arapesh.

El tan vilipendiado origen, lo anterior tan desacreditado, ¿podrían pues aclarar lo diferente? En términos de instituciones, el nuevo siglo tratará de conectar el Museo de historia natural con el museo del Hombre y con las Casa de las ciencias blandas. Esta es la razón por la que este libro comienza por las sinápsis y los chimpancés. Para describir la conducta personal, habíamos olvidado las primeras, tanto como olvidamos a los segundos para comprender mejor nuestras relaciones sociales.
Desde el descubrimiento de Lucy en el rift kenyano, después del ascenso en potencia de la paleoantropología, de la bioquímica, de las ciencias cognitivas y neuronales, debutantes a su vez, revisitamos el relevo naturaleza-culturas, volvemos a poner en conexión dos dominios separadas desde hace tiempos. El siglo XIX anunció las ciencias humanas; nosotros las vimos desenvolverse en el XX; el XXI las reunirá con las ciencias duras. Acabo de escribir Hominescencia y el Incandescente para soldar fluidamente los nudos de esta nueva red. Una meditación sobre el tiempo asegura esta conexión. Para inaugurarla, ¿a qué llamamos precisamente la naturaleza?

El tiempo de naturaleza

Llamo Gran Relato al enunciado de las circunstancias contingentes que emergen una tras otra en el curso de un tiempo, de una longitud colosal, cuyo comienzo está marcado por el nacimiento del universo y que continúa por su expansión, el enfriamiento de los planetas, la aparición de la vida sobre la tierra, la evolución de los vivientes tal como la concibe el neodarwinismo, y la del hombre. De aquí en adelante bien documentado, jugando incluso un papel canónico en el seno de la nueva cultura científica, ese relato, globalmente verdadero si se tiene en cuenta las reorganizaciones regulares que practican
sobre él invenciones y descubrimientos tan contingentes como su propio flujo, brotan pues múltiples bifurcaciones donde aparecen, en estado naciente, todos los fenómenos existentes, bien o mal conocidos.

Cuando él nos empuja a respetar una especie de diosa pastoral o cuando significa la esencia de una noción, de una cosa o de un viviente, abandonamos con razón el término “naturaleza”, pues esos dos sentidos —aún hoy corrientes— derivan de
supersticiones e ideologías. Pero yo no dudo en utilizarlo en su sentido etimológico de nacimiento. Naturaleza designa lo que nace. Consideremos entonces el conjunto de las bifurcaciones del Gran Relato que divergen hacia una emergencia, las de los planetas, de la vida, de las especies o del hombre; nuestro cuerpo y su entorno nacerán de algunos de esos surgimientos cuyas fechas podemos marcar de modo bastante preciso.

¿Qué es pues la naturaleza? La integral indefinida de las bifurcaciones que surgen del Gran Relato, incluso si no las conocemos ni las dominamos todas. Casi tautológicamente, la naturaleza se dice de la suma de estos nacimientos.

¿Qué es lo humano? Un sub-conjunto definido de estas bifurcaciones naturales. Esta integral definida provee una definición sana, sin sueños ni tabúes, de la naturaleza humana, fechas de nacimiento y maneras de nacer, incluso si no dominamos
completamente todos sus procesos.

Evaluación de las duraciones, “natural” y “culturales”

El tiempo que necesitaron duró millones de años, después de miles de millones requeridos por el universo físico, mientras que las culturas y, a fortiori, la historia, datan apenas de algunos milenios. No podemos dejar de comparar una naturaleza, o
nacimientos que emergen de duraciones tan colosales, con el ínfimo espesor de nuestras civilizaciones. Ciertamente, el solo tiempo no lo decide todo, pero ¿hemos evaluado siquiera su peso?

Me tomó mucho tiempo entrar en la intuición de esta duración, tan nuevamente inmensa. Invito a que la meditemos. En la época clásica, Pascal se aterrorizaba con la inmensidad —que el llamaba infinita— del espacio; nosotros nos sorprendemos, hasta la incomprensión, por el espesor enorme del tiempo y de los ritmos inconmensurables. 

¿Qué es lo humano? Una esperanza de vida individual que, recientemente y en escasos lugares, alcanza de setenta a ochenta años, sumergida en culturas colectivas que, en el mejor de los casos, durarán algunos milenios, ellas mismas hundidas en la evolución de una especie, Homo sapiens, que data de algunos millones de años, ella misma bañada en una duración viviente de cuatro mil millones de años, ella misma compuesta finalmente por elementos forjados desde hace quince mil millones más o menos, por los alrededores del nacimiento mismo del universo; en suma, lo humano asocia pequeños trozos imperceptibles de una enorme corriente de duración. Pero, si exceptuamos su comienzo, esta definición puede también servir para las especies y sus individuos.

No se engañen pues en las distancias de algunas páginas que me separan de Jean-Didier Vincent y de Pascal Picq; de lo alto de las neuronas del primero, una evolución de decenas de millones de años nos contempla; y del África del segundo, una
prehistoria de centenas de miles de años. El uno habla de Naturaleza, y el otro de las primeras Culturas. Limitado a las ciencias humanas, no me queda ya nada verdaderamente largo por decir: una delgada película temporal. Si representamos por
medio de un gran año la duración de la que acabo de hablar, nuestras culturas, nuestras lenguas y nuestras políticas se limitan a algunas fracciones de su último segundo. Si me preguntáis mi edad finalmente, puedo confesaros la de mi estado civil, pero puedo también datar alguna de las diferentes capas de neuronas que constituyen mi cerebro, de las cuales algunas aparecieron con los monos llamados superiores, pero de las cuales otras vienen de los reptiles de eras anteriores; así mismo, mezclado en su composición a partir de los de mis padres, mi ADN se remonta a cuatro mil millones de años en su estructura; en cuanto a los átomos que lo componen, su formación acompaña la del mundo, hace de diez a quince mil millones de años. Pero esto se puede decir de todos los vivientes.

¿Qué es lo humano?

Esta restricción explica por qué los filósofos, entre otros, dudan de toda definición de lo humano; la etología encuentra casi siempre un animal, una planta, podemos decir hasta una bacteria, dotados de la cualidad pretendidamente específica de nuestra especie. Los cinco sentidos** dicen con humor que hablar del Homo sapiens excluye la inmensa mayoría de sus semejantes que, desprovistos de gusto, no buscan en los alimentos una excelencia de sapidez. En el análisis de las nuevas tecnologías, Hominescencia lo llama incluso sin facultad. Contemporánea, este fracaso empuja a reputarlo sin propiedad. La
teología antaño llamada apofática, hablaba así de Dios, diciendo lo que Él no era. Sin correr ningún riesgo, una filosofía negativa o crítica se abandona en la actualidad a la misma facilidad; frente a la deconstrucción cómoda, pensar sigue siendo difícil.

Reíd por otra parte, de la contradicción completamente lógica entre esta prohibición de definir y la patética —también expresada corrientemente en nuestros días— en torno a la finitud. Es necesario sin embargo escoger: si lo humano sufre de
esta última, entonces nada más fácil que definir un viviente así encerrado en sus límites; en caso contrario, sin estas fronteras, lo tenemos infinito. Si no sabemos definirlo, tenemos que confesar que no le encontramos ningún fin delante de él; inversamente, si lloramos su finitud, debemos saber y dar de él una definición; sí, repetimos la misma palabra.

Finalmente, lo humano cambia con tanta frecuencia y tanto que excede siempre lo que de él se dice. En el habitante contemporáneo de las metrópolis ¿qué queda del sapiens descrito por los paleoantropólogos? Ahora bien, se ve mejor la dirección de un movimiento cuando este se tuerce; el sentido aparece con el cambio de sentido. Ahora bien, además, en estos últimos cincuenta años ocurrió una transformación tan importante que escapó a los observadores. ¿Cómo este animal metamórfico se metamorfoseó recientemente? A diferencia de mis camaradas, no hablaré ni en millones de años ni en milenios, sino ante todo de medio siglo apenas, es decir una mínima fracción de segundo según la escala que habíamos propuesto.

El tiempo humano de hominescencia

En efecto, mientras que triunfaban las ciencias humanas, lo humano se transformaba - al menos en este rincón de Occidente— bajo el empuje de elementos más naturales que culturales.

El descubrimiento de la energía atómica, es decir diversas respuestas a la pregunta: “¿Qué es la materia?” conducirán la construcción de armas de destrucción masiva tales, que se renovó el terror a la muerte propiamente nuestro. A los miedos
individuales, acompañados a veces de una angustia cultural, una inquietud global se añadió de repente, cuando explotaron las bombas termonucleares. Cada uno de nosotros temió morir; muchas civilizaciones desaparecerán; el propio Occidente desciende de culturas muertas; pero nunca lo humano entró en riesgo de extinción en un planeta en peligro, dos muertes globales incurridas por su genio y su voluntad. Nada en la hominización equivale a esta bifurcación trágica.

Así mismo, diversas respuestas a la pregunta: “¿Qué es la vida?” conducirán a mejoras tales en las condiciones de higiene y la curación de las enfermedades, que nuestro cuerpo se metamorfoseó. Su estatura, su esperanza de vida, su relación con el
dolor y su salud se transformaron e, inmediatamente después, la procreación y la filiación mismas. Además de la relación con la muerte, cambiarán la existencia y el nacimiento.

Estas variaciones no solamente comprometerán el fenotipo, y a veces la familia de algunos Occidentales, sino también el paisaje alrededor. Pues otras respuestas a esta segunda pregunta conducirán a un cambio radical en la crianza y la agricultura, por tanto en el paisaje y la alimentación. Hominescencia habla incluso, a este respecto, de un fin del neolítico. De esta forma, nuestra relación con el mundo se transformó al menos tanto como la que mantenemos con nuestro cuerpo. Y si, desde sus comienzos, pastizales y laboreo trataron de dominar la selección de las plantas y de los animales escogidos, las biotecnologías buscan en la actualidad adueñarse de la mutación, lo que reduce fantásticamente las escalas de tiempo descubiertas por las respuestas a la pregunta: “¿Qué es el universo?” que conducirán, en efecto, a evaluar de otra manera
esas duraciones respectivas, para lo inerte y lo viviente. La relación con los otros cambió otro tanto. La comunicación y sus tecnologías abrirán otras vías en el espacio y el instante, llevando nuevos vínculos y una expansión inesperada de los conocimientos.

Cuando millones de mensajeros se vuelven fuentes de información, la sociedad se vuelve por completo pedagógica. Queda todavía por escribir la nueva epistemología de este saber multiplicado. Ninguna de estas transformaciones: vida, dolor, muerte, nacimiento, mundo alrededor, relaciones con los semejantes… resultó de circunstancias ambientales sobre las cuales no hubiéramos podido hacer nada, como en la evolución en el sentido clásico del término. Por el contrario, ellas vinieron de procesos económicos, sociales, en última instancia cognitivos, de este entendimiento y de esta voluntad colectivos que llamamos el saber, de sus aplicaciones técnicas, de sus operaciones colectivas; en suma, de las ciencias llamadas naturales.

El tiempo humano de desdiferenciación

Una parte de la humanidad ha cambiado pues tanto en medio siglo que ello conduce a pensar lo humano al menos como una capacidad de metamorfosis rápidas. ¿Se trata nuevamente de una especie que mantiene una relación original con el tiempo?
El cuerpo de todos los vivientes se transforma por medio de los procesos evolutivos conocidos: mutación y selección, que permiten una especialización tal, que el organismo así producido explota de la mejor manera los recursos de tal nicho local del entorno. La palabra especie repite el término especialización.

A la inversa, nuestros órganos se desespecializan. Con respecto al casco de los rumiantes, a la pinza del cangrejo, a los tentáculos del pulpo, la mano —no especializada— termina por hacerlo todo: sostener un martillo, conducir un arado, tocar
el violín, acariciar, hacer signos… Con respecto a los picos de las aves, al hocico del tiburón, a la trompa del perro, la boca —no especializada— termina por hacerlo todo: morder ciertamente, pero también besar, silbar, hablar mil lenguas. De este modo podemos abandonar nuestros nichos especiales y abrirnos al espacio global. En vez de habitar una localidad, el humano, desdiferenciado, indiferente incluso (atrevámonos a decirlo) frecuenta el mundo y viaja y, por lo mismo, desborda el presente inmediato, entra en un tiempo diferente. ¿En cuál?

Prácticas del tiempo

¿Nace él con la primera piedra que talla? Seguramente regresa inmediatamente la misma restricción: algunos animales, los pájaros carpinteros, los bonobos, producen auténticas herramientas. Pero de nuevo interviene el tiempo. Nunca cesan de
fabricarlos; nosotros no solamente los acumulamos sino que los entrecruzamos o los aparejamos en un tejido móvil que induce una duración propia. Una vez más, ¿cuál? ¿Qué es la técnica? Si debiéramos esperar que la evolución nos dote, por
ejemplo, de apéndices suficientemente puntiagudos como para picar o de un filo de la mano bastante fino como para tallar, deberíamos —según las leyes de la selección y de las mutaciones— contar (sin la seguridad de lograrlo) con duraciones compatibles con la de la especie y la eliminación de innumerables semejantes desprovistos de tales ventajas. Cuando, por fuera de nuestro cuerpo preparamos objetos que los poseen, ahorramos pues primero la muerte que, trágicamente, hubiera debido abatir inmensas poblaciones desadaptadas; y segundo, la inmensa duración, difícil de evaluar según la emergencia al azar de los mutantes y su adaptación. Una economía formidable de muertes y de tiempo.

Anunciad pues la simplicidad de este cálculo afortunado a los precavidos que lloran los accidentes y le tienen miedo a los riesgos. Sí, al remontar con buen paso la enorme lentitud del Gran Relato, el tiempo técnico recupera —al menos virtualmente— las colosales duraciones que, sin él, no podríamos nunca compensar. Una herramienta condensa un tiempo inmenso.

Para dominar así parte de nuestro entorno voluble, entramos impacientes en la evolución, en el proceso de nacimiento, en el tiempo mismo de los vivientes, lo economizamos, lo cortocircuitamos. ¿Qué es una herramienta? Una proyección del tiempo colosal del Gran Relato sobre el esplendor infinitesimal de la invención práctica y del uso antes del desgaste; concentra o repliega millones de años en meses. A este resultado singular se añaden las prestaciones análogas de otros, asociados, accesorios que aumentan otro tanto esta aceleración. Y esta se vuelve vertical desde que aparece el lenguaje articulado que, a su vez, permite la constitución de grandes sistemas técnicos.

Hablad: ¿cuántas resedas y rosas se ahorran con la palabra flor? ¿Cuántas piedras talladas programa el término sílex? ¿Cuántas acciones, cosas y gestos, designan un verbo, una palabra, una preposición? ¿Cuántos redondos se agrupan en círculos? ¿Cuánto tiempo vivido resume el tiempo enunciado? ¿Cuántos miles de millones de años acabamos de encarar desde que comenzamos este texto? Una página condensa un tiempo inmenso.

La domesticación procede del mismo gesto. Si hubiera sido necesario esperar que el teosinto se volviese maíz, o el búfalo buey… Un carnero condensa un tiempo inmenso.

Después de que inventamos estos condensadores nos volvimos, por otra parte, los objetos reactivos de los cambios que nuestras técnicas externalizaban. Por medio de un círculo auto mantenido, y cuya velocidad se acelera, las herramientas que producimos a partir de nuestros cuerpos desdiferenciados, o de sus actividades, que transformamos sin cesar por esta especie de exodarwinismo, regresan sobre nosotros y nos transforman a su vez, tanto más cuanto que ellos ocupan tres reinos: el inerte, a escala entrópica, piedra tallada o avión; la conservación y la circulación de los signos, a la escala informacional, pergamino o Red; en fin, la del viviente, maíz o clon.

Finalmente, los diversos soportes de la información, escritura, libros, Red… contienen recuerdos recientes, a menudo bajo la forma de mentiras. En cuanto a los objetos técnicos, resumen de manera contundente millones de años de evolución. En comparación con las herramientas manuales, la cultura, llamada intelectual, se vuelve pues un lugar de olvido.


Otro ejemplo: ¿por qué vestirse?

Es cierto que la evolución se toma un tiempo enorme para lograr contingentemente o un pico o una pinza; pero una vez adquiridos, estos órganos permanecen. Paciente la evolución, igualmente larga la adaptación, pero, suponiendo que la necesidad de ésta desapareciese, interminable igualmente la insoportable fijeza. El útil vale entonces como órgano amovible. Para adaptarse, nada vale esta movilidad. Disponer de un aparato consiste en soltarlo cuando la necesidad desaparece, y volverlo a coger cuando se quiera, según la necesidad.

Ejemplo: la opresión térmica impuesta por una piel permanente, o variable según las solas estaciones, impide correr durante mucho tiempo en la cacería, o viajar a los trópicos, en razón del recalentamiento; hundido en el fondo de su melena, así duerme el león macho, esperando que la máquina se enfríe. ¿Cómo explicar el uso humano de vestirse? ¿Viene la motivación de la nieve, del pudor sexual, del deseo de ocultar debilidades o fealdades, del cuidado por la limpieza? Qué importa, a la vista de la vicisitud en forma de torbellino de estas causas mismas y de otras más; el clima varía, la lluvia escasea o abunda, las relaciones fluctúan, las conductas y los modos cambian. 

Mas bien pues que buscar una causa, sería mucho mejor considerar las variaciones en un abanico de constreñimientos múltiples. De hecho, nos vestimos para podernos desvestir rápido, después volvernos a vestir con la misma rapidez, en resume: descubrir la extraña ventaja del desprendimiento; el desollado puede cambiar de piel. En todos los casos, la flexibilidad móvil y diversa de esta adaptabilidad se impone sobre una solución única y rígida. La causa se vuelve la amovilidad.

Subrayo con fuerza el razonamiento precedente. Para explicar, ante todo le buscamos a un efecto alguna causa: por ejemplo, el vestido nace del frío. Luego la hacemos variar; entonces, una función se dibuja según lo que llamamos la variable: según las estaciones, piel abundante o rapada. Pero, en un tercer tiempo, considero la variación como tal, cualquiera sea la causa o la cosa que varíe: el tiempo de esta variación se vuelve la causa ella misma. La variación requiere la amovilidad. Entonces, como la del vestido, la esencia de la técnica se resume en este juego, en el doble sentido, de lo lúdico, y de una ligera distancia entre elementos útiles que permite que se adopten vestido, armas y herramientas, por un tiempo breve, que se los deje a un lado, que se los deponga, en suma, que se disponga de ellos. Este juego significa pues “a disposición”. La disponibilidad se vuelve la esencia misma del uso. Por tanto la técnica condensa y maneja tanto tiempo corto como tiempo largo. ¿Qué es el uso técnico? Una disponibilidad. ¿Qué es el lenguaje? Una predisponibilidad. Técnica de programación <logicielle>, deja por lo mismo mil juegos entre signo y sentido. Así podemos responder a un entorno por todas partes y siempre rápidamente variable. Al experimentar la viva volubilidad de todas las cosas, lo humano nace de adaptarse a las
variaciones más que a las cosas, al tiempo más que al espacio, al tiempo para adaptarse a las cosas del mundo espacial. ¿Cómo responder cuando todas esas cosas fluctúan?

Llenando un saco de medios heteróclitos que puedan servir para cualquier eventualidad. En términos darwinistas, ese saco se llama gestos del cuerpo, danzas y récores, periquetes artesanales… mejor aún: el cerebro; expresando este depósito de medios disparatados, su electroencefalograma —caprichoso como las variaciones del tiempo— tiembla como caóticamente; de manera exodarwinista, esto se llama técnica, innumerable brote de herramientas de todos los órdenes, que duermen prestos a servir.

En él y por fuera de él, el humano construye y dispone pues de un tesoro enorme, creciente por conexión, de respuestas a eventuales variaciones, a los contingentes caprichos del tiempo. Estas contingencias se vuelven las causas crónicas.

Y esto es verdad por todas partes. ¿Quién soy sino un tembloroso invariante por las mil variaciones que hicieron de mí un niño, un adulto y un viejo canoso, adaptación más o menos parpadeante a estos cambios? ¿Qué es la humanidad sino la tasa variable de renovaciones por los nacimientos y las muertes? Aquí, la acción técnica proyecta millones de años sobre algunos. Paradoja: el tiempo se vuelve la razón constante. ¿Qué es el humano sino un viviente cuyo devenir se sumergió en el devenir —amplio o corto, al menos suficiente— como para usarlo, sino para dominarlo?

Dominación

Se dice que la filosofía moderna comenzó con el precepto de Bacon: “Mandar a la naturaleza obedeciéndola”. Hasta un período reciente, esta naturaleza se limitaba a las cosas inertes locales y a las leyes de la física. Pero el término naturaleza —lo he dicho al comienzo— quiere decir también “nacer”. Hace mucho tiempo que ganaderos y cultivadores, comandamos a algunos vivientes y los hacemos nacer; entrados bien recientemente en los procesos detallados de la reproducción, comenzamos a hacer nacer especies y a hacernos nacer nosotros mismos en un entorno global al que también suscitamos: la naturaleza toma entonces un tercer sentido, más global, meteorológico y mundial. En el viejo precepto entra entonces la naturaleza en el sentido del nacimiento de los vivientes y en el sentido de la totalidad. Comandamos el nacimiento obedeciendo sus variaciones, disponiendo de su tiempo.

Proyectando así una duración gigantescamente larga sobre nuestra existencia brevísima, por medio de las técnicas primero, el lenguaje después, y finalmente hoy por selección, mutación y entorno proyectados, dominamos de manera creciente y racional los principales elementos de una evolución contingente que, desde hace miles de millones de años, se hacía sin nosotros. ¿Qué es lo humano? Ese formidable cortocircuito temporal. Al menos, la capacidad de realizarlo. Qué tontería pretender que no le podemos nada al tiempo.

Mejor aún, ¿qué es un río, una nube, una roca, una montaña, la mar, una estrella, qué es finalmente una cosa natural, qué es un cuerpo viviente, por tanto el nuestro? Una caja, un pozo, una banca de tiempo, digamos la palabra: una memoria. Las ciencias contemporáneas han incluso enseñado a fecharlas casi todas, capa por capa, detalle tras detalle. Antes de estas proezas —acabo de decirlo— habíamos aprendido (al menos ciegamente) a imitar la naturaleza desde ese mismo punto de vista temporal; sabíamos pues, de alguna manera, plegar, ocultar, conservar, gastar, envolver o desarrollar tiempo en un objeto, útil práctico o intelectual, martillo o página; y en un viviente que se reproduce, toro u oveja, hacer de él también una memoria. Al abrirnos la mutación, las biotecnologías siguen esta tradición antigua por medio de procedimientos de una
novedad fulgurante. Sabemos manipular este tiempo antaño caprichoso. Entrando en la memoria de su especie, hacemos nacer vivientes. Condensar el tiempo colosal del Gran Relato en la brevedad de la innovación técnica es aquí pues, lo mismo que proyectar una memoria en un nacimiento. ¿Metemos la mano en la duración del mundo y el tiempo de la evolución, sobre la especiación… sobre la hominización? Sí, de golpe y como de rebote, nos hacemos nacer a nosotros mismos. 

Entramos en nuestra larga memoria, penetramos en nuestra naturaleza y en ella hacemos nacer una cultura. ¿Qué es pues el humano? Un viviente en vías de auto-evolución. En un siglo, la duración de Bergson desciende de la metafísica a la práctica, y de la evolución creadora al creador de evolución. Ella pasaba por ser un dato fatal, en todo caso por ser un destino; hela entre nuestras manos. Racional de ñapa. Sapiens sapiens tiene sin duda menos razón que la evolución al azar, que él termina por forzar de manera programada. Nada es más nuevo verdad; pero nada es tampoco más comúnmente humano, a tal punto tenemos la costumbre de hacer que se encuentren nuestras ideas más abstractas con lo establecido o con el jergón, o abstraerlas de nuestras manipulaciones; nada más antiguo puesto que en cumplimiento de este gesto mismo, sobre la primera piedra, nos volvimos humanos. ¿Qué es la historia humana? El dominio relativo de un resumen de evolución.

Los estoicos de la Antigüedad distinguían entre las cosas que dependen de nosotros y las que para nada lo hacen. Hemos aprendido, después, a hacernos amos y poseedores de la naturaleza —según el precepto de Descartes— por tanto hacer crecer las cosas que dependen de nosotros y decrecer las que no dependen. Llegados al máximo de esta eficacia, nos apercibimos en un tercer tiempo, que dependemos finalmente de las cosas que dependen de nosotros. Dependemos de aquí en adelante de una duración que, cada vez más, depende de nosotros. Hemos retomado el ciclo autoproductivo de hace un momento, pero en la pura temporalidad.

Actualmente como ayer, nacemos de hacer nacer. Por esto hablé al comienzo de una cultura reconectada a la naturaleza. Nos planteamos pues cuestiones globales, concernientes a nuestra influencia sobre un entorno que utilizó millones de años para
constituirse, en el momento mismo en que nuestras biotecnologías buscaban dominar la mutación que, dejada a sí misma, toma un tiempo imprevisible, hacen nacer vivientes que nos sorprenden. Por esto llamo humano al único viviente que corre hacia la autoevolución, porque él descubre —poco a poco— nuevas empresas sobre el nacimiento y la naturaleza, en suma, sobre el tiempo. Lo que de Kant a Sastre llamábamos autonomía personal o creación de sí por sí mismo, pasa de la moral al destino y del individuo al mundo y a la humanidad.

Tiempo

Para aclarar esta auto-evolución, regreso sobre el tiempo y retomo; si esperásemos que la evolución, esa que conocemos sin dominarla, logre dotarnos de un órgano que responda a tal o cual necesidad, tendríamos que tener paciencia de duraciones colosales y soportar millones de muertos por desadaptación. Desde que nos entregamos a las acciones técnicas, manipulamos tiempo sin dudar de ello. Fabricar una piedra que talle exige algunos minutos, en lugar de esos millones de años. Así se evalúan los objetos técnicos: temporalmente. La actividad técnica ajusta una duración colosal, sin finalidad, sobre la duración breve de la intención inventiva, seguida de la puesta a punto.

El mismo razonamiento se aplica a la agricultura y a la ganadería que marcó, en el neolítico, un momento decisivo de la hominización. Cuando laboramos o protegemos a los animales en la finca, los sustraemos de los peligros mortales del medio natural. De cierta manera, los sacamos de la evolución. En lugar de esperar que ella nos ofrezca la multiplicidad de caballos de carreras o de labranza, vacas adaptadas a tantos climas, la inmensa variedad de perros de compañía… más vale seleccionarlos nosotros mismos.

De nuevo, plegamos un tiempo interminable sobre nuestras fulminantes decisiones. De la piedra tallada a la invención de la escritura y de la agricultura, de la ganadería a la revolución industrial, de la informática a las biotecnologías, la hominización realizó el mismo gesto, seguramente que refinándolo y multiplicándolo, pero invariante en sus variaciones. Sí, como cualquier otro viviente, hubiéramos esperado a que nos salieran alas, inciertamente… de Ícaro con la carabela, mientras que nos volvíamos constructores de aviones. Homo faber resume en un periquete lo que la llamada naturaleza se toma una paciencia multimillonaria para hacer emerge sin quererlo. Envuelve en instantes menudos duraciones colosales. Este plegamiento amontonado crea agujeros negros donde se olvida la larga duración que la acción presente economiza. Cuando atravesamos el Pacífico a once mil metros de altitud ¿qué tenemos que hacer con nuestros recuerdos que centenas de millones de años hubieran podido darnos alas? Virtual, esta memoria ya no concierne. La historia se vuelve este pozo de olvido.

La historia

Desde entonces ¿qué de nuevo en las biotecnologías inquieta a los profetas de la desgracia? Ellas retoman el mismo pliegue, la misma torsión, acompañada del mismo olvido, aunque en lugares diferentes. Acabo de decirlo: ellas anulan la duración de las mutaciones. Estas operaciones se hacían sin finalidad en el azar y la necesidad; nosotros las sustituimos por nuestros proyectos más o menos racionales.

Desde que conocemos la longitud del Gran Relato, desde que sabemos datar los elementos: medio interior, hemoglobina… evaluamos, por primera vez, como de regreso, el alcance temporal de nuestras acciones técnicas. No las sabíamos llevar a
cabo hace apenas medio siglo. Creíamos que las técnicas nos daban potencia sobre las cosas del espacio; esto sigue siendo cierto, pero se convierte en un juicio superficial ante el milagro inmensamente improbable que ellas realizan en el tiempo, bifurcación que pilotea la hominización siempre en curso en la actualidad.

Todo viviente tiene poder sobre las cosas del espacio; habita un nicho, sintetiza en él la clorofila, agita allí sus ramitas en la brisa, expulsa las presas al galope, vuela en las nubes para volver a playas rutilantes… pero sigue sujeto al tiempo, presente,
inmediato, reproductivo, evolutivo, interminable. Desde que el hominiano talla un sílex, manipula tiempo. Veo en este objeto una especie de lupa que resume y reduce en su brevedad duraciones gigantescas y en su uso innumerables y repentinas adaptaciones.

¿Qué es la historia? La evolución vista y reducida a través de la lupa técnica, dándole incluso vuelta a ella y metamorfoseada por ella.

Filosofía

Bergson y Heidegger distinguían el tiempo y el espacio de tal manera que las técnicas, sujetas al segundo, no tenían ninguna relación con el primero; la extensión desciende en la práctica, despreciada, el fenómeno vago, y la geometría —calificada de tiesa—; mientras que la duración, metafísica en el uno, sube a ontología en el otro. Aunque de forma menos augusta, pero más concreta y vital, comprendo esta disimetría y este privilegio que explica tantas cosas y a nosotros en particular. Desde su nacimiento, el hominiano explota en apariencia el espacio porque él invierte, le da vuelta y pliega —de modo más profundo, más ciego y más eficaz— el tiempo. Mejor aún, se hace amo de las cosas sumergidas en el entorno porque logra ese replegamiento. Me encanta que el verbo explotar despliegue el verbo plegar. Hemos devenido los hombres que somos al
dominar esta torsión; emergemos de este acto. 

¿Qué es lo humano? Un cierto poder de manipular la duración. Una potencia de plegamiento, en longitudes incomparables, del tiempo sobre sí mismo. Una autoridad adquirida sobre la formación de lo inerte, la evolución de los vivientes, sobre la circulación de los signos, en fin: sobre su tiempo propiamente hominiano, onto— y filogenético.

Que este antiguo destino de nuestras prácticas —reaparecido nuevamente y presente a nuestra visión del mundo y del hombre— nos angustie o nos exalte, que plantee cuestiones de conducta o nos coloque ante responsabilidades inesperadas cuya amplitud conmueve hábitos y culturas, morales y religiones, políticas y filosofías tímidas, en fin ciencias humanas, ¿quién puede negarlo? Le hicimos advenir, afrontémoslo. Mejor aún: nos hacemos advenir, afrontemos nuestra propia variación.

Homo causa sui.

A pesar de nuestra arrogancia formal, no cesamos de aprender esta vieja evidencia: que no podemos separar, en nosotros como en torno nuestro, lo natural de lo cultural. Una cultura nace actualmente al descubrir los secretos de todo nacimiento; ella renace de esta naturaleza.

Antigua y nueva, estable y fluctuante, esta simbiosis entre nuestra historia, la duración de la evolución y el tiempo del universo fundamenta lo que yo llamo, en términos de derecho, el Contrato natural


*  tomado de la Revista: Ciencias Sociales y Educación, vol. 3, nº 6, Universidad de Medellín, julio – diciembre de 2014. pp. 253-265.

*¨ <Filósofo, profesor de historia de las ciencias jubilado de la Sorbona, París I, profesor en Stanford
University y miembro de la Academia francesa>

** tr. María Cecilia Gómez B. México: Taurus, 2002.

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Covid-19: ¿Se acabó el juego?

Por Jean-Dominique Michel, 


Antropólogo de la salud, miércoles 18 de marzo de 2020 
"GRACIAS CORAZÓN"

Esta fue la estruendosa declaración hecha el 26 de febrero por el principal especialista en enfermedades infecciosas del mundo (según el ranking de expertscape), y que fue recibida con escepticismo e incluso sarcasmo por la comunidad científica. Tres semanas después, la realidad está demostrando que tenía razón, mostrándonos por ahí derecho que estaríamos casi completamente equivocados sobre el virus. ¡Lo cual es, de hecho, una excelente noticia!

Nos han dicho que estamos en un "estado de guerra", situación que ciertamente es nueva para nuestras generaciones (excepto la más antigua) que sólo han conocido tiempos de paz. Europa está con un casi toque de queda virtual, con restricciones generalizadas de las libertades individuales y un colapso económico y social que será probablemente dramático. Los discursos de los jefes de estado son cada vez más acalorados: estamos "bajo ataque", el enemigo es "invisible", "astuto", "temible", ¡pero lo superaremos! Este tipo de vocabulario parece de otra época. La realidad es más prosaica: estamos siendo contaminados a gran escala por un virus que es un mero producto del encuentro entre la estupidez humana (el hacinamiento en jaulas de animales salvajes de varias especies en mercados insalubres...) y el genio de la vida, que ha logrado que el bicho cruce la barrera interespecies y se propague entre los humanos. Esto no es una guerra, nunca podremos derrotar o erradicar a este ser. Podemos protegernos del daño que hace, pero luego, tendremos que aprender a vivir con él. Lo que requiere un tipo de inteligencia diferente a los eslóganes guerreros sanitarios

Precaución introductoria

Lo he dicho una y otra vez: en estos tiempos de movilización colectiva, todos tenemos que respetar escrupulosamente las medidas que se imponen. Aunque dudemos de ellas o las encontremos inadecuadas, ninguno de nosotros puede tomarse el derecho de seguir sus propias ideas. Este acatamiento - que siempre he defendido – es algo para mí incondicional.
En cambio, esta obediencia civil no debe conducirnos de ninguna manera a la prohibición de pensar o hablar.

Vivimos tiempos traumáticos, con daños para la población que serán considerables. Darle sentido a lo que estamos viviendo, obtener información, atreverse a hacer preguntas no sólo es un derecho inalienable sino también ¡una necesidad vital!
He leído bastantes comentarios irónicos sobre el repentino número de virólogos o epidemiólogos aficionados que hablan en las redes sociales, algo que puedo entender. Sin embargo, creo que al contrario cuanto más se interesen los ciudadanos y ciudadanas en lo que nos sucede, cuanto más se informen o incluso se documenten, más nos ayudará a entablar un diálogo sobre lo que estamos viviendo, lo cual es esencial tanto para nuestra salud mental individual como para nuestra resiliencia colectiva.

A veces me han dicho que tengo una responsabilidad como científico, que los análisis que puedo hacer (sin importar lo relevantes que sean) pueden ser mal interpretados o llevar a la gente a hacer cualquier cosa. Así que déjeme recordarlo: todos tenemos que seguir las instrucciones de las autoridades sin discusión. Y abstengámonos estrictamente de la automedicación, especialmente con respecto a las sustancias que mencionaré más adelante, debido a que si se utilizan sin una estricta supervisión médica, pueden ser realmente peligrosas. Dicho esto, ¡comencemos!

Quien soy yo para hablar...


Soy un antropólogo de la salud y experto en salud pública. Durante más de 30 años, mi trabajo ha consistido en estudiar las prácticas de atención sanitaria y los dispositivos sanitarios. Estoy llegando a una edad en la que (esperémoslo) sabemos que no somos el centro del mundo y (con algunas excepciones) que no hemos descubierto el agua tibia. Tengo algunos méritos en mi campo, como el de ser (a pesar de la embarazosa poca modestia de esta declaración) uno de los mejores conocedores actuales de los procesos de salutogénesis y de recuperación, así como de los determinantes de la salud. He sido invitado a enseñar en una quincena de programas universitarios y de postgrado en salud (facultades de medicina de la UNIGE y la UNIL, EPFL, IHEID, Universidades de Montreal, Friburgo, Neuchâtel, etc.). He ejercido mi profesión fuera de los círculos académicos, ya que he preferido actuar dentro de la política de salud y en el campo mismo. He creado varios dispositivos socio-sanitarios innovadores, particularmente en salud mental, algunos de los cuales siguen siendo referentes hoy en día.
Me disculpo por esta pequeña exhibición. Es el precio que hay que pagar por hacer valer mi (modesta) competencia con respecto a lo que ahora voy a exponer.

¿Es o no es banal?

Desde el comienzo de la aparición del coronavirus, comparto mi análisis de que esta es una epidemia banal. El término puede ofender cuando hay muertes, y más aún en la crisis de salud y el drama colectivo alucinado que estamos experimentando. Sin embargo, los datos son claros: las enfermedades respiratorias habituales que experimentamos cada año son responsables de 2'600'000 muertes en todo el mundo.

Con el Covid-19, en el cuarto mes de la epidemia, llevamos 7000 muertes, lo que estadísticamente es insignificante.

Lo he dicho antes y lo diré de nuevo: el mismo tratamiento político o periodístico aplicado a cualquier episodio de gripe estacional nos aterrorizaría tanto como la actual epidemia. Igualmente, la escenificación (con recuento de las víctimas en vivo) de cualquier problema de salud importante, ya sea una enfermedad cardiovascular, un cáncer o los efectos de la contaminación del aire, nos haría estremecer de pánico, ¡tanto o incluso muchísimo más!
Hoy sabemos que el Covid-19 es benigno en ausencia de patología preexistente. Los datos más recientes de Italia confirman que el 99% de los fallecidos sufrían de una a tres patologías crónicas (hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cánceres, etc.) con una edad promedio de las víctimas de 79,5 años (mediana de 80,5) y muy pocas pérdidas por debajo de los 65 años.



Muertes por coronavirus en Italia
Los cuatro factores más importantes que contribuyen a las enfermedades crónicas son:
- Comida basura.
- Contaminación.
- Estrés.
- Inactividad física.
Las enfermedades crónicas se podrían prevenir en un 80% si nos diéramos los medios para proteger a la población en lugar de sacrificar su salud en aras de los intereses industriales. Durante décadas, hemos concedido facilidades ilegítimas a industrias altamente tóxicas en detrimento del bien común y de la salud de la población (para un desarrollo de esta observación, véase el artículo siguiente).

Hay que atreverse a decirlo: no es el virus el que mata (es benigno para las personas sanas), son las patologías crónicas que se han dejado desarrollar durante décadas.

Estadísticas y pruebas locas

Existe otro problema: las tasas particularmente altas de complicaciones y mortalidad con las que nos atosigan día tras día no tienen sentido. A falta de un examen sistemático de la población, no disponemos de datos confiables para interpretar los datos que tenemos (número de casos notificados y muertes).
Esto es un clásico de la epidemiología: si sólo revisas las muertes, ¡lograrás una tasa de mortalidad del 100%! Si se analizan sólo los casos críticos, se tendrá menos, pero aun así mucho más que en la realidad. Si se revisa mucho, se tendrán muchos casos, mientras que si se revisa poco, el número de casos será bajo. La actual cacofonía no nos permite tener la más mínima idea de la progresión real del virus y su propagación.

Las estimaciones más fidedignas sugieren que el número de personas reconocidas es mucho menor (por un factor de 1/5, /10 o incluso según estimaciones de hasta /40) que el número de personas realmente infectadas, de las cuales aproximadamente la mitad ni siquiera se darán cuenta de que han contraído el virus.
Para ser un asesino temible, a veces es más bien simpático...
Por lo tanto, en esta etapa no tenemos idea del verdadero alcance de la propagación del virus. La buena noticia es que los datos reales (especialmente en términos de complicaciones y mortalidad) solo pueden ser mucho más bajos de lo que comúnmente se afirma. La mortalidad real, como se anunció en un artículo anterior, debería ser, en realidad, como máximo del 0,3% y probablemente incluso menos. Es decir, menos de una décima parte de las primeras cifras presentadas por la OMS.

Las últimas estadísticas de China indican que el número de personas infectadas (y por lo tanto inmunes) es de 800.000 para 3.118 muertes. Se trata efectivamente de una tasa de mortalidad de 3/1000 personas infectadas.

¿Sí es el fin del mundo?

Del mismo modo, las proyecciones hechas para imaginar el número de posibles muertes son por lo menos delirantes. Se basan en un "forzamiento" artificial y máximo de todos los valores y coeficientes. Están hechas por personas que trabajan en oficinas, frente a los computadores y no tienen ni idea de las realidades del campo ni de la infecciología clínica, lo que da lugar a ficciones absurdas. Podríamos otorgarles el beneficio de la creatividad y la ciencia ficción. Desafortunadamente, estas proyecciones, literalmente psicóticas, causan un daño generalizado.

Mi experiencia en materia de salud mental hace que evite estrictamente expresiones fijas como "esquizofrenia" o "psicosis", que casi siempre se utilizan mal y de manera despectiva para las personas afectadas. Desde el punto de vista médico, la psicosis se caracteriza por distorsiones cognitivas, perceptivas y emocionales que conducen a la pérdida de contacto con la realidad. Aquí, por desgracia, el término está totalmente indicado.

Apelo a mis colegas de la Facultad de Medicina y otros institutos académicos para que dejen de producir y divulgar modelos falsos y que provocan ansiedad. Estos expertos se protegen reconociendo, como precaución del lenguaje, el carácter escandaloso de sus formalizaciones, los periodistas lo mencionan escrupulosamente (lo que está bien), pero, a pesar de esto, así es como se construye diligentemente un sentimiento de fin del mundo que no sólo no tiene absolutamente ninguna razón de ser, sino que ¡es en sí mismo profundamente dañino!

Ciertamente podemos reconocerles a nuestros líderes que prevean lo peor de lo peor con base en estas fantasías para no correr el más mínimo riesgo de que vaya a ocurrir. Mientras tanto, estamos construyendo una alucinación - colectiva - con base en cifras que no significan nada. La realidad, una vez más, es que esta epidemia es mucho menos problemática y peligrosa de lo que se afirma. La visualización del primer video en francés, al que se hace referencia al final del artículo dará al lector los elementos necesarios para comprender la validez de esta afirmación.

Sí, ¿pero todas estas muertes y esos servicios colapsados?
Desgraciadamente, este es el verdadero lunar: si no fuera por los casos graves, la epidemia sería insignificante. Resulta que lleva a complicaciones raras pero terribles. Como me escribió el Dr. Philippe Cottet, que está en primera línea en el HUG: "Hay que decir que la neumonía viral suele ser extremadamente veces una evolución fulminante, cuyos signos de advertencia son difíciles de identificar frente a los casos más leves. Es un verdadero desafío clínico, sin mencionar el número de casos simultáneos...”
La existencia de estos casos graves (absurdamente estimados en un 15% de los casos, probablemente en realidad 10 veces menos) es lo que justifica no confiar simplemente en la inmunidad de grupo. Así se llama el proceso por el cual cada persona que contrae el virus y no muere a causa de él se convierte en inmune, y así la multiplicación del sistema inmunológico lleva a un efecto colectivo de protección inmunológica...

En ausencia -hasta hace poco- de un tratamiento para proteger o curar a los que son vulnerables, dejar que la inmunidad se construya dejando que el virus circule ha parecido una opción demasiado peligrosa. El riesgo para las personas vulnerables es tan grande que, dada la gravedad de las posibles consecuencias, éticamente no se puede defender avanzar en esta dirección.
Nos encontramos atascados precisamente en esta complicada paradoja entre la gran inofensividad del virus y su extrema peligrosidad en algunos casos. Por lo tanto, adoptamos medidas absolutamente contrarias a las buenas prácticas: el abandono de los exámenes de detección de personas que pudieran estar enfermas y el confinamiento de la población en su conjunto para detener la propagación del virus. Estas medidas son en realidad medievales y problemáticas, ya que frenan la epidemia pero pueden producir fenómenos de rebote potencialmente peores, y además encierran a todo el mundo cuando sólo se trata de una pequeña minoría. Todas las recomendaciones de salud pública van en contravía de detectar el mayor número posible de casos y confinar sólo los casos positivos hasta que dejen de ser contagiosos.

El confinamiento general es un lamentable “peor es nada” para enfrentar la epidemia, ya que falta todo lo que nos permitiría combatirla eficazmente...

¿Por qué se llegó a esto? Simplemente porque no logramos dar las respuestas correctas desde el principio. La falta de exámenes y medidas de detección caracterizan este naufragio: mientras que Corea, Hong Kong y China lo convirtieron en su principal prioridad, nosotros estuvimos increíblemente pasivos en la gestión de proveer algo técnicamente simple.

Los países mencionados han utilizado la inteligencia artificial especialmente para identificar las posibles cadenas de transmisión para cada caso positivo (con los teléfonos inteligentes, por ejemplo, se puede hacer un inventario de los movimientos y por lo tanto de los contactos que las personas infectadas tuvieron con otras personas en las 48 horas anteriores a la aparición de los síntomas).
Por último, hemos reducido significativamente la capacidad de nuestros hospitales en la última década y nos estamos encontrando con una escasez de camas de cuidados intensivos y de equipos de reanimación. Las estadísticas muestran que los países más afectados son los que han reducido enormemente la capacidad de las unidades de cuidados intensivos.



tasa de camas en cuidados intensivos
Nada de esto se ha pensado, aunque el riesgo de una pandemia sea un hecho sanitario evidente.

La verdad es que los acontecimientos nos han sobrepasado por completo. Obviamente es mas fácil apelar a las metáforas guerreras que reconocer nuestra trágica falta de preparación... ¡¿Estamos llegando a la resolución del juego?! El francés Didier Raoult es el principal experto mundial en enfermedades transmisibles. Se parece, miembro de ZZ top que habría dejado su guitarra al lado de la carretera. Dirige el Instituto hospitalario universitairo (IHU) Méditerranée-Infection en Marsella, con más de 800 colaboradores. Esta institución posee la colección más aterradora de bacterias y virus "asesinos" que pueda existir, y es uno de los principales centros mundiales de conocimientos especializados en infecciología y microbiología. El profesor Raoult también figura entre los diez mejores investigadores franceses según la revista Nature, tanto por el número de sus publicaciones (más de dos mil) como por el número de citas de otros investigadores. Desde el comienzo del milenio, ha seguido las diversas epidemias virales que han conmovido el mundo y ha establecido estrechos contactos científicos con sus mejores colegas chinos. Entre sus logros está el descubrimiento de tratamientos (especialmente con cloroquina...) que hoy en día aparecen en todos los manuales de infecciología del mundo.

El 26 de febrero, el Professor Raoult publicó un video en un canal online (que incluye la palabra "tube") diciendo: "Coronavirus, ¡se acabó el juego! »

¿Por qué tanto entusiasmo? Porque se publicó un ensayo clínico chino sobre la prescripción de cloroquina, que muestra la supresión de la transmisión viral en pocos días en pacientes infectados con CoV-2-CoRSA. Los estudios ya habían demostrado la eficacia de esta molécula contra el virus en laboratorio (in vitro). El estudio chino confirmó esta eficacia en un grupo de pacientes afectados (in vivo). Tras este estudio, la prescripción de cloroquina se añadió a las recomendaciones de tratamiento del coronavirus en China y Corea, los dos países que han tenido mayor éxito en el control de la epidemia...

La cloroquina, con su derivado galénico hidroxicloroquina, es una molécula comercializada en 1949, ampliamente utilizada como antimalárico. Todos los viajeros a los países tropicales recordarán las tabletas de nivaquina (uno de sus nombres comerciales) que tuvieron que tomar como medida preventiva contra la malaria. Este remedio fue sustituido más tarde por otros para determinadas zonas geográficas, auqnue se siguió utilizando para algunos destinos.

¿Y entonces?

¿Qué tiene que ver con todo esto? Pues bien, porque el profesor Raoult y sus equipos son los mejores especialistas del mundo hoy en día en el uso de la cloroquina. En particular, tuvo la brillante idea de probarlo contra las bacterias intracelulares (que penetran en las células como los virus), en particular la Rickettsia.
Por lo tanto, la IHU de Marsella tiene una experiencia clínica y farmacológica sin igual en el uso de esta molécula.
La cloroquina también ha demostrado una poderosa eficacia terapéutica contra la mayoría de los coronavirus, incluido el temido y siniestramente célebre (SARS). Por consiguiente, Raoult pudo confirmar en el ensayo clínico chino que la cloroquina también estaba indicada contra el Covid-19.

Sin embargo, est no fue bien recibido por sus colegas, que denigraron su propuesta desde el principio. Los periodistas de Le Monde llegaron incluso a calificar su comunicación de "noticia falsa", acusación que se repitió en el sitio web del Ministerio de Salud durante unas horas antes de ser retirada.
Sin embargo, el Prof. Raoult inmediatamente fue autorizado a realizar un ensayo clínico en 24 pacientes de su departamento y lo llamaron a formar parte del comité multidisciplinario de 11 expertos, el cual fue conformado en marzo por el ejecutivo francés con el fin de "informar al público sobre la toma de decisiones en cuanto a la gestión de la situación sanitaria relacionada con el coronavirus".

Los resultados del ensayo clínico fueron esperados con impaciencia, sobre todo por este servidor. Sabemos la cautela que se requiere ante sustancias prometedoras y la importancia de no presentar nada antes de que la investigación confirme una hipótesis. La ciencia no es adivinación ni magia, es observación, prueba y luego, llegado el caso, validación.

Los resultados de su estudio clínico salieron ayer [martes 17 de marzo de 2020], y confirmaron el logro de espectaculares efectos terapéuticos. La metodología es robusta, ya que el IHU de Marsella pudo comparar la negatividad de la transmisión viral en los pacientes que siguieron el protocolo con los pacientes de Aviñón y Niza que no recibieron el tratamiento.

"Los que no recibieron el Plaquenil [un fármaco a base de hidroxicloroquina] siguen siendo portadores del virus en un 90% después de seis días, mientras que sólo el 25% de los que recibieron tratamiento dieron positivo", explica el profesor Raoult.
Pero esto no termina ahí: el IHU Méditerrannée-Infection aconseja desde hace tiempo (como otros) dar un antibiótico simultáneamente para las infecciones virales respiratorias "porque se complican principalmente con las neumopatías. Así que a todas las personas que tenían signos clínicos que podían convertirse en una complicación bacteriana de la neumopatía se les administró azitromicina. Se ha demostrado que disminuye el riesgo en las personas con infecciones virales. La otra razón es que la azitromicina ha demostrado en el laboratorio su eficacia contra un gran número de virus, aunque es un antibiótico. De modo que si se tiene que elegir un antibiótico, preferiríamos uno que fuera efectivo contra los virus. Y cuando se compara el porcentaje de positivos con la asociación de hidroxicloroquina y azitromicina, se tiene una disminución verdaderamente extraordinaria en el número de positivos. "Añade el profesor Raoult.

¿Transmisión viral?

Entretanto, un estudio publicado en The Lancet el 11 de marzo reveló un hecho nuevo pero esencial: el tiempo de transmisión del virus (el tiempo entre el comienzo y el final de la infección, y por lo tanto el posible contagio) es mayor de lo que se pensaba, con una duración media de 20 días.

Con la combinación de hidroxicloroquina/azitromicina, este tiempo de transmisión viral se reduce a 4-6 días.

La drástica reducción del tiempo de transmisión del virus no sólo da esperanzas para el tratamiento de los casos críticos, sino que también reduce el tiempo que tarda una persona infectada en dejar de ser contagiosa. Y por lo tanto ofrece enormes perspectivas para prevenir la propagación del virus. Esta noticia es, por supuesto, la mejor que se podía esperar. Por lo tanto, se puede pensar que las autoridades y los científicos la han acogido con alegría...
Pues bueno, ¡no fue así! Las reacciones que se escucharon iban inicialmente desde la estupidez a la mala fe.

Es cierto que ni los estudios chinos ni el ensayo clínico de Marsella tienen valor de prueba ("evidence") según los criterios de la investigación científica. Se requiere la replicación de los resultados por otros equipos, por no mencionar un estudio aleatorio doble ciego, que es la crema y nata de las metodologías de investigación.
¡Pero, por favor! Estamos en una situación de emergencia. La cloroquina es una de las drogas más conocidas y mejor manejadas (en particular por el IHU de Marsella). Por lo tanto, podemos contar con una experiencia muy sólida sobre el tema de su prescripción. Refugiarse detrás de un fundamentalismo de procedimiento es éticamente indefendible cuando se trata de una droga que conocemos de memoria, que ya ha demostrado su eficacia en otros coronavirus, confirmada en este por dos ensayos clínicos, ¡y cuando hay vidas en juego día tras día!
Raoult señaló con ironía que no era imposible que el descubrimiento de una nueva utilidad terapéutica para un medicamento que desde hace tiempo es de dominio público fuera decepcionante para todos aquellos que esperan un Premio Nobel gracias al impactante descubrimiento de una nueva molécula o vacuna... sin mencionar la perspectiva de que se obtengan decenas de miles de millones de dólares en ingresos, pero la cloroquina no cuesta literalmente nada.

¡Celebrando a los cuidadores!

Durante los últimos días, la población confinada se ha expresado todos los días para rendir homenaje a los cuidadores y apoyarlos en las difíciles circunstancias que están experimentando. Es una hermosa expresión de solidaridad que obviamente merecen los profesionales, valiosos por su abnegación y compromiso, frente a este gran sufrimiento y este nuevo peligro.

Desafortunadamente, en los círculos de los principales expertos, las cosas son en general menos satisfactorias.

En la investigación y la autoridad médicas también suele haber prácticas mezquinas, manipuladoras, deshonestas o abusivas de toda índole, así como lamentables y violentas luchas de ego.
En BFM TV, el Dr. Alain Durcadonnet ridiculizó inmediatamente a Raoult recordando que una conclusión científica se publicaba en revistas científicas y no en video... Esto a pesar de que, en su comunicación, el Prof. Raoult (el investigador francés que, no lo olvidemos, es quien más ha publicado en revistas científicas en su campo) obviamente acababa de especificar que el artículo que describía su ensayo clínico había sido enviado para su publicación a una revista revisada por pares. Esta anécdota muestra el nivel, como las siguientes.

El 1 de marzo, mucho después de la publicación del primer ensayo clínico chino, el Director General de la Asistencia Pública - Hôpitaux de Paris, el Prof. Martin Hirsch, dijo al micrófono de Europa 1: "La cloroquina funciona muy bien en un tubo de ensayo, pero nunca ha funcionado en un ser vivo", ¡lo cual ya era completamente falso!

En los informes de la prensa nacional se hace mucho hincapié en el riesgo de sobredosis de cloroquina, que de hecho es tóxica por encima de 2 g/día en ausencia de comorbilidad somática. Los chinos eligieron dosis de 2x 500 mg/día durante su ensayo. Raoult y su equipo, al encontrar esta dosis excesiva, prefirieron optar por 600mg/día. La lamentable objeción es, por lo tanto, completamente vacía - recordemos que ningún equipo clínico conoce esta molécula mejor que el de Méditerranée-Infection. Esto sería como decir sobre Dafalgan: "Uy, cuidado, puede ser tóxico si se usa mal, por eso no es una buena idea utilizar esta droga en el tratamiento de dolores de cabeza! »

Se ha mencionado (sí, sí, ¡lean la prensa!) los riesgos asociados al uso prolongado, cuando el tratamiento propuesto dura en promedio 6 días. Además, la IHU tiene experiencia de haber lo prescrito excepcionalmente a largo plazo (¡hasta dos años!) para el tratamiento de ciertas bacterias intracelulares. Aunque está claro que es bueno ser caritativo con el prójimo, a veces la estupidez combinada con la deshonestidad vuelven todo muy difícil...
Otros insistieron (y siguen insistiendo) en que no se pueden extraer conclusiones definitivas con base en ensayos clínicos. Lo cual es completamente correcto en lo ideal, pero no se puede aplicar al presente caso, dado el perfecto conocimiento que tenemos de esta molécula! Situación absurda que Raoult resume así: "Hay una emergencia sanitaria y sabemos cómo curar la enfermedad con una droga que conocemos perfectamente. Tenemos que saber dónde están las prioridades. »

Frente a la realidad de la epidemia, el Prof. Raoult recomienda que dejemos de entrar en pánico y detectemos a los enfermos sin esperar a que sus casos empeoren para tratarlos mejor.
El problema va más allá...

¡¿La soledad de la extrema competencia?! Raoult explica cómo Emmanuel Macron lo buscó después de su primer anuncio público el 26 de febrero y la extraña experiencia que ha tenido desde entonces con el círculo de expertos que aconsejan al presidente guerrero. A la pregunta hecha por un periodista de Marianne: "¿Lo escucharon?, respondió: "Dije lo que pienso, pero no se tradujo en los actos". Se los llama consejos científicos, pero son políticos. Soy como un extraterrestre en esos consejos.”

Esta es su certeza, obviamente incómoda para las autoridades: con las medidas que se están tomando actualmente contra la epidemia, estamos haciendo todo al revés. Contrario a los chinos y los coreanos, nuestros países han renunciado a la detección sistemática en favor de un sistema de contención, el cual, como lo subraya el profesor Raoult, nunca ha sido una respuesta eficaz en las epidemias. Es un reflejo ancestral de enclaustramiento (como en los tiempos del cólera y de El húsar en el tejado, de Giono). Confinar a las personas que no son portadoras del virus en sus casas es infecciosamente absurdo - el único efecto de tal medida es destruir la economía y la vida social. Es como bombardear una ciudad para mantener alejados a los mosquitos portadores de la malaria...

La única forma que tiene sentido, dice, es confinar a los portadores del virus solamente, y tratarlos si es necesario, ya sea para evitar complicaciones terribles como las que vemos, o para reducir el tiempo en que son contagiosos.

Tanto en Suiza como en Francia (y en todo Occidente), la decisión que se toma es la de confinar a las personas en sus casas, enfermas o no. Cuando están enfermos, esperamos a que se mejoren y luego (debido al tiempo que pueden ser portadores del virus), los dejamos salir mientras ¡todavía son contagiosos! Las personas en situación de riesgo a veces desarrollan complicaciones, especialmente la dificultad respiratoria aguda que las lleva a la sala de emergencias. Luego obstruyen las unidades de cuidados intensivos y, algunos mueren allí, mientras que Raoult dice que podrían haber sido tratados antes!

Confinar a toda la población sin exámenes ni tratamiento está a la altura del tratamiento de las epidemias de los siglos pasados.
La única estrategia con sentido es realizar exámenes generalizados y luego confinar los casos positivos y/o tratarlos, así como los casos de alto riesgo. Esto es posible, como podemos ver en China y Corea, que han integrado en sus directrices de tratamiento la combinación de examen masivo con la prescripción de cloroquina.
Ni Hong Kong ni Corea, dos territorios con las tasas más bajas de mortalidad relacionada con el Covid-19, han impuesto el confinamiento a personas sanas. Simplemente se organizaron de forma diferente.

La decadencia de Occidente

Por desgracia la decadencia es obvia y se revela en estos momentos en toda su realidad... Tenemos medicina de calidad, pero la salud pública es medieval. El liderazgo tecnológico y científico ha pasado hace mucho tiempo al Lejano Oriente, y nuestro egocentrismo intelectual nos hace aferrarnos a los logros del pasado en lugar de confiar en la ciencia de hoy.

Los exámenes sistemáticos serían fáciles de aplicar, siempre que se les reconozca la prioridad sanitaria y que nos organicemos, lo que los coreanos han hecho en un tiempo récord. En Europa, estamos completamente atrasados, como si estuviéramos en otra época. Las autoridades entienden ahora que se trata de una prioridad absoluta, de acuerdo con las insistentes recomendaciones de la OMS.
No es dificil realizar los exámenes:

Es una PCR [reacción en cadena de la polimerasa] común y corriente que cualquiera puede hacer; el problema es la organización, no la técnica, tenemos la capacidad de diagnóstico ", dice Raoult. Se trata de una elección estratégica que no es la de la mayoría de los países tecnológicos, especialmente los coreanos, quienes, con los chinos, se encuentran entre los que han controlado la epidemia mediante la detección y el tratamiento. En este país, como en cualquier otro, somos capaces de hacer miles de pruebas y examinar a todo el mundo”.

Desde luego, los regímenes políticos más disciplinados o incluso los autoritarios tienen una ventaja por la obediencia social, pero ese no es el punto. El problema, somos nosotros. Francia se hunde en polémicas interminables antes de que alguien pueda decir nada, mientras que su presidente jupiteriano se pierde en peroratas de la Antigüedad sobre el "estado de guerra" mientras se contempla en un espejo... En nuestro país, el Consejo Federal reaccionó sin agitación ni malicia, pero, como siempre, dando la impresión de que se le despertaba desagradablemente de su siesta.
En resumen, en nuestro país, que se enorgullece de su innovación y calidad biotecnológica... todavía estamos improvisando.
El cambio ¡¿es ya?!

Afortunadamente, podemos esperar que el viento cambie rápidamente y para mejorar. El Ministerio de Salud francés acaba de encargar al CHU de Lille un ensayo para replicar los resultados obtenidos en Marsella. Recordemos que ya se han realizado pruebas convincentes en China y Corea, pero en Francia se considera generalmente que lo que viene del extranjero es indigno del genio francés. Algunos servicios hospitalarios y sus médicos jefes son capaces de considerar Alexandre Bleibtreu del Hospital de la Pitié-Salpêtrière, quien recientemente ha tuiteado con humor:
El interés por la cloroquina es ahora global, con equipos trabajando en todo el mundo. Si ahora se confirma la eficacia altamente probable de la droga, todo habrá cambiado.

Una vez que las personas con riesgo de complicaciones sean tratadas diligentemente, las incontables infecciones leves debidas al SARS-CoV-2, que muchos de nosotros experimentaremos, proporcionarán la inmunidad masiva que hará de esta "pandemia" una desagradable mala aventura.

Por fin, la detección generalizada ya es una prioridad de salud. Para cuando organicemos la capacidad de análisis de los laboratorios, todos podremos acceder gradualmente. El laboratorio Sanofi acaba de ofrecer al gobierno francés la producción de un millón de dosis de cloroquina de forma gratuita.

¿Y si la molécula no cumple con sus promesas? Esta es, por supuesto, una hipótesis posible, incluso si en esta etapa es poco probable. Actualmente se están examinando otros medicamentos, incluidos los antivirales conocidos (como el Favipiravir), que también se están probando en China con resultados clínicos iniciales prometedores. Según las noticias de esta mañana:
"China ha completado la investigación clínica sobre el favipiravir, una droga antiviral con buena eficacia clínica contra el nuevo coronavirus (COVID-19). El favipiravir, un fármaco antiinflamatorio aprobado para su uso clínico en Japón en 2014, no causó ninguna reacción adversa evidente en el ensayo clínico, dijo en una conferencia de prensa Zhang Xinmin, director del Centro Nacional de Desarrollo Biotecnológico de China, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología.

El Favipiravir ha sido recomendado a los equipos de tratamiento médico y debe ser incluido en el diagnóstico y el plan de tratamiento de COVID-19 lo antes posible, dijo."
Lo que llama la atención de la cloroquina es el aspecto religioso del debate que provoca, pero esto es un clásico en la ciencia. A Raoult lo describen como una especie de gurú (a pesar de su muy importante actividad científica) y la "creencia" en la droga, la consideran como el afán por encontrar una "cura milagrosa" que engañaría a la gente con "esperanzas imposibles".

Afortunadamente, todavía existe algo llamado ciencia que tiene como objetivo pasar del nivel de las opiniones (cada uno ve el mundo a su manera) al del conocimiento (lo que ha sido probado, verificado y validado independientemente de las opiniones personales).

Si se contradicen los resultados obtenidos en Marsella y China, entonces la pesadilla colectiva en la que estamos inmersos continuará, con consecuencias muy graves para nuestra sociedad, nuestras vidas y nuestra salud física y mental. Si, al contrario, se confirman, habremos dado un paso de gigante para salir de este dificil embrollo, y entonces diremos de verdad "¡Adiós Covid!". Entre tanto habremos aprendido mucho en el proceso.

Homenaje a las autoridades

No suelo ser complaciente con las autoridades. He visto con demasiada frecuencia los estragos de la adulación y la cobardía (como la crítica gratuita o el juicio por intención) para caer en esa trampa. Aquí se oyen muchas críticas que me parecen injustas. Sí, nuestro sistema de salud no es realmente un sistema de salud, tenemos una industria de la enfermedad - que no es lo mismo. Sí, nuestras respuestas en materia de salud son increíblemente anticuadas e incluso obsoletas. Sí, el Consejo Federal es lento, lo que a veces también tiene sus ventajas.

Pero quiero expresar mi opinión de que la respuesta de las autoridades federales y cantonales ha sido proporcional a lo que sabíamos y no sabíamos. Es fácil decir que las fronteras deberían haberse cerrado hace un mes en un mundo donde la amenaza todavía no se veia bien y donde nosotros habríamos sido los únicos en hacerlo.

Cerrar todo conduce inevitablemente a un desastre económico y social. A falta de medios para aplicar la mejor estrategia (detección - contención - tratamiento), recurrir a un "bloqueo" es una medida arcaica e ineficaz, pero la única que podía adoptarse.

En Ginebra, en particular, el Consejo de Estado (con los Sres. Mauro Poggia y Antonio Hodgers en primera línea) fue sólido, humano, tranquilizador y claro, actuando con calma y con un innegable sentido de la proporcionalidad.

Para terminar, una última información, que espero nos motive a todos a ser cautelosos: los últimos datos sobre la infección tenderían a confirmar que los niños no son sino levemente portadores y/o contaminadores de SARS-CoV-2. Si esta hipótesis se confirma, el cierre de escuelas no habría sido en realidad necesario. Los datos que estoy transmitiendo aquí llegaron esta semana. En el momento en que se decidió el cierre de las escuelas, no se sabía -como dije en mi anterior blog- que era una medida de precaución, y en este caso fué innecesaria. Tendremos que ver si pronto se corroboran, se contradicen o se contrastan con otros datos.

Así que seamos pacientes y diligentes. Cuando ya esta alucinación colectiva haya pasado, será entonces el momento de hacer un riguroso análisis "post-mortem" de las decisiones sanitarias y de tratar de entender qué pasó para que se haya podido generar este increíble desperdicio social...

Nota aclaratoria del autor enviada a la profesora CLAUDIA LUCIA MEJIA QUIJANO
de la U de A


"Los últimos modelos estiman una proporción mínima de 1:8 (y posiblemente hasta 1:47 o incluso más) de casos detectados frente a los que no se detectan, dependiendo de las estrategias aplicadas en los distintos países. En fecha del 16 de marzo, por ejemplo, había 167.000 casos conocidos en todo el mundo, mientras que se estimaba el número mundial de personas infectadas en más de 1.000.000. Un equipo de investigación de una universidad americana me ha informado que estiman (estudio que se publicará) que actualmente existen 800.000 personas infectadas (y por lo tanto probablemente inmunes) por 3.118 muertes. Se trata efectivamente de una tasa de mortalidad de 3/1000. 

Algunos lectores me han escrito estos días para decirme que me equivoqué en lo que escribí el 18 de marzo, que el número de casos en China era de 80.000 y no de 800.000! Lo repito, se refieren al número de casos conocidos, que es sólo la punta visible del iceberg. La tasa de detección sigue siendo baja, incluso en los países que han generalizado los exámenes. Aunque sea imposible saber el número de casos desconocidos (!), la estimación está de todos modos muy alejada de las estadísticas disponibles, basadas en datos incompletos. 




Jean-Dominique Michel
https://www.youtube.com/watch?v=K7g4WKoS_6U&t=28s

Coronavirus, análisis de los datos de las epidemias en el mundo: el diagnóstico debe ser la prioridad, intervención del Profesor Raoult el 17 de marzo de 2020.
https://www.youtube.com/watch?v=n4J8kydOvbc&t=16s
Coronavirus: ¡diagnostiquemos y tratemos! Primeros resultados para la cloroquina © IHU Méditerranée-Infection
Resultados del ensayo clínico realizado en el IHU Méditerranée-Infection de Marsella, presentación del Profesor Raoult el 16 de marzo de 2020.

Traducción del francés, realizada con ayuda de la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator, por
Claudia Mejía Quijano lucia.mejia@udea.edu.co ,
Eliana Acevedo Zabala eliana.acevedo@udea.edu.co y
Mauricio Echeverri, amauricio.echeverri@udea.edu.co
Grupo de investigación en semiología saussuriana - SEMSA. Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia.

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