Ciencia Política en una Píldora
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El placer es corto y la dureza está de regreso. Sin pan en la mesa y sin pesos para comprarlo, la mujer revira por la escasez en el hogar que demanda vestuarios para la prole. El minero vive un presente endurecido dijo Deleuze y D.H Lawrence, allí copula el pasado y el futuro, el hoy es mañana y es ayer. Todo el tiempo presente está jugado allí, pareciera resonar los versos de León de Greiff: “juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida.” La mujer y los vecinos dicen a diario que el dinero del minero es maldito, todo cuanto gana se va tan pronto llega. Por lo demás, no conoce del ahorro que apalanque a su familia. Aunque a decir verdad, apenas gana lo suficiente como para no morirse de hambre, la fórmula de éxito empresarial está en tener mano de obra barata y la clave está en que la miseria es rentable para la gran empresa.
Esa diferencia marcada del desbalance en la distribución de la riqueza se nota en la ubicación de los empresarios en los grandes centros urbanos, lejos de sus minas y la de los mineros alrededor de la mina en pueblos o territorios que son del olvido de Dios. Este minero de a pie es muy diferente a los grandes mineros empresarios de grandes dragas que todo lo manejan a control remoto y son de nunca ver, nunca dejan ver su rostro. Se dice que no hay pueblo minero o cocalero que sea rico, más bien su pobreza abunda día a día. Digamos, finalmente, que los mineros van y vienen en medio de un mundo de informalidad, el Estado los persigue, le huyen al gobierno. Y su amparo está en el aparato ilegal y criminal, es su sombrilla que les cobija. Los mineros son marginales, viven al margen de la ley.
En contraste con este modelo marginal, están las organizaciones sociales que fortalecen la legalidad. Se nos viene en mente los Territorios Colectivos Indígenas, podríamos decir también afros, palenqueros o campesinos, pero no olvidemos la larga data de los aborígenes con sus ancestrales cosmovisiones y prácticas amigables o sostenibles con el medio ambiente, por lo demás, ellos son sobrevivientes de la empresa conquistadora hace cinco siglos. Esta capacidad de supervivencia, de mantener buenas prácticas sociales y tecno económicas, ha merecido la expresión de que son ellos nuestros hermanos mayores. Pero resaltemos el significado de Territorios Colectivos, allí se vive para la comunidad, lo producido es para la distribución y para el bienestar general. Todo lo contrario al mundo de la itinerante y fugaz vida minera. El Indígena se debe a su organización, a sus reglas, desobedecer le puede costar un castigo en el cepo proporcional a su falta. Su modelo fortalece el tejido social y comunitario.
Otro modelo que evidencia el tejido social o comunitario es el campesino. El campesino, y lo que de él queda, mantiene una economía de pancoger y su excedente lo mercadea para cubrir otras necesidades. Este modedo materializa la solidaridad en tanto comparte con sus vecinos: un plátano, una yuca, una cucharada de sal, un tris de aceite, en fin, allí se materializa un gesto solidario en su comunidad, en su vecindario. Si se tiene un producto que compartir, entonces la solidaridad se materializa y construye tejido social. El producto compartido, plátano o yuca, teje o enlaza a sus miembros de su comunidad. A diferencia del minero, el campesino produce para comerciar y reserva para su familia y algo para compartir o truequear con su comunidad.
Discernir la diferencia entre el minero y el campesino, es motivo de una conversa entre quienes han vivido lo uno y lo otro, fueron lo uno, y ahora son lo otro. La cuestión se originó por pensar la vida del antes y la vida del ahora. Antes la actividad campesina, el trabajar en el campo, cómo estila decirse, con siembras aquí y allá, daba, en cierta forma, abundancia en comida, y si algo faltaba en la mesa o en la olla algún ingrediente qué echar, bastaba una seña al vecino de al lado para que prestara una cucharada de sal o azúcar, uno o dos plátanos, una taza de arroz, y así se tranzaba un trueque que materializaba lazos de solidaridad y amistad entre vecinos. El campesino con su parcela siembra para su pan coger y así siempre habrá algo que comer.
Recordemos la diferencia entre agricultor y minero. El primero trabaja cultivando comida. El segundo hollando la tierra en busca del metal precioso. Comida en uno, riqueza aparente en el otro. El primero ama el suelo, abunda comida y los lazos de solidaridad se irrigan en su comunidad, en el otro la dureza minera sólo le interesa el subsuelo mientras lo explota, lo asiste una fiebre por el oro, trabaja a brazo partido y con el lomo doblado, esto produce una dureza de espíritu que se ablanda en el despilfarro de beba de licor y el desfogue de los placeres. En casa no habrá comida, descarga su furia con su mujer. Así, cree, ablanda su vida. Otra gran diferencia cuando son dependientes, el minero gana mínimo el 25 por ciento más, y además está libre de las tres comidas diarias, mientras que el campesino tiene que costearlas de sus propios recursos, esto de seguro desestimula el trabajo del agro. Pese a todo, el campesino está apegado a la tierra, la remueve, la cuida para su fertilidad. El minero la holla, la destruye al igual que el ganadero, por donde pasan quedan montículos difíciles de recuperar para la agricultura. No se está dibujando una arcadia campesina que despista y confunde una realidad de miseria en la que ha estado condenado el campesino, no todo tiempo pasado fue mejor.
Estos cuántos renglones fueron trazados para pensar un poco el rompimiento del tejido comunitario en sus expresiones solidarias. Como no recordar esas formas organizativas de nuestros hermanos mayores de los indígenas, con sus territorios colectivos y de los afros con sus palenques. En suma, existen estructuras que determinan las existencias, y la marginalidad del minero con su dureza es una de ellas.
El pensar sorprende cuando menos se cree, cuando se cree todo está claro, llega un autor y va develando laberintos insospechados. Es la experimentación que se percibe en el siguiente texto en formato epistolar del historiador Iván Castrillón. Y más allá de una correspondencia, es un preámbulo a lo que se vendrá después: unos desarrollos de conceptos expuestos acá de manera densa y concisa, que parecieran encriptados a la espera de ser descifrados. Es lo que se encuentra en estas siguientes líneas y que sólo nos adelantamos en unos conceptos matrices que intuimos son claves: La Génesis o el contexto del concepto Soberanía; El bricolage en biología que a todos nos sume en un caldo cósmico sin el protagonismo acostumbrado del antropocentrismo; aunque no se explicite el término servidumbre voluntario por allá estará entre líneas cuando se habla de drogas o técnicas administrativas que yo digo tendrán por función domar a la especie humana o en palabras de Slorterdik El parque Humano. Otros conceptos leeremos y serán tema para los desarrollos prometidos. De los autores a referenciar están: Pinq, Dagognet, Serres, Pierre Clastres, Susan George, entre otros. Nos perdonen estas líneas que anteceden y que no son más que una percepción muy personal, no mejor que la del eventual lector. Acompaña este texto la imagen del autor que motiva el pensar. Colombiakrítica.
Medellín, 26 de julio de 2021
Apreciado Luis Alfonso, por tu ritmo de traducción deduzco que te encuentras bien y eso me da mucho gusto. Le escribo con la intención de al menos hacer un esfuerzo de lecto-escritura que se corresponda un poco con su accionar. Como observarás, he optado por expresar algunas reflexiones motivadas por la lectura de Picq experimentando la escritura epistolar.
Debo empezar por manifestar el malestar y a la vez la preocupación desatados porque Picq hizo evidente mi ignorancia y la imposibilidad de actuar sobre un debate que asumía como baladí por creerlo superado. Lo que hizo cuestionarme sobre el punto de inflexión que no percibí. Los índices pululaban pero mi Umwelt carecía del aspecto decisivo que es la capacidad de percibir, es decir de dotarse del sensor que permitiera captar el destello, así este fuese mínimo, para activar el pensar y las herramientas para la acción crítica y quizá «normativa».
Porque el problema no es menor, pues se refiere a un flujo que puede alcanzar proporciones diluvianas. Ese flujo tiene el rótulo de «Soberanía». Al respecto hemos sido alertados por P. Clastre mostrando que los salvajes sabían que sus modos de existencia, su ecúmene, sería desterritorializada si se le permitía a la soberanía su expresión, pues le era coexistente; por eso acudiendo al bricolaje dispusieron de técnicas administrativas para contener en los márgenes los mecanismos ─drogas fuertes─ mediante los cuales se nutre, descritos por el cátaro Serres: el poder, la gloria y la riqueza. Obviamente no he leído suficiente a Testart para involucrar aquí la servidumbre voluntaria y precisar mejor la pertinencia de esta argumentación.
Prosiguiendo con Montesquieu y Voltaire quienes observando la guerra civil inglesa nos entregaron nuevas técnicas para enfrentar la soberanía: el primero disociando el poder en tres flujos que a la vez que se superponen se anulan al mismo tiempo. Por su parte el segundo defenderá esa nueva forma de estar o convivir la laicidad que define el espacio común para la convivencia.
Sorprende que dos envites, el de la polis griega con la demos y sus formateo anclado en los manuscritos fundó la paideia con esa nueva racionalidad de la amistad constituida en relación a la verdad y el de los nómadas seguidores de la Torá o culturas del libro. Ambos desvanecieron las estrías del mundo antiguo: los primeros destrozando la soberanía de los persas y los segundos la de los romanos prolongando su borrando durante el medioevo al perseguir el paganismo mediterráneo diluyendo así los umbrales límite que impedían la irrupción de los civilizados o la formas de la esquizofrenia burguesa.
Se tiene la impresión ─con M. Serres─ que desde que los homínidos respondieron la pregunta ¿qué hacer con el cadáver? la respuesta estuviese necesariamente circunscrita a una matriz que se sostiene en la dialéctica entre un polo soberano o de dependencia y el polo de la autonomía o del libre albedrío. En consecuencia los antiguos egipcios en procura de equilibrar dicha matriz impusieron al faraón la ley de Maat, igual función tuvo la ley Mosaica y la Yassa de los mongoles.
Pero el polo soberano no cesa de expresarse al retorcer y domesticar sus límites. Nombremos los monoteísmos con sus teocracias con taxonomías encuadradas entre las formas de la empresa transnacional del papado católico o el actual sistema político irani. Igual lo notamos con la racionalidad tecno-científica que afloró en el París de 1800 el Estado Nacional para desembocar hoy en los sistemas tanatocráticos de las 8 potencias nucleares. .
Me atrevo a pensar que el punto de inflexión, es más bien un devenir, que constituye esa fractura que sacudió los contenidos de la soberanía que se inició con la guerra civil inglesa, continuada por la revolución francesa en su doble vertiente política y científica a la que se sumó la reorganización tecnoeconómica anglosajona y que en la larga duración implicó el fin del neolítico y su icono el campesinado y que podemos fechar el no retorno para el año 2007 cuando se urbanizó el planeta. Pero tenemos una significativa serie de acontecimientos percolantes que hacen parte de la coyuntura larga o de transformación del 1800. La indagación y el panóptico que dan pie a la disciplina y sus encierros con sus particulares tecnologías encuadrando los cuerpos como un recurso más de la producción; la imprenta cuyos impresos constituyen los medias y su correlato la opinión pública, permitiendo a su vez el archivo y distribución de los nuevos formatos culturales que se irán transformando con la apropiación de la energía eléctrica y que bien señala Dagognet fueron la posibilidad de las ciencias experimentales. ¿Pero dónde ubicar el concilio II de Juan XXIII? o el teorema de Lorenz como explicación de la revolución cubana si hacemos eco a la película Habana de Sydney Pollack con Robert Redford y los efectos de ésta al excitar la Alianza para el Progreso y la correspondiente laicidad de países como Colombia.
Porque el esfuerzo de la Soberanía por reducir dicha fractura es evidente con variadas estrategias que hacen inviable la autonomía de los Estados Nacionales perifericos que no alcanzan la categoría de vasallos como los europeos. O cuál es el sentido de la poderosa industria global de los productos ilícitos que hoy afecta no solo a los países andinos sino al hermano mayor México; en la misma dirección está el fortalecimiento de las iglesias cristianas como soporte de la contrarreacción conservadora o de soberanía como sucede actualmente con Bolsonaro en Brasil, los testigos de jehová expulsados de Rusia y en Colombia el movimiento Mira y Colombia Justa y Libres ¿no son indicadores de dicho programa entre nosotros?. ¿Hasta dónde las actuales declaraciones de los movimientos lgtbi y feministas no son maneras de desmovilizar y desviar la real confrontación entre unos pocos muy ricos y los demasiados pobres?.
Ahora bien, Picq no sólo muestra sino que hace el inventario acudiendo al análisis epistemológico y genealógico del devenir del ámbito de confluencia de la ciencia y su divulgación en la historia particular de la biología evolutiva por constituirse ésta en el escenario necesario para estriar y así recuperar las formas de dependencia propias de la soberanía. De ahí las diversas formas de ideologías científicas ancladas en la vida desde diversos focos como los del determinismo y la finalidad que permite el diálogo entre científicos, ingenieros y creacionistas ─enmudeciendo a Poincaré y su indeterminismo─, como la gestión de proyectos, el naturalismo, el deísmo, etc.
Por otra parte se puede inferir que la Soberanía sólo dispone de los recursos contenidos en las tecnologías tanatocráticas para asumir el antropoceno y la injusticia planetaria y esa preocupación la expone bien Susan George autoexiliada en Francia con sus dos novelas sobre cómo preservar el capitalismo en el siglo XXI el Informe Lugano y el Lugano II obra polémica por demás pero que invita a explorar ciertos escenarios distópicos ante la crisis de la soberanía Capitalista.
Volviendo a Picq quien nos enseña bien porqué el darwinismo es el blanco, pues este opera a la vez como un gran estanque que recoge y distribuye flujos culturales que remodelan los umbrales límites que defienden la soberanía en umbrales que percolan y diluyen las estrías. Estos umbrales constituyen la laicidad y sus correlatos técnicos como son la lógica modal, los devenires percolantes y el bricolaje...
De ahí la importancia de la cultura escrita en francés pues nos han dotado de los recursos para habitar y sostener la laicidad, heredera de la tradición ilustrada y revolucionaria: la epistemología de un G. Bachelard, el vitalismo y la filosofía del error de un G: Canguilhem, el análisis arqueológico y la historia de las prácticas por Foucault, la arqueología del religare y las técnicas del Tánatos del Mediterráneo por M. Serres, la materiología y la razón administrativa por Dagognet, la economía mundo por F. Braudel potenciada por I. Wallerstein; sin desconocer la gran tradición etnológica y etnográfica sobre las instituciones, símbolos y de particular manera la deriva de las técnicas.
Finalmente queda pendiente reflejar como este potente análisis epistemológico en lo particular nos obliga, con los recursos que propone a defender la laicidad. En hora buena este llamado de atención.