Enfermedades del Espíritu

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

No existe la enfermedad sino el enfermo, cada quién vive, siente los afectos, las afecciones de manera particular, los sentires son diferentes en cada persona. Cada experiencia es diferente en cada cuerpo, sentimos de acuerdo a qué tan fuertes o someros sean los vínculos creados con los demás seres, cosas y todo lo que nos rodea. Todos los afectos, todos los vínculos involucran a los otros y a un afuera que recae o se refracta sobre un cuerpo, sobre un ser. El vínculo afectuoso es incorpóreo, es el espíritu que se manifiesta en la carne, en el cuerpo.


El territorio mismo, el lugar refiere a la configuración que cada ser hace de él haciéndolo parte de su propia vida, una extensión del propio yo en el afuera, recordar que existencia quiere decir estar por fuera. La casa misma, nuestro hábitat es nuestra segunda piel, cada detalle en ella nos devela en lo más profundo, en nuestro espíritu, en nuestras percepciones y creencias. La vida misma es aprehensión pero también desarraigo, la flexibilidad le define bien con todo lo nuevo que impulsa cambios estrujando los hábitos y costumbres de una comunidad. Así el desarraigo, el desapego son próximos a aquella flexibilidad. La novedad, lo inventivo impulsa cambios dejando obsoleto a lo que se resiste, nuevas formas quiere decir formateo.



Vale como ejemplo eso tan común como es la pérdida de un ser querido, al que hemos llegado amar tanto, al punto tal que se confunden con nuestra propia vida, con nuestra propia existencia, «más que mi vida, siento tu propia muerte». Y su pérdida equivale a un desgarre de uno mismo, un dolor por dentro, del alma o de espíritu suele a bien decirse. Mientras pasa el tiempo uno se siente abatido, fuera de combate porque es una parte de uno mismo la que ha muerto. Y más allá, es el reflejo en el espejo de la propia muerte que uno se encuentra con ella cara a cara, es el horror de sabernos finitos. Toda partida es una recordación de que todo tiene que ser nada, que somos polvo estelar, devenimos metamorfosis en esa variedad de vida que genera la descomposición. Y los apegos a los seres, al territorio, a las cosas sólo son anclajes provisionales que serán sacudidos con la partida final en la que no nos llevamos nada a lo que tanto nos aferrábamos.


El Espíritu está asociado con el primer respiro al nacer y con el último suspiro al morir, con el último estertor. Cuándo alguien muere es un desgarre para los que quedan vivos, los vínculos bioafectivos creados entran en suspensión, una especie de vacío dejado por quien partió. No es tanto la muerte sino la ausencia que nos duele y amenaza con desmoronamiento. Consuela en algo repetirnos que somos polvo estelar, polvo cósmico, que somos energía que tomará otras formas de existencia. La vida son los vínculos bioafectivos y en la desafección la carne se resiente, son las enfermedades del espíritu que enseñan lo frágiles que somos pero también materia y energía en constante transformación.


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Instrucción versus Educación


 
La instrucción se diferencia de la educación porque se refiere a la transmisión de conocimientos técnicos específicos tendientes a dominar algún campo técnico en particular, esto equivale a la apropiación técnica para entrar al mundo laboral. Educación por el contrario está referido a afianzar valores de saber vivir en sociedad, moviliza hábitos y costumbres propios de una región o país, lo propio que los diferencia de otros. El primero, la instrucción, es un campo abierto de aprendizaje, es flexible, se adapta a las fronteras técnicas y científicas de lo que se nos propone como novedoso y mejor, a lo siempre flexible. La educación se aferra a los hábitos y costumbres, es inflexible, aunque la vida se distingue por lo cambiante y flexibilidad.


En la educación por el contrario se insiste en afianzar valores si se quiere éticos o morales de larga duración. «En las sociedades modernas - allí donde se intensifica la violencia y donde se multiplican los conflictos- le es exigido a la escuela desarrollar lo que regulariza la conducta y abre la vía a la ciudadanía; los docentes se vuelven entonces atentos a la solidez del grupo cuya carga soportan y cuya vitalidad favorecen (por medio de encuentros, de explicaciones, de intercambios, de proyectos comunes variados). La educación se vuelve tan importante que debilita la instrucción». 


Hasta acá nuestro preámbulo, demos la palabra a Dogognet.


Instrucción


Por Francois Dagognet


La instrucción consiste en comunicar - al niño en particular- un conjunto de conocimientos, estos están incluso consignados en un programa. Los oponemos a la educación que tiende a desarrollar hábitos del carácter y de moralidad.


En las sociedades modernas, allí donde se intensifica la violencia y donde se multiplican los conflictos, le es exigido a la escuela desarrollar lo que regulariza la conducta y abre la vía a la ciudadanía; los docentes se vuelven entonces atentos a la solidez del grupo cuya carga soportan y cuya vitalidad favorecen (por medio de encuentros, de explicaciones, de intercambios, de proyectos comunes variados). La educación se vuelve tan importante que se debilita la instrucción.


Expresamos nuestro profundo desacuerdo. Este método conduce al fracaso; primero porque reposa sobre hábitos; ahora bien, éstos serán barridos pronto por otros que el medio social favorecerá. Luego el niño instruído resistirá más porque porque el saber y la cultura pueden expulsar lo instintual, abriendo a la variedad, a la tolerancia y sobre todo a la reflexión.


A nuestros ojos, importa menos «educar» que trabajar en la transmisión de conocimientos; algo que en nuestros días es particularmente difícil porque, por una parte, la calle facilita la propagación de lo peor, y por tanto la facilidad y la corrupción; por la otra, los lugares culturales de la ciudad (cine, televisión, periódicos) no se separan de lo que dominan, y lejos de desviarnos, lo diseminan con insistencia.


La instrucción va a consistir precisamente en filtrarse en los espíritus y convertirlos a las obligaciones del pensamiento. En esta perspectiva, conviene urgentemente simplificar los programas y modernizarlos. Hoy no dudamos que la escuela fracasa: reproduce los cortes sociales, mientras que debería impedirlos si todos fuesen llamados a entrar en el saber; la mayor parte son apartados del buen camino.


En resumen, asistimos al triunfo de un doble erre: primero una enseñanza que distribuye «al lado» (los hábitos cívicos, la moralidad) en lugar de lo esencial. Otro disfuncionamiento: el saber no llega a todos los alumnos debido a su complicación y a su carga. Convendría disminuirlo en cantidad como en dificultad (en caso contrario sólo sirve para discriminar). Hemos preconizado, por nuestra parte, acrecentar los trabajos de los trabajos manuales de acompañamiento así como la práctica del deporte o la gimnasia.


No es que queramos «desintelectualuzar» las enseñanzas, sino que deseamos crear una escuela que pueda rivalizar con un afuera que la debilita. Es menester que aceptemos robarle a nuestro enemigo (la calle, la televisión, el periódico) sus propios sortilegios.


En suma, la instrucción profundamente renovada (no elitista) trabaja indirectamente pero de manera segura por la educación, mientras que ésta cultivada por sí misma, no aportará más que decepción.


(Dagognet, Cien palabras para filosofar, Ed. Piedrarosstta).


Próxima columna: Enfermedades del Espíritu


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La idea y lo Concreto

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

Una idea se soporta sobre un real concreto, la palabra enuncia la cosa. Las palabras hacen posible retrotraer las cosas sin necesidad de que se las tenga a la mano, sería muy engorroso que para expresarse, se tuviera que tener a la mano cada una de las cosas referidas. Y en el otro extremo estaría tomar la mera idea por la cosa enunciada como sucede con la idolatría, la efigie termina absorbiendo el todo por la parte, se venera la parte por el todo, con razón y en su  rechazo se acostumbra decir que obras son amores, a Dios rogando y con el mazo dando, con ello se quiere reivindicar la cosa real, la cosa en sí, los hechos.


Si bien ídolo quiere decir imagen -eidilon- es una representación de un real, es la trascendencia. Pero la imagen termina sustituyendo al real mismo, la parte es tomada por el todo, la idolatría es todo un culto, la adoración por la imagen y no por las cosas, en contraposición se dice por sus obras los conoceréis, hace referencia a los hechos y no a lo sólo abstracto. En sí, lo real termina invisibilizado, ejemplo es el amuleto que termina siendo fetiche que me recrea al real evocado. Otro ejemplo es del predicador religioso que sumerge a sus fieles en un éxtasis colectivo, la lengua que anestesia.


Si bien las solas ideas trascienden a las cosas porque nos entregan un pensamiento complejo y elaborado, no se puede caer en el menosprecio de la realidad, de lo concreto, del mundo real, tal y cual lo conocemos, lo sentimos, lo captamos a través de nuestros sentidos. Ese mundo real, ese empirismo trae sus propias contingencias que se nos presentan para vivirlas, cada amanecer nos despertamos para vivir, para encarnar lo que se nos presenta, cada día trae sus propios afanes, estos márgenes de un cierto azar no anula los planes concebidos, ambos hay que tenerlos en cuenta. 


El mundo existe, es real pero es reportado en mí a través de mis sentidos, es la representación individual que me hago de él, cada quién habla de las cosas según sea lo lentes con que se mire, el espíritu habita la carne, encarna mi cuerpo. Es la relación del hombre con el mundo, con el universo, en cada momento asistimos a realidades inéditas, renovadas, por eso todo saber es provisional, todo depende de las contingencias y sus relaciones. Es verdad que las palabras se las lleva el viento, pero unas tienen el poder de cincelar nuestro cuerpo, nuestro espíritu, son los afectos que tienen el peso de un elefante sobre mis espaldas. Es la presencia real con sus eficaces cargas afectivas.


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Felicidad y Fetiche

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


La felicidad todos la quieren, todos la buscan, pero ¿porqué tan huidiza, tan esquiva? Muchos dirán que el problema no está en quererla si no en que se desea mal, mucho, hasta lo inalcanzable y con ello sobreviene la frustración. En parte el deseo como búsqueda o carencia, pero también como múltiples devenires. Unos serán afortunados por sus éxitos alcanzados, otros por el contrario estarán agobiados, abrumados por sus desgracias cosechadas. 


Fueron los epicúreos quienes recomendaron evitar los dolores causados por desear mal y procurarse de los placeres más simples y más puros, los naturales y necesarios a su decir. Sólo un vaso de agua y algunos higos son los necesarios para el bienestar, huir de la desmesura, de los excesos del glotón. Casi que preferir lo más mínimo rayando con lo casi nada, ir ligeros de maletas, la levedad se presenta como valor superior. Es necesario salir del medio que nos envuelve y nos encierra. Ir rápido con el fin de reunificar en un instante lo ilimitado que se exhibe ante nosotros y nos niega o disminuye... Con la rapidez del desplazamiento nos reafirmamos así mismos. (Dagognet)


De por sí la existencia conlleva una serie de miserias como la enfermedad y la vejez que disminuye la existencia, hay males evitables, otros no. Es la ataraxia, la ausencia del dolor, además de la medicina que les procura alivio, están los del espíritu que buscan en la meditación remediar angustias y tristezas.


Existencia quiere decir estar por fuera, el ser exteriorizado, el yo entregado al afuera, el espíritu sale para reflejarse en la obra realizada con la mano y la herramienta que la auxilia, el pintor, el escultor son algunos ejemplos. El existir es una dinámica de llenado y vacío, uno se procura de cosas deseadas, pero ese vacío es permanente, no se sacia. Y mejor es definir la vida como un movimiento perpetuo en sociedad, porque la quietud y el aislamiento matan. 


Por acá mismo nos viene la palabra fetiche que es la miniatura simbólica que concentra una potencia, un poder de la cosa representada como el amuleto o lo sagrado venerado por sus fieles, es un fabricado que fascina al punto tal de una alucinación neurótica por el objeto deseado y de identificarse con el producto, es una conducta irracional, se trata de sustituir lo imperceptible, lo invisible por un equivalente concreto (Dagognet: Cien Palabras para filosofar, Ed. Piedrarrosetta). El fetiche por su potencia y su miniatura transportable nos tranquiliza. Felicidad y fetiche son dos palabras comunes a la existencia, todo estará en la justa proporción de lo que se desea.

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Comunidad Mística

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Nada raro de que la vida sea transformación, ella misma impulsa, jalona cambios. La sociedad los recibe no sin resistencias por sus modos de vivir, sus costumbres  y sus dilemas éticos o morales. Sólo algunos ejemplos. La donación y trasplantes de órganos, hace posible que el casi muerto sobreviva. Acá la investigación científica hace viable que un órgano de un hombre funcione en otro cuerpo si éste es compatible.


Este hecho permite decir que se da una especie de resurrección, antes tan sólo reservado a lo sagrado. En la muerte también hay vida, no sólo en su descomposición con con sus larvas, los gusanos que estrujan la carne, sino también en la donación y en los trasplantes de órganos. La muerte dadora de vida, se prolonga en otro cuerpo. El casi muerto y el casi vivo, el uno es la condición para prolongar la existencia del otro.  La vida vence a la muerte. Bio-sustitución salvadora en esa casi muerte del donador, en esa premuerte, por lo demás, ser poco equivale a no ser nada. 


Esta especie de simbiosis del potencial muerto que da y prolonga la vida de otro que estuvo potencialmente vivo, a punto de morir, es una especie de resurrección en quien persiste la vida, y más allá es la comunidad mística que se enlaza en lo bioafectivo. El ser social se objetiviza. Son ideas de Francois Dagognet en su libro Filosofía de la Enfermedad.


Vida Prolongada y Recomposición de las Parejas


En esta prolongación de la vida, en su expectativa de vida que crece, el amor sufre sus cambios, antes se juraba amor eterno, amor para siempre, lo que Dios ha unido no lo separa el hombre, hoy lo más común es en el ensayo y error en la composición y recomposición o la gestión de la vida en pareja. Es cierto que el presente intoxica, apabulla, mientras que el pasado proporciona imágenes deformadas y caducas. Hoy emerge lo viable y lo contingente de la libre unión, y de allí la proclama del divorcio y el derecho de volver a unirse a otro, bien sea homo o heterosexual, lo importante es la felicidad de los cónyuges más allá de ciertas convenciones ya caducas. 


Cosa cierta es que el mundo es más fácil entre dos y un hombre solo está en muy mala compañía. Es una forma de decir el ser social que somos, no existen islas sociales de individuos, todos nos debemos a una comunidad. Unos a otros nos necesitamos, es la verdad de perogrullo, pero qué tan difícil es reconocerlo, la solidaridad es tan escasa y huidiza, desde pequeños se nos enseñan valores ególatras, pero los valores de estar en comunidad se sobreponen. Por ejemplo, la donación de órganos obligatoria y una gratitud anónima, para no cargar con deudas tormentosas. 


Y de allí que si la solidaridad no viene de la generosidad, se impone por obligación a manos del Estado Social que vela y preserva el Bienestar General. El Bienestar General, la sociedad mirándose así misma en lo mejor que tiene, El Estado de Bienestar. Cuerpo generoso, el cuerpo místico social. Sin generosidad se impone la obligación, la solidaridad obligada, el deber de socorro a los más desprotegidos, que primero concierne a la familia en sus grados consanguíneos, y si ésta no basta, entonces se acude a la gran comunidad.


Se resalta la familia como célula de la sociedad porque es calurosa y multiplica los lazos. La unión transforma, un individuo solo se pierde. Se reconoce que hay una familia agonizante y la otra vivificante, una activa y otra que renace, gracias a la posibilidad del divorcio que es un nuevo vivir, un nuevo amanecer, insistir en lo que no sirve, en lo que no funciona es enfermizo. El ser es frágil, debe cuidarse de no romperse en pedazos, los recomienzos vivifican. Lo que no sirve debe demolerse, las relaciones tóxicas llevan al abismo. Salvar lo que sirve de lo que no, de las relaciones perturbadoras e irrespirables. Facilitar el abandono de lo acabado, lo que esté flojo que se caiga. La recomposición individual y familiar es saludable. En suma, son dilemas morales, la vida persiste en un marco de un Estado de Bienestar General y la gratuidad generosa en el trasplante de órganos nos enlaza en esa especie de comunidad mística que somos, es la generosidad de la vida.


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El Cuerpo Ajeno

Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica


Nadie está a título individual en su propio cuerpo, somos meros inquilinos. El ser es social, el individuo cohabita, orbita en el nosotros. Nada es tan inocente como la independencia del Yo. Todos nos debemos a las convenciones y etiquetas sociales, por ejemplo, nadie puede salir a la calle desnudo ignorando el pudor. Y las marchas de desnudez, reivindican las libertades sexuales permitidas, nada distinto al orden establecido. 


No existen islas de individuos. Las sociedades procuran la circulación o comercio de personas, los matrimonios, los casamientos, la pareja en torno al amor y a la reproducción de su propia especie. Existen ciertos grados de libertad otorgados al individuo tales como el flirteo, la seducción que amenazan con apoderarse del cuerpo del otro, todo ello en el marco de la empatía que puede generar aceptación, rechazo o frialdad del otro… objeto del deseo.


Es un equilibrio precario entre el Yo y el Nosotros. El cuerpo es memoria y es instrumento. El cuerpo se nutre de sensaciones, la realidad es una construcción de los sentidos, de las percepciones, todo esto, desde luego, en el marco de la cultura cimentada en la educación, costumbres y habitus. Mientras más queramos adueñarnos de nuestro cuerpo, más se nos escapa, no hay soberanía del yo. Más bien se siente fatiga por aspirar a ser uno mismo. El cuerpo se escapa a la identidad para devenir multiplicidad. 


En el ciberespacio el cuerpo estorba o en el mejor de los casos tan solo se reduce a ser supernumerario, la carne pesa y la levedad es valor a seguir, en la red somos una construcción imaginaria, la mejor pose, el caminar elegante según ciertos parámetros, la siempre sonrisa fingida, nunca antes el mundo imaginario se había vuelto tan real. Nuestro cuerpo es otro bien distinto que se exhibe con retoques de diseño, la magia de los pinceles de la web y del cirujano que agranda nalgas y senos para las tribus urbanas. Aunque en el espejo nos aseguramos que los retoques estén conformes a una identidad huidiza pero que se aproxima a nuestros deseos, a los de nuestra sociedad, a los formateados.


La vestimenta, los adornos, los tatuajes son toda una gramática de la sociedad que movilizan mensajes o patrones de comportamiento, ni qué decir de las grandes marcas tatuadas en grandes deportistas. Sobre el cuerpo se aloja la memoria, es esponja del aprendizaje, es el barro sobre el cual se moldea, se esculpe el proyecto de sociedad en sus diversas clases y estatus o posición social. El gobernante, el cura y el banquero son modelos a seguir. El cuerpo es una memoria activa. El cuerpo es vehículo de habitus, es una correa de transmisión, saber comer dice de los modales en la mesa, el deporte moldea según la exigencia social, los adornos es exigencia estética para verse bien. Este cuerpo ajeno es todo menos individual, tan trazado y como sin alma, solos signos de una gramática social.


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Fetiches, Percepciones

 Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

No todo es controlable, no importa que tan meticuloso se planee. Todos los días nos levantamos con la pregunta por el sentido de seguir o de parar, la vida es un juego de sentidos. Lo contingente, lo que nos llega de imprevisto, a posteriori, las armonías accidentales, las variables nómadas, las probabilidades están ahí agazapadas con el azar. Salimos y nos tocó presenciar la muerte de la señora jubilada que hacía deporte, un borracho amanecido en el timón con sus sentidos alterados le hicieron una mala jugada. O los padres confiados en su hijo parásito pero llegó el día de descontrol y el puñal comandó su ansiedad de drogo y los dejó tendidos en el suelo. 


Alzamos la mirada hacia el sol para darnos cuenta de su humildad en hacer parte de millares de estrellas sin ningún recelo, la luz borra las tinieblas, la noche absorbe la luz del día, la claridad, una lección de humildad para el humano que se ha proclamado el centro del universo sin ser más que un accidente biológico y una especie más entre miles de miles.


No nos enseñaron que la muerte es comienzo y no fin, y hacemos de este acontecimiento un drama lejos de una metamorfosis, una transformación permanente como lo es la materia que ni se crea ni destruye, sólo se transforma. La muerte va y viene, se produce en las memorias diversas de la escultura que cubre el cuerpo, los relatos míticos, literarios, ella se expande en el soporte de los ritos y la cultural que mantienen vivos a los hombres, que hacen que se repitan una y otra vez desde hace millones de años. Todos los días hay resurrección.


Hablamos, conversamos con los otros, cada uno da nombres propios, su mundo de sus relaciones y sus causas, hablo desde mi experiencia, de las cosas que me atraviesan, filtro el mundo que me rodea, casi nunca refiero los objetos tal cual, siempre doy mi punto de vista, mi realidad, el mundo tal cual lo percibo, mis fetiches, el mundo causal, mis percepciones.


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