Historiador
Colombiakrítica
El morir, la morida, la forma desconocida de la hora final, el suspenso, el momento inesperado, la hora llegada sin avisar duele más que la propia muerte, esto sucede con los temerosos. Todos la sabemos a nuestro alrededor con nuestros seres queridos que parten, pero también a diario la percibimos con extraños que nos toca ver en los noticieros o en la simple calle con el accidente de tráfico que cobra miles de víctimas infructuosas, pues nada sabemos a qué sirven estos sacrificios inútiles.
Es la muerte ajena la que nos rodea y nos golpea de soslayo para recordarnos que nos puede tocar, que podemos ser los próximos. Pero más allá de ese momento, de la muerte que es de todos, que a todos llega y que al final nos sorprende relajados o inenterados, está esa muerte de aquel que todo el tiempo la lleva muy presente, la arrastra en todo su cuerpo, en su rostro, en sus ojos, que la desea con ansias y persistencia pero que no le llega pero que tampoco tiene las fuerzas y el valor para causarla por mano propia.
En sí, uno puede resumir esta dualidad en que hay vidas que se van efectuando paso tras paso en este transcurrir, en este lapso de tiempo denominado expectativa de vida, mientras que otras van transcurriendo tropezón tras tropezón sin encontrar una nota que alegre su existir (aunque toda vida es un proceso de demolición, de destrucción). Esto tomando los dos extremos de vida y muerte, sin enfatizar en el intermedio que nos enseña que cada día de vida es también otro día de muerte, se vive al mismo tiempo que se muere, la vida es muerte que viene, la muerte es vida vivida, incluso la metamorfosis da cuenta de ese proceso de transformación constante que es la vida: soy larva, ahora soy oruga, pronto seré mariposa.
Esto de sabernos finitos, de que algún día tenemos que ser nada, de que todo es del gusano, de que tenemos que levantarnos todos los días a darle cuerda al reloj, que tenemos que entrar en movimiento para que la quietud no nos mate, entonces, decimos, nos impulsa a emprender marcha hacia adelante, hacia un horizonte que se nota despejado y nos atrae con fuerza de vida. Este avanzar nos empuja a trazarnos propósitos considerados nobles pero sobre todo que nos garantizan una soñada perpetuidad, es una estrategia que se tiene por meta, así sea de manera inconsciente, de alcanzar una cierta inmortalidad, de cierta manera de soñar con vencer la muerte para alcanzar un más allá así sea en nuestros sueños o así sea simple vanidad de aplacar nuestros miedos por todo lo desconocido.
Y son los poderosos, los hombres de poder político y/o financiero, quienes más quieren perpetuarse más allá de su muerte, incluso anhelan romper límites para lograr ese sueño de todos los tiempos de ser inmortales. Elon Musk y sus deseos ilimitados de encontrar vida en otro planeta, su excentricidad rompe límites de la acostumbrada razón y así parecer un loco talentoso descabellado o bipolar al que todo se le puede perdonar, incluso pasar por alto y parecer hasta simpático ante la audiencia con su saludo nazi. Es todo un estratagema político para cautivar incautos y aplastar a sus oponentes. Es todo un entrar en escena, yo quiero lanzar el guante pero en puño ajeno, por intermedio de otro, otro dice lo que yo no puedo decir, insultar al contenedor pero que la boca que lanza los improperios sea de un alguien ajeno a mí, un tercero, ojalá una débil anciana que nadie pueda atacar porque su misma vulnerabilidad la enternece y la blinda ante la sociedad.
El amor tampoco escapa a estas pasiones humanas, incluso que van más allá de la mera transacción comercial como lo es la prostitución donde lo que cuenta es el servicio y la paga sin el afecto y el desinterés versus la mera grutuidad que caracteriza el amor. Pero en estos tiempos de independencia femenina, su inserción al mundo laboral, puede prescindir de la figura de un protector. La mujer independiente, autónoma prolonga o desecha el matrimonio, incluso puede despreciar al que la quiere sobornar con dinero, tal y como lo hacen con las mujeres de compañía, allí, entonces, sólo queda una transacción comercial para quiénes pueden pagársela… pero allí también queda potenciada, al otro lado, la gratuidad del amor, amar al otro con amor libre del comercio.
En suma, esta consciencia de sabernos finitos encuentra en las pasiones y dramas humanos formas de fantasear y de construir o soñar mundos perpetuos. La Muerte, el Poder, el Amor forman una tríada que a todos nos rodea. Pero sobre todo los hombres de poder político y económico van saltando por el mundo y sobre los demás creyendo que pueden hacer girar el mundo a sus antojos. Putin y su alterego, Trump. Los poderosos de las llamadas potencias mundiales que desestiman las democracias de las naciones pequeñas. Por el momento, en fin, solo queda apelar esa fuerza vital llamada vida que nos envuelve y nos toma por entero, no importa que deseemos mal, la energía sigue su curso, ni se crea ni se destruye, se transforma, es un pequeño consuelo que queda en medio de estas pasiones tan humanas.
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