Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica

Juntos Protegidos






La ciudad es pasión por la congregación. Es la vocación de estar juntos del ser social, pues en aislamiento nos perdemos.  La ciudad moderna amasa y concentra: el todo en lo muy poco, es su mayor virtud celebrada. Ella irradia desde el mejor centro selecto el ejercicio de su dominio. El mejor lugar escogido con sus murallas preserva del peligro, se evidencia desde las civitas antiguas. Con una vista panorámica que contemplaba el todo, sensación de dominio no sin sus fortalezas, con sus muros sólidos construidos alrededor, protegía ante enemigos, ello daba cierta seguridad, cierta tranquilidad. Aunque en nuestros días existen ciudades con centros difusos, calles newyorkinas interminables que no conducen ni celebran nada en especial, ningún ágora, sólo es monumento del tránsito rápido, veloz, sin mayores pausas, todos van a prisa como si corrieran, como si huyeran de algo. Acá, una especie de sociometría (Francois Dagonet).


Ciudad de Servicios


En nuestra modernidad persiste esta funcionalidad tecnoeconómica de concentración, en especial de los intercambios económicos y de los servicios necesarios para la existencia humana: salud, comida, vivienda, movilidad, trabajo, educación, esparcimiento o recreación, todo se encuentra allí a dos pasos. La ciudad concentra los mejores recursos, y por el contrario, en aislamiento, en el olvido de Dios, morimos o por lo menos padecemos de lo más necesario, en la escasez estaremos condenados a una vida miserable como en el campo o la campiña que por lo demás produce tedio, después de un corto tiempo, adviene la inevitable aburrición. La vida se define por su persistencia (reproducción) y por el movimiento tanto al interior de nuestro cuerpo como en el mundo que nos rodea, la quietud mata.


Ciudad Atestada de Conflictos


Pero la ciudad también es sinónimo de una sociedad atestada de conflictos, las diferencias entre los hombres mismos acentúa los desacuerdos, el crimen, la exclusión aviva las diferencias entre las clases sociales, las más pudientes pagan sus sitios protegidos y exclusivos, los pobres por el contrario son arrinconados hacia los barrios marginales. Las contradicciones desgarran la ciudad. En la ciudad se vive con miedo.


Donde hay más de uno se dan relaciones de poder. Si hay vida, hay lucha. Y si hay lucha hay resistencia. El flujo de la vida va y viene. A nadie se le pregunta si quiere nacer, simplemente nace. Así mismo existen leyes sociales que preservan la vida misma y la sana convivencia, y por tanto no están sometidas a su aprobación: razón tecnocrática. No matarás, por ejemplo.


La Persistencia de la Ley de la Vida


Pero no todo es dicha, la felicidad no es completa, por donde menos se piensa, salta la liebre. La ciudad presenta problemas que hieren, perturban. La ciudad es confluencia, allí todo converge por sobre todo los hombres con su pasión por estar juntos. He allí la Ciudad. Pero antes, está una razón de vida para que persista en el determinismo biológico que nos asiste: acopiar, almacenar, intercambiar productos necesarios para la supervivencia.


En suma, pasión de estar juntos no excluye el atestamiento de conflictos sobre todo cuando en la ciudad confluye toda la vida, toda una tecnoeconomía hasta las costumbres y la religiosidad. Y desde luego se acentúa más aún las diferencias sociales entre los que tienen mucho, poco o nada


Lo industrial entra en disputa con lo residencial, las clases adineradas se atrincheran, se resguardan a cierta distancia que los mantengan aislados de los conflictos y de las contaminaciones propias de toda ciudad. Gracias a la especulación inmobiliaria se mantienen alejados de los problemas que generan la pobreza y las desigualdades sociales. Pero además de esta necesidad de intercambios materiales, lo social y espiritual se mezclan para favorecer lo cambiante que salva de lo monótono, cerrado y aburrido que puede resultar para una comunidad cerrada sobre sí misma. Disfrutamos del estar juntos pero las diferencias múltiples nos ponen en guardia pero que a la vez nos enriquece, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, la vida se impone.

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